VII

El Principio del Fin

 

 

Si un niño te pregunta por que el sol viene y se va,

Dile que es por que en este mundo no hay luz

Solo oscuridad...

 

 

 

PARTE I

“NIÑOS”

 

 

- Juguemos a que tu eras una bruja y yo un espadachín que tenía que matarte para rescatar a una princesa.- Dijo un chiquillo de cabellos morados cortos y de ojos castaños. Su vestimenta era típicamente cefiriana, consistía en unas botas adornadas con una joya morada, pantalones flojos blancos y una camisa también blanca adornada con motivos dorados y una piedra morada en el centro.

 

- ¡Yo no quiero jugar a eso!, ¡no quiero ser una bruja!.- Dice la chiquilla algo enfadada, sus ojos son color miel y tiene un sedoso cabello negro lacio que le llega a los hombros, sus ropas son evidentemente de Autosam, usa un vestido amarillo pálido que le llega un poco arriba de las rodillas, con calcetas blancas y unas extrañas botitas blancas, ceñida a su cabeza porta esa diadema extraña con un cristal circular, tan común en Autosam

 

- Tienes que hacer lo que yo te diga.-

 

- ¿Por qué?.-

 

- Por que soy mayor que tu :P.-

 

- Eso no es cierto, apenas debes tener mi edad.-

 

- ¿Cuántos años tienes?.-

 

- Tengo siete años, y muy pronto cumpliré ocho.-

 

- Eres una bebe, yo tengo nueve años.-

 

- Pues pareces de seis.-

 

- Eso es por que tu “bruja” me hechizaste y para volver a mi tamaño normal, tendré que matarte.-

 

- ¡Ya te dije que no quiero jugar a eso!.-

 

- ¡Prepárate para tu fin hechicera!.- El niño utiliza una especie de vara larga como espada.

 

- ¡¡¡¡BASTA!!!.- Grita la niña mientras huye del niño, esto lo sorprende y lo hace perder el control de sus movimientos, como resultado golpea a la chiquilla en la cabeza.

 

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MAAAAAMAAAAA!!!!!!!!!.- Grita la niña mientras llora.

 

- Espera, espera, tranquila. Discúlpame, yo no quería golpearte. Jugaremos a lo que tu quieras.-

 

Ella parece tranquilizarse un poco.

 

- ¿De verdad?.- Dice mientras hace esfuerzos por detener el llanto.

 

- Si, pero deja de llorar.-

 

- Esta bien.- Dice la niña sonriendo.- Entonces jugaremos a que yo era un soldado de Autosam y tu eras un enemigo.- La niña rápidamente se pone de pie y empieza a perseguir al niño mientras junta sus manos en forma de pistola y hace “pushum”, “pushum

Ambos niños corretean felices por los pasillos de la gran nave. Un hombre los ve pasar...

 

- ¡Hey!, esperen.- Dice mientras corre detrás de ellos, los niños no parecen oírle y siguen corriendo, ya cuando no puede más terminar por gritarles con todas sus fuerzas.-

 

- ¡¡¡¡ALINA!!!!, ¡¡¡¡JAIR!!!!.-

 

La niña se para en seco, y momentos después el niño también.

 

- ¡No tenias que gritarnos Zaz!.- Dice la niña algo molesta.

 

- Lo siento.- Dice el hombre algo avergonzado.- Tu mama te esta buscando, lleva a Jair contigo, estamos apunto de llegar a Céfiro.-

 

 

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- Me llamabas, padre.- Dice Shet, mientras con sus manos sostiene una antorcha que despide luz azulosa. El lugar es completamente oscuro, pero se percibe que es una especie de bosque, los arboles se entrelazan en sus puntas enroscándose unos con otros lo cual no deja entrar la luz y le da un aspecto terriblemente macabro al lugar.

 

- Acércate pequeño.- Dice el anciano, que envuelto en una capa solo deja ver su huesuda mano, mientras le indica al niño que se acerque.

 

- Hoy, es el día, pequeño, hoy despertaras a tu nueva vida.- Toma al niño por los hombros, este se tensa un poco, no le agrada lo que esta pasando.

 

- Tranquilo hijo mío, descansa, vamos cierra tus ojos.-

 

El niño hace lo que le pide el anciano y cae dormido.

 

- Bien, muy bien. – Dice mientras lo hace flotar.

