Con el
intercambio comercial que había surgido entre los tres planetas, el
pueblo se había convertido en una ciudad, que siempre contaba con las novedades traídas de aquellos
planetas lejanos. Por ser un lugar céntrico, había sido
estratégicamente escogida
para ser la “aduana” de Céfiro. Era común entonces,
ver pasearse por sus calles comerciantes, visitantes e incluso embajadores de
otros planetas.
Había
crecido mucho en los últimos años, sin embargo, como suele
ocurrir. Las casas que originalmente formaban el pueblo, quedaron encerradas
dentro de la gran ciudad, convertidas en el corazón de Paires. “Un
pedacito del antiguo Céfiro”, era como lo llamaban los
extranjeros, para los habitantes originales, aquello seguía siendo su
pequeño pueblo. Y trataban con la misma hospitalidad a los extranjeros
de otros planetas, como antaño trataran a los viajeros.
Un cantinero,
cuenta que el Rey estuvo alguna vez ahí, cuando el pueblo era
pequeño, en compañía de las tres jóvenes que se
convertirían en las Guerreras Mágicas, que incluso habían
comido y bebido en su establecimiento. Pero solo los niños,
creían esa historia, incluso ahora que era una ciudad, y que
tenían un millón de cosas más en que entretenerse, a los
pequeños les gustaba ir a escuchar la leyenda de esas jóvenes, y
preguntar curiosos la apariencia que tenían y como eran, aquellas tres
chicas de leyenda.
Aquella tarde el
cantinero tenía un surtido publico de niños y niñas, que
sentados en un rincón del establecimiento, escuchaban y hacían
preguntas.
- ¿Eran
bonitas?.- Pregunto una pequeña de ojos profundamente azules y cabello
rubio.
- Eran las
jóvenes más bellas que recuerdo haber visto, una tenia los
cabellos dorados, y ensortijados, como si fueran rayos de sol, y los ojos
verdes como las aguas de la laguna Esmeralda, otra tenía cabellos rojos
como el fuego y la mirada de un ángel, la tercera tenía los
cabellos azules como el mar, largos y sedosos, su mirada era como ver el cielo
dentro de una esfera.- Contaba el hombre entusiasmado.
- ¿Y
donde están ahora?.- Pregunto un incrédulo niño de cabello
azul oscuro, ya mayor con los brazos cruzados y la mirada retadora.
- Han vuelto al
mundo maravilloso de donde vinieron, pero no teman pequeños, ellas
regresaran cuando Céfiro este en peligro.-
- Mamá
dice que ellas mataron a la princesa Esmeralda y que por eso Céfiro casi
se destruye, en uno de los ataques de los moustros
murió mi papa, cuando yo aun era un bebe.- Afirmo el mismo niño,
los pequeños voltearon a verlo asustados.
- Muchos
murieron en esa batalla pequeño, pero lo verdaderamente importante es
que nosotros sigamos adelante, construyendo un Céfiro donde no haya
más batallas.- Dijo con voz fuerte, un impresionante hombre rubio de
largos cabellos. Portaba una espada, y el uniforme de la guardia real. Los
niños se asombraron.
- ¿Nada
más cuentas leyendas a los niños?, ¿O puedes darme algo de
comer y beber?.- Le dijo en broma al cantinero.
El dueño,
contento, le ofreció una mesa, y aunque ya era algo tarde para comer, se
metió a la cocina. El hombre tomo asiento, los niños lo miraban
con respeto, otros incluso con espanto y no osaban acercarse.
La pequeña rubia, de grandes ojos,
se acercó despacio a él. Cuando estuvo parada frente al
extraño, este le sonrío de una manera dulce, la niña
también sonrió. Al ver esto el resto de los pequeños se
acercaron llenos de curiosidad.
- ¿Eres
un guardia?.- Pregunto un niño, admirado.
- Si, algo
así.- Sonrió el espadachín.
- ¿Tu
conoces al Rey?.- Pregunto una niña morena.
Asintió
con la cabeza, y miro a la pequeña, se preocupo un poco, había
tenido una pesadilla, sus dos pequeñas hijas eran atrapadas por un
derrumbe.
