Los Ángeles de Céfiro

Autora: Princess Lalaith

 

Advertencia: No soy dueña de los personajes de MKR, ese título le corresponde a las Clamp. Yo sólo soy dueña de este Fanfic (y de todos los otros que escrito), así como de los personajes que no conozcan. Espero lo disfruten.

 

 

Capítulo 1.- En un año.

 

Tres años pasaron después de que Céfiro cambiara su sistema de gobierno. Tres largos años en los que tres jovencitas de Mundo Místico habían visitado la Torre de Tokio en innumerable ocasiones, esperando divisar nuevamente aquella mágica luz que en dos ocasiones las habías transportado a un Mundo lleno de Magia, y en donde todo lo que creas, puede suceder. Mismo tiempo que varias personas en el Mundo de Céfiro habían pasado esperando a esas lindas Guerreras Mágicas que en dos ocasiones habían salvado a su mundo. Niñas muy especiales, que habían conquistado el corazón de más de uno.

Y justo ahora, que pareciera que las esperanzas se agotan, su sueño está por hacerse realidad...

En la Torre de Tokio tres jóvenes de diecisiete años se encuentran reunidas como cada semana desde los últimos tres años.

Las tres tan diferentes, tanto en el físico, como en su forma de ser, pero comparten una cosa: los pensamientos que tienen dirigidos a un mundo que se quedó no sólo con la leyenda de su presencia, sino con sus corazones:

-Céfiro... –murmuró Lucy en voz baja.

-¿Qué dices Lucy? –preguntó Anaís observando a una de sus mejores amigas.

-Sólo pensaba en Céfiro, hace mucho que no estamos allá. –comentó Lucy.

-Es de esperarse que nuestra querida amiga piense en Céfiro. –dijo Marina. –Aunque... –fingió quedarse pensativa por unos momentos. –Yo me pregunto si está pensando en Céfiro...o en cierto espadachín mágico...

-¡Marina! –exclamó Lucy sonrojándose bastante.

-Marina, no apenes así a Lucy. –dijo Anaís sonriendo. –La pobre está tan roja que casi se pone morada.

-Puedo decir lo mismo de ti y cierto príncipe... –amenazó Marina.

Ésta vez era Anaís la ligeramente sonrojada.

-¿Y qué hay de ti? –preguntó Anaís tratando de desviar la conversación.

-¿Qué conmigo? –preguntó Marina fingiendo ahora que no sabía de qué le hablaban.

-¿Quieres a Ascot? –preguntó Anaís. -¿O a...?

Pero no pudo terminar su frase, porque el grito de su otra mejor amiga la interrumpió.

-¡Miren! –exclamó ella. -¡Céfiro!

Al voltear pudieron ver que era cierto, desde donde se encontraban podía verse Céfiro a través del cristal del mirador.

-Es tan hermoso... –murmuró Marina.

-Sí, que gusto que hayan podido reconstruir su mundo. –dijo Anaís con una sincera sonrisa.

-Céfiro... –susurró Lucy. –Yo quiero ir...

En ese momento ella puso su mano lentamente sobre el cristal.

Sus amigas voltearon a verla, sin saber ahora cómo consolar a su amiga, pues ya en varias ocasiones habían visto el reflejo de Céfiro en el cielo azul, pero nunca habían conseguido volver a ese mundo. Era como si alguna fuerza les concediera el deseo de saber que ese mundo estaba bien, aunque no les permitiera volver.

Pero lo que ocurría ese día, era muy diferente a lo que ocurriera en ocasiones anteriores.

-¡¡Lucy!! –gritaron Anaís y Marina a la vez.

Y era que Lucy ya no estaba recargada en el cristal...¡Lo estaba atravesando!

Anaís volteó nerviosamente a su alrededor, pero parecía que nadie se percataba de lo que le ocurría a ella y a sus amigas.

Marina trató de sujetar a Lucy del brazo, pero en vez de eso cayó tras ella.

Pensando que ya no le quedaba otro remedio, Anaís las siguió.

 

En otro mundo, un mundo mágico, adornado con los mares más cristalinos, el cielo más claro, montañas flotantes y frondosos bosques. En medio de todo se alza un hermoso castillo de cristal blanco, donde viven las autoridades de Céfiro.

Y en ese momento, en la Sala del Trono se llevaba a cabo una junta.

-De esa manera mejorará considerablemente el intercambio comercial con Cizeta. –comentaba un muchacho hechicero llamado Ascot.

-¿Cómo vamos con Fárem? –preguntó el que parecía estar a cargo: Guru Clef.

-De maravilla. –dijo Ráfaga. –Caldina y yo estuvimos allá hace dos semanas. La boda de la Princesa Aska con su asistente San Yun va viento en popa, y ahora más que nunca ella está interesada en las relaciones comerciales con nosotros.