 

Se lo lleva detrás de él, los arboles se abren y dejan ver un prado, al centro hay una mesa de piedra y alrededor unos extraños cristales de roca que terminan en pico, son negros, y con una extraña luz, azul-gris, comienzan a brillar, el cielo parece agitarse como el mar en ese momento, y los rayos son atraídos a la tierra. El viento se agita alrededor, tan rápido que el anciano casi es arrastrado por el.

 

El anciano se acerca, de sus ropas saca una tétrica daga, cuyo filo esta extrañamente torcido hasta terminar en un filoso pico. Coloca una mano rugosa sobre la frente del niño y pronuncia unas extrañas palabras:

 

- Tu, el encargado de cerrar el ciclo, quien debe volver del abismo, quien debe purificar esta tierra, eh aquí al elegido para llevarte.-

 

El viejo sostuvo la daga en alto, un relámpago cayo del cielo, sobre la mesa de piedra, el cuerpo del pequeño niño apenas si se estremeció, pero la roca fue rodeada por fuego rojo.

 

El anciano rasgo las ropas del pequeño hasta descubrirle el pecho, y sobre la piel, garabateo con la daga, una estrella de seis picos, el rostro del niño demostraba un dolor infinito, sentía que más haya del filo del cuchillo, que su sangre ardía y le quemaba.

 

Cuando el anciano termino de dibujar la estrella, el cielo dejo caer miles de rayos, y un huracán se formo en las montañas.

 

Por ultimo, el viejo dibujo un circulo alrededor de la estrella.

 

- Los ciclos abiertos, deben ser cerrados...-

 

Con esta frase, cerro el circulo.

 

El niño al fin dio un grito desgarrador y su cuerpo comenzó a brillar con una luz aveces roja, aveces azul, empezó crecer...

 

La naturaleza estaba enardecida, todo estaba fuera de control, el viento arreciaba arrancando los arboles, los truenos caían a la tierra, el mar furioso arremetía contra las playas, los volcanes hicieron erupción y la tierra se cimbró...

 

Un rugido de Leon, el grito de un ave y un chillido de dragón salieron de las partes más recondidas de Céfiro y recorrieron el planeta....

 

El fuego abandonó la roca, descubriendo el cuerpo desnudo de un joven...

 

 

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Las imágenes catastróficas se sucedían una a otra, reflejadas en el espejo...

 

Una mujer de rubio cabello contemplaba alterada el espectáculo, sus azules ojos se llenaron de lagrimas...

 

- Es el fin...-

 

- No, a un no.-

 

Un apuesto hombre de negros y largos cabellos abrazó a la dama por la espalda...

 

- Aun no es el fin, amor, aun podemos ayudar un poco.-

 

La mujer se volvió y se refugió en sus brazos.

 

- Papa, Mama, ¿Qué ocurre?, sentí algo extraño, me dio miedo...-

 

- Ven pequeña.- El hombre la cargó y la niña se acurruco en sus brazos, el sueño la invadió inmediatamente. La rubia dama se acerca a ellos.

 

- Es hora de que despiertes pequeña Nina.- Dijo mientras besaba su frente y unas lagrimas rodaban por sus mejillas.

 

El hombre seguido de la mujer rubia, lleva a Nina hasta una habitación y la recuesta en una cama mullida con colchas blancas, una luz amarilla la rodeo.

 

La mujer se abraza al hombre.

 

- Mañana, ya no será mi pequeña.-

 

- Lo lamento princesa, las cosas nunca han sido fáciles para ti.- Le dijo el hombre viéndola a los ojos.

 

- Esta bien, ahora te tengo a ti para ayudarme.- Se abrazo aun más a él.

El entrelazo sus brazos a la diminuta cintura de la mujer y la beso tiernamente en los labios.

 

 

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Guru Clef observaba con interés Céfiro por uno de los monitores de la nave. Casi no había cambiado nada en los diez años que habían transcurrido, si bien más bien parecía haber rejuvenecido desde su matrimonio con Medea y el nacimiento de su hijo, puesto que era más comprensivo y menos gruñón. En este momento, el que seguía siendo el mago más poderoso de Céfiro, observaba con interés su planeta natal, hace unos segundos le había parecido ver una sombra alrededor del planeta y más que eso, había sentido una energía perturbadora.

 

- ¿Pasa algo malo amor?.-

 

- No estoy seguro linda, pero más valdría que le informáramos a los invitados que no esperaran una bienvenida muy amable.-

 

Medea solo pudo observar la cara preocupada de su marido, mientras este seguía concentrado en observar el planeta al que se dirigían.

