LA VISITA
Colaboración de: Cristina D. Berardo
Ruth fue a su buzón de correo y sólo había una
carta. Ella la tomó y la miró antes de abrirla, y notó que no había nombre ni
dirección.
Ella leyó:
"Querida Ruth: Voy a estar en tu barrio el
sábado en la tarde y quisiera verte. Te quiere siempre, Jesús"
Sus manos temblaban mientras colocaba la carta en
la mesa. Porque Dios querrá visitarme si no soy nadie especial? También recordó
que no tenia nada que ofrecerle, pensando en eso, ella recordó su alacena
vacía. "Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y
comprar algo para la cena"
Ella tomo su cartera que contenía $5.00 solamente.
"Bueno, puedo comprar pan y embutidos por lo menos"
Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compro un
molde de pan francés, media libra de jamón de pavo y un cartón de leche lo que
le dejo con tan solo doce centavos hasta el lunes. Se sentía bien a medida que
se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo. "Señorita, por
favor, puede ayudarnos?" Ruth había estado tan sumergida en sus planes para
la cena que no había notado dos figuras acurrucadas en la acera. Un hombre y
una mujer, ambos vestidos de andrajos .
"Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y
yo hemos estado viviendo en las calles, nos estamos congelando y tenemos mucha
hambre y si usted nos pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho".
Ruth los miro. Ellos estaban sucios y mal olientes
y penso que si ellos en verdad quisieran trabajan ya habrían conseguido algo.
"Sensor, me gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo
es un poco de pan y jamón, y tender un invitado especial a cenar esta noche y
pensaba darle esto de comer." "Esta bien, comprendo. Gracias de todas
maneras. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la mujer y se fueron
rumbo al callejón Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su
corazón". "Señor espere". La pareja se detuvo, mientras ellas
corría hasta ellos. "Por que no toman esta comida, puedo servirle otra
cosa a mi invitado" dijo ella mientras le entregada la bolsa del supermercado.
"Gracias. Muchas gracias señorita "Si, Gracias"
Le dijo la mujer y Ruth pudo ver que estaba
temblando de frío. "Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome este", le
dijo mientras se lo ponía sobre los hombros. Ella regreso a casa sonriendo y
sin su abrigo ni comida que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a
medida que se acercaba a la puerta de su casa, pensando que no tenia nada que
ofrecer al Señor.
Cuando metió la llave en la cerradura noto otro sobre en su buzón. "Que
raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo día".
Ella tomó el sobre y lo abrió: "Querida Ruth: Fue muy agradable verte de
nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo.
Te quiere
Siempre, Jesús."
Que Dios les bendiga ricamente!
Yo sé que a veces es difícil encontrar a Dios en
las pequeñas cosas que nos rodean, incluso en las personas que a veces nos son
desagradables, pero es precisamente ALLÍ donde EL quiere que le encontremos: en
cada pequeña y hermosa cosa que esta hecha para nosotros!!!
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