Capítulo 5.- Una nueva reina.

 

Las puertas de la Sala de Juntas se abrieron, dejando pasar a Latis, seguido de Scarlet. Adentro ya se encontraban Presea, Lira, Ascot, Nerissa, Paris y Ania.

-Hasta que por fin llegas. –dijo Paris al ver a Latis entrar.

Latis lo miró pero no dijo nada.

-Bueno. –dijo Presea. –Ya que estamos todos reunidos. –señaló a Lira. –Ella es Lira, la Guerrera de la Montaña.

-Mucho gusto. –saludó Lira con una sonrisa.

-Ella es... –comenzó Ascot.

-Soy Nerissa, la Guerrera del Mar. –interrumpió la joven de cabellos marinos.

Ascot torció los ojos, era difícil acostumbrarse al difícil carácter de esa mujer.

-Ella es Ania, la Guerrera del Bosque. –presentó Paris a su acompañante.

-Un placer conocerlos a todos. –dijo Ania con una inclinación.

-Y ella es la Guerrera Suicida , Scarlet. –presentó Latis.

Scarlet se limitó a sonreírles a todos.

-Se nos dijo que nos necesitaban para proteger Céfiro. –dijo Nerissa. –Si no les importa ser un poco más específicos acerca de cómo vamos a lograr eso.

-Calma Srita. Nerissa, deje a nuestros anfitriones hablar. –dijo Ania con calma.

-A mi me sacaron de mi casa en la playa, así que más vale que esto sea bueno o mejor me regreso, hay demasiados monstruos viniendo del mar como para dejar esa zona desprotegida demasiado tiempo. –insistió Nerissa.

-Sí pero, ya está usted aquí, espere a escuchar el plan de los señores. –dijo Ania.

-¿Siempre son así? –preguntó Latis con fastidio.

-Por favor chicas, cálmense, todas estamos del mismo lado. –trató de intervenir Lira, aunque sin mucho resultado.

-Sí, -dijo Paris. –Desde que llegaron.

-Y por más que Lira trate de hacerla de mediadora parece imposible. –agregó Presea.

-Ya notaron que las cuatro Guerreras Cefirianas son mujeres. –comentó Ascot. -¿No les parece curioso?

-La verdad es que sí. –dijo Paris.

-Yo no las he visto pelear mucho, pero al menos Scarlet merece más el título de Guerrera que las que dicen serlo. –dijo Latis recordando lo ocurrido el día que conoció a Scarlet.

-Creo que sería conveniente empezar a explicarles el plan. –sugirió Paris.

-En cuanto logres calmarlas. –dijo Presea con ironía.

-¡¡Chicas!!

El grito de Scarlet resonó por encima de la discusión de las otras tres.

-¡¡Silencio!! –gritó Scarlet.

Ania, Nerissa y Lira interrumpieron su discusión para voltear a ver a la otra joven.

-Por favor, cálmense, vinimos aquí porque nuestros mejores deseos son para Céfiro, para mejorarlo, y ciertamente discutiendo entre nosotras no lo vamos a lograr. –dijo Scarlet con autoridad. –No es el momento de pelear, sino de unirnos, estamos aquí para luchar por Céfiro, ¿o no?

-¡¡Si!! –gritaron las otras tres a una voz.

Los hombres estaban boquiabiertos. Esa chica, Scarlet, con unas cuantas palabras había logrado apaciguar a las otras, había impuesto una autoridad increíble.

-Ahora sí. –dijo Scarlet volteando a ver a los hombres. –Si serían tan amables de explicarnos para lo que nos han traído aquí.

-Deseamos formar un equipo, unirnos, para enfrentar a esos monstruos. –explicó Ascot. –Para proteger a los cefirianos.

-¿No se supone que de eso se encargan las Guerreras Mágicas? –preguntó Lira

-Esas Guerreras Mágicas sirven para nada. –dijo Scarlet en tono despectivo. –Si no hacemos algo nosotros ellas van a dejar que Céfiro se destruya.

-Pero debe haber alguna razón para tanto monstruo. –dijo Ania pensativa.

-Céfiro resiente la ausencia de las anteriores Guerreras Mágicas. –dijo Latis.

Las cuatro Guerreras voltearon a verlo en silencio.