Esa pesadilla lo
tenía preocupado, hace un mes que él debía de haber
regresado a casa, aunque había mantenido contacto con Caldina a través de los mensajeros, quería
ver a las tres mujeres que más amaba pronto. Y sobre todo lo
tenía un poco inquieto la presencia de esa chica, que Caldina aseguraba venia de Mundo Místico.
Por otro lado,
ya estaba cansado. El y sus hombres esperaban un ataque que no llegaba, justo
cuanto pensaban que los enemigos se acercaban. Mandaban espías para
asegurarse y nada. Todo se reducía a rumores constantemente. Y lo peor
de todo, es que de un tiempo acá, habían perdido contacto con el
castillo.
Envió un
mensajero, pero este volvió, diciendo que todo estaba bien, y que los
comunicadores de Autozam estaban averiados, que
esperaban la pronta visita de los autozamitas para
arreglarlos.
No dejaba de
sonarle extraña la explicación, pero tenía algo de
lógica, teniendo en cuenta que el único que sabía a
ciencia cierta como funcionaban esos aparatos era Latis...
En eso pensaba
cuando un guardia de cabellos azules, entro a toda prisa al lugar. Puso una
rodilla en el piso y se agacho frente a él. A Rafaga
le molestaba el protocolo, pero era necesario para guardar la disciplina en sus
tropas.
-
¡Señor, Lot es un traidor!, ¡Mithos lo sorprendió tratando de enviar un mensaje
al enemigo!.-
Rafaga, se
sorprendió al escuchar esas palabras, jamás hubiera sospechado
del tímido joven de cabellos y ojos castaños, que servia de
mensajero, rápidamente salió del lugar seguido del chico de
cabellos azules. Los niños salieron a la puerta del establecimiento para
verlos alejarse.
ba
La nave NSX,
había puesto un campo de fuerza alrededor del castillo para evitar que
alguien lo abandonara, el temor de los pasajeros de la nave era que tuvieran
rehenes.
Guru Clef intentaba negociar con Osiris,
pero no lograba sacarle ninguna información acerca de Paris, Latis, Ascot o Iris. Era astuto,
tenía que reconocerlo.
Ellos no
podrían atacarlos, mientras no supieran si podrían llegar a
lastimar a alguno de los habitantes originales del castillo.
El enorme
Dragón de Faaren y el fuerte móvil de Ziceta, anunciaron que se reunirían pronto con
ellos. Las tres naves sin duda, podrían derrumbar el castillo en
cuestión de minutos si se lo proponían, pero ese no era el
objetivo. Su objetivo era esencialmente, rescatar al Rey y la gente que habitaba
el castillo.
Dentro de la
nave, se llevaba a cabo una reunión, para decidir la estrategia a
seguir.
- ¿No hay
forma de saber, donde están?.- Pregunto
- No... me tiene
muy preocupado por que no soy capaz de sentir su presencia, dentro del
castillo, podrían estar desmayados, débiles incluso...
muertos...- El antiguo Guru de Céfiro, escucho
espantado su propia observación.
ba
Una silenciosa caravana se abría paso por los
bosques de Céfiro, al frente iba la soberbia Mirash
montando orgullosamente su caballo, y dejando pasar a toda la comitiva de vez
en vez, para asegurarse de que todo estaba en orden, sus prisioneros eran
demasiado valiosos, Osiris estaría feliz..
Amarrados por las muñecas y atados a dos caballos que
cabalgaban junto a ellos, iban Latis y Heli, Latis llevaba a Cori en brazos,
atada y amordazada, miraba con odio a sus captores, amarrar a una niña
tan pequeña, cuando la suerte volviera ha estar de su lado
cobraría semejante ofensa. Helia, iba callada,
pensativa, Mirash la había dejado pasmada, era
idéntica una amiga suya, en la tierra. Una amiga que había dejado
de ver algunos años atrás por culpa de las muchas ocupaciones de
ambas, esa mujer era como una gemela de su amiga, de no ser por el nombre y por
la crueldad con que la había tratado, podría jurar que era ella.
