LAS GUERRERAS MAGICAS
CAPITULO 1 – UN LUGAR FAMILIAR
El sol brillaba intensamente a través de la ventana del salón de clases. Lucy miraba detenidamente una pareja de aves que revoloteaban cerca de un árbol en el patio de la escuela. Faltaba muy poco para que terminaran las clases y Lucy casi no podía esperar por ver a Marina y Anaís. Como siempre, el lugar de reunión sería la torre de Tokio. Sus ojos seguían el segundero del reloj mientras contaba los minutos y segundos que faltaban para que pudiera salir.
En cuanto la campana sonó, Lucy corrió a la salida tan rápido que casi olvidaba su mochila. Marina y Anaís esperaban pacientemente a Lucy en la torre de Tokio.
Lucy: ¡¡Marina!!... ¡¡Anaís!!- gritaba Lucy al acercarse a sus amigas.
Marina: ¡Lucy!
Anaís: ¡Hola Lucy!
Lucy: Me da mucho gusto volver a verlas.
Marina: Pero si nos reunimos todos los días.
Lucy: Si, pero las echaba de menos.
Anaís: Nosotras también te echamos de menos, Lucy.
Las tres niñas se abrazaron y sonrieron mutuamente. A pesar de que se veían a diario, nunca les faltaban temas de conversación: Anaís les platicaba de sus estudios, Marina las impresionaba con sus prácticas de esgrima y Lucy solo les contaba lo que había visto a lo largo del día.
Lucy: Marina, Anaís ¿creen que todos en Céfiro estén bien?- preguntó Lucy mientras miraba la puesta de sol.
Anaís: No lo sé. A veces quisiera regresar para visitarlos.
Marina: Yo también. Hace un año que no sabemos nada de nuestros amigos.
En ese momento, Lucy sacó el medallón que le había regalado Latiz, y Anaís la piedra mágica de Paris. Marina las miró en silencio mientras pensaba en GuruClef.
Marina: (¿Por que no le habré dicho nada?)- se decía a sí misma.
Lucy: ¿Te pasa algo Marina?- le preguntó Lucy al notar que una lágrima corría por su mejilla.
Marina: No es nada.- dijo al pasar su mano por su rostro para limpiar la lágrima.- Saben chicas, de verdad quiero regresar a Céfiro.
Lucy se quedó pensativa, y de pronto una idea brilló en su mente.
Lucy: Ya sé. ¿Recuerdan que la última vez que fuimos a Céfiro fue gracias a la fuerza de nuestro corazón y no por que hubiésemos sido invocadas?
Anaís: Tienes razón.
Marina: O sea que si unimos nuestros corazones ¿creen que podremos ir a Céfiro?
Lucy: Tenemos que intentarlo.- Lucy tomó las manos de Marina y Anaís formando un pequeño círculo- Piensen en nuestros seres queridos y amigos que habitan en Céfiro.
Al cerrar los ojos permanecieron en silencio un momento, mientras recordaban todo lo que habían vivido en Céfiro al lado de sus seres queridos, pero al sentir que no pasaba nada se soltaron y se miraron entre ellas algo decepcionadas.
Anaís: Ya debo irme.- dijo Anaís al ver la puesta de sol- Si me quedo más tiempo mis padres se preocuparan por mí.
Marina: Anaís tiene razón. Además, creo que a ninguna de nosotras le gustaría que sus padres se preocuparan.
De ese modo se despidieron con un fuerte abrazo y cuando se disponían a marcharse una voz resonó en sus oídos y las hizo regresar:
Voz: Guerreras Mágicas del mundo místico. Las invoco al mundo de Céfiro para que luchen una vez más.
Un gran resplandor dorado surgió en el cielo, y nuevamente las chicas se vieron envueltas en él. A los pocos segundos, sintieron como el suelo se desvanecía y comenzaba a caer a gran velocidad.
Marina: ¡¡Esta es la parte que no me gusta!!
Por suerte, una criatura mágica pasaba por ahí: un león alado que volaba velozmente fue quien las rescató esta vez. Marina fue la primera en ponerse de pie, muy molesta por lo sucedido.
Marina: ¿Por qué siempre tenemos que caer?- decía mientras se sacudía la ropa- ¿Acaso no podemos simplemente aparecer en tierra firme?
Lucy: ¡Miren!- dijo muy emocionada y señalando al frente.
