Capítulo 10. Una Nueva Generación.

 

Bajo un cielo azul despejado, el viento fresco soplaba con suavidad, agitando las ramas de los árboles, los vestidos y cabellos de aquellos que se hallaban reunidos en ese momento en la terraza más alta del Palacio de Céfiro.

-¿Están seguras de esto? –preguntó Guru Clef dudoso.

-Sí. –Contestó Marina con firmeza.

-No es una decisión fácil de tomar. –admitió Anaís. –Pero las tres lo estuvimos pensando mucho y creemos que es lo mejor.

-Por mucho que nos duela. –agregó Lucy. –Ellos merecen la oportunidad de seguir con sus vidas, sin preocupaciones, sin recuerdos que los entristezcan.

-Nosotras siempre vamos a recordar, aunque ellos no lo hagan. –agregó Marina. –Esta vez nos tendremos que conformar con eso.

Y era que después de mucho hablarlo las tres chicas habían decidido que la manera más efectiva de continuar sus vidas en Céfiro sin que sus familias y amigos en Mundo Místico se preocuparan por ellos…era que aquellas personas no las recordaran más.

Entre las tres tenían suficiente poder para lograrlo, sólo hacía falta pronunciar un pequeño conjuro, y sin más todo recuerdo y rastro de Marina Ryuuzaki, Anaís Hououji y Lucy Shidou desaparecería para siempre de Mundo Místico; sería como si ellas tres nunca hubieran existido en ese mundo. Y por mucho que les pudiera doler, sabían que era lo mejor; era la única manera de asegurarse que sus familias y amigos seguirían adelante sin preocuparse por ellas, y eso las hacía felices.

Guru Clef, Paris, Latis, Ascot, Lira, Caldina, Ráfaga y Presea permanecían en una orilla de la terraza, mientras las chicas en el centro se preparaban para lo que se disponían a hacer.

-Guru Clef, Ascot, por favor. –llamó Lucy.

Los dos hechiceros asintieron y sin más hicieron un movimiento con la mano, creando al instante una imagen flotante frente a las tres chicas, una imagen que les mostraba lo que ellas quisieran ver de Mundo Místico.

Casi al instante la imagen frente a ellas se dividió en tercios, cada uno mostrando a una de las familias de las chicas, en ese momento en sus respectivas casas, desayunando.

-Es hora chicas… –dijo Lucy.

Las otras dos asintieron.

Fue casi como un efecto instantáneo, las tres de inmediato quedaron envueltas en poderes y se transformaron a sus atuendos elegantes como Pilar y Guardianas Eternas de Céfiro.

-Hechizo del Mar, los sueños escondidos; yo, la Cómplice del Mar, Hija de Ceres te llamo. Concédeme el poder… ¡El anhelo de Céfiro! –inició Marina con firmeza, los brazos extendidos a los lados. .

-Encanto del Cielo, la sublime sabiduría; yo, la Hermana del Viento, Protegida de Windom te imploro. Concédeme el poder... ¡La razón de Céfiro! –prosiguió Anaís con las manos cruzadas sobre su pecho.

-Magia de la Corona , el poder espiritual; yo, la Aliada del Fuego, Elegida de Rayearth te clamo. Concédeme el poder... ¡La voluntad de Céfiro! –agregó Lucy con las manos unidas.

Haces de luz de los respectivos colores envolvieron a las chicas.

-Nosotras que fuimos elegidas como Guerreras Mágicas, -empezaron a recitar las tres a una voz. –Que con esfuerzo ganamos el título de Guardianas Eternas, a quienes este pueblo ha nombrado los Ángeles de Céfiro. Estamos hoy aquí de pie llamando a los dones que nos fueron concedidos, para llevar paz a los corazones de aquellos que nos conocieron en otro mundo, para que ya no nos extrañen más, que sus mentes y corazones ya no sufran por nuestra ausencia, que puedan seguir con sus vidas sin mirar atrás.

Por un momento no sucedió nada, hasta que de pronto una voz pareció retumbar en el lugar, una voz que era en realidad la combinación de tres que venían de todos lados y a la vez de ninguno, tres voces que todos conocían a la perfección.

-¿Es eso lo que realmente desean Ángeles? –preguntaron los Genios.

-Sí. –asintieron las tres sin dudar.

-Aunque nos duela saber que todos aquellos que alguna vez conocimos no nos recordarán nos queda el consuelo de que serán felices. –dijo Anaís con convicción, aunque eso no fue suficiente para evitar que una lágrima resbalara por su rostro.

-¿Y serán felices ustedes? –preguntaron los genios.

De nuevo las chicas asintieron, ésta vez con más seguridad que antes.

