LOS HEROES SON RECORDADOS PERO...
LUZ DE CÉFIRO
Hay ángeles que
están destinados
a volar hacia abajo dentro de la oscura niebla.
Frecuentemente, son atrapados allí
y por un tiempo, pierden sus alas
y están perdidos…
a veces por casi toda su existencia.
Realmente no importa, aún son ángeles
los ángeles nunca mueren.
Ellos saben que la niebla se irá un día
al menos por un momento
Y saben que serán reclamados entonces, al fin,
por un cielo dorado.
-El Centinela
Azul, autor desconocido.-
Cuando comenzó a oscurecer, y se
encontraba lejos de casa, la idea de huir, ya no le parecía tan buena. ¿En que
diablos estaba pensando cuando escapo por la ventana?, la noche pronto caería y
no había comido nada en todo el día.
Al fin se había vuelto loca, ya había
dudado bastante de su estado mental después de aquél horrible accidente, ahora no le quedaba ninguna duda, ¿Por qué
había seguido ese entupido impulso de escapar por la ventana?, nunca había
actuado por impulsos, pero esta vez, la profunda tristeza y la desesperación
habían nublado su razonamiento, y ahí estaba: sola, muy lejos de casa y de
cualquier persona que pudiera confortarla. Tenía dinero, debería llamar a su
hermana y pedirle que fuera por ella. Camino a la caseta telefónica y marco el
número de su casa, dejo que timbrara dos veces y colgó. ¿Qué culpa tenía su
hermana de las estupideces que ella hacia?, ¿Qué cambiaria si regresaba a
casa?, las pesadillas seguirían ahí, y no se sentía capaz de hablar con nadie,
sobre las visiones que tenía, acerca de otro mundo, la mandarían con el
psiquiatra de inmediato, Lulú, ya lo había intentado desde lo del accidente,
quizás debió de haber aceptado, y no estaría ahora, en una calle desconocida,
encerrada en una caseta telefónica.
La realidad la golpeo de pronto, estaba
sola, tenia frió y hambre, oscurecía y estaba en uno de los peores rumbos
posibles, a juzgar por la suciedad de las calles y los graffiti en las paredes.
Corrió hasta dar con calles más transitadas y bajo la velocidad de sus pasos,
estaba tan confundida, se culpaba de todo, de sus tonterías, de sus niñerías,
de su desequilibrada mente y sobre todo, del accidente.
No era una chica fuerte, nunca que pudiera
recordar, lo había sido. Siempre había sido protegida por sus padres, lo único
que quería en la vida, era enorgullecerlos. Ahora no estaban y su vida giraba
sin control. ¿Por qué había sobrevivido?, ¿Por qué solo ella?, ella debía de
estar muerta también. Muerta.
Comenzó a llorar, desesperadamente,
acababa de entender lo mucho que deseaba haber fallecido también con sus
padres. Levanto la vista con una mirada perturbada y contemplo una enorme
construcción hecha de metal, acababa de encontrar la solución de sus problemas,
específicamente, para el dolor que le carcomía por dentro.
Entro corriendo a la torre de Tokyo, estaban a punto de cerrar y no llamo la atención del
guardia, puesto que pensó que era una de esas compradoras que olvidan algo y
regresan a la última hora. Tomo el ascensor hasta el ultimo piso, el lugar
estaba casi desierto, era tarde y no era temporada de turistas, se lanzo contra
los cristales de mirador, haciéndose varias heridas y lanzándose al vació.
- Terminare
con todo.- Se dijo así misma, con cierta amarga satisfacción, mientras cerraba
los ojos, y caía.
Bajo del caballo y corrió lo más deprisa
que pudo hasta el puente. Encontró los cuerpos de los dos adolescentes y
contemplo con horror las aguas teñidas de rojo que corrían debajo de ellos. Se
agacho junto a la jovencita de cabellos rosados, tenía un puñal alojado en su
pecho, tan certeramente que había desgarrado su corazón. Vada
la alcanzo llego tan solo unos segundos detrás de ella, miró al que se suponía
era el causante de la desgracia de Céfiro, respiraba con dificultad, tenía una
profunda herida en la espalda que perforaba sus pulmones, moriría en pocos
segundos, ese era el plan de la guerrera de tierra, terminar con los que habían
iniciado el ciclo de nuevo.
