LOS HEROES SON RECORDADOS PERO...

 

 

XII

EXILIO

 

Eterna soledad, el tiempo danza en la madrugada
Y no podes dormir, si están todas las luces apagadas
Ya se fue el tren, Y esta calle nunca mas será igual
Aprendiste a tener miedo, pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo

No hay nada que perder, cuando ya nada queda en el vaso
Y no podes saber, que fuerte es el poder de un abrazo
Ya se fue el tren, Y esta calle nunca mas será igual
Aprendiste a tener miedo, pero hay que correr el riesgo
De levantarse y seguir cayendo

Yo lo se, que nadie te dijo
para que todos están aquí

Yo se que la soledad,

 te da un cierto confort, no te deja mirar

Eterna soledad, Eterna soledad

Se que la gente busca tu consejo

Pero hay que correr el riesgo,
de levantarse y seguir cayendo


-Eterna Soledad, Enanitos Verdes.-
 

 

 

Se dice que nunca es más oscura la noche, que cuando esta por amanecer. Sin embargo, aquél día el sol nunca apareció. El cielo estaba lleno de negras nubes que no dejaban que el astro bañara con sus calidos rayos la tierra de Céfiro. En un planeta donde el clima es obra del humor de sus habitantes, los gruesos nubarrones armonizaban a la perfección con el sombrío estado de ánimo generalizado.

 

El castillo había permanecido abierto toda la noche, recibiendo extranjeros que en otro tiempo habían decidido abandonar su planeta natal para establecerse en Céfiro. Tenían que ser exiliados para no ser envueltos en una guerra que no entendían, de la cuál se decía, no sobrevivirían. Las naves partirían de regreso a su planeta, tan pronto como el último inmigrante subiera a ellas.

 

Por otro lado, la población civil del planeta, había sido sacada de sus ciudades y pueblos en medio de la noche, para ser conducidos a refugios provisionales en los bosques y las montañas, ninguno de ellos fue llevado al castillo a diferencia de cuando desapareciera el antiguo pilar, por la simple razón, de que el castillo, era de suponerse, seria uno de los primeros blancos a atacar, nadie estaría a salvo ahí. Incluso el consejo formado por las nobles familias de Céfiro, había decidido que el Rey fuera sacado del castillo junto con su prometida, el Guru y su familia. Paris decidió quedarse, y pese a lo mucho que protesto y se indigno, Iris fue llevada prácticamente a la fuerza a uno de los refugios en las montañas. Caldina, Medea y sus hijos, también se fueron, atrás quedaban los días en que ellas también combatían, ahora tenían que velar por la seguridad de un tesoro mayor: sus pequeños. Ascot se quedó, prometiéndole a Caldina que cuidaría de que nada le pasara a su esposo.  Las despedidas fueron conmovedoras. No sabían con seguridad si volverían a verse.

 

El ejército nunca se había enfrentado a una batalla real, en la época del pilar, se concentraban en entrenar, cosa que no se tomaban demasiado en serio por que sabían que la magia del pilar mantenía su mundo a salvo. Cuando Esmeralda murió, su trabajo fue transportar a los civiles al castillo y mantenerlos a salvo de las criaturas mágicas y después de la última aparición de las guerreras mágicas su principal misión era mantener a salvo al nuevo Rey, cosa que hubiera sido en extremo sencilla si no hubieran aparecido los tradicionalistas. Habían lidiado con ellos por más de siete años, eran astutos y algunos muy sanguinarios, pero nada los había preparado para lo que se pronosticaba. Según los espías que Ráfaga había enviado, el ejército de Osiris crecía día con día, cada vez tenía más guerreros y hechiceros, provenientes de todo el planeta. Sería una batalla realmente difícil, especialmente por que las Legendarias Guerreras Mágicas se habían negado a participar en ella. Marina y Anais, se habían marchado a los refugios, solo Lucy permaneció en el castillo, después de todo, su profesión consistía en salvar vidas, y exactamente eso es lo que iba a hacer. 

 

La nave Dragón de Faharen fue la primera en despegar, y en unos segundos salió de la atmósfera del planeta, El fuerte de Ziceta, le siguió, aun no ganaba suficiente altura cuando el castillo recibió el primer ataque del ejercito de Osiris. Desde el fuerte, las Reinas de Ziceta, pudieron observar la gran mancha humana que avanzaba a través del bosque y se acercaba al castillo. Un enorme ejercito conformado por hechiceros, guerreros y criaturas. Tata dio un gritito de sorpresa, escoltando al implacable ejercito, podían distinguirse cuatro sombras gigantescas.

 

Una de ellas, creó una enorme bola de oscuridad entre sus manos y la lanzo contra el fuerte. El impacto fue brutal, la barrera mágica que protegía el fuerte, apenas si logro adsorber el poderosos ataque, otro igual y serían derribados. Tata quería convocar a sus genios, pero su hermana le indico con la mirada que no era prudente hacerlo, si lo hacían, toda su magia seria empleada en ello, desapareciendo la barrea que protegía el fuerte.

 

La sombra gesto una nueva bola de energía y volvió a dirigirla contra ellas, les impacto de lleno y el fuerte comenzó a caer. Un hombre pájaro detuvo la caída del fuerte.

 

- ¿Están bien?.- Pregunto un rostro conocido a través de la pantalla.

 

- Si, gracias, solo un poco mareadas.- Le sonrió la reina Tata, al rostro de Ascot que se podía ver en la pantalla principal del fuerte.

 

- Eleven de nuevo el fuerte, yo los escoltare hasta salir de Céfiro.-

 

Las reinas de Ziceta no perdieron el tiempo e hicieron un esfuerzo considerable, para volver a poner el fuerte ha flote, el marido de cada una, sostenía a su esposa para que el poder invocado no las hiciera desfallecer, antes de poder salir al espacio.

 

El hombre pájaro, volaba al lado del fuerte, previniendo el ataque, la misma sombra volvió ha atacar, pero esta vez Ascot lo estaba esperando, lanzo un poderoso hechizo, creando un “escudo-reflejo”, que devolvió la magia del lugar de donde había salido. La sombra esquivo la magia que regresaba, y arremetió a toda velocidad, contra el hombre pájaro, que trasportaba a Ascot, en su cabeza.

