Propósito de las parábolas
(Mr.
4. 10-12; Lc. 8.
9-10)
13:10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les
hablas por parábolas?
13:11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los
misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.
13:12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado.
13:13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen,
ni entienden.
13:14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis.
13:15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos;
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan,
Y se conviertan,
Y yo los sane.
13:16 Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque
oyen.
13:17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que
veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Jesús explica la parábola del sembrador
(Mr.
4. 13-20; Lc. 8.
11-15)
13:18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
13:19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y
arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto
al camino.
13:20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al
momento la recibe con gozo;
13:21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir
la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
13:22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el
afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.
13:23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la
palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
Parábola del trigo y la cizaña
13:24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es
semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
13:25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña
entre el trigo, y se fue.
13:26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
13:27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor,
¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
13:28 El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres,
pues, que vayamos y la arranquemos?
13:29 El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también
con ella el trigo.
13:30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la
siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos
para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Parábola de la semilla de mostaza
(Mr.
4. 30-32; Lc.
13. 18-19)
13:31 Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es
semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo;
13:32 el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando
ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que
vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.
Parábola de la levadura
(Lc.
13. 20-21)
13:33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
El uso que Jesús hace de las parábolas
(Mr.
4. 33-34)
13:34 Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no
les hablaba;
13:35 para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Abriré en parábolas mi boca;
Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.
Jesús explica la parábola de la cizaña
13:36 Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose
a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del
campo.
13:37 Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del
Hombre.
13:38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña
son los hijos del malo.
13:39 El enemigo que la sembróes el diablo; la siega es el fin del siglo; y los
segadores son los ángeles.
13:40 De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, asíseráen
el fin de este siglo.
13:41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a
todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,
13:42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de
dientes.
13:43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
El que tiene oídos para oír, oiga.
El tesoro escondido
13:44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.
La perla de gran precio
13:45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca
buenas perlas,
13:46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía,
y la compró.
La red
13:47 Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en
el mar, recoge de toda clase de peces;
13:48 y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en
cestas, y lo malo echan fuera.
13:49 Asíserá al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los
malos de entre los justos,
13:50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de
dientes.
Tesoros nuevos y viejos
13:51 Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos
respondieron: Sí, Señor.
13:52 El les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es
semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas
viejas.
Parábola de la oveja perdida
(Lc.
15. 3-7)
18:10 Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo
que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en
los cielos.
18:11 Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
18:12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de
ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había
descarriado?
18:13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por
aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
18:14 Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se
pierda uno de estos pequeños.
Los dos deudores
18:23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso
hacer cuentas con sus siervos.
18:24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil
talentos.
18:25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e
hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
18:26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten
paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
18:27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó
la deuda.
18:28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía
cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
18:29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten
paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
18:30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la
deuda.
18:31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y
refirieron a su señor todo lo que había pasado.
18:32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella
deuda te perdoné, porque me rogaste.
18:33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve
misericordia de ti?
18:34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase
todo lo que le debía. 18:35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros
si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Parábola de los dos hijos
21:28 Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al
primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña.
21:29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.
21:30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él,
dijo: Sí, señor, voy. Y no fue.
21:31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero.
Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante
de vosotros al reino de Dios.
21:32 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis;
pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os
arrepentisteis después para creerle.
Los labradores malvados
(Mr.
12. 1-12; Lc.
20. 9-19)
21:33 Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó
una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y
la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.
21:34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los
labradores, para que recibiesen sus frutos.
21:35 Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron,
y a otro apedrearon.
21:36 Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos
de la misma manera.
21:37 Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo.
21:38 Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el
heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad.
21:39 Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron.
21:40 Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos
labradores?
21:41 Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña
a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.
21:42 Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
21:43 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será
dado a gente que produzca los frutos de él.
21:44 Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella
cayere, le desmenuzará.
21:45 Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos,
entendieron que hablaba de ellos.
21:46 Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía
por profeta.
Parábola de la fiesta de bodas
Parábola de las diez vírgenes