VI. (LA GRANDEZA DEL PERDON)
JUAN RUIZ DE ALARCON


—Vuestra dicha es tan extraña
que quisiera, vive Dios,
más haber hecho la hazaña
que hoy, García, hiciste vos,
que ser príncipe de españa.
Porque Alejandro decía
(¡ved cuanto lo encarecía!)
que más ufano quedaba
si un rendido perdonaba
que si un imperio rendía.
Que en los pechos valerosos,
bastantes por sí a emprender
los casos dificultosos,
el alcanzar y vencer
consiste en ser venturosos;
mas que un hombre perdone
(viéndose ya vencedor)
a quien le quito el honor,
nada la fortuna pone:
todo se debe al valor.
Si vos de matar, García,
tanta costumbre tenéis
matar ¿qué hazaña sería?
Vuestra mayor valentía
viene a ser que no matéis.
En vencer está la gloria,
no en matar, que es vil acción
seguir la airada pasión,
y deslustra la victoria
la villana ejecución.
Quien venció pudo dar muerte:
pero quien mató, no es cierto
que pudo vencer; que es suerte
que le sucede al más fuerte,
sin ser vencido, ser muerto.
Y así, no os puede negar
quien más pretenda morder
que más honra os vino a dar
el vencer y no matar
que el matar y no vencer.
Dar muerte al enemigo
de temerlo es argumento;
despreciarlo es más castigo,
pues que vive a ser testigo
contra sí, del vencimiento.
La victoria el matador
abrevia; y el que ha sabido
perdonar, la hace mayor:
pues mientras vive el vencido,
venciendo está el vencedor.

(Los favores del mundo, acto I.)


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