 

Desde el fuerte, las reinas de Ziceta, contemplaron al gigante que atacaba a Ascot, un genio, sin duda, de color azul oscuro y con unas líneas negras serpenteando alrededor del cuerpo y la cabeza semejante a la de una anguila. Se extrañaron, según lo que ellas sabían, solo las guerreras mágicas, podían convocar a los genios.

 

- ¿Qué esperan?, ¡Váyanse!- Grito Ascot,  cuando se dio cuenta de que el fuerte había dejado de ganar altura, a unos cuantos metros de atravesar la niebla que cubría el planeta e indicaba la frontera de Céfiro. Tata y Tatra no perdieron más tiempo y condujeron el fuerte a toda velocidad al espació. Miraron el planeta que abandonaban, y un funesto pensamiento se apodero de sus  corazones. ¿Qué tal si era la ultima vez que contemplaban Céfiro?

 

Dentro del genio que peleaba con Ascot, Osiris su ocupante, enfureció al ver como su presa lograba escapar, así que se alejo del hombre pájaro, para atacarlo desde lejos con una descarga eléctrica, que le pego de lleno. El hechicero, y su amigo, el hombre pájaro, cayeron al vació.

 

Apenas reacciono, Ascot trazo en el aire una estrella de seis picos que adsorbió a su amigo, y convoco en su lugar, una especie de enorme manta voladora, que lo atrapo en su lomo, antes de caer a tierra.  Osiris, continuó persiguiéndolo, arrojando descargas de energía. El hechicero se dio cuenta de que su enemigo era poderoso, y que necesitaba incrementar su poder, si quería vencerlo. Se levanto sobre el lomo del animal en el que volaba y recito un conjuro.

 

- Bestia Sagrada con la que yo hago un pacto, hagámonos uno, para defender Céfiro.- 

 

Las enormes aletas del animal envolvieron a Ascot, y la criatura comenzó a crecer hasta tener la altura del genio de Osiris y una figura humanoide. Sobre el pecho de aquél extraño ser, tenia una piedra que protegía la humanidad de Ascot y una enorme espada apareció en su mano.

 

El genio azul marino, invoco su espada de una da las piedras sobre sus manos y se dispuso a atacar a Ascot.

 

Hubo un tiempo, en que Ascot no sabía pelear con la espada, le había llevado años, dominarla, pero gracias a la paciencia de Ráfaga y su perseverancia, se había vuelto un buen espadachín, sin embargo, su fuerte seguía siendo la magia y no las armas.

 

Por eso Osiris, que toda su vida había sido entrenado como guerrero, le estaba poniendo en verdaderos aprietos. El filo de la espada, del líder de los tradicionalistas, le rebano el ante brazo, provocándole una dolorosa y profunda herida.

 

Desde el castillo, Guru Clef, Kalid, Vada, y Paris, miraban el desarrollo de la batalla. La guerra había comenzado, tan encarnizada como lo habían pronosticado, los sabios de Céfiro y ya estaba cobrando sus primeras victimas, entre los hombre de Ráfaga.

 

Kalid mantenía sus ojos fijos en las dos enormes figuras que combatían en el cielo. Uno de esos dos hombre iba a morir, lo sabía bien, esa era una de las batallas que influirían decisivamente en el desarrollo de la guerra y afectaría definitivamente el futuro de Céfiro. Los dos combatientes, que peleaban tan encarnizadamente, aun no lo sabían, pero había algo que los unía, amaban a la misma mujer.

 

Y es que, ¿Cómo no amar a la hermosa guerrera del agua?, una mujer con un cuerpo escultural, con un bellísimo rostro, unos ojos que reflejaban las promesas y misterios del océano mismo y un carácter tan fuerte como la tempestad.  No entendía como su hermano, nunca se había fijado en ella, vale que en ese tiempo, Marina fuera todavía una jovencita, pero ya, en su cuerpo y en su manera de ser, se adivinaba lo que llegaría ha ser.

 

Kalid, volvió de sus cavilaciones, cuando Ascot intento un ataque frontal contra Osiris, haciéndole una herida poco profunda en el pecho, y llevándose a cambió, una muy profunda en el hombro.

 

- Esos dos no van a parar hasta matarse.- Sentencio el que fuera el segundo de Osiris alguna vez, y salió de la habitación.

 

- ¿A dónde te diriges Kalid?- Cuestiono Guru Clef.

 

- Es tiempo de liberar el mar, antes de que pierda a su amor, o yo pierda a un gran amigo.-

 

eeeee
 

 

 


Mientras tanto, Latis se encontraba en el cuarto de controles, esperando que la nave NSX, la ultima nave extranjera, despegara, para poder levantar la barreta tecno-magica, que protegería el castillo, sin drenar la vida de nadie. La nave Dragón de Faharen, se había marchado al despuntar el alba, el Fuerte Móvil de Ziceta, se había marchado en segundo lugar, con algunos contratiempos, pero ya estaba fuera de la atmósfera de Céfiro. Sin embargo, la NSX aun no despegaba, eso lo tenía preocupado, ¿Por qué Lilandra habría demorado tanto la partida? si todos los autosamitas, que tenían registrados como inmigrantes, ya estaban dentro de la nave.

 

Suspiro aliviado, cuando vio que la NSX encendía sus turbinas y flotaba lentamente hasta salir del castillo, para después desaparecer como un rayo en el cielo, hasta salir de la atmósfera, ellos no tendrían problema de ser atacados, si viajaban a la velocidad de la luz, una de las grandes ventajas de la tecnología de Autosam. Se alegro de que Lilandra y su hija, ya se encontraban lejos de la cruel batalla, que se desarrollaba en ese momento en el planeta.  

 

- ¡Nuestra hija!, ¡Alina no esta!-  No pudo ni terminar el pensamiento, cuando Lilandra habían entrado al salón gritando.