Anais miraba horrorizada a la niña
que tenía frente de ella, y recordó la niña que ella había sido, la misma que
había intentado quitarse la vida, arrojándose de la torre de Tokio. Había
despertado en un hospital, un día después de su intento de suicidio, tenía
cortes por todo el cuerpo, algunos profundos, otros no, fue cuando toco fondo.
No tenía cara de ver a su hermana, así que cuando le preguntaron quien era en
el hospital, por que no traía identificación, dio el primer nombre que se vino
a su mente:
- “Aura Wind”.-
Salió unos cuantos días después, nadie la
había visto lanzarse contra los cristales, nadie la había visto caer por lo
tarde que era, y ella no entendía como podía estar viva. Lo que le dijeron en
el hospital es que la habían encontrado en una calle cercana a la torre de
Tokio sangrando, así que supusieron que había sido victima de un asalto.
Se dirigió ha Osaka, al aeropuerto
internacional de Kansai, donde había salido el avión
que la llevaría a Europa, el ultimo lugar donde estuvo con sus padres, vago un
rato, pensando en todo lo que había pasado aquel día, en todo lo que había
pasado desde entonces, y decidió, que no podía seguir así, que necesitaba
comenzar de nuevo, hacer una nueva vida.
Regreso a Osaka y comenzó a trabajar en
una cafetería, el siguiente año, se matriculo en la Universidad de Kansai y se las arreglo para obtener una beca, el resto fue
sencillo, hizo unos pocos buenos amigos, pero no intimo con ninguno de ellos,
hasta que comenzó a frecuentar a Shon, en la revista.
Pero la niña frente a ella, no tendría la
oportunidad que ella tuvo, el alma de esa niña que tenía entre sus brazos, no
volvería, por haberse quitado la vida.
La irregular respiración de Shet, paro de escuchase, intento jalar aire con todas sus
fuerzas, pero su dañado pulmón no lo permitió y su corazón dejo de latir. Un
espectro oscuro salió del cuerpo del muchacho y desapareció frente a los ojos
aterrados de la sacerdotisa.
La oscuridad cubrió el planeta en
segundos, los volcanes rugieron como nunca y comenzaron a vomitar lava, el mar
rompió los límites de la playa, las mareas enfurecieron e inundaron con enormes
olas, grandes extensiones de tierra, el cielo se partió con rayos que caían
directamente a la tierra, reduciendo los enormes y hermosos árboles que
poblaban el planeta a cenizas, los cefirianos que estaban
en los refugios contemplaron con horror, varios huracanes que devastaban las
aldeas que habían habitado, mientras la
tierra bajo sus pies se partía, provocando terremotos y temblores por todo el
planeta. Nina había terminado el ciclo,
pero también había roto el equilibrio natural del planeta, su error había sido
pensar, que tenía derecho a decidir sobre la vida y la muerte. Céfiro, con su
ciclo vital roto, volvería a la nada, de donde su creadora lo había sacado.
Vada cayó de rodilla, entendiendo la
magnitud del desastre que esos dos jóvenes habían desatado. Anais
había estado intentando curar la herida de Nina.
- Basta Anais,
tus poderes de guerrera mágica no pueden traer de vuelta a un muerto. Todo esta
perdido, Céfiro desaparecerá y tu volverás a tu mundo, ¡Eso es lo que querías!
¿No?- Le grito sollozando la sacerdotisa.