-Hace un año y 10 meses Céfiro había aceptado a una de las anteriores Guerreras Mágicas como pilar, y a las otras dos como Guardianas Eternas. –explicó Latis. –Pero ellas murieron hace casi un año, en un accidente de Mundo Místico, justo antes de venir a establecerse aquí en Céfiro.

-Es cierto. –murmuró Lira. –Ha sido desde entonces que Céfiro se descontroló, hay cambios radicales de clima, aparecen monstruos y la tierra tiembla.

-Todo es por la ausencia de ellas. –dijo Paris.

Ascot se daba cuenta que los dos evitaban pronunciar los nombres de las chicas, aún les dolía demasiado su ausencia.

-Pero si ese fuera el caso, -dijo Nerissa. -¿No deberían ser la solución estas nuevaas Guerreras Mágicas?

-Lo dije y lo repito, esas seudo-Guerreras son más un problema que una solución. –dijo Scarlet fríamente.

Presea se sorprendió del tono con que se expresaba la joven. Así que Latis explicó lo que había ocurrido el día que él y Scarlet se encontraron.

-¡¿Qué ella dijo qué?! –gritó Paris furioso.

-Calma Paris. –murmuró Presea.

-¡Esto es inaudito! –gritó Paris. –Las Guerreras son convocadas para proteger Céfiro, no para insultar a los habitantes y rechazar su deber.

-Cálmese príncipe. –dijo Ania con calma. –No logrará nada desesperándose.

-Si ellas no cumplen con su deber lo haremos nosotras. –dijo Scarlet con decisión.

-¡¡Sí!! –gritaron las otras tres jóvenes de inmediato apoyándola.

Los hombres estaban muy sorprendidos, todavía ni terminaban de explicarles la situación y ellas ya estaban listas para salir y enfrentar cualquier cosa.

-Pero aún hay algo más. –dijo Ania en ese momento. –La corona...

Presea y Ascot se sorprendieron, ¿Cómo podía esa chica saberlo? Latis tuvo el firme presentimiento que la joven ocultaba algo. Paris se limitó a asentir.

-Céfiro necesita un nuevo pilar, -dijo el príncipe. –No sabemos cuanto tiempo más el planeta pueda resistir sin él así que debemos darnos prisa, sólo cuando la corona encuentre quien la porte volverá la calma a nuestro mundo.

-¿Entonces qué estamos esperando? –preguntó Scarlet. –Manos a la obra.

-Estoy de acuerdo. –dijo Lira con convicción. –Es verdad que el tiempo apremia, debemos empezar cuanto antes.

-Digan cuando partimos. –dijo Nerissa con el mismo entusiasmo.

-Deberemos ser rápidas y cuidadosas, Céfiro depende de que logremos esto. –dijo Ania.

“Es increíble la manera de ser de esas jóvenes.” Pensaba Ascot.

“Realmente están decididas a luchar por Céfiro.” Pensó Paris.

“Jovencitas, tan valientes, con ellas Céfiro tiene una nueva esperanza.” Se decía Presea.

“Toda la vitalidad que tienen, en especial Scarlet.” Murmuraba Latis mentalmente. “Aún sin haber visto a las otras pelear puedo ver que ellas merecen más el título de Guerreras Mágicas que esas otras: Masako, Laisha y Yaruha.”

En ese momento la puerta se abrió y entraron Caldina y Ráfaga.

-Paris, Latis, aquí estaban. –dijo Caldina viéndolos. –Lo que pasa es que... –se interrumpió al notar a las chicas. -¿Quiénes son ellas?

-Son las nuevas Guerreras Cefirianas que van a proteger nuestro mundo. –respondió Ascot.

-¿Guerreras Cefirianas? –preguntó Ráfaga.

Paris les explicó lo que habían hablado, y la razón por la que habían llevado esas chicas al palacio.

-En eso tienen toda la razón. –apoyó Caldina.

-¿Guru Clef sabe de esto? –preguntó Ráfaga.

-Sabe que íbamos a buscar personas que nos ayudaran en las batallas contra los monstruos. –dijo Presea. –No sabe lo que pensamos de las Guerreras Mágicas, ni que trajimos a estas jóvenes aquí.

-Yo no dudo que él piense lo mismo. –dijo Latis.

-Y si no es necesario no tiene por qué enterarse que estamos aquí. –dijo Nerissa.

Los demás asintieron.

-Yo misma las guiaré a las habitaciones del ala este. –se ofreció Caldina. –Alejadas de la Sala del Trono donde Guru Clef se encuentra, y cerca de una de las salidas laterales, no tendrán problemas para ir y venir.

