LOS HEROES SON RECORDADOS PERO...
La Verdadera Leyenda
¡Despierto!
Dormida tantos
años......
Mi corazón vuelve
a latir.
¿No es el ruido
de los planetas en rotación?...
Me despertó el
brillo fugaz de una estrella.
La primera que he
visto en 3 200 años.
¿Tanto dormiste?
¡Vaya!
Si existe un yo,
pero..
¿Soy este que
soy?
Mas bien,, la interrogante seria: ¿YO , soy alguien?
Tal vez solo
ideas volando en una eternidad....
¿Eternidad??
¡¡¡Si!!!!
Un cielo negro
plagado de estrellas, y un cielo......
Volteo hacia
arriba y lo veo.
De pie sobre un
suelo brillante que se extiende al infinito en todas direcciones.
Vale la pena,
¿jugarte una eternidad?
Mi cuerpo no
existe, pero sigo presente.
No hay sonidos,
pero escucho la sangre y su grito.
Corre,
inalcanzable...
Consumiendo el
aire....., ¡respiro!
No es
vida.......es fuerza.....
Mejor guardar
silencio......... solo observar...
Un cielo plagado
de estrellas....
y , ¿Yo?
Mirando una
eternidad.
- Yael Dansac-
Osiris estaba apunto de que su
limitada paciencia expirara, no solo era la misma impaciencia y la frustración
que todos sus hombres y mujeres experimentaban por la ultima batalla en el
castillo, no fue una derrota, tampoco una victoria y eso daba un sabor de
incertidumbre generalizado, además estaba lo que Tueris
le había dicho antes de anunciarle que se
marchaba del campamento.
La rubia, había logrado escapar tras Mirash, y la había visto transformarse en la leyenda que
todos los cefirianos conocían desde niños. Mirash una guerrera mágica, imposible de creer, amenos que
fuera eso a lo que se refería el mago traidor, que la había llevado al
campamento, cuando hablaban de “un destino perfectamente trazado”. Horus no había vuelto a aparecerse en meses por el
campamento, pero en cuanto lo hiciera, Osiris tenía
muchas preguntas que hacerle, y se las haría amablemente mientras sostenía una
espada en su garganta. De alguna manera intuía que ese mago tenia toda la culpa
de sus actuales problemas.
Incluyendo al recién llegado Shet, quien ya se había ganado no solo su desconfianza, si
no la de sus hombres en general. Sin
embargo nadie osaba desobedecerle o negarle nada, cualquier sugerencia suya era
como una orden que tenían que acatar, una fuerza extraña emanaba de el,
haciendo que todos acataran sus “sugerencias” sin quitarles la voluntad, como si
lo hicieran por que realmente quisieran hacerlo.
Así, se habían pasado las ultimas semanas
recorriendo Céfiro dirigidos por él, primero los había llevado hasta la fuente
“Eterna” en busca del legendario mineral escudo, y después por cielo mar y
tierra, hasta encontrar, los legendarios
templos, donde se decía dormían los guardianes de Céfiro.
En cada lugar, había entrado solo,
mientras los demás eran aquejados por criaturas y barreras mágicas, de cada
lugar había salido con un objeto diferente, ya fuera con cuatro cristales
escudo de color azul marino, rojo sangre, verde seco y café oscuro,
respectivamente, ya fuera con un huevo del templo del cielo, con una burbuja que contenía una especie de anguila,
o un cachorro de lobo.
Es por eso que ahora viajaban sin saber
exactamente a donde, por una espesa jungla, casi en el corazón del mismo
planeta, ninguno de ellos había estado ahí, aun antes de la muerte del pilar,
ese lugar siempre había estado rodeado de misteriosas desapariciones que dieron
origen a aterradoras leyendas, nadie se atrevía atravesarlo, trataban de
internarse lo menos posible si era preciso pasar por ahí, se decía hoy en día,
que los caminos en la periferia eran seguros, pero de ser posible, los viajeros
evitaban cruzarlos, amenos que fuera indispensable o estuvieran escapando. Y
ahí se encontraban ellos, viajando justamente al corazón del Bosque del
Silencio, internándose cada vez más en su exuberante vegetación y sus
misteriosos peligros, buscando quien sabe que cosa que deseaba encontrar Shet ahí.
En el centro del bosque, encontraron una
roca negra, con una flecha clavada en ella. Tanto la roca como la flecha,
estaban cubiertas de maleza, pero aun podían distinguirse, Shet
toco la flecha y sonrió complacido al sentir la esencia de la arquera que la había disparado, una guerrera mágica, sin
duda. Rodeo la roca estudiándola, siguiendo con sus dedos los ángulos que
formaban sus aristas, remarco con sus dedos una complicada figura, y la roca se
hundió en la tierra, la tierra se movió por algunos segundos y del hueco donde
se había hundido la roca, surgió una enorme puerta de piedra, con extraños
caracteres dibujados en sus costados. Dicha puerta conducía a una escalera,
también echa de piedra que descendía y descendía hasta internarse en las
profundidades de la tierra.
Como en los otros lugares, solamente Shet, pudo descender, esta vez volvió con un cachorro de
zorro, dormido en sus brazos. Cuando salio a la luz, su rostro miraba al
animalito, se veía casi tierno, después de todo era solo un muchacho, casi un
niño, pero cuando levanto el rostro, todos pudieron ver una sonrisa torcida en
sus labios y unos ojos sanguinarios.
En el castillo, la reunión convocada por
el Guru de Céfiro estaba apunto de comenzar.