- ¡NO!, ¡Lo que yo quiero es que tomen la
responsabilidad sobre su planeta!, ¿Cuántas niñas más alimentaran a Céfiro?,
¿Cuántas vidas más destrozara para que pueda seguir existiendo?,¡Ya tomo la de
Nina, la de este muchacho, la de Esmeralda,
la de Marina, la de Lucy, la mía!, ¿Cuántas más?, ¿Cuántas?.- Anais se aferraba al cuerpo
inerte de la niña de cabellos rosados, le dolía en el alma lo que pasaba con
Céfiro, lo que había pasado con esos adolescentes, lo que aun sufrirían sus
propias amigas y lo que ella misma ya estaba sufriendo. La misma determinación
que se había formado en la cabeza de la guerrera de tierra se formo ahora en la
del viento.
- Es tiempo de terminar con este absurdo
ciclo.- Sentenció mientras el aura verde que tantas veces la había protegido,
brillo con fuerza a su alrededor y la enorme sombra de un pájaro, apareció
detrás de ella.
- No obtendrás mi ayuda para tu propósito,
guerrera mágica.- Le hablo Windam con seriedad.
- Pero tiene la mía.- Dijo la sacerdotisa
decidida y comenzó a recitar aquel extraño conjuro que unía a la guerrera con
el genio. Unas blancas alas, nacieron de en la espalda de la guerrera y un
remolino color verde la envolvió. El remolino creció, hasta tener la misma
altura de una montaña, cuando se disipo, la figura marcadamente femenina, del
genio del viento, se hizo presente. Abrió su pico, y lanzo una especie de dulce
canto al aire, mientras extendía sus alas para volar.
La batalla no se había detenido, a pesar
de que todos habían podido sentir, el extraño cambió en la atmósfera del
planeta. A pesar de que todos sintieron frió y desolación en sus corazones, no
dejaron de pelear. No entendieron, que la suerte del planeta ya estaba echada
con batalla o sin ella. Los enormes
genios, oscuros se habían detenido en seco.
Una maltrecha bestia sagrada, era
protegida por Ceres, cuando el genio con el que combatía se quedo parado, con
la espada levantada. La experimentada guerrera del agua, se movió con cautela,
podría se una trampa. Poco a poco, abandono la posición defensiva, hasta darse
cuenta de que el genio seguía sin moverse. Se decidió a atacarlo y le dio un
fuerte golpe en la espalda que lo derrumbo, cimbrado la tierra a su alrededor.
- ¡Pero que demonios!- Exclamo Marina al
verlo caer.
Otro tanto paso con el genio que combatía
con Lilandra y Lucy. Alina las había estado
prácticamente apaleando, por que ninguna de las dos quería hacerle daño, ni a Latis, ni a la pequeña. El enorme genio con figura de
loba, estaba apunto de lanzarle otro de
sus devastadores ataques, con una bola de energía azulosa que salía de su
hocico cuando la energía se disipo y se quedo paralizado. Lilandra
le hizo señales a Lucy para que no bajara la guardia, mientras ella se acercaba
a ver que pasaba, no era la comandante por nada, y sabía que eso bien podía ser
una maniobra de distracción.
El genio abrió la mano, soltando al fin a
su presa. Latis, cayo al vació, la guerrera del
fuego, espero unos segundos, a que Lilandra lo
rescatara pero esta, no se movió, siguió examinando al genio. Lucy no lo pensó
más, y extendió la mano de su genio, para tratar del alcanzar al espadachín, se
sorprendió bastante, cuando vio al caballo de Latis
aparecer de la nada y rescatar a su dueño. “Lilandra sabía que, él estaría bien”, pensó para si
misma, mientras observaba consternada, que en la brusquedad de su movimiento,
le había pegado al genio que estaba inmóvil y este se había precipitado a la
tierra. Tras un leve resplandor, el genio desapareció, dejando tras de si, una
niña y un cachorro de lobo.
- ¡Alina!- Grito Lilandra
y bajo en una pequeña cápsula, de la cabeza de su robot, mientras el caballo de
Latis, se precipitaba como una centella a la tierra.
La pelirroja, también bajo del genio para ver si la niña se encontraba bien. La
niña abrió los ojos, y extendió los brazos a los dos adultos frente a ella,
quienes la abrazaron con fuerza. Alina no podía encontrarse mejor, que entre
los amorosos brazos de sus padres.
