Lo
humano y lo inhumano en el hombre[1]
(un
ensayo en torno a la dialéctica posmoderna y su significado para
el tener y ser en el seno de multisistemas abiertos cambiantes)
Por
Mariano Querol[2]
Contenido
1.-Exordio galeato
2.- Hitos y posicionamiento históricos
3.-Distintivos de la posmodernidad
4.-El hombre consigo mismo
5.- La conducta humana
6.-Los valores y el humanismo
7.-La telencefalización del animal humano
8.-La dialéctica, el integracionismo y la sistémica
9.-Los disvalores: el hombre contra sí mismo
10.-El inhumanismo histórico
11.-Sistemas y organización
12.-La dignidad de la organización
13.-Resumen sin conclusiones
14.- Notas y referencias bibliográficas
Aquí se plantea que concluida la edad moderna, con la revolución francesa, lo que sigue es la posmodernidad, con las características que se indican en el numeral 2 y que se han ido afianzando cada vez más y más aceleradamente con el paso del tiempo, desde fines del siglo XVIII hasta fines del XX que corresponde al transcurso de la edad posmoderna.
Por otra parte la arqueología y la historia permiten darse cuenta que los periodos y edades –prehistóricos e históricas- van siendo cada vez más cortas; en vista de los cambios tan significativos que la posmodernidad ya ha traído consigo, es dable pensar que los momentos que vivimos presagian el comienzo de una nueva edad en la historia de la humanidad.
1.-El inmenso desarrollo tecnológico con adelantos omnímodos, esto es abarcativos, cada vez más acelerados. Entre ellos cabe destacar:
1.1.-La industrialización, la automatización, la internacionalización, la masificación informativa, la mundialización de ideologías contradictorias y la globalización por redes energéticas. Todas ellas constituyen procesos muy desiguales, variables según las regiones, etnias y países lo que, a la larga, ha significado un estrechamiento de vínculos así como un aumento de las diferencias: por ejemplo la sima entre los diferentes países en el comienzo de la posmodernidad, la diferencia entre países desarrollados y subdesarrollados, estaba más marcada por el desequilibrio de fuerzas entre países colonizadores y países colonizados. En la actualidad esta diferencia se ha agrandado y diversificado y, entre países desarrollados y subdesarrollados, la brecha se va haciendo más grande y más insalvable a medida que el tiempo pasa.
1.2.-La fisión atómica que, por lo mismo que ha sido realizada, determina una contradicción con el hecho de que esta era se viene llamando la era atómica cuando, en realidad, durante la posmodernidad, se ha pasado de la era atómica a la era tómica en que la última partícula del cosmos, pensada como indivisible, ha sido hecha explosionar, permitiendo reconocer la continuidad, la coexistencia, la mutabilidad, la reversibilidad y la relatividad de los conceptos de materia y energía.
2.-La mayor atención puesta, sobre todo a partir de comienzos del siglo XIX, en la libertad del individuo y la igualdad de los seres humanos, enfatizando el valer de la dignidad y de los derechos humanos, asunto que, salvo excepciones, ni se ponía en consideración en siglos anteriores y que ha traído consecuencias fundamentales tales como:
2.1.-La abolición de la esclavitud que aunque todavía no es total va siendo, por lo menos aparentemente, cada vez más completa.
2.2.-El reconocimiento de los derechos del niño.
2.3.- La liberación de la mujer, promovida por la mujer, y su conquista, jalonada de violencia, de la igualdad con el varón, fundamentos estos de la revolución sexual.
Estos hechos han significado, en forma teórica y práctica, una duplicación de las fuerzas de la humanidad en lo que concierne a creación y valimiento. La incorporación de la mujer a lo político, su acceso a las profesiones, antes consideradas como terreno del varón, y el reconocimiento de la labor doméstica como una profesión constituyen aspectos fundamentales de la posmodernidad.
3.-La continua creación, progresión y difusión, de la cosmovisión, de la concepción del mundo y de la concepción de sí mismo del ser humano a través de un metafilosofar, algunos de cuyos componentes son:
3.1.-Una relativización creciente del concepto de lo absoluto con merma del pensamiento dogmático.
3.2.-Revisión de la ética absoluta y asunción de varias éticas posibles.