 

La NSX, debía marcharse antes de que amaneciera, pero cuando Lilandra fue a despertar a la niña, que había dormido en una de las habitaciones del palacio, la niña no estaba, la había buscado por todos lados, incluso utilizo el complejo sistema de rastreo que tenían en la nave, para tan solo descubrir que Alina no estaba en el castillo. Por eso había ido en busca de Latis.  

 

- Le ordene a Zaz que despegara sin mi, tiene que poner a salvo a los civiles de la nave, pero yo  no me voy de aquí sin Alina.-

 

Latis sabía por experiencia, que no tenía caso discutir con la que había sido su mujer, así que ni siquiera se le cruzo por la cabeza, intentar convencerla de alcanzar la nave. Así que apretó un par de botones y el castillo fue protegido por una barrera de prismas transparentes que adsorbía los ataques externos.   

 

- La encontraremos, te lo prometo.- Le dijo Latis a Lilandra con ternura, a pesar de que el también estaba preocupado,  le extendió los brazos y la mujer se refugio en ellos.

 

La comandante de Autosam, era una mujer en extremo fuerte, no solamente físicamente si no emocionalmente, los que la habían conocido en batalla, sabían que era astuta, fría y calculadora al dar ordenes, siempre tenía un absoluto control de sus emociones. Los que la conocían como civil sabían que era una persona muy tenaz, optimista y alegre.

 

Sin embargo, Latis que la conocía como su mujer, sabía que había cosas con las que Lilandra no podía lidiar sola, que sus miedos y sus necesidades solo los había compartido con él, en la intimidad de su hogar, al igual que ella había estado con él, en los momentos más difíciles que tuvo que pasar. Se conocían bien, y ambos sabían que compartían la misma debilidad: su hija.

 

Sin soltar a Lilandra, y utilizando el vínculo que unía a la madre con la hija y con el mismo, se concentro para poder sentir la presencia de Alina en Céfiro. Siguió su esencia por el planeta y no tardo mucho tiempo en encontrarla, tuvo que abrir los ojos por la sorpresa, al entender que su hija estaba en la línea enemiga.

 

- ¡No pude ser posible!- A su pesar, estaba asustado, se separo bruscamente de Lilandra.

 

- ¿Qué ocurre?, ¿Le paso algo a Alina?, ¡Dime algo Latis!- Demando la comandante.

 

- Iré por ella, pero no creo que sea fácil traerla de vuelta. ¡Tu ve al salón del trono e intenta averiguar, por que nuestra hija esta en uno de esos genios!-  Le ordeno Latis a Lilandra, quien casi podría apostar que solo había visto tan enojado y tan preocupado a Latis, dos veces en su vida y esta era la segunda.

 

En otras circunstancias, Lilandra habría insistido en ir con él, pero esta vez, hizo exactamente lo que Latis le había pedido que hiciera.    

 

eeeee
 

 

 


- Mamá, Papá, he venido a despedirme.- Hablo la bella jovencita de ojos tan puros como el cielo y cabellos rosados.

 

- ¿Por qué dices eso pequeña?- La miró Esmeralda preocupada.

 

Puede que ella no fuera realmente su madre, pero la amaba como si en verdad fuera su hija, había cuidado de ella, desde que el espíritu de la diosa la despertara del eterno sueño y los nombrara, a ella y a Zagato, guardianes de la cuarta guerrera mágica, hasta que esta completara su desarrollo.

 

Luego les había obsequiado, esa especie de limbo, donde los tres habían vivido un poco más de diez años, como una autentica familia.

 

- No importa lo que pase, aunque ganemos o perdamos esta batalla, yo no podré volver a este lugar.-

 

- Y nosotros tampoco ¿verdad?, volveremos al sueño eterno.- Replico el apuesto hombre, de cabellos negros que Nina, había conocido como su padre.

 

- ¡Mamá!, ¡Papa!- Exclamó la jovencita mientras sus ojos se llenaban de lagrimas y se abrazo a aquellas dos figuras.

 

- Nina, eres nuestro tesoro, no importa si hemos de dormir nuevamente para siempre, siempre serás nuestra hija.- Hablo Esmeralda, mientras lagrimas brotaban de sus verdes ojos.

 

- Somos felices de que la diosa, nos otorgara la oportunidad, de haber vivido la vida que soñamos, aunque fuera por poco tiempo.- Hablo Zagato, mientras acariciaba las finas hembras rosadas, del cabello de su hija.

 

- Tengo que irme ya.-

 

Se coloco en el centro del jardín en el que había jugado tantas veces, de niña. Esmeralda se arrodillo junto a ella, y comenzó a murmurar un conjuro. Nina fue rodeada por una especie de enredadera que broto de la tierra y comenzó a brillar cada vez con mayor intensidad. Luego, poco a poco, la luz fue desvaneciéndose hasta que Nina desapareció con ella,  

 

En Céfiro, la batalla se detuvo, cuando la tierra bajo los pies de los combatientes, comenzó a agrietarse y ha abrirse. Una enorme montaña, estaba surgiendo de la nada, específicamente, en el lugar donde se encontrara el Bosque del Silencio.

 

La montaña se partió por la mitad, dentro de sus entrañas, había un genio amarillo, con una figura vagamente femenina y orejas de conejo. Una burbuja de luz, del mismo color que el genio, entro por el pecho de este, sus ojos brillaron por unos segundos, apareció una espada en su mano y tomo posición de combate.

 

- El espíritu de tierra ha despertado.- Menciono Shet, dentro de su propio genio, que era de color rojo oscuro y daba la impresión de ser un hombre zorro. Se lanzo inmediatamente a atacar al genio, que recién había salido de la tierra y la batalla se reanudo.

 

eeeee 

 


- ¡Están todos bien!- Pregunto uno de los hombres de la guardia, que estaba encargado del refugio, después de sentir el temblor que había azotado todo Céfiro, apenas unos minutos atrás. .

 

Incrustado en un valle, solo se podía acceder al refugió, a través del único camino que había entre las montañas, era casi imposible escalar he intentar llegar por arriba, incluso para entrar volando, la neblina y los filosos picos en los que terminaban las montañas, hacían a cualquiera pensárselo hasta tres veces antes de arriesgarse a hacerlo y la barrera magia que había alrededor de la fortaleza, impedía que cualquiera intentara, simplemente aparecerse ahí.

