EL ÁGUILA Y EL NOPAL

Llegaron al sitio donde se levanta el nopal salvaje
allí al borde de la cueva, y vieron tranquila
parada al águila en el nopal salvaje:
allí come, allí devora y echa a la cueva los restos
de lo que come.

Y el águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente.

Y el águila veía desde lejos.

Su nido y su asiento era toso él de cuantas finas
plumas hay; plumas de azulejos, plumas de aves
rojas y plumas de quetzal.

Y vieron también allí cabezas de aves preciosas
y patas de aves y huesos de aves finas tendidas
por tierra.

Les habló el dios y les dijo:

-¡Ah, mexicanos: aquí sí será! ¡México es aquí!
Y aunque no veían quién les hablaba, se pusieron
a llorar y decían: ¡Felices nosotros, dichosos
al fin!

¡Hemos visto ya dónde ha de ser nuestra ciudad!
¡Vamos y vayamos a reposar aquí!

           Anónimo

 




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