3.3.-La puesta en tela de juicio de las categorías, apodícticas, con aceptación de la existencia de contradicciones posibles en cada una de ellas -que una cosa puede ser lo que no es, que una cosa no es forzosamente idéntica a sí misma- gracias al manejo creciente del pensamiento dialéctico frente a la asimilación identificatoria, como equivalencia axiomática, de la razón con la lógica, de la idea con lo absoluto y de lo dogmático con lo verdadero.
3.4.-Manejo de las concepciones sistémicas e integrativas conducentes al planteamiento, cada vez más frecuente, de la multicausalidad fenoménica y conductual.
3.5.-Surgimiento de la concepción de la salud como calidad de vida, reconocimiento del valor de lo ecológico, la búsqueda de un desarrollo sustentable y los esfuerzos por la implementación de los planteamientos de la bioética.
3.6.-Flexibilización del pensamiento positivista, cientificista y dogmático, con disminución del maniqueísmo de la igualdad inequitativa y del imperio de la razón, tal como lo plantea Octavio Paz: “El siglo XIX heredó de la Enciclopedia la idea de un hombre universal, el mismo en todas las latitudes; nosotros, en el siglo XX, hemos descubierto al hombre plural, distinto en cada parte. La universalidad para nosotros no es el monólogo de la razón sino el diálogo de los hombres y las culturas. Universalidad significa pluralidad”.
Con
frecuencia y en grado variable estos impulsos se combinan con apetencia,
afán, ansia, deseo de lograr el fin propuesto y devienen en una
compulsión, o un conjunto de compulsiones, conformando verdaderas
adicciones. Lo deseable, deseado y ansiado hasta el paroxismo de la repetición,
por búsqueda de satisfacción que resulta insatisfactoria,
puede ser el éxtasis espiritual, la iluminación religiosa,
el reconocimiento social, la plasmación estética, la obtención
de poder, el alcanzar el conocimiento, el ansia de la verdad, el tener
(acumular) bienes asibles, lo que incluye la acumulación del dinero
esto es la codicia numularia, el recibir el cariño de otro, el placer,
la realización erótica. Lo común a todas estas búsquedas
es que el intento indiscriminado y compulsivo de satisfacer la insatisfacción
de cualquier impulso, constituye la adicción.
Aunque
no son impulsos básicos hay que incluir las fuerzas, a veces más
poderosas que las surgidas directamente de los impulsos, brotadas de la
añoranza de lo que se intuye que no se tiene, el ansia de lograr
lo que no se ha logrado así sea lo inalcanzable desconocido, el
sufrir por aquello que no se logra, el lamentarse –más o menos poética
o violentamente- como expresión de la frustración por aquello
que no se tiene y que constituye el furor de los desadaptados, el lamento
de los desvalidos y de los que no logran sus objetivos, así sean
estos justos y equitativos y así estén orientados a la búsqueda
de valores.
Los
impulsos, siempre poderosísimos aunque no siempre expresados como
tales sino, metafóricamente, traducidos en la figura de otro impulso,
incluso uno que sea contradictorio, aparecen como una necesidad, más
o menos imperiosa, que busca una satisfacción más o menos
inmediata, que conduce a la búsqueda, incluso criminosa e insana,
del logro anhelado y confiere a esta ansia el carácter destructivo
en vez de constructivo, malsano en vez de saludable.
La
satisfacción de impulsos genera una gran satisfacción personal,
más o menos duradera y usualmente sólo pasajera, resultante
en autoafirmación variable según las personas, que refuerza
la repetición de la conducta mientras sea generadora de placer hasta
que el placer se convierte en un objetivo en si, sin consideración
con algo que puede tener un contenido altruista: la satisfacción
se torna totalmente egoísta. Esta búsqueda adictiva del placer
constituye, una de las características de la posmodernidad y del
hombre contemporáneo, la buena parte asentada en la crisis de la
religión y de lo histórico como posibilidad de construir
paraísos utópicos, lo que afinca al ser humano en el goce
su presente.
1.-El valer, es decir, que todo valor es polivalente, válido, y en ese sentido puede ser deseable o indeseable, esto es un disvalor.