-Bien. –dijo Guru Clef. -¿Y Autozam?

-Han mejorado considerablemente con su problema de contaminación. –dijo el espadachín mágico Latis. –Geo agradece mucho los aparatos mágicos que enviamos para ayudarles. Pronto podremos comercializar también con ellos.

-Perfecto. ¿Tú que opinas Paris? –preguntó el hechicero supremo dirigiéndose a un joven sentado a su izquierda.

No hubo respuesta.

-¿Paris? –volvió a preguntar Guru Clef.

-¿Príncipe Paris? –preguntó Ráfaga.

Pero parecía ser inútil, el joven no les respondía.

-Está en la luna...otra vez. –dijo Ascot negando con la cabeza.

-Seguramente pensando en Anaís. –comentó Caldina desde una esquina.

-¿Qué? ¿Anaís? ¿Dónde? –preguntó Paris enderezándose súbitamente.

Los demás miembros del consejo lo vieron en silencio unos segundos, hasta que Ascot y Caldina no pudieron evitar soltar una sonora carcajada.

-Sí, búrlense de mí. –dijo Paris con fastidio.

-Es que es el colmo Paris. –le reprochó Latis. –Todas las juntas estás así. Nunca pones atención a las pláticas, se supone que eres el príncipe de Céfiro y futuro rey...

De pronto sus palabras se interrumpieron, en el momento que un resplandor atravesó la sala, y en el techo de ésta se materializaron tres jovencitas.

-¡Ah! –gritaron las tres.

Latis fue el primero en reaccionar, atrapando a la primera antes de que golpeara el suelo.

Ascot logró conjurar un hechizo para detener la caída de la segunda.

Mientras que Paris actuó a tiempo para que la tercera chica cayera justo en sus brazos.

-¿Estoy soñando? –preguntó Paris.

-No lo creo. –le respondió Anaís sonriéndole.

-Vaya nueva manera de llegar aquí. –dijo Marina, refiriéndose a la manera tan peculiar en que habían llegado.

Lucy era la única que no decía nada. La razón era que por el momento sus labios estaban muy ocupados con los de cierto espadachín. 

Anaís estaba a punto de hacer un comentario acerca de que ese comportamiento no era digno de una señorita como ella cuando notó que Paris aún la sostenía en brazos.

-Te extrañé tanto mi querida Anaís. –le susurró Paris al oído, mientras le daba suaves besos en la mejilla y el cuello.

Anaís se sonrojó, pero no lo detuvo.

Marina elegantemente tocó el suelo y procedió a saludar a todos sus amigos.

-¿Cómo fue posible éste milagro? –preguntó Caldina finalmente, emocionada.

-La verdad es que no sabemos cómo ocurrió. –dijo Anaís volteando a ver a la bailarina, aunque sin soltarse del abrazo de Paris.

-Aunque nos da muchísimo gusto que haya sucedido. –agregó Lucy.

-¿Alguien sabe qué pasó? –preguntó Marina.

-Yo lo sé. –dijo Guru Clef.

Todas voltearon a verlo.

Marina tragó saliva en el momento que posó sus ojos en él, ya no era un niño, había cambiado su apariencia por la de un joven de unos veinte años, aún conservaba su cabello lila y sus hermosos ojos celestes, ¡sólo que ahora era más alto que la propia Marina!

“Se ve tan...guapo...” pensó Marina embobada.

-¿Qué es Guru Clef? –preguntó Latis.

-Es algo muy sencillo en realidad. –dijo Guru Clef.

Caminó lentamente hasta quedar frente a Lucy, entonces se arrodilló.

Lucy dejó ir un suspiro de asombro, sin entender el gesto del hechicero.

Pero pareciera que todos los demás cefirianos si entendieran, porque de inmediato se arrodillaron.

-Mi lady. –dijo Guru Clef desde el suelo.

-¡¿Qué?! –exclamó Lucy muy sorprendida.

De pronto un resplandor los envolvió a todos y los transportó a la parte más alta de la Torre. Justo en el pasillo que llevaba a la Sala de la Corona.

-Esto es... –comenzó Marina sorprendida por el cambio de escenario.

- La Sala de la Corona. –completó Anaís.

-Así es. –dijo Guru Clef poniéndose de pie.

Su anillo brilló a la vez que la puerta se abría.

Dentro se podía ver la pequeña plataforma donde cualquiera con un nivel de magia lo suficientemente alto podía entrar, y después una fuente, cuyas aguas cubrían el resto de la habitación; esas aguas estaban hechizadas para no permitir el acceso a nadie más que al pilar, cualquiera que se atreviera a tocar un lugar tan sagrado sin ser el pilar moriría de inmediato.

