"Razones para construir juntos"
Revista electrónica semanal, Puebla, México, año 1, núm. 6, 26 de septiembre de 2004
Política - Sociedad - Cultura
Sociedad
El Cristianismo no es un perro negro
Luca Doninelli

Por muchos años me he despertado a media noche con la impresión de que junto a mi lecho estaba un perro negro. Entonces, interrumpido el sueño, le hacía ademanes para que saliera, de que no lo quería ver. Me alzaba y me daba cuenta de que no había ningún perro negro. Pero me quedaba el miedo.
Con en tiempo, reflexionando sobre esta cosa tan extraña comprendí que se trataba de una imagen del moralismo que me habían inculcado algunos de mis educadores. Moralismo quiere decir: "Amigo, estás solo en la lucha contra el mal. Sólo si vences mereces la benevolencia de Dios, pero por lo pronto, en el camino, Dios no existe. Estas sólo tú".
Por esto, temía el regreso del perro negro. Ningún acto de voluntad, ni el más heroico puede prosperar en la desesperación de uno que está solo.
El cristianismo es lo contrario de todo esto. Y no tiene otro parámetro que la presencia de Cristo en la vida humana, una presencia que no puede ser teorizada, sino solamente reconocida.
He permanecido profundamente impresionado de los sucesos reportados en un librito anexo a la revista Huellas, sobre el joven brasileño Edimar, miembro de una banda de delincuentes de la capital brasileira, asesinado, hace dieciséis años, por su mejor amigo y jefe de banda, porque se había negado a obedecer la orden de matar al jefe de otra banda.
Edimar dice "no" al homicidio; ¿porque era algo malo?, ¿por qué era ilegal? NO. La razón por la que Edimar dice NO está toda en su encuentro con el cristianismo a través de las personas de sus profesores y de un sacerdote que había conocido durante unas vacaciones. Desde aquel encuentro había aparecido en su mente la posibilidad de una vida diferente, alegre, más bella, menos triste. 
El librito, de muy fácil lectura, está precedido de una breve, pero fulminante consideración del padre Giussani, sobre los sucesos de este joven santo que la fantasía de Dios ha hecho nacer de una humilde semilla.  He aquí un pasaje: "Cuando nos despertamos en la mañana somos llamados a la santidad. Es una cosa terrible qué tipo de objeciones mentales, qué lejanía imaginativa y qué falta de afecto experimentamos ante un ideal así. Te levantas en la mañana y tu objetivo es el de ser hombre, de llegar a ser hombre, es decir, de llegar a ser tú mismo, verdadero,  Es que sin mirar a Cristo, sin mirar a otro y seguir a otro, no se logra. Por esto -concluye  don Giussani- Jesús es el acontecimiento que está ahí, junto a las frazadas de tu cama, y de quién desatentamente intentas evadirte. Y está ahí presente en el primer enfriamiento que sientes y que te hace sentir un escalofrío cuando sales de casa".
Con los años he entendido que es mas cómodo tener a los pies del lecho un perro negro al cual decirle "¡fuera, vete!" que tener a Cristo. En el fondo lo que aquel perro quiere es que permanezcamos en cama. El hombre de hoy tiene más miedo al bien que al mal. Porque el bien tiene el rostro imprevisible de Edimar, la simplicidad desarmante de un encuentro y la lucidez de la razón que no puede hacer otra cosas que rendirse ante la verdad.

(c)  Artículo aparecido en
Il Giornale, 21.07.04. (Traducción del italiano de Jorge L. Navarro)
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