Un dulce sonido, invadió su ser, era un
canto reconfortante, Lucy, se volvió para buscar de donde provenía. Fue grande
su sorpresa, al ver aterrizar, en medio del campo de batalla, el genio que
reconoció como Windam, pero con marcadas formas
femeninas.
- ¡Anais!- Grito
y se apresuro a volver a su genio, para llegar hasta la que fuera su amiga, en
la adolescencia, Marina hizo algo similar, después de asegurarse que tanto Ascot como Osiris, estaban bien.
Tras la aparición del genio, la batalla al fin se había detenido. Cuando los
tres genios estuvieron juntos, una especie de resonancia, comenzó a inundar el
planeta. La resonancia entre los tres grandes gigantes, fue respondida por el
genio de tierra, que también apareció en el centro del campo de batalla.
- ¿Qué esta ocurriendo?- Pregunto,
preocupada la guerrera de agua.
- Céfiro esta muriendo.- Aclaro la rubia
- ¿Qué?-
- Su ciclo vital fue roto, cuando Nina
termino con su vida y con la de Shet.-
- ¡No puede ser!- Exclamo la guerrera
pelirroja, su rostro se contrajo en una mueca de horror.- ¡No lo permitiré!-
Dijo la guerrera pelirroja.
- Lucy, esto no esta en tus manos. No
podemos hacer nada, somos guerreras mágicas, no diosas.-
- ¿Entonces que sugieres Anais?, ¿que esperemos pacientemente a que Céfiro y sus
habitantes sean destruidos?- Le grito Marina, venenosamente.
- No, no lo sé… Debe hacer otra forma.-
- ¡Pelearemos!- Grito Lucy segura.
- ¿Contra que?, ¿Contra la nada?- La corto
la rubia.
- ¡Contra el enemigo!, ¡Pelearemos y lo venceremos!-
Volvió la pelirroja a decir con seguridad, la verdad es que la rubia la estaba
exasperando, ella no podía darse por vencida, no quería creer que no podía
hacer nada para salvar el mundo que hace años la Princesa Esmeralda le había
encomendado.
- ¡Mira a tu alrededor Lucy!, ¿Qué nos ha
traído pelear?- Esta vez fue la rubia, la que grito. Lucy y Marina,
contemplaron la devastación a su alrededor, al mismo tiempo que veían como los
limites de Céfiro iban desapareciendo.
- ¡Si tu hubieras peleado con nosotras,
Nina no habría echo esa estupidez!- Grito la peliazul
cuyos nervios habían terminado de crisparse. Ceres ataco a Windam
con una corriente de agua.
- ¡Que diablos te pasa!- Intercepto Rayeart el ataque, y lo evaporo.
- ¡No te metas en esto doctora!, ¡Esa
cobarde no se merece que la protejas!- Intento librarse una vez más del genio
rojo.
- ¡Tú tampoco querías pelear!-
Lucy pensó que había interceptado el
ataque, una vez más, pero se equivoco, la gran maza de agua, le pegó de lleno a
Windam lanzándola varios metros atrás.
- ¡Huracán verde!- Fue la respuesta del
genio verde para con el azul.
Los tres genios que se supone debían velar
por el bienestar del planeta, se enfrascaron entonces en una pelea sin sentido,
uno contra otro, mientras el planeta se caía en pedazos. La batalla duro varios
minutos, los cefirianos, en especial aquellos que
había conocido a las guerreras mágicas, no podían creer lo que estaba
ocurriendo.
-¡Basta!- Gritaron lo que observaban desde
el castillo, mientras todas las esperanzas que habían puesto en las guerreras
mágicas se rompían.
- ¡Basta!- Las peleas a su alrededor
habían parados, para contemplar horrorizados las batallas de los genios.
- ¡Basta!- Se extendió el murmullo por el
planeta entero, uniendo la voluntad de todos los cefirianos.
