El Fantasma de la Opera.

 

Capítulo 8

 

Antes que la turba de perseguidores se desataran, Madame Giry apareció ante Raoul para mostrarle el camino hacia el lugar donde el fantasma se había escondido.

 

¡Monsieur, monsieur, vizconde!

¡Venga conmigo!

 

¿Puedo confiar en usted?

 

Debe confiar. ¡pero recuerde:

Su mano al nivel de sus ojos!

 

¿Pero por qué?

 

El nudo Punjab, monsieur.

Primero Buquet. Ahora Piangi.

 

De prisa monsieur

O quizá sea demasiado tarde...

 

Aguila, Anaís, Clef, Ascot y yo mirábamos con interés a través del telón como se desarrollaba todo en el escenario esperando ansiosos el resultado final.

 

A mi cárcel sin esperanza vuelvo a ir,

El desplome hacia mi prisión mortal,

Por la senda infernal de oscuridad...

 

¿Cómo crees que llegue a este frío

y lúgubre lugar?

¡Mi único pecado fue una abominable y

ofensiva faz!

 

¡Al asesino hay que encontrar!

 

Acosado por doquier,

Ser odiado sin razón,

Sin afecto, sin calor,

Sin sentir la compasión,

Christine, Christine...

¿Porqué? ¿Por qué?

 

Por fin M. Giry llega a la orilla del lago y le indica a Raoul lo que debe hacer.

 

¡Tu mano al nivel de tu mirar!

 

...al nivel de tu mirar ...

 

El vive al otro lado del lago monsieur,

Hasta aquí me atrevo a llegar.

 

M. Giry, gracias.

 

El hombre se introduce en el agua.

 

¡Tu mano al nivel de tu mirar!

¡Al nivel de tu mirar!

 

Tu deseo de sangre

Ya has saciado al fin,

¿Seré víctima yo de tu perdición?

 

El mismo destino que en sangre me ungió

También me ha negado el gozo carnal,

Mi cara es veneno

Que entró en nuestro amor.

Mi cara tuvo maternal rechazo

Y un antifaz en vez de su regazo.

Lástima por ti.

Tu destino encara aquí

Y una eternidad de esto habrá ante ti.

 

Tu rostro ya no me causa más temor

Y en tu alma está lo deforme que hay en ti.

 

El fantasma se asoma por la puerta y sale al ver que Raoul ha llegado y deja a Christine en el interior.

 

Ve, un invitado tengo aquí.

¡Sí, sin duda es un placer sin parangón!

Yo, deseaba que viniese usted

Y mi deseo cumplió,

Ya mi noche completó.

 

Haciendo alarde de sarcasmo el fantasma saluda a Raoul al verlo salir del lago.

 

¡Libre!

Tan solo déjala libre.

¿piedad no tienes?

 

Tu amante con pasión me rogó...

 

No tiene caso...

 

La amo.

¿No cuenta eso?

La amo.

Sé compasivo.

 

¡El mundo compasión me negó!

 

Christine...

Christine...

Quiero verla...

 

Adelante...

 

Raoul entra y ve a Christine.

 

Monsieur,

Sea bienvenido.

Yo a ella nunca le haría daño,

Ella no pagará los pecados de usted.

 

¡Llama a tus caballos ya!

¡Alza la mano al nivel de tu mirar!

¡Nadie te salvará,

tal vez sólo Christine!

 

Raoul trata de acercarse a la chica pero el fantasma lo evita y lo atrapa con unas cuerdas dejándolo inmóvil y a su merced. El fantasma voltea a ver a Christine.

 

Nueva vida te doy,

Tu amor por su libertad.

¡Niégame y tu amante la muerte tendrá!

Es la elección...

¡Y este es el umbral final!

 

Las lágrimas que ayer lloré por ti,

Se enfrían y de odio las volví.

 

Christine, perdona

Te suplico...

Lo hice todo por ti y para nada...

 

Adiós ídolo falso,

Mal amigo,

Mi esperanza ahora yace muerta.

 

Muy lejos se llegó

Muy tarde sus plegarias llegaran.

 

Ya sus ruegos nadie oyó,

No habrá pelea.

 

Raoul se mantiene en la trampa del fantasma y desde ahí habla con Christine.

 

Di que lo amas

Y mi vida acaba

Del modo que elijas ganará.

 

El fantasma ve a Raoul y luego a Christine en forma sarcástica sabiendo que tiene ganada la partida.

 

Del modo que lo veas perderás,

¿por siempre aquí te quedarás

o hasta su tumba lo enviarás?

 

Raoul trata de salir de la trampa.

 

No ha de mentirte por salvarme.

 

Christine mira al Fantasma y comienza el último ruego.