-Me parece bien. –dijo Ania.

-Así no molestaremos a nadie si tenemos que salir a mitad de la noche. –agregó Lira.

Nerissa y Scarlet se limitaron a asentir.

 

El cambio en los siguientes días fue notorio. El trabajo combinado de las ‘Guerreras Cefirianas’ como los demás las llamaban había hecho que las cosas mejoraran considerablemente. En dos semanas ya el único problema de Céfiro era encontrar un pilar.

-Es increíble lo mucho que hemos logrado desde que esas chicas trabajan juntas. –comentó Caldina un día.

-Es verdad. –coincidió su esposo.

-Quizá si ellas hubieran surgido cuando el conflicto con Esmeralda y Zagato nos hubiéramos ahorrado tantos problemas, y sufrimiento. –comentó Paris.

-El hubiera no existe. –dijo Presea. –Ahora lo que debemos hacer es preocuparnos por Céfiro, por conseguir un nuevo pilar.

-Hemos estado recorriendo aldeas buscando a personas que estén dispuestos a ceñirse la corona, pero los pocos que acceden son rechazados por la corona. –dijo Ascot. –Ni siquiera logran entrar a la habitación, por ser rechazados.

-Al menos nadie ha muerto. –comentó Caldina.

-Es cierto, la corona simplemente las rechaza, ya no las daña. –convino Presea.

-Otra más de las bendiciones que dejaron ellas para nosotros. –dijo Latis.

Los demás asintieron, la frase era obvia, y no hacía falta que especificara de quién hablaba.

Y es que él y los demás parecían haberse puesto de acuerdo en silencio para no mencionar a las anteriores Guerreras Mágicas, creían que así les sería menos duro reponerse al dolor, y no sufrir tanto.

 

Los días siguieron pasando hasta cumplirse un mes más, y aún nada. Céfiro parecía estar desmoronándose más cada día. Aunque los monstruos realmente ya no eran un problema gracias a las cuatro nuevas Guerreras, los temblores seguían y Céfiro se destruía poco a poco.

 

Un día las chicas estaban buscando a Scarlet, pero no podían encontrarla por ningún lado. Hasta que finalmente Lira la vio en una de las ramas de un árbol.

-Las chicas y yo te hemos estado buscando por horas. –dijo Lira subiendo hasta su nivel. -¿Qué haces hasta acá arriba?

Scarlet estaba abrazando sus piernas, y con la cabeza hundida en medio; en el momento que la alzó Lira pudo ver su rostro bañado en lágrimas, era obvio que llevaba ya un largo rato llorando.

-¿Qué te pasa? –preguntó Lira muy preocupada.

-No sé. –respondió Scarlet. –Simplemente no puedo dejar de llorar.

Lira no entendió.

-Desde hace días he sentido como si una profunda tristeza invadiera mi corazón, una pena y un vacío tan profundos y terribles que no sé cómo explicarlo. Hoy fue tanto que no pude evitar llorar, por eso preferí venir aquí, para que nadie me viera.

-Nos hubieras buscado. –le dijo Lira con una sonrisa sincera. –Te podríamos ayudar.

-No hay nada que puedas hacer. –dijo Scarlet. –No importa lo que otros digan el dolor va a seguir ahí. Y no las quiero preocupar.

-Somos amigas, nos preocupamos una por otra. –insistió Lira.

-No. –repitió Scarlet. –Para todos allá afuera yo soy fuerte, poderosa, invencible, sin miedo, ‘ La Guerrera Suicida ’ me llaman, ‘La que no le teme a nada’. Pero yo tengo tanto miedo. Y no a la muerte, sino a esto que estoy sintiendo. Este dolor en mi pecho, en mi alma, es peor que morir.

-¿Te habías sentido así antes? –preguntó Lira.

-No lo recuerdo. –respondió Scarlet.

Lira le iba a pedir más explicaciones cuando de pronto Scarlet volteó hacia el exterior, su expresión de dolor y pena suplantada por una de alerta y decisión.

-Hay problemas. –fue todo lo que dijo antes de saltar del árbol.

Sin pensarlo mucho Lira la siguió.

 

En el campo, no muy lejos del castillo, Nerissa hacia milagros para esquivar todos los golpes que trataban de darles los dos monstruos que acababan de aparecer. Ania parecía prepararse para lanzar una flecha cuando de pronto uno de los monstruos la descubrió y con un ataque la mandó a volar.