Las guerreras mágicas, al igual que les
había pasado a los genios oscuros, se detuvieron en seco.
- ¿Qué esta pasando?- Pregunto Lucy,
preocupada.
- Los cefirianos,
han unido su voluntad para terminar nuestra pelea. Veamos si logran, rescatar a
su planeta.- Les explico la guerrera del viento a sus compañeras.
- ¿Me provocaste para esto?, ¿Cómo sabías
que funcionaría?- Dijo indignada la guerrera del agua.
- No se si funcionará.- Le dijo
tristemente la guerrera del viento.
Las guerreras, desde la altura de los
genios, pudieron distinguir, el resplandor luminoso, que se acercaba cada vez,
más deprisa ha donde ellas se encontraban. Mientras más se acercaba el
resplandor, pudieron darse cuenta, de que eran las almas de los cefirianos que abandonaban sus cuerpos. El genio de Anais, de nuevo estaba cantando, y parecía ser eso, lo que
atraía todas esas luces, todas esas almas.
Marina,
Lucy y Anais, también fueron atraídas por la melodía,
y pudieron sentir claramente como sus almas abandonaban sus cuerpos y entraban
a un espacio oscuro, donde solamente había una luz al final, a donde parecían dirigirse todas las almas y de donde provenía aquel
canto, que las atraía.
- Guerreras Mágicas.- Las llamo, una dulce
voz femenina, proveniente de aquél resplandor a donde todas las almas se
precipitaban.
- ¿Qué cosa eres tu?- Interrogo Marina,
con dureza.
- La Diosa, el alma de Céfiro, mis
pequeñas, ¿me han olvidado ya?-
- No somos las mismas guerreras que tu creaste.- Le dijo Anais con
firmeza.
- Lo se, pero aun llevan en ustedes, la
esencia de Aura, Mirahs y Elia.-
- ¿Dónde esta Nina?- Pregunto de pronto la
pelirroja, recordando a la más pequeñas de las guerreras.
- Me temo que su alma, será adsorbida por
la oscuridad.-
- No puedes permitir eso, ella solo quería
proteger su mundo.-
- Lo se, pero tomo una decisión equivocada
y ahora su alma vagara en la oscuridad.-
- ¡No lo permitiré!- Grito una impulsiva
Lucy, dispuesta a pelear, aun desnuda y sin armas.
- Tranquila Lucy, no puedes ganarle a la
vida misma, o a la muerte.- Le dijo Anais.
- Sabías palabras guerrera del viento.-
Hablo la diosa.
- ¿Qué quieren decir?, ¿Qué Nina esta
perdida?, ¿Qué Céfiro debe ser destruido?, ¿Qué debemos dejar de pelear?- Increpo
la peliazul.
- No Marina, que debes escoger tus
batallas y dejar que la vida fluya.- Hablo la guerrera del viento, recordando
algo que alguna vez, un buen amigo le había aconsejado.
- Ustedes que vienen del mundo creado por
mi hermano, un mundo que ha olvidado a su creador, y piensan que son dueños de
todo, de la tierra que habitan, del aire que respiran, de la vida y la muerte,
han olvidado lo que él, les enseño y su mundo no tardara mucho, en atraer su
propias destrucción, al igual que ocurrió con Céfiro.-
- ¡No puedo creer que digas eso!, ¡Fue tu
hermano el que intento conquistar Céfiro!, ¡El causante de la destrucción del
planeta y de comenzar ese absurdo ciclo!- Dijo Lucy, desesperada.
- Las cosas no son siempre como te las
enseñan guerrera mágica, mi hermano, me ayudo a crear el ciclo, para que Céfiro
pudiera existir, fueron los cefirianos, con sus
acciones quienes lo complicaron todo.-
- No entiendo. ¿De que hablas?- Pregunto
la guerrera de agua, la del viento, permanecía callada, escuchando y tratando
de asimilar lo que la diosa les decía.