2.-Objetividad
ya que no dependen de las preferencias individuales sino que se asume que
se dan en una esfera ontológica diferente al ser propiamente dicho.
3.-Son
interdependientes tanto entre sí como en su relación a las
cosas. Son predicaciones del ser; en algunos casos se consideran que son
objetivos del ser; o deberes del ser; constituyendo la deontología
(deon, -ontos:deber).
4.-Polaridad.
Este componente del valor hace que cada valor tenga su contraparte: a un
valor “positivo” se contrapone un valor “negativo”; a estos valores “negativos”
se los denomina disvalores. La polaridad puede variar, según las
escalas de valores, lo que es valor positivo en una puede ser negativo
en otras.
5.-Los
valores son entidades no mensurables ni precisables y tienen validez cualitativa
más no cuantitativa. Hay quienes hablan de una jerarquía
de los valores pero el ordenamiento constituye un proceso subjetivo que
hace que las jerarquías valorativas, o tablas de valores, varíen.
6.-Los
valores son cambiantes por su surgimiento en las diferentes edades históricas,
por la perspectiva que en cada momento histórico se tiene en cuanto
a la concepción del mundo y porque varían con la cultura
en general y en función de los componentes religiosos, la etnicidad
y otros factores que van cambiando con el tiempo.
Por lo dicho es claro que el tema de los valores está siempre en revisión. Se presentan a continuación aquellos que pueden considerarse fundamentales en nuestra cultura y que afectan nuestro diario vivir.
1.-Valores
éticos (morales), donde la contraposición es entre bueno
y malo, y lo deseable es la consecución del bien (Wolf).
2.-Los
valores morales (éticos) cuyos polos van de lo justo a lo injusto
con búsqueda de la equidad y de la justicia.
3.- Valores
eróticos cuya polaridad va de lo erótico propiamente dicho
(de eros amor) al rechazo (lo fóbico) en la búsqueda
del amor.
4.- Valores
vitales donde se contraponen la vida (bios) y la muerte (tánatos)
y se pone en juego la concepción de la inmortalidad como supervivencia.
5.-Valores
bioéticos en los que la polaridad es el bienestar–malestar humano
y lo deseable es el fomento de la calidad de la vida del hombre.
6.-Valores
estéticos donde se contraponen lo bello y lo feo en lo que será
la concepción del arte.
7.-Los
valores del conocimiento, verdadero-falso, con la posibilidad de alcanzar
la sabiduría.
8.-Los
valores religiosos, donde se confronta lo sagrado con lo profano, en la
búsqueda de la santidad.
9.-Valores
místicos que van de lo finito (finitud) a lo infinito y cuyo camino
es el éxtasis.
10.-Los
valores espirituales que van de la inmanencia a la trascendencia con búsqueda
de esta última, como o en la eternidad en el más alto sentido.
Hay quienes consideran que todo valor lleva consigo un componente espiritual.
11.-Valores hedonísticos con la polaridad desagrado–agrado y que se orientan hacia la búsqueda del placer. El acercamiento a cada valor es fuente de valor hedonístico agradable; la frustración en el logro de un valor o el alcance de un disvalor origina desagrado, dolor.
12.-La libertad es un valor cuya polaridad va de la sumisión al poder, con la búsqueda de un tenue equilibrio comprometido entre ambas polaridades.
13.-La paz es un valor cuyos alcances van de la serenidad a la violencia.
14.-Valores de calidad humana entre los que cuentan la dignidad, la decencia, la fidelidad, la lealtad y la honestidad, con sus contrapartes en los disvalores indignidad, corrupción infidelidad, deslealtad y ruindad.
15.-Valores ambientales referidos a los aspectos ecológicos de la calidad de vida y a impulsos vitales biófilos, corresponden a una ecofília y oscilan entre la convivencia con el entorno y la destrucción del mismo lo que implica el disvalor del aniquilamiento del frágil equilibrio telúrico.
