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Amarás a tu prójimo como a ti mismo

Cuando Jesucristo nos dijo "Amaras a tu prójimo como a ti mismo" todos entendemos bien la primera parte, pero no nos dijo solamente "Amarás a tu prójimo", sino que continua diciendo "como a tí mismo", es lo que ilustra la afirmación de que el sabio tiene por cuerpo el universo entero. Aqui se trata de la superacion de la batalla entre el yo y no-yo, el sujeto y el objeto, el ser y el tener. El sabio, no actúa más que para sí mismo, pero reconoce que todos los demás, "amigos o enemigos", son él mismo, no son otros que un reflejo de él mismo, ya sea en otras etapas de su vida o defectos humanos ya superados o por superar, sea como fuere, el sabio se ve reflejado en los demás por eso los ama, y los perdona. Por consiguiente, todo lo que el sabio hace para el otro lo hace para sí mismo, como el más redomado de los egoístas. Pero su "sí mismo", en vez de limitarse a su pequeña persona, se ha vuelto inmenso como la humanidad entera. Nada ni nadie le es ajeno. Esta manera de expresarse, podemos verlo fácilmente, sobrepasa completamente las categorías habituales de la mente. Cuando los apostoles de Jesucristo preguntaron quien era él, Jesús solo se limitaba a decir "yo soy". Antes de llegar a ésta meta "de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos" debemos de conocernos y reconocernos a nosotros mismos como seres humanos imperfectos que somos, como todo ser humano que además y lo más importante tiene la voluntad de "ser" como Dios, tal cual Jesús nos enseñó.

 

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