Anaís: Pero si es…
Lucy / Marina / Anaís: ¡¡Céfiro!!
Lucy: ¡Viva, viva! Después de tanto tiempo por fin hemos regresado.
Marina: Vaya, este lugar recuperó toda su belleza: los bosques, las islas flotantes, el océano. Es increíble.
Anaís no decía mucho, pero su corazón saltaba de emoción tan solo de pensar en que iba a ver Paris.
Marina: Un momento, esta no parece ser una de las criaturas mágicas de GuruClef.
En efecto, era la primera vez que veían una criatura así, sobre todo por que ésta era enorme.
Zero: ¿Quiénes son ustedes?- interrumpió un joven que también viajaba sobre la criatura. Estaba vestido con una ropa similar a la que llevaba Paris cuando las chicas lo conocieron en el Bosque del Silencio. Era un poco más alto que ellas, tenía el cabello un poco largo y oscuro, y sus ojos eran completamente negros.
Marina se asustó al ver la repentina aparición del joven, y dio un salto para esconderse atrás de Lucy y Anaís.
Lucy: Oye Marina- le susurraba al oído- ¿tu lo conoces?
Marina: No, creo que no.
Anaís: Tal vez se trata de una de los habitantes de Céfiro enviado por GuruClef.
Zero: ¿Qué no saben que es de mala educación hablar en voz baja frente a otras personas?
Marina: También es de mala educación asustar así a la gente.- reprochó.
Lucy: Lo lamento, no quisimos ofenderte.
Zero: No hay cuidado, pero díganme ¿Quiénes son?
Lucy: Yo me llamo Lucy, y soy una guerrera mágica.
Marina: Yo soy Marina, y también soy una guerrera mágica.
Anaís: Mi nombre es Anaís, encantada de conocerte.
Zero: ¿Ustedes son las legendarias guerreras mágicas?- dijo mientras las examinaba con la mirada- Pues no se ven muy mágicas.
Lucy: Eso es por que acabamos de llegar y no tenemos nuestras armas ni armaduras.
Zero: Vaya, nunca pensé que conocería a las guerreras mágicas. Entonces es cierto lo que dicen…-Las tres niñas miraron curiosamente al joven- Las guerreras mágicas son muy bonitas.
Marina: ¿Bonitas?- dijo muy entusiasmada- Quiero decir… No deberías tomar en serio todo lo que te dicen.
Anaís: Por cierto, todavía no te has presentado.
Zero: Oh, que modales los míos. Me llamo Zero y esta hermosa criatura alada es mi mejor amigo: Trin.- Al escuchar su nombre, Trin lanzó un potente rugido que hizo temblar el suelo.- ¿Cómo llegaron aquí? No me dirán que cayeron del cielo…- las guerreras solo asintieron con la cabeza y Zero se quedó atónito.- Bueno… y ¿qué es lo que trae a las famosas guerreras mágicas a nuestro mundo? Lamento hacer tantas preguntas, pero soy muy curioso.
Anaís: Aún no lo sabemos.
Lucy: Antes de venir a Céfiro, escuchamos una voz que nos llamaba.- dijo mientras recordaba las palabras de aquella extraña voz.
Marina: Por cierto, GuruClef te envió para que nos llevaras con él ¿verdad?- dijo sonriendo al pronunciar el nombre de GuruClef.
Zero: No se de que hablas.
Marina: ¿Acaso no fuiste tú el que nos salvó?
Zero: De hecho ustedes cayeron sobre Trin. De cualquier modo, GuruClef nunca me dijo que ustedes vendrían.
Lucy: ¿Entonces tú conoces a GuruClef?
Zero: Desde luego, yo soy su aprendiz.
Anaís: Que sorpresa, no me imaginaba que GuruClef estuviese dando clases.
Zero: De hecho, voy de camino al castillo, si quieren puedo llevarlas.
Después de un rato, Lucy alcanzó a ver el castillo de Céfiro: sus tres torres de cristal brillante y su encanto natural lo hacían la edificación más maravillosa que cualquiera de las que ellas hayan visto. Trin descendió y esperó a que todos los pasajeros bajaran.
Zero: Puedes irte Trin. Si te necesito, no dudaré en llamarte.- y dándole una palmada, el gigantesco león se elevó y desapareció entre las nubes.- Vamos, seguro que GuruClef y los demás se llevarán una gran sorpresa.
(Fin del capítulo)