 

La mujer de cabellos azules, paso revista con una mirada. Si, al parecer todos estaban bien, por lo menos en esa sala. Se escabullo por un corredor, hasta salir a uno de los balcones, a pesar de que la orden que les habían dado, era permanecer todos juntos.

 

Afuera, todo estaba tranquilo, la batalla se desarrollaba muy lejos de ahí. Una batalla en la que le habían dicho estaba destinada a participar. No sabía cuales eran las verdaderas razones por las que Lucy y Anais se habían negado ha participar. Las tres habían estado de acuerdo en no entrometerse en una batalla que le correspondía librar, solo a los habitantes de ese planeta, bastante daño, les había hecho ya eso de actuar de “niñeras” de los cefirianos. Era hora, de que ellos mismos aprendieran a librar sus batallas, eran lo suficientemente poderosos para ello.

 

Pero sabía también que cada una de ellas, tenía un motivo más personal, para negarse a participar en la batalla, tanto tiempo en el medio del espectáculo, le había enseñado que aunque siempre hay un motivo que pude pesar más que otros, por lo regular, las personas necesitan más motivos en los cuales respaldar sus decisiones, para poder convencerse de que están haciendo lo correcto.

 

En su caso, su otro motivo, era bastante egoísta y cruel: venganza. Quería vengarse de Esmeralda, por haberla separado de Ascot y con ello, deshacer un hermosos futuro, algo que ahora, nunca seria posible, por el daño que le había hecho. ¿Estaría bien?, ¿La batalla ya habría comenzado?

 

No había vuelto a verlo, desde que le confesara lo que había pasado con Akira, estaba preocupada por él.

 

- ¿Estas preocupada por tu amor, guerrera del agua?, pues tienes razones para estarlo.-

 

- Horus.- Identifico sin ninguna emoción aparente, al hombre detrás de ella.

 

- Kalid.- Corrigió él, y su faz se torno seria.

 

Así se parecía más a Clef, Horus, es decir Kalid, casi siempre tenía una mirada socarrona, como diciendo “yo se algo que tu no sabes”, casi burlándose, pero en ese momento, con su cara seria y preocupada, era casi idéntico a su hermano menor. Lo cual le trajo añejos recuerdos a la guerrera del agua.

 

- Como sea, ¿Qué haces aquí?, ¿no se supone que deberías de estar ayudando en la batalla?- Le dijo la mujer cortantemente.

 

-Eso es lo que estoy haciendo, he venido a despertar al espíritu del agua.-

 

- Pierdes tu tiempo, ya les he dicho que no pienso participar en esta guerra.- Dijo la guerrera dando el asunto por terminado.

 

- Espera, quiero mostrarte algo. Querías saber como se encuentra Ascot, ¿no?-

 

Al escuchar el nombre del hechicero, Marina fue incapaz de dar un paso más y enojada consigo misma, regreso hasta quedar frente al hechicero, este sin tardanza, creo una burbuja entre sus manos y le dejo ver la sangrienta batalla que se llevaba acabo entre un genio y la bestia sagrada con al que Ascot había pactado.

 

- El se ha vuelto muy poderoso, lo vencerá.- Dijo Marina confiada.

 

- Es muy probable, pero veamos, ¿Quién esta dentro del genio?- Kalid cambio la imagen de la burbuja, para mostrarle el rostro enajenado de Osiris, dentro del genio.

 

 - ¿Osiris esta dentro del genio?-

 

- Si, un instrumento más en toda esta gran farsa. Uno de los dos va a morir en esta batalla.-

 

- ¿Y a ti que más te da?- Pregunto la guerrera intrigada.

 

- Osiris es mi amigo y se lo mucho que Ascot significa para ti, no podemos dejar que ninguno de los dos perezca.-

 

- Si uno de los dos esta destinado a morir, ¿Qué podemos hacer nosotros?- Pregunto Marina, con amargura.

 

- No se puede huir del destino, ahora lo sé, pero si podemos cambiarlo. Yo estaba destinado a convertirme en el Guru de Céfiro, por ser el mayor de los tres, pero huí y Clef se convirtió en Guru. Pensé que había logrado escapar a mi destino, hasta que comencé a tener “premoniciones”, comencé a ver pequeños fragmentos del futuro del planeta y entonces entendí, que me había convertido en “El Profeta”. Cambie mi nombre y por siglos, viví resentido e ignorando las premoniciones que tenía. Sabía lo que pasaría con Esmeralda, lo que pasaría con ustedes cuando llegaron a Céfiro.

 

La princesa se equivoco, al aceptar el destino que debía seguir sin luchar, sin intentar otra solución como hizo Lucy. Esa fue mi venganza para con la fuerza que me obligo a mí a aceptar mi propio destino, no advertirle a Esmeralda que había otra forma de que Céfiro siguiera con vida. Me uní a Osiris, como una forma de seguir peleando contra mi destino y de seguir huyendo, pero una vez más el destino me encontró. Te encontré cerca del campamento, con aquella ropa extraña y la sombra de Esmeralda me ordeno cuidar de ti, protegerte y evitar que Shet pudiera encontrarte. Me negué, pero ella me hecho en cara su muerte y todos los años que le debía de servicio al planeta. Despotrique contra la diosa y estuve muy tentado a entregarte a Osiris, como venganza, pero entendí, que en realidad tu eras la oportunidad de reconciliarme con la diosa. Busque a mi hermana, a quien también le habían entregado en custodia a otra de las guerreras mágicas y ella consulto en el libro sagrado de Céfiro, para revelarnos el inminente cataclismos por el que esta pasando el planeta.