Ya
se encontraban en el salón del trono casi todos y aun faltaban cinco
minutos antes de la hora que Guru Clef los había citado, eso
quería decir que era mucho el interés, o mucha la curiosidad acerca de lo que
se hablaría aquella tarde.
Solo faltaba Paris, que entró exactamente
a la hora, seguido por Iris. Clef se aclaro la
garganta, estaba un poco nervioso, nunca había tenido que hablar de “asuntos
familiares”, delante de tantas personas.
- Espera.- Dijo, el joven hombre de
cabellos verdes.- Tengo un anuncio que hacer.- Guru Clef le cedió la palabra con una reverencia, y se hizo a un
lado para que Paris quedara al centro del salón del trono.
- En vista de las circunstancias, y la
presencia de las Guerreras Mágicas en Céfiro, Iris y yo, pensamos que no es el
mejor momento para llevar a cabo una Unión, por lo que hemos decidido romper el
compromiso oficialmente. –
El salón se lleno de murmullos y miradas
acusadoras. Paris cerró los ojos por un momento y recordó lo que había pasado un par de horas
antes
Al abrir la puerta de su habitación se
sobresalto al encontrar a Iris dentro. En otro tiempo, hubiera sido una
agradable sorpresa, él la abría besado y se hubieran escapado juntos a
cualquier lugar al que Paris se le hubiera metido en la cabeza ir, pero este no
era el caso. Esta vez, ella era a la persona con la que menos quería
encontrarse. Camino hasta quedar frente a la esbelta figura de cabellos
castaños, y se dio cuenta de que había estado llorando. Trato de abrazarla,
pero ella lo rechazo con fuerza.
- ¿Estabas con ella?- Pregunto con
frialdad
- No-
- ¿Estuviste con ella anoche?- Pregunto
Iris, aunque realmente no quería escuchar la respuesta.
- Si.-
- Era todo lo que quería saber.- Ella se
dispuso a salir.
- Espera, tenemos que hablar.- La detuvo
tomándola de una mano, ella comenzó a sollozar.
- No tenemos nada de que hablar, ¿es el
amor de tu vida, no?- Clavo sus ojos castaños sobre él.
- No lo sé. La verdad es que ya no se
quien es ella, ya no se lo que significa para mi.- El rey bajo los dorados
ojos, no era capaz de sostenerle la mirada.
- Tienes que descubrirlo. Pero no creas
que voy a estar esperando, cruzada de brazos a que te decidas.-
- Nunca te pediría algo así.-
- Entonces eso es todo, tienes que romper
el compromiso.-
Salieron los dos, caminando
silenciosamente uno al lado del otro, como si se dirigieran a un funeral, en
cierta forma lo hacían, por que entendían que su relación jamás sería la misma.
***
El rey de Céfiro volvió de sus recuerdos,
aun había murmullos en el salón del trono. Ni siquiera Clef,
hubiera adivinado que Paris decidiera
romper el compromiso tan pronto.
- También quiero sugerir a nuestros
invitados, que vuelvan a sus planetas. No sabemos mucho acerca de lo que se
aproxima, pero todos sabemos que pronto Céfiro dejara de ser un lugar seguro.-
- ¡Nos están excluyendo de nuevo!- Grito Tatra, su hermana trataba de que guardara la compostura.
- Estoy de acuerdo con ella, esto parece
una forma “sutil” de sacarnos del planeta.- Dijo Aska
con el tono más diplomático que pudo encontrar, pero también estaba
molesta.
- No creo que nos estén ocultando algo,
¿pero por que no podemos quedarnos a ofrecer nuestra ayuda?, después de todo,
nuestros planetas han sido aliados por más de diez años. Hay gente de nuestros
planetas viviendo aquí para quienes Céfiro también es su hogar, incluso habemos
quienes tenemos hijos de cefirianos, no pueden
simplemente hacernos a un lado.- Hablo Lilandra.
- Esta no es su pelea, lo mejor es que se
vayan.- Hablo una masculina voz, proveniente de una luz morada oscura que
apareció en el centro del salón.
- Céfiro pronto se convertirá en un campo
de batalla, saquen a su gente de aquí, no podrán sobrevivir a esta guerra.- Se
escucho una voz femenina, proveniente de una luz violácea que apareció junto a
la otra.
Cuando los resplandores se disiparon,
había un hombre y una mujer parados donde antes habían estado las luces, los
dos tenían el cabello morado, y un asombroso parecido con Guru
Clef.
-¿Quiénes son ustedes?, ¿Cómo se atreven a
hablarnos así?- Ordeno saber la emperatriz, Aska de Faharen.
- Son Kalid, el
Profeta de Céfiro, y Vada, la Sacerdotisa Guardiana
del Libro Sagrado, mis hermanos…- Dijo Guru Clef.
- Lamentamos incomodarlos sus majestades,
pero estos son asuntos que solo les conciernen a los cefirianos.
Lo mejor, es que sigan la sugerencia del rey y pongan a salvo a sus respectivos
pueblos.-
- En ese caso, me retiro para preparar
nuestra partida y alertar a los autosamitas que
quieran irse con nosotros.- Si algo había aprendido Lilandra
de ser embajadora de su planeta, era a respetar las decisiones de cada pueblo,
aunque no comulgara con ellas y estaba segura, que los cefirianos
no hacían alboroto por cualquier cosa. Lo que se avecinaba, era serio. Se
retiro, la siguió la emperatriz, y las reinas de Ziceta,
una de ellas, aun molesta, dio un portazo al salir.