- Piensa en tu mundo, miles mueren todos
los días, para que otros puedan nacer, esto debe ocurrir para que el planeta
viva. En Céfiro no ocurre igual, todo lo
que hay en el, puede ser tan eterno como quiera serlo, por lo que no pueden
nacer nuevas especies, nuevas personas. El ciclo, regula el equilibrio y
permite que el planeta se renueve.-
- ¿Entonces por que creaste a las
guerreras mágicas?- Cuestiono Lucy.
- Yo no cree a las “Guerreras Mágicas”,
cree cuatro espíritus protectores, para vigilar la renovación del ciclo, la
gente de céfiro, utilizo a esos espíritus para protegerse del ciclo, cuando lo
considero una amenaza.-
- ¿Por qué no los detuviste?- Esta vez fue
Anais la que pregunto
- Son libres Anais,
cada persona, cada pueblo, debe tomar sus propias decisiones y debe aceptar las
consecuencias de esas decisiones, si no, serían niños para siempre. Creo que
eso, tú lo sabes bien.- Le dijo la diosa, dulcemente.
- ¿Entonces Céfiro volverá a la nada?-
Pregunto Lucy, angustiada.
- Eso depende de la voluntad de los cefirianos.- Le dijo la diosa, y la luz, comenzó a
desaparecer y las guerreras fueron adsorbidas por la oscuridad.
Abrió los ojos, lo primero que pudo notar,
fue la luz del sol, la luz de Céfiro, penetrar entre las ramas de los árboles,
se levanto trabajosamente, y escucho el relinchido de un caballo. El Rey se
bajo del caballo y rápidamente se arrodillo junto a ella.
-
¿Te encuentras bien?-
- Si.- Respondió.
- Las hemos buscado por días, desde que la
batalla terminara.-
Otros dos caballos al galope, Latis se apeo rápidamente y corrió al lado de Lucy, que
despertaba con una sonrisa, se abrazaron serenamente. Ascot
fue el ultimo en llegar, pero su encuentro con Marina, fue el más conmovedor.
Ella había recobrado el sentido unos segundos antes, y estaba sentada en el
prado, aun sin decidirse a levantarse, le extendió los brazos, con una dulce
sonrisa en los labios y los dos
entendieron, que se amaban, que el pasado de ambos era doloroso, pero tenían
toda una vida por delante juntos. El corrió ha abrazarla y sin vergüenza
alguna, dejo escapar de sus ojos, dos gruesas lagrimas de felicidad, por
tenerla al fin, entre sus brazos.
- ¿Qué ocurrió?- Le pregunto Anais al rey, confundida, mientras él, le ayudaba a
levantarse.
- No lo sabemos muy bien, pero creo que
las voluntades que el canto de Windam logro unificar,
restablecieron el planeta. Clef esta algo
intranquilo, siente que algo ha cambiado, pero no siente ningún peligro, para
Céfiro.
Ahora, el clima no es igual en todas
partes, y las capacidades para utilizar la magia, se han reducido
considerablemente, pero creo que eso, esta bien.- Le
dijo aquel hombre, dedicándole una confiada sonrisa, que la volvía loca cuando
era adolescente.
- Vamos, todos las están esperando en el
castillo, nos tenían algo preocupados.- Hablo Latis,
mientras ayudaba a Lucy, a subir al caballo.
De vuelta al castillo, por el bosque, las
guerreras mágicas, fueron sorprendidas por los truenos que anunciaban la lluvia
primaveral, por la que fueron alcanzadas antes de llegar al casillo. No era
obra de ninguno de los cefirianos, simplemente llovía
para que las plantas crecieran, sin la ayuda de la magia, ni de la energía
vital, de ningún pilar.
Cuando llegaron, había una gran fiesta en
el castillo y podría decirse que en todo Céfiro. Así nació la fiesta de la
abundancia, que comenzó a celebrarse cada primavera, para agradecer a la diosa,
la nueva oportunidad con la que habían sido bendecidos. Todos bailaban, reían y
bebían.