 

No se puede huir del destino, mi querida guerrera del agua,  pero puedes cambiarlo, yo debía ser Guru y no lo fui, Esmeralda podría seguir viva, si yo le hubiera advertido a tiempo, tendré que vivir con eso en mi conciencia, y estaba destinado a ser un cobarde y un traidor por el resto de mi vida, pero en vez de entregarte a Shet decidí hacerme cargo de ti, hasta que tu tiempo de despertar llegara. La venganza no traerá más que muerte ha este planeta Marina, incluso si Ascot sobreviviera a la batalla que libra, morirá cuando Céfiro desaparezca y todos nosotros con el. Tu volverás a tu mundo, pero ¿podrás vivir con eso?- Termino al fin el hechicero.

 

- No…- Acepto por fin Marina.

 

- Eso pensé. Adelante Legendaria Guerrera del Agua, cambia nuestros destinos y arroja la venganza de tu corazón- Dijo Kalid, mientras le colocaba las manos en los hombros y la miraba directamente a los ojos. Los dos fueron envueltos por una burbuja azul que rápidamente los condujo hasta el mar de Céfiro, que se agitaba como en plena tempestad, por todo el planeta, las negras nubes dejaron caer agua cristalina.

 

En medio del mar, apareció la figura del gran genio de las aguas, Kalid recito un conjuro extraño, en un idioma que Marina no entendió y todo su cuerpo comenzó a brillar mientras el genio tomaba una figura marcadamente femenina, sin perder sus rasgos de dragón. Marina fue adsorbida por el genio, hasta una piedra azul, justo en medio del pecho.

 

- Siento a Céfiro dentro de mí, puedo escuchar el susurro de cada gota de agua que esta cayendo del cielo, siento las corrientes y las mareas dentro de mi y el frió de la nieve sobre los picos de las montañas,  en mi propio cuerpo, puedo sentir cada mililitro de agua en cada rincón del planeta. Como si yo fuera parte de todo eso y me siento más libre que nunca- Pensó Marina extasiada, por el enorme poder que fluía en su cuerpo.  

 

- Ahora tú eres el espíritu del agua, la diosa Ceres.- Le hablo Kalid, directamente a su mente, mientras contemplaba la enorme figura que sobresalía de las aguas, desde su burbuja de energía.

 

Ceres fue adsorbida por el mar, en un gran remolino, mientras en donde se libraba la batalla, las nubes descargaron toda su furia en forma de gotas de agua. Borrosamente, por entre las gotas de lluvia, Nina comenzó a ver una borrosa silueta frente al castillo, como que estuviera ahí, para protegerlo, cuando la lluvia paro, pudo al fin, distinguir al espíritu del agua, que no tardo en ir en al dirección donde Ascot, combatía con Osiris.

 

eeeee
 

 

 


Había aun dos genios más, en la línea enemiga, que no se habían movido, como si esperaran algo. Latis se dirigía volando en su caballo, a donde se encontraba uno de esos dos genios, se había sorprendido al contemplar el enorme poder del genio de Nina, había pasado cerca de ellos para poder alcanzar su objetivo, y había tenido que lidiar con un escuadrón de hechiceros que volaban sobre criaturas mágicas, antes de que apareciera Ceres, y la sorpresa y conmoción que causo, hicieron que él lograra abrirse paso hasta donde sentía la presencia de su hija, dentro de un genio negro, cuya cabeza parecía la de un lobo y tenía unas marcadas formas femeninas. Se acerco lo más que pudo hasta la piedra color rubí que tenía la loba en el pecho.

 

Dentro había una joven, muy hermosa, parecía dormir, tenia unos largos cabellos negros y las curvas de una adolescente que se esta desarrollando rápidamente y promete ser una mujer deliciosa. Todo esto lo pudo observar, por que la chica estaba desnuda, dentro de esa especie de piedra.

 

Intento cruzar la piedra, pero apenas la toco, recibió una especie de descarga mágica, que lo arrojo lejos de la loba. La bella joven dentro del genio, recobro la conciencia y atrapo al caballo en una mano y a Latis en la otra.

 

Miro el caballo extasiada, siempre le había gustado pasear a caballo con su padre, sus ojos se llenaron de odio, mientras apretaba al animal hasta que este se convirtió en un rastro de luz azul en las manos del genio. Latis estaba lo suficientemente cerca, para darse cuenta, que sus ojos eran claros, idénticos a los de águila, idénticos a los de Lilandra. Al espadachín ya no le quedo ninguna duda, de que esa joven era su hija, cuando sintió la oleada de energía que provenía de ella y pudo sentir la esencia de Alina en ella.

 

El genio lo levantó a la altura de su rostro para verlo mejor.

 

- Papá.- Le dijo con una fría voz. –Papá- Repitió mientras comenzaba a estrujarlo, como había hecho con el caballo.

 

- ¡AAAAAAAAAAAAAARGGGGGGGGG!!!!.- Grito el hombre del dolor que le causaba el genio, mientras lo apretaba en su mano.

 

eeeee
 

 

 


- ¡Latis!.- Grito Lucy, mientras se llevaba una mano al pecho, algo brillaba entre ellas. Se levanto, estaba aun lado de una camilla, casi a la entrada del castillo, vendando a un herido, al que le acababa de sacar la astilla, de una espada del pecho. En la tierra, ese hombre ya estaría muerto, pero en Céfiro, ella extraía la astilla y los magos se encargaban de sanar los tejidos. Miró alrededor, sabía que la necesitaban, estaba ahí para curar, no para matar, ese había sido su argumento para no entrar a la batalla. Pero de golpe, le llego el remordimiento, de saber, que quizá si ella estuviera en la batalla, abría menos heridos, y Latis no estaría sufriendo de esa forma en ese momento.  

 

Estaba muy molesta consigo misma, por negarse a seguir a su corazón que le ordenaba luchar, por haberse querido esconder en su profesión, por que no quería ver más guerras, más sangre y no quería tener que volver a matar a nadie. Nadie podía culparla por eso, pero ella si podía recriminarse su cobardía, su falta de fe. No sabía si podría convertirse una vez más, en la legendaria guerrera del fuego, pero lo intentaría. 

 

Corrió dentro del castillo, hasta llegar al salón del trono, Paris forcejeaba con Lilandra, que se defendía como una fiera. Mientras Clef, intentaba atinar un hechizo de sueño sobre de ella.

 

- ¿Qué esta pasando?- Pregunto la pelirroja extrañada.