El conjunto de los valores positivos, deseables, variables para cada cual, jerarquizados en una escala de valores también diferente para cada cual, ha venido conformando el concepto de la dignidad humana y constituye el fundamento de los planteamientos humanísticos. En efecto el ser humano, en cierta forma soberbio y pretendido dominador de su ambiente ecológico interno, esto es de sí mismo y de su ambiente ecológico externo, todo ello particularmente y cada vez más desde la época del renacimiento, se ha adjudicado todos los elementos valiosos para diferenciarse por ello de los otros animales en razón de: su espiritualidad, su posibilidad de alcanzar el éxtasis místico y la noción de la infinitud; su esfuerzo por llegar a la santidad en una comunicación religiosa, bajo el imperio de lo sagrado, y en algunos casos contando con un Dios existente y hecho a la medida de sus propios deseos; su búsqueda de la sabiduría por el conocimiento y de la distinción entre los verdadero y lo falso. El animal humano es el generador de lo estético y es el único creador, voluntario y no instintivo, de la belleza a través de una constructividad fina y delicada; el único ser de la creación susceptible de esforzarse por lograr mejorar su calidad de vida y de contraponer las fuerzas destructivas a las constructivas a fin de prolongar su existencia terrena y acercarse a la posibilidad de ser inmortal; el único animal poeta que concibe la posibilidad de alcanzar la eternidad a través de un amor sublime y desinteresado; que utiliza los valores éticos-morales para la consecución del bien, de la bondad, de la equidad y de la justicia; es también el único ser de la creación susceptible de salir fuera de sí (en muchos casos utilizando drogas enteogénicas) que lo hacen generador de Dioses y por último, es el único animal orientado hacia la búsqueda del placer y que, además, considera que tiene la posibilidad de no buscarlo egoístamente para así, en el sacrificio, alcanzar valores más valiosos para los otros, todo ello en conjunción con los Dioses .
De todo lo anterior resulta doloroso el que sea claro, sorprendente, lamentable y a veces, para algunos, conveniente que se utilicen disvalores, como la deshonestidad, la traición y la felonía, en pro del logro de valores más altos en la jerarquía axiológica. Eso mismo puede suceder para acceder a otros disvalores considerados prioritarios. En estos casos se suelen utilizar mecanismos de autoengaño, denegación, represión, olvido, distorsión de los acontecimientos; todo ello de modo más o menos racionalizado, para morigerar el sentimiento de culpa y restarle peso delictivo a las conductas resultantes de ese juego de valores y disvalores.
En el encéfalo se consideran el encéfalo posterior o metaencéfalo, que tiene que hacer con los procesos mas primitivos y vitales de supervivencia.
El rinoencéfalo, o encéfalo olfatorio, cuya función se vincula con la sensibilidad más elemental, común a todos los animales, que es el olfato y con movimientos primarios; ocupa un área muy grande del encéfalo. La otra parte del encéfalo es el endoencéfalo o encéfalo vísceral, interno, cuya actividad se vincula con diferentes funciones de las vísceras; su distribución anatómica es bastante extendida y en diferentes núcleos. A un nivel más alto está el cerebro medio o cerebro intermedio, también llamado mesencéfalo, diencéfalo, o talamoencéfalo que tiene que hacer con aspectos de elaboración de la sensoralidad hacia la sensibilidad y con movimientos más elaborados. Las partes más avanzadas del encéfalo son el prosencéfalo o cerebro anterior y el telencéfalo o cerebro terminal, que tienen que hacer con las funciones más elevadas del animal humano.
El encéfalo es un órgano que forma parte de un sistema, como sucede con todos los órganos y sistemas animales, destinado a cumplir determinadas funciones y que se organiza jerárquicamente de modo tal que para el funcionamiento de una parte se necesita la existencia de las partes más primitivas y menos diferenciadas.
El encéfalo humano viene pasando un proceso de telencefalización esto es la trasmisión al telencéfalo, en el proceso evolutivo filogenético, del control de las actividades nerviosas más complejas; la transferencia al telencéfalo de funciones nerviosas superiores o de relación y el predominio de estas sobre las instintivas, automáticas regidas por las partes subyacentes del eje cerebroespinal. En el telencéfalo se integra el enorme, complejo y delicadísimo desarrollo anatómico y funcional alcanzado por el encéfalo del animal humano (Cortada).
La telencefalización ha puesto al ser humano en la cima de las posibilidades animales de creación técnica y expansión del conocimiento, de búsqueda asombrada, creación poética, generación de valores ideales y de dejar así validadas todas las características que el humanismo adscribe al ser humano.