Una niña, vestida sencillamente con una
túnica cefiriana, corrió entre la multitud, hasta
donde los recién llegados bajaban de los caballos.
- ¡Papa!- Grito Alina, con toda la fuerza
de sus siete años y se abrazo a él. Latis, alzo a su
hija, a pesar de que ya no era tan pequeña y de que Lilandra,
le había dicho que la malcriaría si la seguía consintiendo tanto, a pesar de
que ninguno de los dos, podía evitarlo, después de sentir el terror de
perderla. La niña miro por sobre el hombro de su papa y le saco la lengua, a la
mujer pelirroja detrás del él. Lucy, como si fuera un espejo, repitió la mueca,
sorprendiendo a la pequeña y haciendo que se riera, al igual que ella.
- Me alegra que estés bien.- Lilandra, había seguido a su hija, hasta los recién
llegados y le extendía la mano a Lucy, en señal de amistad.
- A mi también me alegra, que todos estén
bien.- Le sonrió la pelirroja y tomo la mano que Lilandra
le ofrecía.
- ¡Vamos!, no se queden ahí como estatuas.
¡Vamos a bailar!- Grito Caldina, apareciendo de la
nada, seguida de Myra que le extendió los brazos a
Lucy para que la cargara, y de Cori, que arrastro a
Marina y Ascot para que bailaran con ella.
- ¿Tu eres la novia de Ascot?-
Le pregunto la niña a Marina.
- No.- Dijo la guerrea tajantemente. Dos
pares de ojos, unos castaños y los otros azules se
clavaron en ella. Mariana soltó una risa traviesa, antes de agregar. – Soy su
esposa.- Aunque tal termino no existiera en Céfiro, la niña y Ascot, lo entendieron y el no tardo en besarla, a pesar de
la mirada asqueada de Cori.
- No pongas esa cara, te lo advertí.- Se
rió Kalid, de buena gana, al ver la expresión de Osiris, quien también contemplaba a la pareja.
- No se de que me hablas.- Trato de no
darse por enterado, el guerrero.
- La olvidaras, no te preocupes, el tiempo
sana todas las heridas.- Y el hermano mayor de Guru Clef, miro a la feliz pareja, con algo de envidia.
- ¿Así que también te has interesado por
la bella guerrera del agua hermano?- Fue esta vez el turno de Clef, de reírse, al ver sonrojar a su hermano, a pesar de
sus cientos de años y de todas las mujeres que había conquistado siendo más
joven.
- ¿En realidad nunca te atrajo?- Pregunto
ya un relajado Kalid.
- Quizás…- Fue la misteriosa respuesta del mago.
- Quizás…, tu mujer se interese también
por saberlo, ¿no hermanito?- Vada, llego justo a
tiempo, para avergonzar al menor de sus hermanos.
- Dejémonos de tonterías y disfrutemos
también de la fiesta.- Termino Clef, para escaparse
de sus hermanos, estaba contento, ahora
que Kalid y Vada no tenían
la obligación de esconderse, para mantener el ciclo, podían ayudarlo con sus
obligaciones y el tendría más tiempo para estar con su familia. También estaba
sorprendido de tener un sobrino, el chico era listo, tenía algunos defectos de
carácter, pero el estaba seguro que tenía cualidades para la magia, y estaba
dispuesto a entrenarlo, quien sabe, podría convertirse en el próximo Guru.
Maat, que no tenía idea de los
planes, que su tío, hacia con él, contemplaba a la bella guerrera del viento,
de la que se había enamorado. No se atrevió a acercarse, no sabía que decirle.
Ahora conocía la historia, que había entre ella y el rey, y estaba seguro, de
que definitivamente en ningún lugar, encajaba él. Suspiro y escucho un suspiro
idéntico al suyo, venir exactamente, de un lado de él. Era una chica rubia, que
al notar que el la había escuchado, se sonrojo fuertemente.
- Mi nombre es Maat.-
Se presento él.
- Soy Tueris.-
Dijo ella y le sonrió.