Las miradas estaban clavadas en los recién
llegados. Clef se apresuro a contestar las preguntas
que estaban en las cabezas de todos, pero que nadie se había atrevido a
formular aun. ¿Por qué nadie sabia de la existencia de una Sacerdotisa, de un
libro Sagrado y de un Profeta?
- Céfiro es un ser vivo, como tal, nace,
crece, se desarrolla y muere. Existen tres sabios que se encargan de velar por
que estos procesos se lleven a cabo, para que el planeta siga viviendo. La
Sacerdotisa o Sacerdote, que vela por el pasado de Céfiro y posee el Libro
Sagrado, donde está escrita la historia de nuestro pueblo. El Guru, que se encarga de velar por el bienestar presente del
planeta, y El Profeta, que mira hacia el futuro y conoce los tiempos del
cambio. Por eso vivimos tanto tiempo, pero en dado caso de que cualquiera de
nosotros muriera, la responsabilidad recae sobre nuestro pariente consanguíneo
más cercano. Por lo mismo, nadie sabe de su existencia, por su propia seguridad
y la seguridad de Céfiro, ellos solo pueden revelarse cuando el ciclo esta por
concluir.-
- ¿Qué ciclo?- Pregunto Medea con
extrañeza. Todos los presentes tenían la misma cara de sorpresa e incredulidad,
ni los más cercanos a Guru Clef
o al Pilar, sabían acerca de algo relacionado con un ciclo, o “Los Tres Sabios
de Céfiro”.
- Creo que yo soy la más indicada para
contestar esa pregunta.- Hablo Vada, se adelanto al
centro del salón, y apareció con su magia una plataforma donde reposaba un gran
y pesado libro, que abrió en las primeras paginas, un rayo dorado salio del
libro hasta la copula de cristal que era el techo del salón del trono y todos
pudieron ver, el pasado de Céfiro.
“Desde tiempos
inmemoriales a existido una lucha eterna entre el bien y el mal, a lo largo de
todos estos siglos, cada persona de este mundo, ha sido instrumento de luz o de
oscuridad. Pero todo tiene que empezar en algún tiempo y en algún lugar.
Céfiro nació por
el deseo de la voluntad más grande que allá podido existir, la de una Diosa,
que deseaba crear un mundo donde sus creaciones tuvieran vida, y voluntad
propia, donde sus sueños pudieran realizarse. Entonces creo Céfiro como un
reflejo de su corazón puro, y creo a los cefirianos,
como hijos suyos, dotándolos de vida con su propio aliento divino, con voluntad
propia y poder.
Creo a cuatro
Dioses, que cuidaran los ciclos del planeta y asigno un elemento guardián a
cada uno. Fuego, Viento, Agua y Tierra.
Vivió en el
planeta que había creado como una invitada más a su paraíso. Sin embargo, donde
existe la luz, existe también la oscuridad. La Diosa tenía un hermano, que
celoso de la hermosa creación de su hermana, se decidió a conquistarla.
Sabiendo que su
hermana, prácticamente había olvidado su condición divina, transporto a Céfiro
un ejercito conformado por criaturas de su invención, eran parecidos a los cefirianos, pero carecían de magia y espiritualidad, el no
les había dado esos dones para evitar que se revelaran contra él.
Fue una batalla
que duro por diez siglos, el planeta fue arrasado, cuando una generación moría
otra generación tomaba su lugar en la batalla. Con el paso de los años,
olvidaron por que peleaban, pero la fuerza vital del planeta, que era la
voluntad de los cefirianos, se iba desgastando hasta
que llego a un punto critico en que el planeta entero estaba a punto de
fallecer.
La diosa, cansada
de pelear, y viendo que el planeta que amaba estaba a punto de morir, intento
llegar a un acuerdo con su hermano, pero este la traiciono y la asesino. Con lo
que no contaba, era con que el amor de la diosa por el planeta era tan grande,
que al morir, su alma divina, inmortal, se unió al planeta.
Su acto, logro
revitalizar la fuerza vital del planeta, pero sabia que eso no seria suficiente
para derrotar a su hermano, así que busco por todo Céfiro a cuatro jóvenes que
tuvieran un corazón puro, dividió su magia entre ellas y puso a sus órdenes a los Dioses guardianes
de los elementos para derrotar a su hermano.”
- La historia debería terminar ahí, las
cuatro jóvenes debieron derrotar al hermano de la diosa pero no fue así…- Nina
había echo una inesperada aparición, al mismo tiempo que distraía la atención
de las imágenes que se proyectaban en la copula. – Lamento mucho haber
desaparecido por tanto tiempo, y llegar tarde, pero quería traer a mis padres
conmigo.-
Una luz blanca cegó a todos los presentes
por algunos segundos, cuando recobraron la visibilidad, había dos personas más
con ellos, una dama de vestido blanco y cabellos dorados, acompañada por un
hombre de largos cabellos negros y armadura del mismo color.
- ¡Hermana!- Paris fue el primero en
reaccionar.
- ¡Princesa Esmeralda!- La reconoció al
fin Lucy.
- ¡Zagato!-
Exclamo Clef
Latis simplemente no podía creerlo,
tenía a su hermano muerto, a tan solo unos pasos.
Paris, intento acercarse para abrazar a su
hermana, pero no fue capaz de tocarla, a pesar de que la tenía frente a él.
- Nosotros, ya no pertenecemos a este
mundo, fue el deseo de Céfiro, la Diosa, que estas “sombras” de nosotros aun
permanezcan en el planeta. Nos dio la dicha de criar a Nina como nuestra hija,
y apoyarlos en la batalla que se avecina, no podemos hacer más que eso.- Sonrió
con dulzura, con sinceridad, una sonrisa que Paris desconocía por
completo.
