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Héctor Valdés, Un Profesor Universitario

_______________________________Rosa Carmen Angeles.

Angelina González Guzmán y yo compartimos juntas el terror que significa una clase de Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ya nos estaban saliendo jiotes en la cara de tanta angustia. Sin embargo, como creíamos en nuestros propios poderes literarios, decidimos dejar la complicada materia de filología para el último y recobrar el equilibrio interior apuntándonos en un seminario de literatura mexicana de los que imparte el profesor Héctor Valdés en la universidad. "Te apuesto mis narices a que esta clase resulta interesantísima; mi horóscopo dice que el día de hoy acontecer algo muy importante en mi destino". Recuerdo que me comentó Angelina el día en que por obediencia astrológica nos inscribimos en un seminario sobre Ateneístas.

Tomar clase con Héctor Valdés era como sentarse en una cómoda butaca y esperar a que se proyectara una espléndida película; poco a poco iban apareciendo los personajes; de repente aparecía el genio de Alfonso Reyes, otras veces Vasconcelos el educador, o podíamos casi tocar el vaporoso vestido estampado de Antonieta Rivas Mercado y, en un momento dado, casi hasta preguntarle: "¿en dónde te lo compraste?"

Si inicio del curso a mí me daba pena participar en clase: me ponía tímida, no me atrevía a emitir palabra imaginando que mis apreciaciones literarias causarían estruendosas carcajadas. Sin embargo, Héctor Valdés me ayudó a sentir confianza; entonces, aunque al principio yo tartamudeaba notablemente por la angustia de meter la pata, con el tiempo me fui desenvolviendo con holgura.

por mi raza hablará el espíritu

Héctor Valdés tiene muy buen carácter; todos sus alumnos lo queríamos muchísimo, sin embargo, era enemigo de la flojera: cuando alguien no leía un texto u "olvidaba" una tarea, el profesor hacía mueca de desaprobación y con voz algo alterada continuaba la clase; entonces sus alumnos, todos mortificados, lo escuchábamos poniendo cara de rana.

Héctor Valdés ha sido antólogo de poesía mexicana; él personalmente, ayudado de su agudo olfato de hombre de letras, seleccionó con escrupuloso cuidado el material que conforma la Antología General de los Contemporáneos y la Antología de poetisas mexicanas del siglo XX, labor verdaderamente importante porque por primera vez se recopila material poético femenino. Héctor Valdés es el primero en reconocer por medio de una antología el valor de la poesía femenina mexicana; material que conforma el volumen publicado por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

Héctor Valdés es un hombre muy metódico, que ha dedicado su vida al trabajo de la docencia; y desde que saca su pluma fuente o uno de sus pulcrísimos libros, se ve muy elegante. Yo me sentía muy mal cuando el profesor de repente volteaba a ver mis libros todos subrayados, o mis cuadernos con aspecto de chilaquiles. Una vergüenza. Mi amiga Silvia Nieto -su mamá es dueña del restaurante Valzareti que esta en Insurgentes Sur-, también consideraba a Valdés como un hombre muy elegante. Silvia no estudiaba la carrera de Letras Hispánicas; sin embargo, asistió a muchas clases impartidas por Valdés. A mí se me hace que a Silvia le gustaba el maestro. En clase no decía absolutamente un palabra, ella sólo escuchaba y cuando la clase concluía lanzaba un suspiro muy fuerte y un comentario de "¡ay!, ¡cómo me gusta!" Yo nunca supe exactamente a qué se refería.

Todo mundo dice (casi siempre los que no saben), que la UNAM está mal en todos sus aspectos; sin embargo, en la carrera de Letras Hispánicas tal vez sea la mejor escuela del mundo. Yo estuve tomando clases en la Universidad de Santiago de Compostela en España, y allá las clases ni de broma tenían la calidad de las de la UNAM; la mayoría de las clases de Santiago eran bastante anodinas; tal vez a los profesores les hacía falta información. Yo creo que si algo anda mal con relación a los docentes de la UNAM son los sueldos. Ojalá y alguna vez a los maestros de la universidad se les llegue a retribuir en su verdadero valor.

Después de aquel seminario sobre Ateneístas, al que tan acertadamente me condujo el horóscopo de Angelina, me seguí apuntando en otras clases del profesor Valdés; yo creo que ya hasta me soñaba de tantos cursos que con él tomé y de tantos poemas que tan oportunamente me aconsejó corrigiera. A mí me gustaría ver Héctor Valdés en un programa de televisión; o tal vez escucharlo en alguna estación de radio, haciendo comentarios literarios. Héctor Valdés es un intelectual que no se agota; nunca se termina, siempre tiene mucho que decir. Hace mucho que ya no soy su alumna, pero...cómo me gustaría.

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