La telencefalización es un aspecto del desarrollo que también sustenta las características opuestas a las deseables para el hombre, es decir permite el incremento y el refinamiento de todos los procesos humanos: el surgimiento de los valores va aparejado al de los disvalores. Estos no desaparecen por el proceso de telencefalización sino que por él mismo pueden incrementarse del mismo modo que pueden enriquecerse los valores. El proceso de telencefalización no sigue una tabla de valores, no implica una línea moral imperativamente deseable para el desarrollo.
Estos planteamientos dialécticos valorativos coexisten con otros procesos abstractivos del ser (estar) del hombre como son los impulsos, los valores y los disvalores, de modo tal que el impulso puede ser origen de un valor o un disvalor.
El integracionismo (Ferrater) permite fusionar los elementos dialécticos, de cada una de las parcelas abstractivas del ser, en un conjunto que se organiza como sistema estructurado abierto en forma tal que la modificación de una de las partes modifica la totalidad del sistema que a su vez puede ser, de hecho es, influido desde lo exterior al sistema (v. Bertalanffi). La complejidad de esto es tan infinita como su propia sencillez. La totalidad integrativa de cada ser humano entra en conjunción con la de cada cual y a su vez todos están en intercambio continuo, dialéctico, en y con el entorno, generando sistemas abiertos de valores y disvalores, creando y destruyendo su existencia, la de otros y la del mundo en que vive.
Resulta de ello que los disvalores, inhumanos e indignos del ser humano real, concebido como sistema abierto, pesan tanto como los valores que estructuran, clásicamente, el sistema humanístico ideal semicerrado.
El
malestar espiritual está dado en función de la existencia
del conflicto entre variantes valorativas de diferentes escalas de valores
intraindividuales e interindividuales. No se trata de la anomia, que significaría
una falta de valores, sino de la existencia de diferentes jerarquías
de valores y de disvalores, o de una alteración en la elaboración
axiológica esto es una disnomia (Querol, 1966). La situación
disnómica intraindividual, la existencia dentro de mí mismo
de determinados conflictos valorativos intrapsíquicos, la existencia
en todos y cada uno de nosotros de conflictos valorativos -más o
menos resueltos- con predominio de valores de un tipo o de otro, generan
conflictos intraindividuales, así como en la relación con
los otros, y constituyen el punto de partida disnómico fuente de
toda relación violenta del hombre contra sí mismo y contra
los otros hombres.
Las
conductas violentas son las generadoras más importantes de malestar
espiritual y, a su vez, el malestar espiritual es uno de los generadores
más importantes de las conductas violentas; se trata de un proceso
estructural sistémico abierto, como lo son la vida y la salud, con
un componente moral tendiente a fines teleológicos y teleonómicos
(Franccois) esto es que, tanto los fines como la moral, se modifican de
acuerdo con la evolución del sistema.
En
la búsqueda de la realización de valores el hombre se enfrenta
con la trascendencia a la que se orienta, así él no se lo
proponga. Cuanto más propósito de trascendencia hay, más
se aleja el animal humano -homo axiológico- de los
otros animales. El problema es que la búsqueda de trascendencia
puede corresponder a la realización de valores que pueden ser buenos
para quien los despliega y malos para quien sufre el mismo despliegue de
los presuntos valores buenos.
Es este mismo sentido de la inhumanización del hombre se plantea el problema del diluvio informático bajo el cual, pese a la globalización, el ser humano se mantiene aislado en una ignorancia supina donde no solamente no alcanza la sabiduría sino que busca otras satisfacciones destructivas de su propio desarrollo que, en lo místico serían buscar el éxtasis, lo cual con frecuencia lo hace vanamente solo a través de la satisfacción de adicciones, incluso a sustancias tóxicas, con lo cual se resta la posibilidad de un nexo valioso con el infinito que se le escapa cada vez más (Querol, 1999).
