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Los Santos Reyes

_______________________________Rosa Carmen Angeles.

Como todos sabemos, en nuestro país la tradición de la llegada de los Reyes Magos trayendo juguetes a los niños en recuerdo de las ofrendas que le hicieron a Jesús, nos viene de España. Nadie sabe con seguridad cuál fue el lugar exacto donde nació esta tradición, aunque los gallegos aseguran que nació en Vigo. De los Reyes Magos se ha especulado mucho; son una leyenda, que ha dado lugar a otras. Por ejemplo, algunos creen tener bien ubicadas las tumbas donde yacen; hay quien afirma que los restos de Melchor están enterrados en Colonia, Alemania; aunque hay aquí un poeta que asegura que eso no es cierto, que en todo caso si están en Colonia, esa colonia tiene que ser la Bondojo: "¿Sabes quién yace bajo los cimientos de este cine? Pues, Melchor en su caja." Alega el poeta.

Otra leyenda cuenta que no puede existir ninguna tumba de ellos sencillamente porque los Reyes Magos no han muerto todavía, y es aquí donde la leyenda se convierte en mito, pero en mito en el sentido de una verdad superior, pues identifica a los Reyes Magos con los diversos estratos en que se compone la sociedad humana. Con esto quieren decir que cada clase social cuenta con un rey, si las dividimos en cuatro como los antiguos sirios: el rey de los ricos, el rey de los pobres, el rey de los guerreros y el rey de los artistas. Y aquí se cuela un cuarto Rey, como puede verse, y es que los evangelios sólo hablan de tres, que le ofrecen oro, incienso y mirra al Niño Dios. El oro es el ofrecimiento del rey de los ricos; el incienso es una ofrenda del rey de los artistas y la mirra, que es muerte, del rey de los guerreros. Faltó el rey de los pobres, que es el rey que se coló en la leyenda; muchos dicen que era el propio Cristo. Fantástica historia que, en efecto, los mantiene vivos.

Con arrebatada alegría, los niños esperaron también con embeleso la halagüeña llegada de los Santos Reyes, quienes, guiados por la cintilante estrella de Belén, as¡ como si fuera anuncio de juguetería, caminaron cuadras y más cuadras, hasta dar con las muñecas, los carritos o todos los enseres necesarios para montar una casa decente de muñecas.

Próximos al colapso mental, durante todo el año los padres gastaron en vano su tiempo amenazando a sus hijos con que los Reyes Magos, si se portaban mal, no les traerían nada: "Crees que los Reyes no te ven, pero ellos lo saben todo. Los Reyes tienen un órgano de espionaje tan efectivo como la CIA o el FBI." Procurando hacer más dramática la advertencia, los primeros días del año los padres llevan a sus niños a la Alameda y, señalando a unos hombres pobres vestidos de Reyes clandestinos, aconsejan: "Acúsate con los Reyes de que eres un niño grosero." A veces resulta que el chamaco se asusta y comienza a portarse bien; pero hay otras, las más, en que toman a burla las amenazas de sus padres y contestan: "¿Esos son los Reyes Magos? Pero si de tan sucios parece que andan vendiendo chicharrones" (lo malo es que en la vida real también los venden).

Hay gente que reniega en contra de los Reyes Magos, pero hasta el ateo de la colonia este 6 de enero quiso ver a sus hijos corriendo por las avenidas en triciclos o en patines, y fomentó en sus niños la idea de los Santos Reyes.

"...los Reyes Magos no han muerto todavía..."

Nada más triste, por otro lado, que encontrar a un niño pequeño temblando de frío y cayéndose de sueño por ganar 15 pesos ayudando a unos hombres, que no son sus padres, a vender juguetes para una Noche de Reyes. Tal vez estos niños querrían que los Reyes le trajeran un estuche de magia, una bazuca o aunque sea una flor de muerto o un pedazo de pan duro --no importa que esté duro, al fin que ellos tienen buenos dientes.

Hace muchos años yo conocí a un niño Martín cuyos padres estaban tan pobres y sin recursos que de llevarle algo habrían tenido que andar con las mandíbulas sumidas por tener que vender su dentadura postiza, que era lo único valioso que quizá habría en el hogar; entonces, para no sentirse mal al no tener dinero para los reyes, inculcaban en Martín un sentimiento de culpa: "No te trajeron nada los Reyes porque eres un chamaco libertino". Hasta que hubo un año en que los Reyes se apiadaron de él, y entonces sí le trajeron: le trajeron un juego de té y unas paletas. Salió muy contento con sus trastecitos a jugar con los niños de su colonia, quienes cuando lo vieron por supuesto le hicieron burla. Martín cuenta que en ese momento sintió como si hubiese estallado una bomba en Plaza Universidad y, hasta la fecha, el juego de té que los Santos Reyes le trajeron, dejó en Martín una mirada de French Poodle. Ese juego de té lo ha perseguido a cada vuelta y en cada esquina.

En una familia, los Reyes Magos se encuentran entre los visitantes distinguidos: "A los Reyes guardales un taco, o aunque sea arrímales café, a ver si tienen piedad de ti, y se olvidan que fuiste malo", advirtieron las abuelas a sus nietos, los que guardaron en un calcetín luido la carta destinada a tan piadosos personajes.

La noche previa al 6 de enero, pueden observarse por las calles ejércitos de "Reyes Magos" que caminan hasta el cansancio y se alborotan las canas procurando buscar juguetes cuyo precio caiga dentro de su presupuesto para complacer a sus pequeños: "Tristes Reyes, ¿ya viste nomás lo que me trajeron?". Entonces, la mañana del 6 de enero ocurren cosas inesperadas, y no obstante que en la víspera hubo niños que hicieron a tiempo sus tareas o ayudaron a su madre a levantar los trastes, no recibieron lo que ellos querían, y el que le pidió a los Reyes una patrulla en un momento de humorismo recibió un muégano; y el que pidió un Nintendo obtuvo una bolsita de pistaches. Panorama que yo no sé si sucede en otro país, pero que en México viene siendo el caso de todos los años, desde hace muchos, pero muchos años.

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