Poner al hijo en cruz, abierto el seno,
sacrificarlo porque yo no muera,
prueba es, ni Dios, de amor muy verdadera,
mostraros para mí de amor tan lleno.
Que -a ser yo Dios, y Vos, hombre terreno -
os diera el ser de Dios que yo tuviera
y en el que tengo de hombre me pusiera,
a trueque de gozar de un Dios tan bueno.
Y aun no era vuestro amor recompensado,
pues a mí en excelencia me habéis hecho
Dios, y a Dios al ser de hombre habéis bajado.
Deudor quedaré siempre por derecho
de la deuda que en cruz por mi ha pagado
el Hijo por dejaros satisfecho.