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Esto no me gusta nada.
-
Que es lo que sucede?
Dos chicos permanecen de pie fuera de las defensas del
castillo. El viento inclemente los azota sin piedad, demostrándoles que no
requiere su presencia allí. La chica, cabello pelirrojo hasta la cintura y
sujetado en una trenza, no expresa su incomodidad. A su lado, un joven
soberbiamente protegido en una túnica negra no contesta. Una mueca agria se
refleja en su rostro.
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Atacarán en cualquier momento... puedo
sentirlo.
Hikaru responde con un leve encogimiento de hombros. Ella
sabe que es verdad lo que dice pero ¿estarán de nueva cuenta preparados para el
ataque que se avecina? El silencio que reina en el ambiente pronto es
interrumpido por el sonido de cientos de pisadas, que, a cada momento, se
acercan más, decididos a luchar hasta el fin para conseguir su objetivo.
Lafarga, a sabiendas del peligro inminente, tiene su ejército muy bien
preparado y listo para combatir. A una seña de él, los soldados comienzan a
salir del castillo, dispuestos a perder su vida con tal de salvar a su gente.
los habitantes de Cephiro sienten en sus entrañas el riesgo venidero.
-
Niña, sé que me puedes escuchar
–repite una y otra vez, mientras proyecta su pensamiento hacia las bestias-,
detén toda esta destrucción te lo ruego!
Un hechicero que hasta pocos momentos antes había estado
postrado en su lecho, se eleva por los aires al tiempo que busca alguna señal.
Desde los cielos, observa cómo sus amigos se defienden del enemigo, cómo los
monstruos sucumben ante el poderío de la armada cefiriana. Pero los habitantes,
reunidos en una de tantas salas del castillo, se sienten atemorizados, con lo
cual contribuyen a la disolución del planeta más que a su propio beneficio. Con
sus plegarias, tratan de mantener el balance del planeta. En el exterior, los
combatientes hacen su mejor esfuerzo para vencer el caos reinante. Con la ayuda
de Fuu, Guru Clef ha creado una especie de escudo protector en torno a cada
guerrero, sin embargo, esto está mermando la fortaleza del mago, que ve si
remedio cómo poco a poco se minan sus fuerzas. Una y otra vez, los ataques de
las bestias, que se han ido incrementando en violencia, logran penetrar las
defensas, hiriéndoles, haciéndoles sangrar, terminando con un trozo de sus
vidas. Sin tregua alguna, soldados y guerreros siguen luchando, dando lo mejor
de sí para la salvación de su planeta.
-
Esto es absurdo...no me puedo permitir
recibir la ayuda de él -pensó Umi al observar la frente perlada de sudor del
Guru- ¡no dejaré que me siga defendiendo más!
Y al decir esto, salió bruscamente de la burbuja creada a
su alrededor. Clef la contempló por un segundo, decidido a crear nuevamente la
protección. Umi volvió a sentir la ya tan familiar presencia, pero ésta
repentinamente sucumbió. Un descuido leve, momentáneo, había sido más que
suficiente. En su afán por protegerla, descuidó sus propias defensas. Una de
las garras de las bestias había atravesado limpiamente su corazón. Impávido, el
hechicero se derrumbó. Un grito desgarrador resonó en las mente de cada
guerrero.
-
¡Clef! ¡No!
La guerrera celeste corrió hacia él, olvidándose de todo, con un solo
pensamiento recorriendo frenéticamente su cerebro. Arrodillándose a su lado, lo
tomó fuertemente entre sus brazos suplicando fervientemente que no muriese.
Todo lo que él le había dicho en el pasado, la incomodidad sentida desde
aquella tarde en que había regresado, quedaba atrás. Ya nada le importó,
temiendo en lo más profundo de su ser la inminente muerte del mago.
-
Umi... no me gusta ver... tu rostro
llorar...
-
¡Clef, por Dios, no te mueras!
-
Pequeña Umi –sonrió al tiempo que
acariciaba trémulo una de las mejillas de la guerrera-, perdóname por haber
sido...tan cruel contigo. pero no quería que te ilusionaras...
-
Clef... solo... no digas nada...
-
Siempre te he amado... y siempre te
amaré... pero por favor... sé feliz... con Ascot...
-
No, Clef, no... no!!!!