Frente a la posibilidad de desear, buscar, tener bienes inasibles y ser valioso, el ser humano históricamente se orienta también hacia el desear, buscar, tener bienes asibles y llegar a ser un ente disvalorizado, vehemente y violentamente agente de disvalores. Hay que agregar que el ser humano tiene una soberbia, una ambición ilimitada y una violencia superiores a las de los otros animales, que lo convierten en el animal más destructivo y mortífero de la faz de la tierra. Estos procesos aniquiladores, conscientes e inconscientes, se desbordan dado que el ser humano no dispone, por lo menos aparentemente, de los mecanismos de pacificación que hay en otros animales.
Los motivos y móviles de la conducta de cada cual están en relación con sus propios valores y disvalores y con su anhelo de realización personal. De lo individual surge lo social, organizacional, con la posibilidad y conveniencia de que, en el sistema, se generen roles, moral y metas organizacionales, que pueden, o no, estar en concordancia con los propósitos, aspiraciones, deseos, valores y objetivos de cada uno de los integrantes. Todo esto es en buena parte resultado de influencias de fuera adentro y otras de dentro afuera del individuo, lo cual sustenta la posibilidad de modificar conductas, tanto individuales como grupales, a través de procesos que genéricamente se denominan educativos, formativos, orientadores.
La forma como esto se lleve a cabo es compleja, no hay reglas fijas y depende de la política organizacional, entendido el término política como el esfuerzo orientado hacia el bienestar de la mayoría. Aquí el término mayoría juega un papel relativo porque la mayoría no suele tener el poder ejecutivo para el cambio. Por otra parte incluso la organización en conjunto es una minoría frente a un grupo social mayor. Una vez más entra en juego la posibilidad de un planteamiento dialéctico integracionista para poder apreciar y darse cuenta de qué es lo que se quiere y como se lo quiere alcanzar: buscando la realización de qué valores y hasta que punto se incurre en el proceso perverso de poner en juego disvalores para alcanzar valores. Este dilema es tanto en el nivel individual como en el organizacional y siempre hay conflicto entre ambos.
Sea cual sea la organización ella está formada por hombres que buscan ciertas concordancias. Si bien es cierto que el hombre nace solo, muere solo -y entre ambos aconteceres, aunque parezca mentira, vive, sufre, goza (incluso sus orgasmos) solo- al mismo tiempo busca tener el placer, que a veces resulta dolor, de estar acompañado. En ese sentido el fundamento de toda actividad social organizacional está centrada en el quehacer del hombre resultante de su estimativa, su axiología y su concepción del mundo. Su comunicación con otros individuos dentro de cualquier organización va a abocar siempre a la posibilidad de realizar o frustrar su opción valorativa personal.
Como ejemplo procede aquí estudiar el nexo entre lo individual y lo organizacional en el proceso de globalización o pseudoglobalización, cultural (Querol, 1999). La individualización como esfuerzo personal por pasar del tener al ser (Fromm) es valiosa; el tener corresponde a la posesión de bienes asibles, el ser significa la vivenciación de bienes inasibles generadores de valores espirituales.
La globalización (pseudo) cultural (cuasi) masificada viene a ser, entre otros aspectos, que en los medios masivos de comunicación -justamente por lograr una comunicaci&ooacute;n con las masas- se le dé importancia a cosas que no la tienen y, lamentablemente, no se le da valor al saber, a lo trascendental ni a lo espiritual.