- Si me permiten, yo continuare el
relato.- Hablo la jovencita de hermosos cabellos rosados. De su frente salió
una luz rosa, que se estrello contra la copula y mostró los rostros de aquellas
cuatro jóvenes que habían sido elegidas como portadoras del poder de la Diosa.
“Ninguna de las
cuatro jovencitas elegidas, se conocía, pero tenían algo en común, amaban,
estaban enamoradas y tuvieron que despedirse de los jóvenes a los que amaban.
Fue algo muy doloroso, que el enemigo utilizo contra ellas.
Tuvieron que
renunciar a su condición de “mortales” y unirse a los elementos para poder
ganar, sin embargo una de ellas no lo hizo, tuvo miedo de perder su amor, y no
participo en la batalla. Podría decirse, que a pesar de todo “ganaron”,
encerraron al hermano de la diosa, en el lado oscuro de Céfiro, pero el pudo
separarlas de sus poderes y sus guardianes para enviarlas a otra mundo, que el
había creado para la supervivencia de su ejercito.
En las guerras,
nunca gana nadie, el planeta había quedado devastado, la magia flotaba libre
creando caos, alimentada por los miedos de los habitantes, así que Céfiro, puso
la responsabilidad de reordenar el planeta en la temerosa joven que no había
participado en la batalla.
Se convirtió en
el primer pilar de Céfiro, que con sus oraciones devolvió la paz y la
estabilidad al planeta. Creo los templos donde duermen los guardianes y sello
la magia de las guerreras desaparecidas. Así nació la leyenda de las guerreras
convocadas de otra dimensión. Puesto que solo el poder de la diosa podría
traerlas de vuelta, el pilar, heredero de ese poder, era el único capaz de
transportarlas a Céfiro.
Cuando el primer
pilar murió, había dejado a un heredero y tres sabios, uno de ellos se
encargaría de guiar a los futuros pilares, otro de registrar la historia de
Céfiro y el tercero de estudiar el futuro, previniendo la próxima batalla. Ella
sabía que el lado oscuro de Céfiro, podría debilitarse lo suficiente como para
que el hermano de la diosa, saliera e intentara volver a conquistar el planeta,
por eso su alma no descanso en paz, si no que se convirtió en una “sombra” que vaga por
Céfiro, esperando el regreso de sus compañeras y del mal que asecha al planeta.
No se equivoco,
puesto que la legendaria batalla, se ha llevado a cabo, sin falta, cada mil
años, cada mil años, el enemigo es más poderoso, y la batalla cada vez más
cruel, cada mil años, las Guerreras Mágicas aparecen para hacerle frente y la
historia de alguna u otra forma, siempre acaba en tragedia.”
- ¿Entonces porque no apareciste
la primera vez que fuimos convocadas?- Pregunto Marina a la jovencita.
- No tenía porque involucrarme en esa
batalla y sin embargo estuve con ustedes, les serví de guía.- Sonrió Nina
dulcemente y cerró los ojos.
- No puedo creerlo.- Dijo Marina,
arqueando una ceja.
- ¡Nicona!-
Estallo Anais en carcajadas cuando entendió la
reacción de Marina.
- Por lo menos ahora sabes que no estaba
echa de algodón de azúcar.- Rió Lucy, y todos los demás rieron también,
relajándose al fin de la tensión que se vivía en el castillo desde hacia unos
días.
Las risas fueron disminuyendo de
intensidad, hasta que todos recuperaron la seriedad.
- ¿Entonces que pasara ahora?- Se aventuro
a preguntar Caldina, quien recordaba aquel funesto
presentimiento que la invadió desde que Helia, mejor
dicho Lucy, llegara a vivir a su casa.
Todas las miradas se posaron en la joven
de cabellos rosados.
- Tenemos que prepararnos para la guerra.-
La inocencia había desaparecido de sus ojos, y su voz se escuchaba triste, pero
firme.
- El enemigo ya ha comenzado a reunir a su
ejercito, debemos darnos prisa y despertar la antigua magia de los elementos.- Hablo
la Princesa Esmeralda.
- ¿De que enemigo están hablando?, ¿de Osiris?- Pregunto la guerrera mágica del agua.
- No, el es tan solo un peón en este
juego.- Dijo el que ella conoció con el nombre Horus.
- Shet es su
nombre, ya se presento ante nosotros el día del ataque al castillo.- Les
recordó Nina.- Y nos lleva mucha ventaja, ya ha comenzado a despertar a las
bestias sagradas, pude sentirlo, tenemos que equilibrar las fuerzas y liberar
nuestra magia.-
-Nosotras ya poseemos magia.- Aclaro la
guerrera pelirroja.
- La magia que ustedes poseen a hora, no
es suficiente para lo que se aproxima, Guru Clef tan solo les enseño a canalizar el poder de los
elementos para sus ataques. El verdadero poder de su magia, reside en que se
vuelvan un solo ser con esos elementos.-
- ¿Volverse uno
con los elementos?- Exclamo Ascot asombrado, ¿Qué
otras sorpresas tendrían bajo la manga los recién llegados.
- Helia, Mirahs, Aura, Nina, son los nombres de los espíritus de
esos antiguos elementos que ahora residen en el cuerpo de cada una de las
guerreras mágicas, esos espíritus están sellados, esperando ser liberados para
derrotar la oscuridad.- Declaro Vada, la sacerdotisa.