-Sin duda. –fue Lucy quien contestó en voz alta. –Pues no estamos solas, tenemos amigos aquí en Céfiro, una segunda familia, y a aquellos que amamos con toda nuestra alma.

-Entonces que lo que ustedes desean se cumpla. –declararon los genios con seriedad. –Que se borre todo rastro de su existencia en Mundo Místico y que sean felices aquí en Céfiro, desde hoy, su mundo.

Hubo un breve resplandor de luz y un momento después pequeños detalles cambiaron en las escenas que mostraban a las familias de las chicas, pues cualquier foto o imagen y objeto que pudiera hacer referencia a ellas desapareció. Su deseo se había cumplido, toda huella de ellas en su mundo natal había desaparecido.

Y prácticamente al mismo tiempo otro breve brillo desvaneció los elegantes atuendos de las chicas para devolverles lo que vistieron antes, los sencillos pero igualmente hermosos vestidos que les hiciera Caldina recientemente.

-Ya está hecho. –declaró Anaís con un suspiro de melancolía.

-Es el final. –murmuró Marina en voz baja, aunque era obvio que no se arrepentía de ello.

-El final de nuestro vida en Mundo Místico, sí. –asintió Lucy. –Pero el inicio de toda una nueva vida aquí en Céfiro. Una vida que inicia hoy.

Y así fue como esa mañana, exactamente dos años después de que hicieran aquella gran promesa de ir a vivir a Céfiro, un año después de aquel trágico accidente que hizo que se les creyera muertas por tanto tiempo; tres chicas de Mundo Místico abrieron sus brazos a la nueva vida que se extendía frente a ellas, una vida que seguramente estaría llena de peligros y dificultades, pero también de aventuras, felicidad y de amor…

 

 

Y el tiempo pasó, un día tras otro, días que se convirtieron en semanas, y éstos en meses, y éstos en años. Hasta un día muy especial…

El ambiente era de celebración, igual que cada año ese día era el ‘Festival de los Ángeles’, una fiesta que los cefirianos habían creado para recordar lo sucedido tras la derrota de Debonair, cuando blancas alas habían surgido de las espaldas de las tres Ex-Guerreras Mágicas y éstas habían sobrevolado todo Céfiro, sanando la tierra con sus poderes; era un recuerdo a aquel título que el pueblo les diera ese día, el de Ángeles de Céfiro. Y parte de esa celebración incluía que las tres volvieran a abrir sus alas y con éstas recorrieran los cielos de ese mundo que llevara años siendo su hogar para, igual que ese día, dejar caer sus dones sobre la tierra a sus pies.

Pero aún antes que las tres mujeres hicieran su aparición ya la fiesta se estaba llevando a cabo. En una tarima se encontraban varias bailarinas, algunas cefirianas, otras llegadas de Cizeta, pero la que más sobresalía era una chica que pese a ser morena tenía ojos lilas y el cabello largo de un rosa muy pálido, casi rubio; lucía un corpiño y una minifalda moradas y parecía divertirse mucho al moverse al compás de la música, siempre llevando en sus manos unos velos rosas.

Varios hombres jóvenes, la mayoría de ellos soldados, observaban embelezados el bello danzar de las chicas, ninguno podía evitar sentirse hechizados por los movimientos de ellas. Incluso alguno que otro se atrevía a piropear a alguna, o incluso osaban invitarlas a cenar, aunque todos sabían que había una chica con la que no podían meterse, la de ojos lilas. Y el continuo recordatorio estaba en la forma del muchacho uniformado al igual que ellos, alto de tez morena, cabellos rubios y mirada ceñuda, esa mirada del mismo color que la chica que bailaba con los velos.

Y si la presencia de ese muchacho no era suficiente, otro más a su lado debía serlo, de igual estatura pero tez más clara, cabello castaño oscuro con tonalidades verdes y mirada oliva, ataviado con un sencillo traje café, él parecía ser el único autorizado a dejarse hipnotizar por la danza de la singular bailarina.

A cierta distancia de las bailarinas y los soldados un chico de cabello castaño y ojos que parecían mezclar el verde y el marrón, vestido con ropas de un café muy claro, se dedicaba a entrenar a los niños que habían asistido al festival, mostrándole todos los diversos trucos hechos por los seres que lo rodeaban, criaturas muy diferentes, tantos que algunos podrían incluso considerar monstruos, pero para el eran sus amigos, para él y para una pequeñita con sus mismas características y ataviada con un vestido amarillo, que se encontraba en ese momento montada en lo que parecía ser un hipogrifo.