 

- ¡Mi hija esta dentro de ese moustro!, ¡Y VOY A IR POR ELLA.- Rugió Lilandra, dándole una patada a París, en la espinilla que hizo que la soltara. Se dirigía directamente ha la puerta, por donde Lucy, acababa de entrar. La comandante de Autosam, pensó que esta la dejaría pasar sin ningún problema, en lo cual estaba equivocada.

 

Lucy, intento derribarla, con una patada baja, pero la comandante adivino segundos antes la intención y por reflejo brinco, cayendo a la espalda de la pelirroja. La sorpresa del ataque fue tal, que se detuvo unos segundos para tomar aire, se reincorporo y estaba por seguir su camino, cuando Lucy se le puso enfrente y volvió a cerrarle el paso.

 

- ¿Qué demonios te ocurre?- Increpo a Lucy, la verdad no le interesaba saberlo, pero contó con que la pregunta la distrajera lo suficiente para que ella pudiera pasar la puerta e ir por su hija.

 

- No puedo permitir que salgas del castillo porque…- Lucy no pudo terminar la explicación, por que Lilandra, había intentado correr, esquivándola por un lado. La pelirroja se vio forzada a detenerla jalándola del largo cabello. Lilandra estaba desespera por salir del castillo y llegar hasta su hija. Por lo que la acción de Lucy, si bien inocente y sin mala intención, la enfureció. Tomo a la guerrera por el brazo, con el que había jalado su cabello, y la lanzo contra la puerta. Lucy logro girar, antes de estrellarse contra la puerta, a la cual pego con los pies, y tomo impulso para ir sobre Lilandra. La comandante, apenas si logro esquivarla, así que la pelirroja, aterrizo sobre sus dos pies, a unos metros de ella. De pronto la que había sido la mujer de Latis, entendió en su ofuscado estado, que si no vencía a la guerrera del fuego, no podría salir de la habitación. Así que la ataco con patadas y puños, a los que la doctora se defendió bastante bien, bloqueando y esquivando. Lucy se dio cuenta, de que Lilandra tenía mucha energía y tenían poco tiempo, ya que se negaba a escucharle, tendría que hacer que la escuchara.

 

- ¡Esto es estupido!, ¡Latis puede morir!- Le grito la pelirroja mientras le lanzaba un puñetazo.

 

- ¡Lo se! ¡Tu eres la que no entiendes!, ¡Mi niña esta dentro de ese genio!- Le grito Lilandra, lo cual saco de balance a la pelirroja he hizo que la comandante lograra darle una patada en el estomago que hizo que Lucy cayera a sus pies.

 

- ¡No puedes ir por ella!, ¡No tienes idea del poder del genio!, ¡Solo nos vas a estorbar!- Le grito Lucy, desde el piso, y con una barrida, hizo que Lilandra también cayera.

 

- ¡No seas tonta!, ¡Que no sabes quien soy yo!, ¡SOY LILANDRA, LA COMENDANTE EN JEFE DE LA NAVE NSX- Le dijo Lilandra, mientras se le iba encima y le detenía las manos con las suyas propias, contra el piso a la pelirroja.

 

- Si. Eres la hermana de Aguila, y la madre de la persona a quien Latis ama más que a nada en el mundo.- Le dijo Lucy, con dulzura y tristeza mezclada en su voz. Eso hizo que Lilandra al fin reaccionara y  tomara conciencia del papelón que las dos estaban haciendo.

 

- Lo lamento Lucy, pero no puedo quedarme aquí sin hacer nada.- Dijo la comandante, mientras se le quitaba de encima a la pelirroja.

 

- Lo entiendo, pero si vas afuera, las cosas podrían complicarse más.- Le dijo Lucy, reincorporándose y ayudando a levantarse también a Lilandra.

 

- Creo que te abras dado cuenta, de que puedo cuidarme sola.- Le dijo orgullosa, la hermana de Aguila.

 

La doctora lo medito un momento, si Alina fuera su hija, (Y Dios sabe, como en algún momento de su vida, ella realmente hubiera deseado serlo), tampoco podría quedarse esperando en el castillo, así que llevo las manos a su cuello y desprendió una cadena dorada de la cual pendía un medallón redondo, en cuyo centro había un espejo, tomo la cadena con una mano y le ofreció el colgante a Lilandra.

 

- Esto te protegerá y te prometo que yo haré hasta lo imposible por rescatar a tu hija y a Latis.-

 

La tregua, el pacto, que habían hecho esas dos mujeres, fue sellado, cuando Lucy le entrego a Lilandra, el medallón mágico, que a ella tantas veces en el pasado, la había protegido. Se miraron la una a la otra, tenían muchas cosas mucho más importantes en la cabeza, pero no podían dejar de sentirse satisfechas, de haber podido pelear. Había una vieja rivalidad entre ellas, por un hombre del que las dos, en algún momento se habían enamorado, pero a pesar de eso se respetaban.

 

- Fue un empate.- Dijo alegremente Lilandra.

 

- Si.- Acepto la pelirroja y también le sonrió con complicidad.

 

Vada, Clef y Paris, habían estado tan sorprendidos por le comportamiento de las dos mujeres, que no se habían atrevido a decir o hacer nada hasta ese momento.

 

- Me imagino que eso quiere decir, que es momento de liberar al espíritu del fuego.- Hablo al fin,  el Guru de Céfiro.

 

- Si.- Contesto la pelirroja.

 

- Me adelantare.- Dijo Lilandra, y salió corriendo hasta el hangar, donde su robot, la esperaba.

 

Guru Clef y Lucy, desaparecieron en un destello para aparecer, a las afueras del volcán, donde dormía Lexus, el espíritu del fuego. Igual que como paso con los otros dos genios, Guru Clef recito un conjuro extraño que convirtió a Lucy en una bola de luz roja, e hizo que el volcán hiciera erupción. La lava subió hasta la superficie al genio de Lucy que adsorbió la bola de energía roja, en la que se había convertido la doctora. El genio comenzó a brillar de nuevo, y adquirió una forma más femenina, sin perder sus rasgos de león. El rugido de una poderosa leona, se hizo escuchar por todos los confines de Céfiro y se dirigió velozmente al lugar de la batalla, dejando estelas de fuego tras ella.  