- El sello solo puede ser roto, por el
guardián de cada guerrera mágica-
- No podemos perder más tiempo entonces,
díganos como encontrarlos, y toda la guardia de Céfiro los buscara.-
- No es necesario hermano, los guardianes
ya están aquí.- La dulce voz de Esmeralda hizo la aclaración.- Vada liberara el viento, Kalid al
mar, Clef al fuego y yo, a la tierra.-
- ¡Fueron ustedes, ustedes nos borraron la
memoria!- Reclamo Marina, al recordar como un relámpago, el hechizo que Horus le aplicara después de que ella discutiera con Ascot sobre su esposa muerta.
- En realidad fui yo, yo las envié de
vuelta a su mundo, sin recuerdos de Céfiro, para que pudieran tener vidas
normales, al traerlas de vuelta lo hice para protegerlas del enemigo, sin
embargo, ya no soy tan poderosa como lo fui siendo el pilar, no fui capaz de
que hacer que Lucy, el ultimo pilar de Céfiro olvidara su mundo, y de todas
formas, Shet las encontró.-
-¡No tenías derecho ha hacer eso
Esmeralda!- Los verdes irises centellaban con furia mientras las lagrimas se
escapaban de sus ojos.- ¡No tenias derecho a robarnos nuestros recuerdos!,
¡Tienes idea de lo que hiciste!-
- ¡No tenías derecho a decidir por
nosotras si queríamos volver a nuestro mundo o no!- Apoyo Marina, a ella el
olvido le había costado muy caro.
- ¡Decidiste nuestras vidas como si
fuéramos marionetas!- Se unió Lucy a los reclamos, ella también sentía que le
habían robado la oportunidad de ser feliz.
- Lamento que lo vean de ese modo
Guerreras Mágicas, espero de verdad, que algún día me perdonen y entiendan el
porque lo hice, pero no me arrepiento, puesto que hice lo que tenia que hacer
para protegerlas y por el bienestar del pueblo de Céfiro.-
- ¡No es tiempo de discutir!, el tiempo se
acaba y debemos liberar el poder de los elementos que reside en ustedes.-
Apremió Kalid, quien estaba mucho más conciente que cualquier
otra persona del peligro que Céfiro y todos ellos corrían por cada segundo que
transcurría.
- Entonces tendrán que hacerlo sin
nosotras.- Declaro Lucy, se veía furiosa.
- Han jugado con nuestras vidas como si
fuéramos marionetas.- La apoyo Marina.
- No vamos a pelear, este no es nuestro
mundo.-Dijo Anais con una fría voz
Las tres guerreras mágicas, las tres niñas
que alguna vez pelearon arriesgando su vida por un mundo mágico, dieron la
espalda a los cefiriamos y salieron por la puerta principal
bajo la mirada sorprendida de todos.
- No puedo creerlo.- Susurro Kalid, pero Nina alcanzo a escucharlo.
- Tienen razón, no es justo lo que hicimos
con ellas y hace siglos que este ciclo
debió de terminar.- Hablo la adolescente de cabellos ensortijados, mientras la
firme resolución de acabar con todo, se formaba en su cabeza.
La noche comenzaba a caer en el campamento
de Osiris. Sus hombres afilaban espadas, los magos
meditaban, Tueris se había marchando llevándose a su
hermano gemelo, y a unos cuantos hombres que pudo convencer de estar peleando
en el bando equivocado. No les impidió marcharse, no perdía gran cosa, y podría
descuartizarlos en cualquier momentos si los encontraba en batalla, no podían
revelarle al enemigo nada que este ya supiera, y de todas formas, nadie sabia
nada de los planes a seguir, ni siquiera el mismo, y en algunos momentos eso le exasperaba, pero
de una u otra manera ese adolescente lo tenía tan dominado que no era capaz ni
de enojarse con él.
Lo observo a lo lejos y se pregunto con
que clase de demonio se había aliado, lo había visto entrar a los tres templos
de los guardianes de Céfiro sin sufrir un solo rasguño, de igual manera saco
sin dificultad, cuatro cristales escudo y por si fuera poco los había guiado a
un templo oculto en las profundidades del Bosque del Silencio. Continuo
observando a aquél adolescente de cabellos y ojos negros, sostenía el huevo que
sacara del Templo del Cielo y lo envolvía con una energía oscura, el huevo
eclosiono y de él salio una especie de pájaro pequeño que echo a volar, abrió
la jaula del lobezno y tiro la anguila al riachuelo cercano.
Osiris se acerco a mirar, por
curiosidad, la anguila serpenteaba orgullosa en el agua, sintió el impuso de
tocarla. El animalillo se dejo acariciar dócilmente.
- Veo que has hecho un nuevo amigo.-
Sonrió Shet, complacido a su espalda.
- Creo que si.- Dijo Osiris
mientras volteaba la cara a él, tenía los ojos en blanco.
En el castillo, a pesar de que ya tenía un
par de horas que la noche hubiera caído, había un movimiento frenético y las
grandes puertas que regularmente permanecían cerradas en la noche, estaban
abiertas de par en par, para recibir a los extranjeros que volverían a sus
planetas.
-¿Por qué tenemos que regresar tan
pronto?- Cuestiono la hija de Lilandra y Latis, a su madre.- Casi no he podido estar con
Papa.-Reclamo la niña.
-Tenemos que regresar porque los cefirianos van a tener muchos problemas y les vamos a
ayudar poniendo a las personas a salvo en Autosam. Se
que casi no has podido ver a tu padre, pero la próxima vez, te prometo que te
quedaras un par de semanas con el en Céfiro, como antes.- Le sonrió dulcemente
a su hija.