Entonces a los dos chicos, que al parecer eran hermanos se acercó otra muchacha, un poco más joven que el chico, ella era de ojos turquesas y cabellos lila-azulados largos, con un fleco en un tono tan claro que casi parecía blanco, vestida con una blusa y falda en diversos tonos de morado; corrió a colgarse del cuello del chico, que la saludó con cariño. Mientras que la escena era observada por quien parecía una versión masculina de esa última chica, excepto que con el cabello corto y vistiendo una elegante túnica en morado.

Justo cuando parecía que el chico iba a intervenir para separar a quien seguramente era su melliza y al otro chico llegó una niña más, ésta de ojos carmín y largos cabellos negros con reflejos rojos sujetos en dos coletas altas, ataviada con un pantalón negro y una blusa de tirantes rosa. Su sola presencia parecía ser suficiente para calmar al chico.

Al mismo tiempo, una joven pareja descansaba abrazados, recargados en un árbol en el centro del área de la fiesta. Él era el más alto, de cabello rojo tan oscuro que casi era negro y ojos de un azul profundo, vestido de pantalón negro y camisa roja. Ella media cabeza más baja, de resplandecientes ojos ambarinos y cabello ondulado que le llegaba a los hombros y era de un castaño tan claro que casi era rubio, lucía un vestido verde mar y zapatillas beige. Ellos dos parecían ser los más tranquilos, dedicados únicamente a observar la escena.

Mientras tanto, sin ellos siquiera sospecharlo, un grupo de personas podía observarlo todo desde entre las cortinas de una de las habitaciones del castillo, personas que parecían estar satisfechas con la escena que contemplaban, como si al ver aquello todos sus sueños fueran cumplidos, y quizá así era.

Y fue justo en ese momento cuando pudieron escuchar todos los presentes un silbato, era la señal, el festival acaba de dar inicio oficialmente.

Justo después de la señal las puertas de la terraza se abrieron, permitiendo que todos los asistentes vieran las salir a las tres mujeres que esperaban ver cada año, aquellas que les devolvieran la paz y la esperanza tantas veces y que habían renunciado a su propio mundo por compartir la vida de los demás cefirianos. Las Guardianas Eternas.

Las tres elevaron el vuelo, y sin más empezaron a recorrer el cielo cefiriano, repartiendo sus dones como hacían cada año desde hacía más de una década.

Mientras que desde el suelo la Valkiria y los dos Hechiceros hacían lo mismo, ayudando a esa celebración que todos disfrutaban tanto.

 

Tras el vuelo y varias danzas y canciones se declaró que era hora del banquete real. Al instante mesas y sillas aparecieron en los jardines donde la celebración se estaba llevando a cabo, la principal de ellas destinada a aquellos que habitaban el castillo.

La mesa la encabezaba el Rey de Céfiro, Paris, y a su derecha su esposa Anaís, Reina de Céfiro y Ex-Guerrera Mágica del viento. Les seguía la hija de ambos: Ania Esmeralda, una chica capaz de mostrar tanta autoridad como su padre, el dulce carácter de su madre y algunos aseguraban que el mismo corazón de oro de la tía que nunca conociera, aquella a quien le debía el segundo nombre, era la próxima reina de Céfiro.

Los siguientes en la mesa eran el Espadachín Mágico Latis y su esposa Lucy, el Pilar de Céfiro y Ex-Guerrera de Fuego; ambos que solían desempeñar la función de embajadores con autoridades de otros países. Junto a ellos se encontraban los hijos de ellos: el mayor era Zagato, un muchacho idéntico físicamente a su padre excepto en el cabello y unos decían que con el carácter más parecido al tío que jamás había visto, era bien sabido el gran afecto que le profesaba a Ania y nadie dudaba que los padres de ambos aprobarían esa unión; la segunda era Scarlet, una chica que parecía una perfecta mezcla de sus padres, tanto en lo físico como en su carácter.

Les seguían el Máximo Hechicero: Guru Clef con su familia; primero su esposa: Marina, quien también era considerada Hechicera y Ex-Guerrera de Agua, y después sus hijos mellizos: Néstor y Nerissa, ambos habían demostrado un gran potencial como hechiceros desde muy corta edad y además sabían usar la espada, como legado de su madre. Aunque en lo físico eran muy parecidos, su carácter era totalmente opuesto; pues mientras Nerissa era de lo más traviesa y coqueta, Néstor era muy serio y responsable.

Del otro lado se encontraba el Hechicero y Convocador de Criaturas Ascot, junto con su esposa Lira, quien era conocida públicamente como la Valkiria. Sus hijos eran el aprendiz de hechicero: Aarón; y la pequeña Laila, que si bien aún no mostraba ninguna magia en especial ya estaba muy encariñada con las criaturas que lograba convocar su hermano.