 

Angel de Música...

 

Ya pasó el umbral final.

 

¡Por Dios, piedad!

¡Christine, di no!

 

No es justo

 

Y no hay regreso...

 

Hazlo por mí,

No des tu vida.

 

¿Por qué jurar?

¡Piedad!

 

Su vida es el trofeo que has de ganar.

 

Luché por liberarte.

 

Angel de Música...

 

Pasaste ya el umbral final...

 

...qué engaño,

yo te creí a ciegas...

 

No más paciencia - ¡Haz tu elección!

 

El fantasma se impacienta y Christine se ve obligada ha hacer su elección, pero en lugar de eso la chica se lleva las manos al pecho en forma de oración y mira al fantasma con compasión.

 

Pobre criatura en tinieblas,

Nada la vida te dio,

Dios, dame fuerza al mostrarte

Que contigo estoy.

 

Se había acercado al fantasma y en ese último momento lo besa, rompiendo la guardia del fantasma.

 

¡Al asesino hay que encontrar!

¡Al animal que huyó hay que cazar!

¡Por mucho tiempo él

nos aterró!

¡Fantasma de la Opera

de aquí

al fondo huyó!

 

¿Quién es el monstruo?

¿La bestia cruel?

¡Venganza a Piangi!

¡Vengar a Bunquet!

Y preso por siempre estará...

 

La turba se dirige hacia las catacumbas y está cerca de llegar a la guarida, el fantasma se percata de ello y siente perdido todo en ese momento, Christine había logrado salvar a Raoul de la muerte y los miró a ambos desde donde se encontraba.

 

Tómala, vete – olviden aquí...

Déjenme aquí – aquí nada pasó...

Vayan - ¡Qué no los vean!

 

La pareja sube a la balsa y se alejan.

 

Zarpen ya,

Juren que nada dirán,

Secreto será

Este ángel cayó.

 

¡Váyanse! ¡Váyanse, déjenme solo!

 

Poco antes del final se escucha una pequeña caja de música tocando una melodía que ha resonado a lo largo de toda la obra, el fantasma en su soledad es lo último que escuchó y tomando la caja entre sus manos la observa con tristeza a través de su blanca máscara y comienza a cantar la melodía en voz baja y suave, con melancolía.

 

¡Festival!

Mascarada en carnaval...

¡Festival!

Y tu rostro del mundo has ocultado.

 

Christine, te amo...

 

El fantasma se apoya contra la piedra de blanco mármol que forma un asiento y comienza a llorar mientras a lo lejos haciendo eco y resonancia en el agua cristalina del lago se escucha la voz de los amantes.

 

Di que me darás tu amor, tu vida...

...sólo dilo y yo te seguiré.

Me darás tus noches y tus días.

 

El fantasma se levanta y da su última canción en la opera.

 

¡Mi canción por ti se hizo verdad!

¡Mi música acabó en la oscuridad!

 

Todos quisimos detenerlo pero fue demasiado tarde el fantasma se dirigió hacia una de las esquinas donde había un trono y sentándose en el se cubrió con su capa y desapareció, uno de los perseguidores apareció en ese momento y descubriendo el trono sólo encontró la máscara blanca como la nieve en mitad del asiento, todos los reflectores se apagaron y sólo permaneció iluminado el que mostraba el último vestigio de “El Fantasma de la Opera”

 

***

 

Corrí hacia la parte trasera donde sabía que se encontraría Lucy; Anaís y los demás me pisaban los talones me pareció una eternidad la distancia que recorrí y justo cuando llegué vi a lo lejos como Lucy se desvanecía en los brazos de Latiz, el chico se arrodilló y terminé de acercarme.

La piel de Lucy parecía un poco pálida pero lentamente recobró el color rosado de siempre, Lucy reaccionó en los brazos de Latis y este le sonrió al igual que ella lo hizo.

-          Latiz  - susurró la chica tocando el rostro del chico, mientras el muchacho tocaba el rostro de la chica con el dorso de la mano en una caricia.

Volteó a vernos y le sonreímos al verla sana y salva, Latiz la ayudó a levantarse.

-          Lucy, debes salir a recibir la ovación del público – dijo Aguila apartando un poco el telón y Lucy salió ante un auditorio repleto de aplausos, Latiz se encontraba a sus espaldas, los actores aparecieron a excepción del fantasma, una rosa cayó de lo alto del escenario y Lucy la atrapó con las manos, su color rojo se tornó blanco al contacto de sus manos.

-          “gracias” – escuchó en lo interior de su mente y sonrió volteando a ver a Latiz quien le correspondió la sonrisa. 

 

Hikaru

2 de Junio del 2001