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PRINCIPES COLOR DE HORMIGA

_______________________________Rosa Carmen Angeles.

Cuando una es niña los adultos y la publicidad nos enseñan, a la mayoría de las mujeres, a soñar con príncipes guapos y azules: Cuando seas grande encontrarás un hombre muy apuesto y muy rico que se casará contigo..."

Cuentos como la Cenicienta, Blanca Nieves, La Bella Durmiente y muchos otros que hacen perder el tiempo a niñas ingenuas y de buena voluntad que piden a gritos ser ya grandes para encontrar al hombre que las hará felices y las sacará de pobres. Qué verdaderamente ilusas somos de niñas creyendo en cuentos de hadas. Historias que nunca dejan ver que Blanca Nieves contrajo matrimonio para el resto de su vid con un enano borracho; Cenicienta, que se dedicará a criada de tiempo completo años después de caerse y cuyo príncipe la dejará durante siglos plantada porque andaba con sus cuates terminando una partida de pocker.

El príncipe azul varia en cada mujer, dependiendo de la imaginación que ésta tenga. Las exhibicionistas sueñan con un productor de cine que las lanzará al estrellato y las hará muy ricas y famosas en Hollywood; las vanidosas, que casarán con un fotógrafo o con el dueño de la Max Factor; las aventureras sueñan casarse con James Bond, con Odiseo o con Simbad; las rockanroleras con Mike Jager, y las deportistas con la máxima figura de la NBA, Michel Jordan. Rara es la que se conforma con un hombre bueno, tal vez porque es muy difícil definir lo que bondad significa.

"Querido príncipe azul: espero que llegues pronto porque ya me están saliendo arrugas...".

Generalmente las princesas que espera acaban contrayendo matrimonio con "príncipes" que están muy lejos de ser lo que ellas querían. Una amiga mía deseaba para su vida un príncipe guapo y poderoso al que le gustase la acción y terminó casada con un tipo al que ahora ella tiene que mantener. Mi prima Luly, quien en su infancia era una gran comelona de pastelitos, soñaba que su "príncipe" sería el dueño de la Marinela; cuando creció y anunció que contraería nupcias a todos nos dejó con la boca muy abierta: el amor que había elegido para príncipe de sus días dedicaba a panadero. El amor es una de las razones más importantes de la vida y, sin embargo, nadie nos enseña como conducirnos para alcanzar la felicidad; tal vez Ovidio, pero no es suficiente.

Una amiga me decía: "Los gobiernos debería de propiciar la felicidad sentimental de los pueblos: deberían existir cajeros automáticos que contuvieran datos y fotografías de la gente que también se siente sola. Así uno podría encontrar una pareja sentimental sin grandes conflictos." Soñar con el príncipe azul a veces resulta angustioso y desgastante: se pasa una las horas asomada en el balcón con la esperanza de que el príncipe aparezca... y éste ni sus luces; lo más que aparece es un tejocote o un gallego.



"Fui tan sombría como la dama de la torre./ Cubrí los pies con mantos de brocado/ y a la hora del crepúsculo/ visité todos los días en la ventana/ idéntico paisaje de montañas doradas..." (Tú sí sabes, Elsa Cross).


Con los hombre la situación es un poco diferente; rara vez, cuando son niños, los adultos le inculcan el modelo de mujer con la que deben casarse; y cuando esto sucede, la madre recomienda: Cásate con una muchacha buena que sepa cocinar y limpiar la casa". Así, los hombres crecen soñando en compartir su vida con la sirvienta o con una sustituta de mamá.

Lo que sí es seguro, es que muchas de las mujeres que en el mundo se quedan solteronas padecen esto porque se gastan la vida esperando al hombre que no sea tonto, al que sea muy rico, al que tenga un apellido bonito, al que sea muy espléndido..., príncipe que tal vez nunca llegue porque anda de parrando y en el camino lo agarró la policía.

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