Anais se escabullo por un corredor,
la verdad es que tanto tiempo de huir de las persona para que no le hicieran
preguntas incomodas acerca de su pasado, o de sus insistentes compañeras que
preguntaban por su relación con Shon, la hacían
escapar naturalmente del bullicio, aunque también, estaba contenta por todos.
- ¿Ya has tomado una decisión?- Escucho
una voz de mujer, provenir, de una habitación, no muy lejana de donde se
encontraba.
- Yo…- Comenzó el Rey.
- Iris, ¿Podríamos hablar un momento?-
Interrumpió la rubia, a un sorprendido París y a una aun más sorprendida, Iris.
- Creó que la ultima vez, dejaste bastante
claro, que tu y yo, no teníamos nada de que hablar.- Le dijo altivamente la
castaña.
- París, ¿Podrías dejarnos solas, por
favor?- Le pidió al soberano, en vista de que, de Iris no recibiría apoyo.
Paris miró confundido a las dos mujeres y decidió que era mejor salir de la
habitación.
- Quiero disculparme, por todas las
tonterías que te dije aquél día. Yo también estaba muy confundida.- Hablo con
tranquilidad la guerrera del viento.
- Disculparte, no cambiara lo que paso.-
Le contesto la mujer frente a ella, una mujer a la que había herido mucho.
- Si, lo sé. Yo viviré con el peso de mis
decisiones. Pero si tú dejas que alguien como yo, te amargue y no eres capaz de
olvidar, nunca serás digna de la felicidad que deseas.-
- No te entiendo Anais,
primero intentas quitarme lo que más amo y ahora vienes aquí a disculparte.-
- Cometí muchos errores y te lastime con
ellos, como a muchas otras personas a las que quiero. Yo tendré que vivir con
eso. Pero hace muchos años, tú me considerabas una amiga, y en el nombre de esa amistad, estoy aquí hoy,
para pedirte una cosa.-
- ¿Qué te deje el camino libre?-
- No, que perdones y olvides.- Fue la
respuesta de la rubia.
Sus miradas, se cruzaron en un
entendimiento mutuo, la guerrera se dispuso a salir de la habitación. Cuando
Iris volvió a preguntar:
- ¿Lo amas?-
París había regresado, y se disponía a
entrar, cuando escucho la última pregunta y aunque sabía que no debía, espero a
escuchar la respuesta.
- Si, él es… el amor de mi vida.-
Y París, pudo ver perfectamente la extraña
mirada llena de luz que había en los verdes ojos de Anais,
mientras pronunciaba aquellas palabras, y se llevaba una mano suavemente, sobre
el vientre.
Un par de meses después, las princesas de Ziceta, y la emperatriz de Faharén
vuelven para estar presentes, en la
ceremonia de unión. El castillo resplandece, y el pueblo de Céfiro, esta
feliz, pronto tendrán una nueva reina.
Aparece por uno de los
corredores, vestida de blanco, con un hermoso vestido que realza su delgada
figura, y sube a la barcaza, decorada bellamente con flores blancas, ayudada
por el Rey. Llegan al islote, donde ya los esperan, los invitados de honor: Lilandra la comandante de Autosam,
la emperatriz Aska de Faharen
y la dos Reinas de Ziceta.
Están también ahí Ascot y Marina, ataviados con ropajes de la nobleza de
Céfiro, para renovar sus votos. El vestido de Marina, es bastante suelto, y se
murmura que esconde bajo de las telas, un vientre redondeado, que crece día con
día.
La ceremonia comienza, Paris
deposita la flor en el altar, bajo la mirada atenta de Guru
Clef, que funge como testigo, la reina hace lo mismo,
las flores brillan, y el pueblo vitorea a los soberanos.
-¡Larga vida, al rey y la
reina!-
¿ F I N ?
Notas de Autora: |
Si te ha gustado el final, no te
recomiendo que leas el epilogo, je!,
no creo que te guste, lo que ahí encontraras, pero, como tu gustes, espero no
recibir, demasiadas cartas bomba :P.
Su amiga
Anais