REVOLUCIÓN
MEXICANA Y NACIONALISMO
(Breves
reflexiones de filosofía política)
Carlos Ramos Rosete.
I
Durante el siglo XVIII y todavía
durante el siglo XIX, los europeos
concebían a su mundo como el único centro del planeta. Europa era la medida, el
parámetro y la punta única de cultura y civilización.
América, África y Asia, les competería entonces, el
jugar el papel de la periferia del orbe, estos continentes para los ojos
Ilustrados de los europeos, mantenían dentro de sí a pueblos y culturas que
ostentaban el calificado de primitivos o
aborígenes. La Europa Moderna realizaba una absolutización
de su modo propio de ser cuya manifestación palpable fue el fenómeno histórico
llamado Colonialismo, es decir, la absorción política, militar y económica de
un país Europeo sobre otro considerado como primitivo e incivilizado.
Descubrimiento, Conquista y Colonialismo, se habían constituido desde el siglo
XVI, como medios por los cuáles una región de la periferia del orbe, quedaba
subsumida al control de lo Europeo, para así ensanchar la universalidad de éste
último.
Sin embargo, ante la tesis de la
Colonia, los pueblos subordinados a países europeos comenzaron a plantear la
antítesis de la Independencia bajo la bandera de Libertad, bandera
paradójicamente nacida en Europa que, dada su comprensión conceptual universal,
rompe la absolutización europea para dar lugar a
mundos que no son Europa. De este modo, se tiene que la universalidad de las
teorías de Europa terminaron por hacer relativas las pretensiones de poder absoluto en el campo político y militar de
los países europeos sobre los no europeos.
La universalidad de las teorías
europeas de tipo político y social se concretizaron en pueblos no europeos, y
dicha concretización en México, tuvo tres expresiones que fueron:
a) La guerra de independencia, a la
luz de teorías venidas de la Ilustración.
b) La guerra de Reforma, a la luz de
las teorías del liberalismo y jacobinismo
c) La Revolución Mexicana, a la luz de
la idea democrática de:
“Sufragio efectivo, no reelección”; y a la vez
de un reclamo campesino de tipo social bajo el lema: “tierra y
libertad”.
II
La
Independencia buscó aflorar a la nación mexicana como entidad política; la
guerra de Reforma buscó para esta entidad política llamada México consolidar un
proyecto liberal el cual fue dosificado por el porfiriato;
y a éste último caducó dando lugar a la Revolución Mexicana.
La
Revolución Mexicana es la última expresión en donde lo mexicano no busca una
propuesta para toda la Humanidad a como lo fueron la francesa o la rusa:
“Tanto la Revolución Francesa como
la Rusa se proyectan como Revoluciones universales... La Revolución Mexicana,
desde este punto de vista, viene a ser lo opuesto de las revoluciones llamadas
mundiales. El calificativo de mexicana le viene tanto por sus orígenes, como
por el campo de su acción, sus aspiraciones
y pretensiones. No encontramos en nuestra revolución nada que pretenda
ser, en alguna forma, solución a los problemas totales de la Humanidad”. (pags: 13-14. Zea,
Conciencia y Posibilidad... )
Más bien, la Revolución Mexicana buscó destruir la oligarquía porfiriana
junto con todo su sistema por medio de reclamos tanto democráticos como
agrarios expresos para la circunstancia mexicana, es decir, la Revolución
Mexicana tiene un tinte más práctico que ideológico, a diferencia de la
Francesa y la Rusa en donde el aspecto teórico era tan importante como el
práctico. Lo anterior provoca que si la revolución francesa y rusa se volvieron
modelos a seguir, la mexicana no lo haya sido considerada como modelo
universal.
El
intento de modelo se encontró en la Revolución mexicana por parte de quienes la llevaron a cabo en
sus últimas etapas –Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas- consiste en
volverse un canal polifacético para la expresión de lo Mexicano bajo la idea de
Nacionalismo, en la cual tenemos la ecuación siguiente: ser mexicano equivale a
ser revolucionario, es decir, expresado a manera de argumento condicional: si
eres mexicano entonces eres revolucionario, es así que no eres revolucionario,
por lo tanto no eres mexicano. En otras palabras, la Revolución se vuelve paradigma de
lo mexicano en cuanto tal, y por ende, de lo Nacional.
“Muchos son los extranjeros y, aún,
mexicanos que se sorprenden y alarman contra lo que consideran “extremado”
nacionalismo Mexicano. Nacionalismo que en nuestros últimos años se encuentra
expresado en formas múltiples de la vida mexicana: en lo social, político y
cultural.” (pag: 16 Zea, Conciencia y
Posibilidad...)