- Pero…a veces pienso que el ya no me
quiere, ¿Por qué nos dejo y se vino a vivir aquí?, ¿no le gustaba Autosam?, ¿Por qué no vivimos todos juntos como cuando yo
era chiquita?-
Las preguntas de la hija, estuvieron a
punto de arrancar lágrimas de la madre, pero se contuvo dándole la espalda y
tirando de las sabanas sobre la cama, para arropar a Alina. La niña se subió a
la cama y dejo que su madre la cubriera con las blancas sabanas de la cama.
- Hoy ya es muy tarde y tienes que dormir,
hablamos de eso mañana, ¿quieres?- La chiquilla no quedo muy conforme, pero no
pudo protestar por que su madre salió de la habitación y apago las luces
Fue entonces cuando Lilandra
se dio el lujo de llorar, Alina llevaba meses haciendo preguntas por su
separación, antes no las había echo por que no era tan raro en Autosam que las parejas vivieran en lugares diferentes o
los niños tuvieran varios padres o “tíos”. Sin embargo, su hija comenzó a hacer
preguntas, cuando Guru Clef,
Medea y su hijo viajaron con ellos en la nave ZNX, comparo esa familia con la
suya y ahora quería respuestas pero lo peor, es que quería a su padre de
vuelta.
Ahora como le explicaba a su hija que
había sido concebida fruto de un amor nacido de los recuerdos, la amistad y la
tristeza. Como le explicaba que Latis había acudido a
ella en busca de consuelo por la perdida de Lucy, que la cercanía les hizo
revivir un viejo amor de las cenizas. Ella había amado mucho a Latis, no planeo tener una hija con él, pero ciertamente
tampoco hizo nada por evitarlo a sabiendas de que podría pasar y que en Autosam nadie queda preñada si no quiere. Cuando Latis se entero, como el caballero que siempre ha sido,
decidió establecerse en Autosam y hacerse cargo de su
hija y de Lilandra, aunque de sobra sabía que no era necesario, Lilandra era tan independiente que ni siquiera necesitaba
ayuda para criar a una niña , pero el quería ser parte de eso, quería ver
crecer a su hija. Así que firmaron el contrato matrimonial e intentaron ser una
familia.
Latis amaba a su hija, pero no amaba
de la misma manera a la madre, con el tiempo los dos se sintieron atrapados y
decidieron que era mejor que cada uno siguiera su camino. Rompieron el contrato
y Latis regreso a Céfiro, tenía apenas un año de eso,
y Alina aun no terminaba de aceptarlo.
¿Cómo le explicaba todo eso a su hija?,
¿Cómo le explicaba que comenzaba a interesarse por alguien más y que el gran
amor de su padre había vuelto de la muerte?
En todo esto pensaba la comandante
mientras se alejaba por el corredor. Ella no podía dormir en ese momento, tenía
que asegurarse que todo estaba listo para el despegue por la mañana y que todos
los autosamitas que quisieran, pudieran regresar con
ellos.
Tenía tantas cosas en la cabeza, que no
escucho una puerta abrirse y cerrarse detrás, ni a una pequeña sombra furtiva
en camisón, escabullirse por el corredor en dirección a donde sabía se
encontraba la recamara de su padre.
En otra habitación, una furiosa guerrera
del agua aun no terminaba de destrozar todo lo que había dentro. En ese preciso
momento, tomaba un vaso de cristal y lo aventaba contra la puerta de madera,
inesperadamente la puerta se abrió y una bola de energía detuvo el vaso para
que no le pegara al hombre que entraba en ese momento por la puerta.
- Veo que conservas tu carácter.- Sonrió
el mago a la guerrera.
- Ascot.-
Susurro la guerrera y se echo a llorar como una niña.
El hechicero trato de abrazarla pero esta
lo rechazo, Ascot no se rindió, volvió a acercarse a
ella y con un poco de fuerza la acerco a su pecho hasta que esta dejo de
manotear y lo abrazo.
- Llora, le hace bien al corazón, todo va
a estar bien, estas en casa, conmigo.-
Las palabras de Ascot
confortaban a la guerrera, pero al mismo tiempo la perturbaban, logro calmarse
un poco, y se alejo de él.
- ¿Qué no te das cuenta?, fue culpa de
Esmeralda que nos separáramos, ella nos robo nuestros sueños, nuestros planes,
¡nuestra vida!… ¡Fue su culpa que yo me casara con Akira!-
Ascot solía ser un hombre bastante
tranquilo, pero había fibras muy sensibles que no debías de tocar. Sus ojos
centellaron y Marina se petrifico al darse cuenta de que la furia la había echo
revelar el doloroso secreto que guardaba. El mago apretó los nudillos hasta que
reventaron y comenzó a sangrar. El estaba feliz de tenerla de regreso por que
de alguna manera sabía que eso es lo que debía pasar, ella debía volver por que
se pertenecían uno al otro, volverían a estar juntos y el pasado quedaría
atrás. Ahora se daba cuenta de que él pasado no solo importaba, si no que
pesaba demasiado y que ella tenía razón, les habían robado su vida.
Mientras tanto, en una solitaria tienda
instalada en medio del bosque, no muy lejos del castillo, un joven aun no podía
decidir que hacer, por eso seguía varado en la nada. Su primer impulso había
sido regresar al observatorio, pero se había enterado que su madre estaba en el
castillo, había hablado con ella y ella le pidió que no se fuera por su propia
seguridad. Estaba demasiado enojado como para hacerle caso, sin embargo nunca
le había desobedecido, así que se instalo en una tienda a mitad del bosque
cercano al castillo. Se sentía traicionado por todos, Aura había resultado ser
una guerrera mágica, su madre lo sabia desde siempre y el rey se divertía con
ella a pesar de estar comprometido. Pero lo que más le dolía es que ella no
parecía del tipo de mujer que aceptar ser la otra. Aura era delicada, dulce e
inteligente, un poco fría a veces pero siempre la rodeaba esa especie de
donaire que hacia quedarse corta la definición de “dama”.