La postmodernidad y la globalización, tienen que hacer con la difusión de información a través de los medios masivos de comunicación y estos, a su vez, dependen de la informática. En todos estos asuntos -humanismo, comunicación masiva,, informática, cultura de masas, globalización- cabe considerar las diferencias y relaciones entre la cantidad y la calidad de la información. En cuanto a cantidad de información ella es mayor en los países del norte, países desarrollados; por otra hay que tener en cuenta que la masificación y la personalización se entrelazan resultando una merma de la calidad -en el caso de la masificación- frente a un más factible incremento de la calidad en el caso de la personalización. En otras palabras los países y personas pobres y subdesarrolladas están excluidas de la globalización en su sentido más amplio y constructivo (Ugarteche). Cabe también referirse aquí a la diferencia entre la masificación y lo que son los medios privados, personales, seleccionados de comunicación y de aprendizaje. En el fondo de lo que se trata es de aprehender cómo estos medios, los globales masificados o los personales más escogidos, influyen en el proceso educativo y cultural: los masivos significan una comunicación elemental y simplista en torno a cualquier asunto. Globalización y masificación -con las ganancias gigantescas esperadas y calculada por los financiadores, productores, realizadores y transmisores- conducen a que el usuario obtenga una inmensa cantidad de información mas no conducen a una real formación personal con significación cultural y valorativa. Los medios de comunicación divulgan, por ser más rentable, una cultura masiva frente a una cultura personal que es una cultura selectiva. Por otra parte los medios de comunicación trasmiten, por lo general, documentos que no tienen un valor emocional significativo. Siguiendo la línea de Alcalde Cardoza, la globalización pretende un fin determinado que, en prácticamente todos los casos, es la venta del programa-ideología al mayor número de usuarios. Con este criterio, sustentado por los empresarios, se hacen cosas horrendas tales como buscar únicamente el disvalor económico, sin ningún objetivo cultural valioso: llegan a vender pero se olvidan del aspecto bioético que es el conducente a un incremento de la calidad de vida. Esto habla de la necesidad de generar en las organizaciones en general y a partir de ellas mismas, una actitud que conduzca a la teleonomía, que es la búsqueda de la obtención de valores significativos y variables en función de la región, la cultura y la tradición valiosa; esto significa la aceptación tolerante de éticas, no de una ética absoluta, sino de la relatividad ética (Russel). Ha de reconocerse la realidad dada por la existencia de éticas relativas –que posiblemente se contrapongan y que cada una de ellas considere “malas” a las otras- porque, al fin y al cabo, la ética no es sino el reflejo de la posición moral para lograr el cumplimiento de los deseos de quien o quienes ejercen el poder: quien detenta el poder es el que ejerce el derecho y plantea las normas éticas. Como dice Paz “La historia va por otro camino: la civilización que viene será diálogo de culturas nacionales o no habrá civilización. Si la uniformidad reinase, todos tendríamos la misma cara, máscara de la muerte. Pero yo creo lo contrario: creo en la diversidad que es la pluralidad”.
La flexibilidad, la relatividad y la pluralidad han de pensarse, en relación con la globalización, en lo que atañe al enfrentamiento norte-sur, riqueza-pobreza, globalización buscada-globalización asumida, generador de tecnología de punta-usuario de tecnología adquirida sin acceso a esa tecnología ni posibilidad de generarla, acceso ilimitado a las fuentes informáticas-acceso limitado o imposible para gran parte de la población. Cuanto el otro ni siquiera es considerado o tenido en cuenta se genera desaliento y ese otro, sin el aliento de la autoestima y de la búsqueda de valores que vayan más allá de la simple supervivencia, despliega una conducta venal, corrupta, simplonamente hedonística asentada en un proceso de anomia; son los casos, y son multitud, en que la gente no considera valioso lo ético, que deviene totalmente insustancial y esto es lo que Honorio Delgado, con mucha anticipación y sabiduría, llamó la desubstanciación del hombre. La anomia y la desubstanciación del hombre son más frecuentes ahora porque son el resultado de la enseñanza de los medios masivos de comunicación. Lo que sucede es que, teleonómicamente, los medios de comunicación masivos favorecen que de la anomia el usuario pase a adquirir normas éticas fundadas en falsos valores -riqueza, objetos de consumo, productoss de lujo y utilice métodos violentos para conseguir objetivos insubstanciales pero deseables-generando necesidades, siempre insatisfechas, por la ambición de dinero y de poder.
En el proceso de la posmodernidad puede decirse que se ha llegado a la globalización de la economía, la mundialización de la información y de la cultura, la internacionalización del derecho y a la transnacionalización organizacional.
Forma parte de la tarea de las instituciones corporativas, universidades y organizaciones en general, por lo mismo que tienen en su seno hombres humanos (como decía Vallejo) con formación universitaria, el bregar por la equidad y orientar debidamente todos esos procesos que vienen surgiendo en la posmodernidad y que están derivando en desmedro de la calidad de vida, de la cultura y de la espiritualidad del ser humano. La dignidad-indignidad de la organización está determinada por la visión de sus integrantes individuales. Del contacto consigo mismo, de cada uno ellos, brota la posibilidad para resolver conflictos valorativos y nacen las propuestas de alcanzar determinados objetivos: valores o disvalores.
