Alguien
le robó la mayor parte del cerebro y Ud. probablemente no lo sabía.
Bueno, no significa exactamente que le hayan quitado el cerebro, pero han
decidido que Ud. no lo usa. Se trata del viejo mito, escuchado una y otra
vez, que dice que la gente usa sólo el diez por ciento del cerebro.
Mientras que para aquellos que repiten ese mito esto probablemente sea
verdad, los demás felizmente usamos todo el cerebro.
Una
de las razones por las cuales este mito ha permanecido, es que ha sido
adoptado por videntes y otros integrantes del mundo paranormal para explicar
los poderes parapsíquicos. En más de una ocasión he
escuchado a videntes que le dicen a la audiencia “Solamente usamos el 10
por ciento de la mente. Si los científicos no saben lo que hacemos
con el 90 por ciento restante, ¡entonces debemos estar usándolo
para los poderes parapsíquicos!” En Reason To Believe: A
Practical Guide to Psychic Phenomena (Razón para creer: guía
práctica para los fenómenos parapsíquicos), el autor
Michael Clark menciona a un hombre llamado Craig Karges. Karges cobra un
montón de dinero por su programa Intuitive Edge (Al filo
de la intuición), el cual está diseñado para desarrollar
habilidades parapsíquicas naturales. Clark cita a Karges diciendo:
“Normalmente utilizamos sólo del 10 al 20 por ciento de la mente.
Piense cuán diferente sería su vida si Ud. pudiera usar ese
otro 80 ó 90 por ciento, que conocemos con el nombre de mente subconsciente”
(Clark 1997, 56).
También
ésta fue la razón que dio Caroline Myss intentando explicar
sus poderes intuitivos en una sección de Eye to Eye with Bryant
Gumbel (Ojo a ojo con Bryant Gumbel, o Frente a frente con Bryant Gumbel),
que se emitió en julio de 1998. Myss, que ha escrito libros
sobre el desarrollo de los “poderes intuitivos”, dijo que todo el mundo
tiene dones intuitivos, y lamentó que usáramos tan poquito
del potencial de la mente. Para empeorar las cosas, apenas una semana antes,
en el mismo programa, se había presentado información correcta
acerca del mito. Entre el programa y la publicidad, aparecía en
pantalla un spot con una breve encuesta: ¿Qué porcentaje
del cerebro usamos? Las respuestas, tipo multiple-choice (de elección
múltiple) iban desde el 10 hasta el 100 por ciento. Apareció
la respuesta correcta, lo cual me alegró. Pero si los productores
sabían que lo que había dicho una de las entrevistadas era
clara y manifiestamente erróneo, ¿por qué permitieron
que saliera al aire? ¿El cerebro derecho no sabe lo que está
haciendo el cerebro izquierdo? Tal vez la entrevista a Myss era una repetición,
en cuyo caso los productores presumiblemente chequearon los hechos después
de que se emitió al aire y sintieron la responsabilidad de corregir
el error en la emisión de la semana siguiente. O posiblemente las
emisiones se difundieron en secuencia y los productores simplemente no
se preocuparon y emitieron a Myss y a su desinformación de todos
modos.
Incluso
Uri Geller, quien construyó su carrera tratando de convencer a la
gente de que podía doblar metales con la mente, salió al
ruedo con esta perlita. Esto aparece en la introducción de su libro
Uri
Geller’s Mind-Power Book (El libro de los poderes mentales de Uri Geller):
“Nuestras mentes son capaces de proezas notables, increíbles, y
todavía no las utilizamos en su plenitud. De hecho, la mayoría
de nosotros usamos sólo cerca del 10 por ciento del cerebro,
con suerte. El otro 90 por ciento está lleno de habilidades y potenciales
aún no descubiertas, lo cual significa que nuestras mentes operan
en forma muy limitada en lugar de funcionar a pleno. Creo que alguna
vez tuvimos pleno poder sobre nuestra mente. Lo hacíamos para
sobrevivir, pero a medida que el mundo se sofisticó y se hizo
más complejo nos olvidamos de muchas habilidades que alguna vez
tuvimos” (énfasis en el original).
Lo
que sigue son dos de las razones por las cuales el mito del diez por ciento
resulta sospechoso. (Para un análisis más extenso y detallado
del tema, véase el capítulo de Barry Beyerstein en el nuevo
libro Mind Myths: Exploring Everyday Mysteries of the Mind, 1999
[Mitos de la mente: explorando los misterios cotidianos de la mente]).