-¡Ay! –gritó Ania, fue a caer en unas ramas.

El monstruo se disponía atacarla de nuevo cuando vieron pasar a alguien a toda velocidad, una espada en cada mano y entrar en feroz combate con la criatura.

-Scarlet... –murmuró Ania, sorprendida por la precisión de su compañera.

-¿Estás bien? –preguntó Lira llegando.

-Sí. –respondió Ania levantándose lentamente, algo adolorida. –Veo que encontraste a Scarlet.

-Sí. –respondió Lira. –A decir verdad la acababa de encontrar cuando atacaron los monstruos.

-Si nos ayudan a pelear. –dijo Nerissa con sarcasmo. –La plática, creo yo, puede esperar a después.

Lira asintió a la vez que descolgaba de su espalda la vara y se ponía en posición de ataque.

 

Cerca de diez minutos después Paris se acercó.

-Escuché un escándalo y... –comenzó él, se detuvo al ver la escena:

Nerissa en una esquina, tratando de limpiar su espada, Scarlet sacando su espada del cuerpo de uno de los monstruos, y Lira revisando una herida que tenía Ania en un antebrazo; El cuerpo del otro monstruo se encontraba justo detrás de ellas, estaba prácticamente destazado.

-Wow... –fue lo único que pudo articular Paris.

 

Los días siguieron pasando, un combate tras otro. Guru Clef eventualmente se enteró que la relativa mejoría de su situación se debía a esas nuevas guerreras y no puso objeción alguna. Más bien era un alivio para él saber que tenían un problema menos de qué preocuparse.

Faltaban dos semanas para que se cumpliera un año desde la muerte de las anteriores Guerreras Mágicas, y muchos se preguntaban si Céfiro sobreviviría más allá de esa fecha.

Incluso habían tratado de conseguir ayuda de los planetas vecinos, pero Autozam estaba en pleno proceso para purificar su aire, todos estaban ocupados; en Fárem acababan de coronar a Aska como Real Emperatriz, ante la muerte de sus padres, y estaba muy ocupada arreglando todos los asuntos del gobierno; y en Cizeta tenían problemas por una sequía y las princesas tenían que solucionar eso antes que pensar en ayudar a alguien más.

 

En algún lugar desconocido, donde no llegaba luz alguna se hallaba una figura femenina alta sentada en una especie de trono; frente a ella se encontraban tres figuras arrodilladas.

-¡Inútiles! –les gritaba la del trono. -¡¿Por qué Céfiro no está destruido todavvía?! Los monstruos, los terremotos, Céfiro ya debería haber desaparecido por completo.

-Lo sentimos mucho señora. –dijo una de las tres figuras. –Es sólo que no esperábamos que intervinieran esas guerreras.

-¿Qué guerreras? –preguntó la señora, parecía desconocer esa información.

-Las nuevas guerreras. –explicó otro de los individuos. –No esperábamos que aparecieran. Tienen una habilidad increíble, como la que se dice tenían las Legendarias Guerreras Mágicas que defendieron Céfiro de los países vecinos y de…

-¡No me interesa la habilidad o fuerza que tengan un montón de chiquillas que se quieren creer las heroínas! –gritó la señora. -¡Quiero Céfiro destruido! ¡Ya!

-Así lo haremos mi señora. –le aseguró la tercera figura.

-¡Váyanse! –les gritó la señora. –Y no vuelvan hasta que hayan cumplido su deber, o lo tendré que hacer yo misma; destruiré Céfiro por completo, ¡y a ustedes junto con él!

-Sí mi señora. –dijeron a una voz los tres súbditos.

 

Lira, Scarlet, Ania y Nerissa estaban reunidas en uno de los jardines del palacio, discutían acerca de las batallas recientes y la situación de Céfiro.

-Los monstruos parecen ser cada vez más fuertes. –comentó Ania preparando algunas flechas. –Y cada vez los ataques son más seguidos, y en mayor número.

-Si se tratara de un ejército de personas te diría que su general los está empujando en una misión que considero como más suicida que la mía. –dijo Scarlet con cierto tono irónico mientras sacaba filo a su espada.

-Por ahora. –replicó Lira con seriedad. –Pero si los monstruos van aumentando de fuerza y poder, ¿no sería lógico pensar que llegue el día en que sean más fuertes que nosotras?