¿Porqué había aceptado ser la concubina
del rey, ella que podía poner el mundo a sus pies?, ¿Por qué había elegido al
rey y no a él?, eso le carcomía por dentro. Volvió a rememorar el momento en
que había estampado su puño contra la real cara, eso le daba una malsana
satisfacción, pero estaba seguro de que si pudiera lo haría de nuevo.
Un ruido entre la maleza lo saco de sus
cavilaciones y lo hizo ponerse en guardia, tomo su espada y siguió el ruido
hasta que encontró una pequeña ave de color verde oscuro atorada entre las
ramas de un arbusto espinoso.
- Tranquilo, te sacare de ahí.- Le hablo
al ave para tranquilizarla, mientras manipulaba las espinas para liberarlo.
Recibió varios rasguños que comenzaron a sangrar, el ave pico los rasguños, al
contacto con la sangre de Maat, el pajarillo fue
creciendo hasta transformarse en un halcón, con sus garrar destrozo el arbusto
que lo aprisionaba y dio una vuelta de reconocimiento, para después pararse en
el hombro de Maat que lo contemplaba embelezado.
¿Cómo caben tantos sueños rotos en un
mismo lugar?, eso se preguntaba Anais mientras tomaba
una taza de té en el pequeño comedorcito a un lado del salón comedor cuando
escucho unos pasos acercarse. Tenía curiosidad por ver quien era, supuso que
nadie se atrevería a molestarla después de la reunión, bueno, nadie excepto el
terco rey de Céfiro, pero tampoco podía ser él, estaría bastante ocupado
supervisando los refugios, con la organización de la guardia y tratando de dar
una disculpa diplomática a la corte por la suspensión de la boda y otra a los
extranjeros por “echarlos” de Céfiro. Debía estar suficientemente ocupado como
para ir a molestarla.
Su curiosidad se convirtió en sorpresa al
descubrir que quien se encontraba detrás de ella era la que ahora ya seria
reina de Céfiro, de no haber sido por el ataque.
- ¿Puedo sentarme?- Pregunto Iris.
- Adelante.- Contesto Anais,
no es que realmente tuviera muchas ganas de conversar con alguien, pero jamás
había sido maleducada.
Iris tomo asiento en una de las sillas,
junto a la pequeña mesa redonda, Anais estaba sentada
frente a ella, se miraron en silenció mientras la guerrera del viento le servia
té.
- Me da gusto saber que no estés muerta.
Pero no por eso me voy a hacer a un lado, a un no has ganado y no me voy a dar
por vencida, voy a pelear por Paris.-
Anais miró a su interlocutora como
si estuviera loca, y estuvo a punto de reír a carcajadas.
- ¿Por qué me dices eso?-
- Decidimos romper el compromiso, pero eso
no significa que tienes el camino libre, se que el me ama, solo esta un poco
confundido por tu regreso, necesita tiempo para aclarar sus sentimientos, eso
es todo.-
- Si estas tan segura de su amor, ¿Por qué
estas aquí esta noche?- Pregunto Anais. Iris se sintió
incomoda, la antigua guerrera mágica del viento seguía siendo muy astuta y esta
vez utilizaba su astucia para encontrar su debilidad y herirla.
- ¿Quiero saber que tienes de especial?,
¿porque el no te olvido?-
- Eso deberías preguntárselo a él, no a mi.
Si me disculpas estoy un poco cansada y quisiera dormir un poco.-
- Una ultima pregunta, ¿Por qué te
acuestas con él?, ¿Por qué te metiste a su cama un día antes de nuestra unión?,
¿Cómo pudiste rebajarte a tanto?, ¡La Guerrera Mágica del Viento que todos aquí
recuerdan, no hubiera echo un cosa tan vil!- Arrastro venenosamente
las palabras, la mujer de cabellos castaños.
La guerrera suspiro como fastidiada y le
dio el ultimo sorbo a su taza de té.
- ¿Qué obsesión tienen todos aquí con el
pasado?, ¿porqué no pueden entender que las personas cambian?, En cuanto a lo
primero fue un error, solo eso, no tienes por que preocuparte, no tengo la mínima intención de quedarme en
Céfiro. Ahora si me disculpas.- Se levanto y salió por la puerta cerrándola tras
de si, preguntándose si en realidad
había cambiado tanto como todos decían.
Por otro lado Lucy vagaba por uno de los jardines interiores del castillo,
su enojo casi se había ido, nunca podía enojarse con alguien por demasiado
tiempo, la diferencia con esto es que le dolía. Le dolía esa parte de su vida
que le habían arrebatado. Pero de tanto pensar en eso, acabo preguntándose si
las cosas en realidad hubieran sido tan diferentes si ellas no hubieran
olvidado Céfiro. ¿Cómo hubiera sido eso?, ¿mejor?, ¿peor?, nunca lo sabrían.
- ¿Aun vagas por los corredores de noche?-
Pregunto una voz que ella conocía bien.
- Si, cuando tengo que hacer mis rondas en
el hospital.- Sonrió la pelirroja al ver a Latis
salir de las sombras.
- Pero este no es el caso.- Dijo
seriamente el espadachín mágico.