1)Las
técnicas de investigación por imágenes tales como
los PET (Tomografía por emisión de positrones) y la fMRI
(resonancia magnética funcional por imágenes) muestran claramente
que la mayor parte del cerebro no permanece inactiva. En verdad, aunque
ciertas funciones menores pueden utilizar sólo una pequeña
parte del cerebro en un momento determinado, cualquier conjunto de actividades
o patrones de pensamiento complejos usarán muchas partes del mismo.Así
como una persona no utiliza todos los músculos a la vez, tampoco
utilizan todo el cerebro a la vez. Para ciertas actividades, tales como
comer, mirar televisión, o leer The Skeptical Inquirer, usted
puede usar unas pocas partes específicas del cerebro. Sin embargo,
en el transcurso del día se utilizarán casi todas las partes
del cerebro.
2)El
mito presupone una localización extrema de las funciones cerebrales.
Si las partes “usadas” o “necesarias” estuvieran dispersas por todo el
órgano, esto implicaría que de hecho se necesita gran parte
del cerebro. Pero el mito implica que la parte “utilizada” del cerebro
es un área discreta, limitada, y la parte “no utilizada” es como
un apéndice o amígdala, que ocupa espacio pero es esencialmente
innecesaria. Pero si todas esas partes del cerebro no se usan, el
hecho de remover o dañar las partes “no usadas” no conllevaría
grandes efectos o ni siquiera se notaría. Sin embargo las personas
que han sufrido traumas cerebrales, un infarto, u otro daño cerebral,
frecuentemente se encuentran severamente impedidos. ¿Ha escuchado
Ud. a algún médico decir, “afortunadamente cuando la bala
penetró en el cráneo, solamente dañó el 90
por ciento del cerebro, que no usaba”? Por supuesto que no.
La
larga vida del mito se debe en parte a que si una variante resulta incorrecta,
la persona que cree en ella puede simplemente cambiar la razón de
su creencia y apoyarse en otra base, mientras la creencia misma permanece
intacta. Así, por ejemplo, si a un individuo se le muestra un examen
PET en donde se observa actividad en todo el cerebro, todavía puede
seguir argumentando que lo del 90 por ciento se refiere a la mente subconsciente,
y por lo tanto la figura del mito queda a salvo.
Independientemente de la variante, el mito se repite y se expande, sea por gente bien intencionada o por aquellos que mienten deliberadamente. La creencia que permanece es, entonces, lo que Robert J. Samuelson denominó un “psico-hecho (psycho-fact), una creencia que, a pesar de no estar sólidamente basada en los hechos, se toma como real porque su constante repetición cambia la manera en que experimentamos lo que vivimos”. El lego va a repetirlo una y otra vez hasta que, tal como sucede con la advertencia de no tirarse al agua después de comer, termine por convertirse en una creencia ampliamente difundida. (“Triumph of the Psycho-Fact”, Newsweek, May 9, 1994.)
Los
orígenes del mito no son del todo claros. Beyerstein, del Laboratorio
de comportamiento cerebral de la Universidad Simon Fraser en British Columbia,
lo ha rastreado hasta principios del siglo veinte. En una reciente columna
de la revista New Scientist también se sugirieron otras fuentes,
incluyendo a Albert Einstein y Dale Carnegie (Brain Drain 1999). Probablemente
tenga un sinnúmero de fuentes, principalmente la malinterpretación
o malentendido de los hallazgos científicos legítimos así
como los gurúes de autoayuda.
El
más poderoso atractivo del mito es probablemente la idea de que
podemos desarrollar poderes parapsíquicos o al menos lograr ventajas
competitivas tales como mejorar la memoria y la concentración. Todo
esto se encuentra a nuestra disposición, como dicen los avisos,
si aprovechamos el más poderoso de nuestros órganos, el cerebro.
Ya
es tiempo de desechar este mito, aunque si ha sobrevivido casi un siglo,
seguramente continuará vivo en el próximo milenio. Quizá
la mejor manera de combatirlo sea contestar a nuestro interlocutor, cuando
lo mencione, “Ah, ¿y qué parte no usas?”.
*Traducción por Alejandro Borgo del articulo “The Ten Percent Myth” aparecido en The Skeptical Inquirer, March-April 1999.
**Benjamin
Radford es Jefe de Edición de la revista The Skeptical Inquirer
y es graduado en psicología.
Brain Drain. 1999. The Last Word (column). New Scientist 19/26 December 1998-2 January 1999.
Clark, Michael. 1997. Reason to Believe. New York: Avon Books.
Geller,
Uri, and Jane Struthers. 1996. Uri Geller’s Mind-power Book. London:
Virgin Books.
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NEO-SKEPSIS
#
4
Revista
crítico racionalista del
Centro
para la investigación de lo paranormal, seudocientífico e
irracional en el Perú
(CIPSI-PERU)