-Si ellos pueden volverse más fuertes entonces nosotras también. –replicó Nerissa muy segura mientras practicaba con su espada. –Sólo tenemos que entrenar más.

-No es tan fácil Nerissa. –dijo Ania con calma, revisando la cuerda de su arco. –Se te olvida que los monstruos que enfrentamos tienen magia, nosotras no.

-¿No hay un hechicero en éste castillo? –preguntó Scarlet.

-Sí. –asintió Lira. -¿Por qué lo preguntas?

-¿No podríamos pedirle a él que nos preste algo de magia? –sugirió Scarlet. –Después de todo no es para nuestro beneficio personal, sino por Céfiro.

-No creo que sea tan fácil. –dijo Lira con duda.

-Las únicas personas que yo he visto usando magia además del Hechicero Guru Clef son el que trajo a Nerissa, el Joven Ascot, y el que trajo a Scarlet, el Espadachín Mágico Latis.

-Y díganme, ¿Ustedes han visto siquiera a Guru Clef? –intervino Nerissa, pero ni siquiera dejó que sus compañeras le contestaran. –No, ninguna de nosotras lo ha visto, he oído decir que nunca sale del ala Oeste del Palacio; y a nosotras se nos ha pedido que no dejemos el Ala Este. ¿Cómo esperan entonces que lo veamos y le pidamos esa magia de la que hablan? Nosotras no somos Guerreras Mágicas, somos simplemente Guerreras, dependemos únicamente de nuestras armas y nuestras habilidades físicas.

Las demás ya no hicieron comentario al respecto. Estaban casi seguras que ella tenía razón, casi; había algo que en los corazones de ellas no terminaba de encajar.

 

Era de noche, y tal parecía que los terremotos y los monstruos habían decidido darle la oportunidad a los Cefirianos de dormir pacíficamente, aunque fuera sólo esa noche.

Pero no todos dormían pacíficamente, una figura recorría lentamente los pasillos del castillo, pies blancos descalzos, ropas de dormir blancas, y cabello largo suelto que caía por la espalda y unos ojos que parecían carecer de brillo; por su manera de caminar y su figura aún en la oscuridad se podía distinguir que se trataba de una mujer; o al menos eso parecía.

La figura siguió recorriendo varios pasillos hasta llegar al Salón del Trono, vacío en ese momento; alzó el rostro hacía arriba, y un instante después…desapareció.

Apareció de nuevo en otro lugar, metros por encima de la Sala del Trono, un largo pasillo vacío, en el que se podía sentir que nadie había estado en mucho, mucho tiempo.

La figura dio varios pasos igual de lentos hasta una puerta de un extraño material que aún sin cerrojos ni pestillos permanecía sellada.

Tan sólo tocarla ligeramente con la mano la puerta se abrió para permitirle el paso a la figura, la cual entró con el mismo paso lento. La sala tenía una entrada de suelo de piedra que terminaba después de dar unos pasos, y el suelo del resto de la habitación parecía ser de agua, un agua que surgía sin parar de una fuente situada justo al resto de la habitación, un agua que cubría las paredes y todo el suelo con excepción de la entrada; y además sobre la fuente parecía estar flotando algo, un objeto hermoso y que desprendía una luz y una calidez que sólo se podrían describir como mágicas.

No hubo ninguna reacción visible en el agua a excepción de unas ligeras ondas en la superficie en el momento que la figura dejó la superficie rocosa, increíblemente siendo capaz de caminar sobre el agua.

- La Corona … -la voz de la figura sonó suave pero firme a la vez que extendía una mano blanca hacia la fuente y la corona que reposaba sobre ésta.

Tan sólo acercarse lo suficiente la corona de inmediato flotó fuera de su sitio para colocarse en la cabeza de la recién llegada.

-Céfiro… -una voz pareció surgir de las aguas. –He aquí a tu reina.

 

***Notas de la autora***

Bueno, aquí está el siguiente capi. ¿Quiénes eran los cuatro individuos discutiendo en la oscuridad? ¿Quién desea la destrucción de Céfiro tanto y por qué? ¿Cambiarán las Nuevas Guerreras Mágicas? ¿Lograrán las Guerreras Cefirianas salvar su mundo? Y en especial, ¿Quién es esa mujer que ahora lleva la corona, la nueva reina de Céfiro?