 

eeeee
 

 


 

Nina miró a su alrededor aterrada, cadáveres despedazados, heridos que pronto descansarían en el sueño eterno, criaturas que pese a sus sangrantes heridas, intentaban seguir luchado. ¿Y para que?, ganara quien ganara, el ciclo comenzaría una vez más y dentro de mil años más, las sangrientas batallas comenzarían de nuevo. ¿Qué caso tenía todo esto?

 

Miró a Ceres peleando conjuntamente con Ascot, para vencer a Osiris, aunque la diosa del agua, a veces parecía también proteger a su enemigo, quien parecía más que furioso, al darse cuenta de la unión que poseían los dos seres con los que combatía. Marina no se parecía mucho a Mirash, la primera guerrera del agua, la recordaba vagamente como una mujer fría y calculadora, muy noble, pero algo brusca en sus maneras. El espíritu de Mirash, era lo que le había ayudado a vivir a Marina, entre los hombre de Osiris.

 

Shet volvió ha atacarla, su distracción, le salió cara, pues obtuvo una herida más o menos profunda muy cerca del vientre. Se llevo la mano a la herida, tratando de aliviar el dolor. Al hacerse uno con los genios, las heridas que estos recibían también las recibían las guerreras en su cuerpo. El genio rojo volvió ha atacarla, pero esta vez fue detenido por una llamarada de fuego, proveniente de Lexus, el genio de Lucy.

 

Ella y Lilandra, combatían con el genio que se asemejaba a una loba, aun tenía a Latis en la mano, el hombre se había sofocado por la fuerza con que era estrujado y se había desmayado. Tanto el robot, como el genio, trataban de arrebatárselo de las manos, pero la niña no cedía. Lilandra trataba de hablarle, pero su hija estaba como una especie de trance que le impedía escucharla.

 

Nina intento concentrarse en su propia batalla, pero no podía apartar de la cabeza, el sufrimiento por el que todos estaban pasando. No pudo evitar recordar, las otras batallas que ya había vivido, aquella primera, en la que no había querido formar parte. Parecía que siempre había una de las guerreras que se negaba a entrar en batalla, esta vez, había sido la guerrera del viento, la única en no acudir. No la culpaba, la entendía, no la conocía mucho, pero sabía de sobra, que era una locura querer entrar en la batalla, además, una tenía que vivir para preservar el futuro, pasara lo que pasara.

 

Por lo menos, así debía de ser, pero ella estaba harta, no quería volver a despertar, mil años después para enfrentar una batalla más. No estaba segura de que su plan funcionara, no sabía las consecuencias que traería, pero después de haber peleado tantas guerras y de pasar una eternidad sola, no había mucho que perder. Se decidió al fin, y se comunico telepáticamente con Shet.

 

- Quiero hablar contigo, lejos de la batalla, en el claro donde jugábamos de niños.- 

 

- ¿Qué te hace pensar que iré?-

 

- Te conozco.- se sonrió la guerrera.

 

- Antes del anochecer, en el puente que cruza el riachuelo.- Termino por aceptar él.

eeeee
 

 

 


- ¿No estas preocupada por tus amigas?- Pregunto la Sacerdotisa Vada, a una indiferente Anais.

 

- Son adultas, saben lo que hacen.- Fue la escueta respuesta de la joven.

 

Vada, se había teletransportado hasta uno de los refugios, para tratar de convencer a la guerrera del viento, de tomar parte de la batalla. Ella se había marchado, junto con un grupo de civiles, y una pequeña guardia, hasta otra de las orillas del Bosque del Silencio, hasta el castillo que perteneciera a la armera Presea.

 

- ¿No te importa la gente que esta muriendo, toda la que morirá si Céfiro es destruido?- Trato una vez más, Vada

 

- Si, pero si como dicen, el ciclo abierto, debe ser cerrado, entonces todo esto ya esta decidido, el que yo intervenga o no intervenga, no tiene ninguna relevancia. El ciclo se terminara, puede que Céfiro sea destruido, pero volverá a surgir. ¿Oh me equivoco?-  

 

La sacerdotisa guardo silencio, asombrada de las reflexiones de la rubia, ella también lo había pensado, pero se negaba a creer que todo este tiempo su vida, sus estudios del cielo y el ser elegida para cuidar del libro sagrado, fuera todo en vano.

 

- Es tu destino.- Hizo un ultimo intento Vada

 

- Si es mi destino, no importa donde este, el me encontrara.- Sentenció la rubia, pero nunca imagino, que esto equivaldría a una especie de invocación.

 

- ¡Anais!, ¡Tienes que ayudarme!- Una llorosa Princesa Esmeralda, se apareció ante sus ojos. Le dio un vuelco el corazón, la tristeza profunda que siempre la acompañaba siendo el pilar, había vuelto a sus ojos.

 

- ¿Tu también has venido a tratar de convencerme de que entre en esta absurda guerra?- Le dijo la guerrera del viento.

 

- No, vine a suplicar tu ayuda.- Le dijo la sombra de Esmeralda, mientras millones de pequeñas lucecitas destellaban alrededor de ella.

 

- ¿Qué esta pasando?- Interrogo la Sacerdotisa.

 

- Estoy desapareciendo, la misión por la que fui despertada del sueño eterno, ha sido terminada, la guerrera de tierra se ha unido con su genio.-

 

- La guerrera del viento no puede hacer nada para que no desaparezcas, nadie puede.- Le dijo tristemente Vada.

 

- Lo se, estoy conforme con mi destino. Vine en busca de Anais, por que se que es la única, que entenderá lo que voy a pedirle.-

 

- Te escucho.- Concedió la rubia guerrera.