A continuación se hallaba el General del Ejército Cefiriano: Ráfaga, y su bella esposa, la Ilusionista Caldina , acompañados por su hijo: Kaleb, un soldado modelo, que era un gran orgullo para su familia, y Kaila, que parecía querer sacarle canas verdes a su padre con cada locura que hacía.

Directamente al lado de Kaila estaba sentado Axel, el novio de la chica e hijo de la Armera y Artesana Presea y el esposo de ésta, el Caballero Dante, quien llegara desde Fárem como diplomático y tras enamorarse de Presea decidiera quedarse definitivamente en Céfiro. Axel era un armero al igual que su madre, aunque nunca se le había visto usar las armas que él mismo creaba. Se rumoraba que la relación de él y la joven Kaila era bastante seria, tanto que pronto estaría pidiendo su mano en matrimonio.

 

El banquete transcurrió entre pláticas y chistes, y cuando terminó la celebración siguió con más música y baile, entre parejas de enamorados o de amigos. Parejas que aprovechaban ese día tan especial para renovar sus votos de amor eterno, u otras más que sentían que ese día les traería buena suerte para iniciar una nueva relación. Si aquello era cierto o no era difícil saberlo, lo cierto es que esa era una noche definitivamente mágica.

Tras un largo rato sucedió algo que ya algunos esperaban desde hacía tiempo, cuando Axel le pidió a Caldina y Ráfaga la mano de su hija Kaila en matrimonio, los padres aceptaron, conocían bien al chico y a sus padres y sabían que él era el más indicado para cuidar de su joven hija.

Y además de eso hubo otras cosas que no pasaron desapercibidas para los presentes, como lo cerca que estaban Ania y Zagato mientras bailaban una canción lenta; o Néstor y Scarlet sentados en unas rocas conversando; o Nerissa riendo con Aarón mientras ambos cuidaban a la pequeña Laila.

Esos momentos de deliciosa felicidad, que los padres de todos ellos disfrutaban tanto, así como disfrutaban observar como sus hijos iban creciendo, madurando y preparando lo que sería su propio futuro, esos niños eran en verdad el orgullo de todos, la nueva generación de Guerreros Cefirianos.

 

Y tras largas horas de festejo, cuando ya el sol llevaba horas de haberse ocultado y la luna se alzaba en lo más alto, la música se interrumpió por un momento al tiempo que Paris pedía silencio para pronunciar un brindis.

-Por Céfiro. –declaró él alzando su copa.

-Y por todos los que nos encontramos hoy reunidos aquí. –agregó su esposa.

-Porque la paz prevalezca por muchos años. -agregaron Marina y Guru Clef.

-Y la felicidad también. –se apresuraron a añadir Lucy y Latis.

-Y porque el futuro que viene sea cada vez mejor. –finalizaron Lira y Ascot a la vez con una gran sonrisa.

-¡Por Céfiro! –repitieron los asistentes a una voz.

-¡Y nuestros ángeles! –gritó alguno entre la multitud.

-¡Los Ángeles de Céfiro! –exclamaron muchos al mismo tiempo con gran emoción.

 

Fin

 

***Notas finales de la autora***

¡Se acabó! No lo puedo creer. Por fin lo terminé. Francamente no sé si reír, gritar, llorar o todo al mismo tiempo. Francamente no sé si el final me quedó bien, mal o de plano muy colgado. Francamente tenía planeada la ceremonia al principio y la idea de la fiesta donde ellas salieran a volar, pero no sabía que más poner para poder establecer un final, y de pronto se me ocurrió y empecé a poner a los hijos de ellos. Espero no haberlos confundido, al menos no demasiado, y que se haya entendido bien quien es hijo de quienes y pareja de quien. (Yo misma me estaba confundiendo con eso).

Como ya había dicho, no voy a hacer secuela de ésta historia, creo que ya con éste capítulo dejé lo suficientemente claro que pasó con cada uno de los personajes al final. Ahora, no sé si quizá alguno de los que están leyendo esto puedan estar interesados quizá en seguirle a la historia, si les interesa pueden decírmelo, y podríamos hablar; y si no se oponen a lo que yo quise proyectar en ésta historia no creo que haya problema alguno. Me encantaría ver que se le ocurre hacer a alguien más tomando como base mi fanfic. Estoy abierta a propuestas. Si no, pues no, aquí habrá terminado todo.

En fin, espero que les haya gustado lo que escribí y me apoyen en futuros fanfics. Gracias a todos los que me acompañaron desde el inicio, ¡los adoro!