Atadas, también, muy cerca de ellos, venían Iris y Caldina con la bebe Myra en
brazos.
Los que cerraban la comitiva, eran Maat y
París, escoltados por Tueris, atados al
caballo de esta. París cargaba a Aura, la mujer no había
despertado desde que se golpeara la cabeza en el terremoto, al parecer la
hemorragia había cesado, aun así su rostro era ocultado por el
preciado líquido rojo, respiraba con dificultad. Maat
habría querido llevarla el mismo, lo tenía sumamente preocupado,
sin embargo, astutamente, Tueris sugirió que
fuera el Rey quien llevara a la rubia, no podría escapar con ella
cargando y sabía que él jamas
arriesgaría la vida de un inocente.
Paris miraba a Tueris intrigado,
juraría que su rostro le era familiar, ¿de donde conocía a
esa fría guerrera?. Tueris le sostuvo la
mirada, y le dijo sarcásticamente:
- Alégrese majestad, estamos a punto de llegar a su castillo.-
La caravana se encontró pronto, con la gran puerta de la
muralla que protegía el castillo. Esta se abrió y la comitiva se
introdujo rápidamente dentro. Apenas el caballo de Tueris,
junto con sus dos prisioneros cruzara la entrada la puerta se cerro tras de
ellos tres decenas de soldados de la guardia de Céfiro los rodearon.
El castillo había sido recuperado, por una conjunción de
fuerzas entre las naves de Ziceta. Autosam y Faharen, tanto por la
guardia al mando de Ráfaga.
- ¡QUE!.- Fue lo único que la rubia atinó a gritar
la sorprendida mujer rubia.
Mirash fue más rápida y arrebato a Cori
de los brazos de Latis, para poner su espada sobre su
garganta. Fue cuestión de unos instantes para que Ráfaga sacara
su espada y fuera contra ella, pero un rayo de color morado paso por un lado de
él, y se impacto en la cabeza de Mirash, sus
ojos azules quedaron en blanco y se desmayo.
- ¡ERES UN TRAIDOR HORUS!.- Grito Tueris
con furia, su hermano gemelo la sostuvo por los hombros, seria un suicidio
atacar al mago frente a la guardia de Céfiro. Estaban perdidos, lo
único que podían hacer era rendirse. Todos los hombres de Osiris tiraron sus armas al piso. Los prisioneros fueron
liberados y los heridos atendidos en el acto.
- ¡Papa!, ¡Papa!.- La pequeña Alina corrió
asía su Padre extendiéndole los brazos.
Él alto espadachín mágico de Céfiro, se
agacho un poco y recibió a su pequeña también con los
brazo abiertos y la cargo. Una sonrisa de alegría y orgullo se dibujo en
los regularmente inexpresivos labios de Latis.
Helia, sin motivo aparente dejo caer dos gruesas lagrima de sus ojos.
ba
Un joven de cabellos castaños atravesó corriendo la
oscuridad del bosque, se paro delante de un hombre que estaba sentado bajo un
árbol mirando el piso.
- ¡HE DICHO QUE NO ME MOLESTEN!.- Dijo el hombre
incorporándose y estampando su puño contra la mejilla del chico,
el golpe fue dado con tal fuerza que el chico cayo al piso.
- Lo siento Osiris, pero Mirash
y Tueris fueron capturadas al igual que los hombres
que estaban con ellas.- Dijo el chico desde el piso.
- ¡ESO ES LOGICO IMBECIL, ELLAS SE DIRIGIAN AL CASTILLO!.- Estaba a punto de patear al chico cuando
una risa sarcástica lo detuvo.
- Jajajajajaja, no deberías usar a
tus hombres para liberar tus tensiones Osiris.- La
voz parecía salir de algún lugar de la oscuridad del bosque, pero
Osiris no podría decir exactamente de donde.
- ¿Quién eres?, ¡Muéstrate!.- Ordeno el
moreno
- Si que estamos
tensos ¿verdad?.- Dijo un hombre joven, que apareció
detrás de él. Su cabellera, ojos y atuendo eran negros.- Me
presento: Soy Shet, y soy tu aliado en esta
guerra...-
C O
N T I N U A R A . . .