En lo político, por ejemplo, se
tiene como prueba evidente el tipo de emblema y las siglas que adoptaron los
partidos antecesores del PRI, quien gobernó la presidencia en una continuidad
que va desde el año de 1929 al año 2000. El emblema nacional plasmado en los logotipos de los partidos
PNR, PRM y PRI evidentemente buscan presentar, como indisolublemente unidos, la
relación entre:
Partido político + Revolución
+ Nacionalismo
=
Auténtico Mexicano.
Ver dirección electrónica para más información:
Nacionalismo expresado en la
sugestiva identificación de los colores del lábaro mexicano con los colores del
partido.
Lo
anterior manifiesta lo que Zea denomina peligroso
nacionalismo, pues se podría decir
entonces, que el México nacido de la Revolución tuvo como eje conductor al PNR,
al PRM y al PRI en un proyecto de nación mexicana que durará tanto cuanto
permanezca el PRI, es decir, la permanencia de la Revolución estará garantizada
tanto cuanto el PRI permanezca en el poder presidencial.
Lo anterior recuerda a la ideología
Mexica que razonaba de la siguiente manera tomando
como base la Leyenda de los Cinco Soles:
El Sol es el signo de la Quinta era
(Nahui Ollin), Huitzilopochtli es el dios Sol guerrero, por tanto Huitzilopochtli es signo de la Quinta Era (Nahui Ollin). Los mexicas son el pueblo de Huitzilopochtli,
por tanto los mexicas son el pueblo de la Quinta Era.
Lo anterior implicaba que el pueblo mexica está
llamado a convertirse en un gran Imperio, pues de dicho Imperio depende la
supervivencia de la Quinta Era Cósmica. (Para más información veáse la obra: “El pueblo del Sol”. de Alfonso Caso. FCE).
III
Se
mencionaba más arriba que la Revolución mexicana buscó destruir la oligarquía
porfiriana junto con todo su sistema, sumándose a ello un reclamo tanto
democrático como agrario expresos para la circunstancia mexicana, en
donde se tiene la prioridad de lo práctico sobre lo teórico. Ahora bien,
siguiendo esa prioridad práctica e intrínseco a ella,
se suma la figura del caudillo revolucionario, icono que aparece como aquél que
resuelve ese reclamo democrático y agrario (con respecto a éste último
recuérdese la famosa frase: Tata Lázaro). Lo anterior a la luz del nuevo sistema
político mexicano emergente de la postrevolución,
tiene su concretización en el Presidente de la República:
“En donde mejor se hace patente
este elemento de unificación nacional dentro del campo afectivo, es en la
figura del Presidente de la República, máximo caudillo y máximo amigo de los mexicanos ...El presidente de la República es visto, y de
hecho lo es, como el máximo hacedor y proveedor de todas las necesidades
nacionales”. (pag: 23. Zea,
Conciencia y Posibilidad...)
No
sólo Leopoldo Zea en su obra: Conciencia y Posiblidad del Mexicano, sino también Octavio Paz comenta
con relación al punto en cuestión, que en la época postrevolucionaria
el caudillismo presidencial es formalmente impersonal en la figura de la
presidencia o función presidencial, con su respectiva expresión material en
la persona en concreto que ocupa la presidencia por seis años:
“El presidente tiene poderes
inmensos pero no puede ocupar el puesto sino una sola vez; el poder que ejerce le viene
de su Investidura y desaparece con ella... El PRI jamás ha sido un órgano de
crítica de la acción Presidencial; al
contrario, lo ha sido de apoyo incondicional a sus medidas y de diligente
ejecución de sus órdenes.”
(Paz, Octavio. “Postdata –el
desarrollo y otros espejismos-“ pags:
258-259
FCE. México. Quinta reimpresión 1998)
IV
En
el México posrevolucionario, se buscó ensayar una respuesta ideológica que
“intentó” resolver la cuestión de lo mexicano a la luz del
fenómeno conocido como Revolución Mexicana, intentando concretizar dicha
resolución en una partido político que se presentó como la síntesis de:
Revolución, Nacionalismo mexicano y Caudillismo bajo la figura presidencial.
Ideología que tiene su crisis cuando el PRI pierde la presidencia en el 2000.
bibliográfía:
Zea Leopoldo, “Conciencia y Posibilidad del Mexicano”. Editorial
Porrúa. Sepan cuántos #
269. 4ª. Edición. México 1987
El
autor es licenciado en filosofía por la Universidad Popular del Estado de
Puebla (UPAEP). Posee estudios de maestría en filosofía por parte de la
Universidad del Valle de Atemajac.
Actualmente
es catedrático de la UPAEP en el programa de Filosofía impartiendo las
asignaturas de Filosofía de México e Historia de la Filosofía antigua entre
otras.