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Aurora Alvarado, La Princesa de los Cuentos de Hadas

_______________________________Rosa Carmen Angeles.

La noche en que Consuelo Salcedo, mi amiga, organizó una velada en su casa, me topé con una cara que me resultó familiar: "Creo que se parece... ¿será? Aunque le falta la corona... Pero, sí, es ella: ¡la princesa de los cuentos de cachirulo!

Aurora Alvarado era esa graciosa princesita hecha del material de los sueños y cuya moral se fundamentaba en el bien: aquella criatura encantadora que sonreía ingenua, mientras la envidiosa bruja Escaldufa y el espantoso don Fanfarrón pretendían, con su magia envenenada, que quedase muerta o, cuando menos, convertida en paloma mensajera en el dintel de una casa hecha de azúcar. (Date de santos, princesa, que afortunadamente no lograste sufrir del todo los efectos de un hechizo).

( Foto de: Catherine McIntyre,
http://wkweb5.cableinet.co.uk/c.mcintyre/home.html )

De verdad, aurora, te juro, que siempre quise ser como tú: una princesa, un hada, la Bella Durmiente, Blanca Nieves, Raspuncel... todo así durante muchos años; desde una etapa anterior a mi vida escolar, cuando todavía dormía con mameluco y mi mamá me gritaba: "¡No te acerques tanto a la tele que te vas a quedar ciega!" Pero, para mi desgracia, Aurora, ninguno de los dioses mayores quiso concederme el don de la belleza (snif) y tuve que conformarme con este mi horrible destino de profesora de literatura. ¡Qué vida!

¿Sabes, Aurora? Todos los domingos, como a eso de las ocho de la noche, en muchas casas mexicanas te esperábamos para merendar; en aquellos momentos sólo un pensamiento imperaba: ver el Teatro Fantástico. Todo lo demás no tenía sentido: en la calle no se escuchaba un solo claxon a la hora en que se transmitía el cuento. Entonces, los ¡fines de semana, tu presencia llegó a ser el consuelo, la emoción, la vida de los niños, de los papás de los niños y de los papás de los papás de los niños. O sea que, para muchos, vienes siendo algo así como una tía o una cuñada... casi de la familia.

Mi amiga Chayo cuenta que, cuando niña, era muy pobrecita y no tenía tele, y una señora de su vecindario que poseía una televisión enorme con bulbos y toda la cosa, hacía negocio: acomodaba cerca del aparato un montón de sillas, vendía papas, muéganos, palomitas, paletas... y aunque generalmente cobraba a tostón la función normal, los domingos, con los cuentos de Cachirulo, los chiquillos tenían que caerse con su peso. Entonces, mi amiga Chayo, que, te repito, era muy pobre, guardaba el dinero que algunas señoras le pagaban por hacer mandados durante toda la semana, y llegando el domingo, se iba también a ver El Teatro Fantástico. Chayo dice que no se volvió loca, porque en esa su infancia de niña sin recursos llegó a suponer que con un poco de buena suerte un día llegaría un hada que la convertiría en duquesa. Y cuenta que todos aquellos chamacos, que también se encontraban en la miseria y que estaban enamorados de ti, se sentían estafados cuando no aparecías en escena: según Chayo, no faltó algún malora que dando muestras de frustración armara escándalo y pidiera a gritos la devolución de su dinero. A ella, en algunas trifulcas, le llegaron a pegar chicle en los cabellos.

Aurora, ¿te abrazaba rico el príncipe azul? ¿A qué te sabían sus besos? Exijo me expliques cómo le hiciste para enamorar a tanto hombre de la nobleza. Yo, por más que me la he pasado besando sapos, no he logrado dar con ninguno que sea en realidad el encantado hijo de un rey: con lo más que me he topado ha sido con un gallego.

Según los conocedores, aunque Aurora Alvarado tenía buena pierna, no fue eso lo que la hizo triunfar como actriz joven, el placer estético que ella causaba al verla tenía más bien que ver con la belleza espiritual.

Aurora, ¿alguna vez tu horóscopo te predijo que serías princesa y no profesora de escuela? Nadie puede negar que has sido de las pocas aristócratas que ha tenido este país: una princesa que compra pan en Aurrerá, que juega fútbol en sus en sus ratos de ocio, que ha sido ganadora en el concurso del premio de los 64 mil pesos, Mafafa Musguito bailando con Memelowsky (¡Hola guapo!) y madre adoptiva de 22 gatos.

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