 

- Mi hija, salva a mi hija Anais, tal vez ella consiga lo que quiere con su muerte, pero si lo hace, su espíritu, su esencia,  se perderá en la oscuridad, en vez de ser parte del planeta.-

 

- No te entiendo.-

 

- Nina esta apunto de cometer el peor error de su vida. Lo supe cuando al despedirse de mi y de Zagato no fue capaz de mirarme a los ojos. Ella quiere terminar con todo.-

 

“Terminare con todo”…

 

Recordó de pronto Anais, haber pronunciado aquellas palabras y las circunstancias en que las había pronunciado.

 

- Se que me entiendes Anais, ¡salva a mi hija, te lo ruego! - Le dijo Esmeralda, mientras volvía al eterno sueño, desapareciendo en un millar de luces.

 

La guerrera del viento, se llevo instintivamente las manos al vientre. Sin explicar nada a nadie. Tomo uno de los caballos de los guardias, y se interno en el bosque. Vada la seguía de cerca en otro caballo, no entendía nada de lo que aquellas dos mujeres habían hablado, pero iba a averiguarlo.

eeeee
 

 

 


Estaba atardeciendo, la luz dorada del sol, había logrado filtrarse por los espesos nubarrones. En ese claro del bosque, la batalla, la sangre, los heridos y los muertos, quedaban lejos, casi parecían irreales. La joven de cabellos rosados, estaba parada a la mitad del puente, esperaba pacientemente, él vendría, lo sabía, ese lugar, era su refugió, como una tregua establecida, años atrás, cuando los dos eran niños.

 

- ¿Me esperas, guerrera de tierra?- Escucho una ronca y masculina voz, dirigirse a ella.

 

- Este lugar no ha cambiado gran cosa.- Le dijo ella, con voz tranquila.

 

Shet la miró, recargada sobre la baranda del puente, mirando fijamente el agua que pasaba bajos sus pies, y con algunos pocos rayos de sol, iluminando su figura, parecía un hada, de esas que el tanto había perseguido en su niñez.

 

Era una broma cruel, que ellos dos se conocieran siendo niños, los dos eran mensajeros, destinados ha arrasar el planeta, para que el nuevo ciclo pudiera surgir, ninguno de los dos, había elegido, ser lo que eran. El era descendiente de aquella raza que creara el dios que había intentado apoderarse de Céfiro hace mucho más de mil años atrás.

 

Había nacido en mundo místico pero su abuelo lo había raptado del lado de sus padres, cuando apenas era un recién nacido y lo había traído a Céfiro utilizando el portal que Esmeralda abriera, diez años atrás para regresar a las guerreras mágicas. Todos esos años, lo había entrenado para que asumiera su “destino”, siempre solo en el bosque, con la única compañía de su a veces cariñoso pero siempre estricto abuelo.

 

Nina por otro lado, había nacido en Céfiro, cuando Nicona abandono su piel como si fuera una mariposa. Entonces Esmeralda y Zagato había despertado con las instrucciones de la diosa en sus conciencias y se llevaron a la bebe, a esa especie de limbo en medio de la nada, en el que podían vivir como una familia. Desde ahí Esmeralda y Zagato podían proyectar sus sombras al mundo de Céfiro, pero la única que realmente podía ir ahí, era Nina, a quien por cierto le encantaba pasear por los bosques. Fue así como los dos se habían conocido, la niña se había perdido en la profundidad del bosque, encontrando a Shet, que escapaba del enojo de su abuelo.

 

Esmeralda había adivinado de inmediato quien era él, pero al principio no se opuso ha que jugaran juntos, a pesar de su descontento, amaba demasiado a su hija adoptiva, como para contrariarla, entendía lo mucho que la pequeña ya había pasado en sus otras vidas como para negarle esa pequeña felicidad, pero siempre estaba pendiente y recelosa de que aquel niño de cabellos negros, quisiera dañarla. Las cosas cambiaron cuando estaban cerca de cumplir ocho años, la princesa les prohibió seguirse frecuentando, sabía que todo comenzaría pronto.

 

Y ahí estaban, parados uno frente al otro, teniendo el cuerpo de un par de adolescentes, cuando unas cuantas semanas atrás aun eran un par de chiquillos que jugaban en el bosque.

 

El espíritu maligno que su abuelo había despertado en él, le ordenaba matarla, pero no podía hacerlo, sentía ternura por esa niña que ahora tenía el cuerpo de una jovencita, sentía ganas de abrazarla y de protegerla, al sentir tan cerca, la tristeza profunda que de ella emanaba.

 

- ¿Por qué quería que nos viéramos aquí?- Pregunto él, acercándose hasta ella y por ende, termino parado en medio del puente.

 

Nina le sonrió con ternura.

 

- Quería decirte algo que nunca te dije. Te quiero mucho.- Le dijo la jovencita, mirándolo fijamente con sus puros ojos azules. El se quedó estático al escuchar las palabras.

 

La joven se acerco a él, y le planto un suave beso sobre los labios, el abrió enormemente los ojos.

 

- ¿Por que?- Pregunto Shet, mientras caía sobre la madera del puente.

 

- Perdóname, era la única manera de parar todo esto.- Le dijo ella con lágrimas en los ojos, mientras que con la misma daga que lo había herido, se atravesaba el pecho y caía también sobre la madera del puente. Sus sangres se mezclaron y tiñeron de rojo las cristalinas aguas, que pasaban debajo del puente.

 

- ¡¡¡¡NOOOOO!!!!!.- Grito una rubia guerrera, que se dirigía hasta ellos a todo galope, seguida de una curiosa sacerdotisa. .

 

Pero ya era muy tarde.

 

C O N T I N U A R A…

 

 

 

Notas de Autora:

 

Esta escena del asesinato-suicidio, es más que nada un capricho. Hace unos años, en vacaciones de verano, pasaban películas de anime japonés en las mañanas. En una de esas, vi esta escena, nunca he vuelto a ver ese anime, pero tengo muy presente el recuerdo de esta escena y quería incluirla por lo mucho que me impacto.

 

Recuerdo que en esa película, todos mueren al final y se convierten en algo así como en pájaros de luz. ¿Pasara eso con Céfiro?

 

Las cosas están bastante complicadas.

 

Nos vemos en el siguiente capitulo ;).

 

Su amiga

Anais

alix2cool@hotmail.com