-La corona os espera, mi lady. –dijo Guru Clef, señalando la puerta con su báculo.

Como hipnotizada Lucy se acercó hacia la puerta, y sin pensarlo mucho, entró.

Una vez dentro sus ropas cambiaron, ahora llevaba un elegante vestido rojo pálido con bordados en fucsia, sandalias doradas con cintas enlazadas en sus tobillos completaban el atuendo, además su cabello se soltó de la usual trenza, y pareció flotar con una brisa invisible.

Sin vacilar Lucy puso un pie sobre las aguas, las cuales al instante la envolvieron.

-¡Lucy! –exclamaron asustadas Marina y Anaís a la vez.

-Calma, ella está bien. –les aseguró Guru Clef.

Dentro de la columna de agua Lucy se encontró a si misma frente a la fuente misma, sobre la cual reposaba una hermosa corona de lo que parecía oro, y adornada con rubíes.

-Toma la corona, Lady Lucy, pilar de Céfiro. –dijo una voz.

-¿Pilar? –preguntó Lucy saliendo del trance, y finalmente analizando las cosas. –Pero yo creí haber anulado el sistema del pilar.

-Pero tú fuiste la elegida. –replicó la voz. –Tú eres la de la voluntad más fuerte.

Lucy aún dudaba.

-Tú serás el nuevo pilar de Céfiro. –agregó la voz. –Con tus propias reglas.

-¿Podré enamorarme? ¿Y volver a mi mundo? –preguntó Lucy.

-Serás libre de hacer lo que te plazca. –dijo la voz. –Mientras no descuides Céfiro. Tu deber es cuidarlo, tú decidirás en qué términos.

-Está bien. Acepto. –dijo Lucy.

-Bien. Arrodíllate. –dijo la voz.

Lucy hizo como se le indicó y se arrodilló.

En ese momento el espíritu de la Princesa Esmeralda apareció, tomó la corona de la fuente y la colocó sobre la cabeza de Lucy.

-Salve Lady Lucy, Pilar de Céfiro. –dijo la Princesa Esmeralda con una reverencia, antes de desvanecerse nuevamente.

En ese momento una extraña columna de magia envolvió a las dos Guerreras Mágicas restantes; provocando una transformación en ellas.

La columna de agua desapareció igualmente y Lucy se dispuso a abandonar la sala de la Corona.

Al salir notó que aún llevaba el vestido rojo, las sandalias y la corona.

Todos hicieron una reverencia y ella sonrió.

-Por favor, no deseo que me traten diferente, sigo siendo la misma. –les aseguró Lucy con una sonrisa inocente.

Y fue entonces que ella notó la magia que envolvía a sus amigas. Alzó la mano, y con un simple ademán de ella las columnas se esfumaron.

Varios de los presentes quedaron sorprendidos con el cambio de las chicas.

Anaís llevaba un vestido que empezaba verde pálido a la altura del cuello, y terminaba en un verde oscuro al final; era amplio, y le llegaba hasta debajo de las rodillas, desmangado y de cuello redondo, con bordados de pequeñas flores en la orilla; zapatillas beige de poco tacón completaban el atuendo.

Marina lucía un vestido halter, de espalda descubierta, que parecía alternar todos los tonos posibles de azul, le llegaba casi hasta los tobillos y en las orillas tenía una línea plateada muy fina; sandalias azul oscuro de tacón alto daban el toque de elegancia a su vestimenta.

Además ambas tenían en el dorso de su mano el símbolo de su respectivo genio.

-¿Qué ocurrió? –preguntó Paris, completamente embelesado con la nueva apariencia de su amada.

-Tal parece que al convertirse Lucy en el Pilar, la misma magia las convirtió a ellas en Guardianas Eternas. –dijo Guru Clef, él mismo parecía algo sorprendido por éste suceso.

-¿Guardianas Eternas? –preguntó Anaís.

-Así es. –dijo Ráfaga. –La misma leyenda que hablaba de las Guerreras Mágicas, también decía que una de esas Guerreras Mágicas había de convertirse en el pilar, dándole un nuevo rumbo a nuestro mundo, y las otras dos serían las Guardianas Eternas, los ángeles protectores de Céfiro. Las tres juntas tendrían la misión de cuidar Céfiro por toda la eternidad.

-Cuidar Céfiro... –comenzó Anaís.

-...por siempre. –concluyó Marina.

Entonces ambas comprendieron algo.

-Eso significa... –comenzaron ambas.

-¡Que podremos venir cuando queramos! –exclamó Lucy muy emocionada.

Los demás asintieron.

Anaís de inmediato se abrazó a Paris, y olvidando su timidez habitual lo besó de lleno en los labios.