 

 

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La ilusionista estaba por entrar a la habitación donde Latis se recuperaba. Se detuvo en la puerta al ver lo que estaba a punto de ocurrir en la habitación, sonrió para si misma. Con que esos dos se gustaban. Eso si era una buena noticia, tal vez Helia podría pasar las grandes murallas del corazón de Latis. Los ruidos de caballos acercándose al galope la hicieron salir de la casa. Caldina dio un grito de alegría al darse cuenta de que quienes se acercaban eran Iris y Paris. Al escuchar el grito Helia salió para ver que ocurría.

 

Fue cuestión de segundos.

 

Apenas la doctora salió de la casa, la tierra comenzó a hacer bruscos movimientos oscilantes. La casa tras ella, que no estaba construida para resistir temblores, se derrumbo al poco tiempo de que el movimiento telúrico comenzara. La ilusionista corrió desesperada tratando de regresar a la casa. Helia la jalo fuertemente del brazo para detenerla, sabia que era demasiado peligroso. Ella recordaba perfectamente los devastadores terremotos en Tokyo.

Los caballos de los recién llegados relincharon asustados al oír los derrumbes a su alrededor, el caballo de Iris corrió desbocado, Paris logro controlar a su caballo y salió al galope para alcanzar a su prometida. Aura y Maat intentaron seguirlos sin embargo, una casa se derrumbo justo frente a ellos asustando al caballo de Aura, quien cayo al piso golpeándose la cabeza con los escombros, provocando una herida que sangraba copiosamente.

El movimiento seso.

 

Habían sido escasos 30 segundos, pero habían bastado para que la pequeña aldea fuera reducida a escombros. Helia soltó a Caldina, pero esta estaba tan impresionada, que se dejo caer al suelo de rodillas mientras lloraba. La doctora necesito de todo su profesionalismo para no entregarse a la desesperación ella también. Miro a su alrededor, por todos lados había gente desesperada tratando de sacar a sus seres queridos de los escombros, podía escuchar perfectamente los gritos y chillido histéricos de los que había a su alrededor. Detuvo la mirada por unos segundos en una mujer, cuya herida en la cabeza sangraba copiosamente, y era atendida por un muchacho de cabellos castaños. Su primer impulso fue correr a socorrerla, pero algo le dijo que ella estaría bien.

 

Dio unos pasos adelante, entrando a los escombros que habían sido una casa, entro con cuidado, sabia que cualquier movimiento brusco o descuido provocaría la caída de lo que aun quedaba de techo, sobre ella. Se acerco a la que fuera la habitación donde apenas minutos antes había dejado a Latis. Miro horrorizada como el cuarto completo se había venido abajo, permaneció ahí, tratando de escuchar algún indicio que le dijera que el espadachín seguía vivo, pero nada...

 

Se acerco entonces al cuarto donde descansaban las dos pequeñas, la construcción se veía agrietada y frágil, la puerta estaba atorada. Sintió algo extraño, no supo como pero tomo conciencia de que sentía una energía que crecía en intensidad, instintivamente se protegió el rostro y parte del cuerpo con las manos. La puerta no tardo en convertirse en astillas cuando la energía choco contra ella. Al disiparse el polvo de la explosión, los ojos de la doctora brillaron apunto de llorar de felicidad. Latis sostenía a las dos pequeñas niñas, el espadachín estaba agotado y apunto de desfallecer. Helia corrió a auxiliarlo, y se apresuraron en salir. Apenas habían cruzado la puerta cuando el resto del techo se vino abajo. Caldian corrió a abrazar a sus hijas hecha un mar de lagrimas, esas niñas eran su vida, no soportaría perderlas.

 

Paris apenas había logrado darle alcance al caballo de Iris. Su novia estaba asustada, pero en perfectas condiciones, así que regresaron al pueblo. El joven rey de Céfiro, observo consternado la devastación del pueblo, devastación que no era capaz de comprender, no recordaba ningún temblor desde la época en que no había un pilar en Céfiro, e incluso en aquella ocasión, los temblores no habían tenido tal magnitud y la mayor parte de la gente había podido refugiarse antes de que comenzaran en el castillo.

 

- ¿Asombrado su majestad?, ¡Tratamos de advertírselo!. ¡Pero no quiso escucharnos!, ¡Todo esto es su culpa!.- Le dijo una mujer rubia, que le cerraba el camino con su caballo.

 

No tardo en darse cuenta de que estaban rodeados, y que sus amigos habían sido capturados.

 

C O N T I N U A R A …