Un último suspiro quedó en flotando en el aire. El mago
cerró los ojos lentamente, al tiempo que desaparecía su cuerpo inerte. La joven
no atinaba a entender que él, el hechicero más poderoso de Cephiro, fuera
muerto por una simple bestia. Su grito quedó resonando en el viento, rasgando
los oídos de cuantos lo escucharon. Ciega por la furia que la invade, arremete
contra las bestias a su alrededor. Sus heridas, cada vez más profusas, la
tienen sin cuidado, pues lleva en el corazón una herida aún peor, que tardará
mucho más en cicatrizar. Los otros siguen su ejemplo, presas de la misma furia
por ver a su mentor morir. Unos tras otro, los monstruos son eliminados,
cayendo cual insectos antes los embates de los jóvenes, sin embargo, conforme
se acercan al interior de aquella enorme masa bestial, los combates se tornan
cada vez más difíciles, la defensa de las bestias se vuelve más cerrada cada
vez.
Hacia el centro de la formación, yacía en aparente calma
uno de aquellos seres deformes, más pequeño que el resto. Ferio y Fuu lograron
acercarse lo suficiente como para no provocar su atención. La chica levantó su
espada, dispuesta a embestir contra ella; sin embargo, la bestia se desplomó
antes que Fuu hiciese movimiento alguno. En su espalda yacía un florete de
empuñadura azul y alas de dragón. Umi permanecía en pies tras ella.
-Esto es por Clef.
Súbitamente, aquel ser comenzó a convulsionarse, tornando sus tejidos en
caracteres distintos, propios de una niña. Sus brazos y piernas tomaron un
color rosa pálido, mientras su rostro adquiría dulces rasgos de ninfa. El resto
de los guerreros había logrado acercarse a vislumbrar tal transformación, ya
que las bestias contra las cuales luchaban ahora permanecían en una sumisión
indiferente.
-¿Tesla?
Ascot se acercó lentamente a la niña, que aún respiraba trabajosamente. La
tomó entre sus brazos, al tiempo que ella abría sus ojos para observar el
rostro que tanto tiempo había buscado y que por fin lograba encontrar.
-Ascot, no tenías por qué haberte
ido...
-Tesla, sabes bien que tuve que
hacerlo.
Ya no respondió. El chico pasó una de sus manos por la
faz de porcelana, cerrando los azules ojos de la niña ya sin vida. Los seres
amorfos que los rodeaban, así como la niña, comenzaron a desaparecer, dejando
tras sí una tenue estela de oro. El hechicero se levantó, y el resto de los
combatientes, esperando una respuesta que solamente el tiempo respondería,
formaron un círculo en solemne silencio.
. . .
Un ligero viento apacible recorre el
lugar; las altas columnas de mármol que rodean el pequeño sepulcro simbólico,
hacen que el recinto parezca inexpugnable. Es la última memoria para el mago
que gobernó durante tantos años Cephiro con su sola presencia. Una nota de
tristeza, en los ojos de una chica de cabellos azules, es la única muestra de
melancolía que tañe el sitio. Coloca un ramillete de flores blancas ante el
mausoleo de aquel gran hechicero muerto en batalla.
De rodillas, en un último adiós, cierra sus ojos,
recordando fragmentos de pasadas batallas y emociones no correspondidas. Sin
movimiento brusco alguno, se pone en pie lentamente, y toma del brazo al joven
que aguarda pacientemente que termine sus plegarias, tan paciente como ha hecho
desde el día que se desplomó enamorado de ella.
-
Marina... yo... sólo vine a despedirme...
-
Ascot... yo...
Titubea; por un instante, baja la
mirada. Cuando le volvió a ver, de sus ojos irradiaba gran dicha, y tímidamente
esbozó una sonrisa. Sin decir palabra, se alejan caminando lentamente, sin
saber exactamente hacia dónde, con toda una vida por delante, y nuevos
horizontes por descubrir.
-
¿Crees haber hecho lo correcto?
-
Tal vez el tiempo me conceda la razón –alcanzó a decir Clef, mientras
la imagen se desvanecía de su espejo-; pero sé que ellos merecen ser
felices.
-
¿A costa tuya?
-
Tú, sobre todas las personas deberías saber eso, Zagato.
Una conmovedora sonrisa se dibujó en
su rostro.
Bien, para todos aquellos que
esperaban el final de esta historia, pues aquí lo tienen. A pesar que el fin ya
lo tenía escrito desde un principio, pues me faltaban unos cuantos párrafos
para terminarla....la falta de inspiración....dudas y demás a utena_x@terra.com
See ya
Suu