Sus compañeras se sorprendieron de éste hecho, pero igualmente comprendieron su emoción.

-Chicas, no nos podemos quedar mucho tiempo. –les recordó Marina.

-Es cierto. –dijo Anaís volviendo a razonar. –Acabamos de comenzar el periodo escolar. Nuestro último año de preparatoria.

-¿Qué significa eso? –preguntó Ascot, que no entendía los términos en que hablaban ellas.

-La escuela, es un lugar donde nos enseñan cosas. –explicó Marina. –Se divide en niveles: preescolar, primaria, secundaria, preparatoria y universidad.

-Quizá podríamos esperar a terminar la preparatoria y venirnos a vivir aquí para siempre. –sugirió Lucy, muriéndose de las ganas de quedarse con Latis.

-¿Qué hay de la escuela? –preguntó Anaís.

-Sabemos que te agrada la escuela y todo Anaís, pero aquí en Céfiro no nos servirá de mucho todo eso. –dijo Marina con la misma ilusión que Lucy (excepto que ella tenía a un cierto hechicero en mente). –Aquí deberemos aprender otras cosas.

Anaís asintió, en el fondo ella también deseaba quedarse permanentemente en Céfiro.

-Podemos aprovechar ese año para hacer todo lo que tengamos pendiente, hablar con nuestras familias y convencerlas de que nos iremos a vivir a otro lado. –dijo Anaís pensativa.

-¿Necesitarán tanto tiempo? –preguntó Caldina.

-No. –dijo Marina, pensando que si le decía a sus padres que lo hacía por amor ellos serían los primeros en apoyarla.

-Sí. –dijo Lucy, pensando en cómo iba a explicarle a sus tres celosos y sobre protectores hermanos que se iba a mudar porque estaba enamorada de alguien; iba a ser bastante difícil, aún dejando fuera la parte de la magia y otro mundo.

-Bueno, pero vamos a estar en contacto en ese tiempo, ¿no? –preguntó Latis a Lucy.

-Por supuesto. –dijo Lucy.

-¿Cómo? –preguntó Anaís insegura. –Si nos ponemos a pensar no podemos pasar todo un año yendo a la Torre de Tokio y desapareciendo, se volvería sospechoso.

Marina asintió.

-Yo tengo el poder del pilar, ¿no? –preguntó Lucy.

Todos asintieron.

-Pues bien. –dijo ella. –Lo único que necesito es algún objeto de aquí de Céfiro, que cada una de nosotras se lleve consigo a la Tierra , un hechizo en él y podremos usarlo para comunicarnos.

-Me parece perfecto. –dijo Anaís sacando el comunicador que le regalara Paris.

-Bien. –dijo Lucy. –Debemos irnos, se está haciendo tarde.

Todos entendieron y se despidieron.

La mayoría sonreía, las parejas podrían mantenerse en comunicación, y los demás sabían que en un año las chicas volverían para establecerse definitivamente en Céfiro.

La única que no parecía tan feliz era Marina.

“Yo no tengo ningún regalo de Céfiro.” Pensaba ella tristemente.

La luz empezó a envolverlas a las tres para devolverlas a su mundo. En ese momento Guru Clef se dio cuenta de la tristeza de Marina, y también de la razón. Rápidamente se quitó el anillo que llevaba en su mano y lo lanzó. Marina lo atrapó justo a tiempo.

Un segundo después las tres desaparecieron en medio de un deslumbrante haz de luz.

 

-Para ti.

Esas palabras, dichas por Guru Clef, fueron las últimas que Marina escuchó antes de encontrarse a si misma de vuelta en la Torre de Tokio.

En sus manos sostenía el anillo.

“Gracias Clef...” pensó Marina a la vez que se lo ponía.

Volteó a ver a sus amigas, las tres llevaban nuevamente sus ropas normales, lo único diferente eran unos brazaletes en sus muñecas. El de Lucy era dorado, con un león; el de Marina era plateado, con un dragón; y el de Anaís de bronce, con un ave.

-Debe ser nuestro símbolo de Guardianas Eternas. –sugirió Anaís.

Las otras dos asintieron.

En ese momento se escuchó una mujer en el altavoz anunciando que la Torre de Tokio estaba a punto de cerrar sus puertas.

-Debemos irnos. –dijo Anaís.

-Es tarde. –coincidió Marina.

Lucy asintió sonriente.

Las tres tenían las mismas palabras en mente: “Adiós Céfiro...volveremos en un año.”

 

***Notas de la autora***

¿Qué les parece éste inicio? Bueno...malo...pésimo... Esto es sólo un intro, considero que el verdadero planteamiento, la introducción a la trama (y al drama) estará en el siguiente capítulo, espérenlo pronto.