- Necesitaba calmarme, caminar siempre me
relaja.-
- ¿Te sientes mejor?-
- Si un poco, de todas formas, enojarme no
cambiara lo que ya esta echo.-
- Por eso la vida da segundas
oportunidades.- Le sonrió el espadachín, Lucy lo miró extrañada.
- Acompáñame, quiero mostrarte algo.- Latis la tomo de la mano, y la condujo hasta la puerta de
una habitación.
- Entra.- La invito el espadachín.
La decoración era en extremo sencilla, y
todo parecía estar en su lugar, incluso, junto a una ventana de forma redonda,
había una mesa con un pequeño florero y un par de flores blancas.
- ¿De quien es esta habitación?- Pregunto
la guerrera curiosa, aunque ya sospechaba la respuesta.
- Es mía.-
- ¿Querías mostrarme tu habitación?- Lucy
volteo a verlo con una ceja levantada.
- Ja,ja,ja,
no. Quería darte esto.- De una pequeña caja de madera, que había junto al
florero, Latis saco el medallón, que alguna vez le
había regalado a una niña pelirroja de inocentes ojos. – ¿Lo recuerdas?- Le
dijo mientras le acercaba el medallón a la mujer para que pudiera verlo.
- Si… -
- Lo encontré en el asteroide, en donde
ustedes mu…desaparecieron. Lo he guardado todos estos
años como un recuerdo tuyo, quiero dártelo de nuevo junto con mi respuesta:
si.-
- ¿A que te refieres?- Preguntó la
guerrera pelirroja.
- La última vez que estuvimos solos, me
preguntaste si aun te amaba, la respuesta es si. Me he vuelto a enamorar de ti,
Lucy Shidou.-
Sin que ella lo esperara, el hombre frente
a ella la atrajo junto a él y la beso, tiernamente.
Ella no opuso ninguna resistencia y correspondió el beso. Se separaron un
momento para tomar aire, y Latis la estrechó entre
sus brazos, como si temiera perderla de nuevo.
- Lucy.- Dijo su nombre en un suspiro,
como si no creyera que la tenía nuevamente junto a él. Volvió a besarla, esta
vez, más apasionadamente, rodeando su cintura entre sus brazos. El comenzó a empujarla suavemente hasta que
tropezaron con la cama y siguió besándola.
- No.- Dijo suavemente ella y rompió el
beso.
-
¿No que?- Pregunto Latis extrañado.
- Latis, yo nuca
he estado con un hombre.- Le dijo la mujer mientras le miraba a los ojos.
- Sigo sin entender.- Dijo el espadachín y
concentro toda su atención en la pelirroja para que ella le explicara.
- No se como sean las cosas en Céfiro, y
desgraciadamente en mi mundo, también el esperar a la persona con quien vas a
pasar toda tu vida, ha perdido importancia, pero a mi si me importa, esperar es
algo que yo decidí y quiero seguir firme
en mi propia decisión.-
- Creo que entiendo, esta bien. Pero dime,
¿entonces tu no crees que yo sea la persona con quien vas a pasar toda tu
vida?-
La pelirroja no pudo contestar, puesto que
la puerta de la habitación se abrió, y una pequeña en camisón entro para ver a
su padre, sentado en la cama junto a otra mujer.
- ¡¡¡PAPÁ!!!-
- Alina.- Reconoció a la pequeña en
camisón de inmediato.
- ¡Es por ella que no quieres volver con
nosotros!, ¡es por ella que ya no quieres a mamá!-Chillaba histérica la niña. Latis trato de acercarse a ella, pero la niña huía de él
como si fuera un moustro.
- ¡Te odio papá!, ¡¡¡TE ODIO!!!!- Y
desapareció corriendo por uno de los pasillos.
Latis se quedo paralizado por unos
segundos al escuchas las terribles palabras de su hija, cuando reacciono su
primer impulso fue salir corriendo detrás de ella, pero se detuvo y volteo el
rostro para mirar a la pelirroja, dudando entre quedarse o seguir a su pequeña…
- Ve tras ella, yo puedo esperar.- Le dijo
la mujer, el le agradeció con un gesto de cabeza y se fue.
El único espadachín mágico de Céfiro
corrió lo más que pudo para alcanzar a su hija, pero no pudo encontrarla, así
que busco a la madre.
- Ella esta bien, ha llorado mucho pero al
fin se ha quedado dormida. Será mejor que no la molestes hasta mañana- Fue lo
que le dijo Lilandra cuando le pregunto si la había
visto. – ¿Así que de nuevo están juntos?- Pregunto
- Si… yo no quería que se enteraran así.-
- No te culpo de ello Latis,
pero esto no será fácil para nuestra hija, ella aun no acepta que nosotros ya
no podemos seguir juntos.-
- Tú sabes que por nuestra hija, yo haría
cualquier cosa, pero no puedo elegir entre Lucy y ella.-
- Lo sé, y no te estoy pidiendo que lo
hagas, pero esto no va a ser fácil, no esta llevando bien lo de la separación y
lo que paso hoy dificulta aun más las cosas. Pareciera que siempre que aparecen
las Guerreras Mágicas, todo comienza a complicarse…-
Con lo que ninguno de los dos contaba, era
con que la niña había escuchado su conversación, y había entendido lo que había
querido entender, que su padre no estaba con ellas por culpa de Lucy, una de
las guerreras mágicas. Su pequeño corazón se lleno de odio, contra la guerrera
del fuego. De la oscuridad apareció un lobezno para llevarse a la niña, cuyo
dolor por la separación de sus padres, alimentaba el odio que sentía contra una
desconocida de cabellos rojos, que quería alejar a su padre de ella y su madre.
Continuara…