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"Razones para construir juntos" | |||||||||||||
Revista electrónica semanal, Puebla, México, año 1, núm. | |||||||||||||
Política - Sociedad - Cultura | |||||||||||||
CulturMedia | |||||||||||||
CUERNAVACANACONDA!!! Arturo Villanueva González artureich@hotmail.com Una de las señales del tiempo en que vivimos es la ansiedad de poseerlo todo y no tener nada en realidad, de verlo todo y no ver nada en concreto. El fin de semana antepasado tuve que viajar de Puebla a la ciudad de Cuernavaca, Morelos y para ello utilicé el servicio de la línea que me prometía un autobús de lujo, "super turismo", aire acondicionado, butacas separadas, azafata, box-lunch, y películas por el mismo precio del boleto de viaje. Me instalé en mi asiento y partimos hacia la vía Atlixcáyotl... Corrí las cortinas del cómodo autobús pues el sol estaba fuerte. Se presentó entonces una simpática azafata que dijo llamarse Adriana y nos deseó a todos un excelente viaje. Adriana sentó exactamente del otro lado del autobús a una amiga de la infancia, yo creo, pues platicaron durante todo el camino con una soltura pocas veces percibida. Adriana comenzó su desfile alimenticio por en medio del pasillo del autobús; moviéndose con la gracia de un equilibrista portando una magna canasta plástica de color amarilla cargada de deliciosas promesas: -¿Gusta un sándwich?-me preguntó. -Sí claro, gracias- contesté. Tomé un sándwich de jamón y queso amarillo empaquetado herméticamente. No le vi fecha de caducidad pero realicé un acto de fe y decidí ingerirlo. Algo andaba mal... ¡se me iba a atorar!¡ Fiuu, salvación! Apareció Adriana con otra canasta cargada de refresquitos de sabores y colores vistosos. -¿Gustas un refresco?-parece que los kilómetros compartidos ya le daban a Adriana cierta confianza pues me tuteó. -Si gracias-. Escogí una fanta de naranja, pues era lo más familiar para mí. De pronto de la telepantalla central situada sobre el chofer apareció la señal luminosa que indicaba el comienzo de una película. |
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¿Cuál sería? El indicador de la pantalla marcó VCD, y yo me pregunté ¿VCD, vamos a ver una película pirata? Entonces pensé en otros viajes realizados en otras líneas de autobuses foráneos y los intentos de ser legales en la transmisión de películas, obteniendo licencias de las productoras trasnacionales y todo eso... Bueno -pensé- de seguro es una película que está en cartelera. Apareció en pantalla el logo de la productora: Screen Gems (gemas de la pantalla), hasta aquí todo iba bien... Horrorizado presencié el título de la película (pirateada desde un cine pues la imagen mostraba la pantalla a los lejos y de vez en cuando aparecería una silueta de una o dos cabezas, o un señor que se paró por unas palomitas y luego regresó con las mismas y un refresco, podemos decir que el cine pirateado en vivo es una especie de "metaespectáculo", pues "aprecias" una película, pero también te lleva hasta la sala misma, en una especie de teletransportación tipo "Viaje a las estrellas": ANACONDAS (Anaconda 2 en México). Anaconda 2, ¡No Dios mío! ¡Si existía una película que no iba a ver ni aunque me la pagaran era Anaconda 2", ni siquiera vi la uno (y eso que salió Jennifer López, que tiene lo suyo)! ¿Qué hago ahora? -pensé con angustia. Ya sé ¡me duermo! Al cabo estoy cansado. Me acomodé, me dispuse, pero el horrible sonido distorsionado de una película pirata transmitida en un autobús superturístico es algo difícil de evadir. Además empecé (sin querer) a escuchar la plática femenina de Adriana y su amiga que de plano ya estaban sentadas juntas y entonces decidí (no sin cierta náusea) a adentrarme en el mundo de ANACONDAS, versión pirateada. Desde el principio me pareció una aventura bizarra y lo que a continuación narraré lo demostró. Quiero aclarar que no es un análisis ni crítica seria, pero a mi favor diré que era imposible hacerlo así en las condiciones en las que vi la película. He decidido, para no aburrirlos por la extensión del artículo, narrarles lo que pasó después, en la siguiente entrega. Que estén bien, hasta entonces. |
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