Para alcanzar fines nuevos hay que agregar, además del concepto de “re” diversas cosas como ser reingeniería, redemocratización, redescubrimiento, reorganización, una orientación hacia lo “meta”, esto es lo más allá: lo metapsicológico, lo metalógico, lo metaético todo ello orientado por un metafilosofar que partiendo de lo individual –no olvidar que el filosofar es también un acto solitario- alcanza lo social, en este caso organizacional.
Una
posibilidad ofrece Ontray cuando plantea que “la
moral es el arte de ordenar las relaciones entre los hombres de manera
que los más fuertes, los más violentos, los más numerosos,
los más astutos, no puedan imponerles sus leyes, sus caprichos a
los más débiles, a los más pacíficos, a los
menos numerosos. La moral es el arte de llevarse bien con los otros y de
crear los códigos para ello. La prioridad consiste en enseñar
a cada uno que existe, no para el prójimo o sin él o a pesar
de él, sino en relación con él. Se trata de mejorar
mediante la cultura las tendencias egoístas naturales o instintivas.”
Sea
como fuere es deseable que todo lo anterior venga a ser una metaideología
para que en el futuro cada cual puede seguir un camino que le permita salir
de lo calamitoso de su vida, de la paradoja de nuestros tiempos y lograr
que el dolor no sólo no aumente dentro de nosotros sino que disminuya
en el mundo.
Alcalde
Cardoza (1998): Globalización cultural e información. El
Comercio, Lunes 15 de Enero, Lima, pp. A2.
Boorstin,
D.J. (1986 ): Los descubridores. Grijalbo Mondadori, España, 2 v.
Cortada,
F.J. (1970 ); Diccionario Médico Labor. Edit. Labor, Argentina,
tomos 1- 3. Esta obra contiene numerosas entradas que facilitan la comprensión
de términos a veces complicados para el lego.
Delgado,
H. (1959): La filosofía y la crisis contemporánea. Mercurio
Peruano, Lima, N°390: 451-455.
Ferrater,
J. (1965): Diccionario de filosofía. Edit. Sudamericana, Buenos
Aires, Tomos I y II. La posición integracionista del A. Resume y
sirve de nexo para la mejor aprehensión de la totalidad de las entradas
del texto.
Fran?ois,
Ch. (1992): Diccionario de Teoría General de Sistemas y Cibernética,
Conceptos y Términos. Edit. GESI AATGS y C, Buenos Aires, 220 pps.
Fromm,
E. (1991 ): Del tener al ser. Paidos, España, 168 pps
Hegel,
G. (1817): Introducción a la historia de la filosofía. Edit.
Nueva Era, Colombia, 303 pps.
Lao
Tse (S VI AC): Tao Te King. Traducción:
Ramón Hervás, Ediciones 29, Barcelona, 100 pps., 1989.
Ontray,
M. (2000): Una ética hedonística. Entrevista de Odile Baron
Supervielle. La Nación, Buenos Aires, 24 de mayo, Cultura.
Paz, O (1990): Hombres en su siglo. Biblioteca de Bolsillo, Argentina, 189 pps.
Querol, M. (1996): La universidad y el humanismo vitando. Discurso de orden presentado el 27 de Setiembre con motivo del 35 aniversario de la fundación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Multicopiado, 15 pps.
Querol,
M. (1999): Globalización, medios masivos de comunicación
y su impacto en el ser humano. Rev.
Acad. Per. de Salud, año V, N°1, 110-112.
Querol, M. y col. (1967): Planteamientos fundamentales de la renovación universitaria. Edit. Universo, Lima, 128 pps.
Ricoeur, P. (1991): Finitud y culpabilidad. Taurus Humanidades, Argentina, 502 pps.
Russel, B. (1993): Sobre la ética , el sexo y el matrimonio. Alcor, España, 414 pps.
Vallejo, C. (1968): Obra poética completa. Francisco Moncloa Editores, 509 pps., Lima. El concepto citado corresponde a un verso del poema “Los nueve monstruos”:
“I, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de sér, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tánto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
......................
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
..........................
El poema en cuestión es parte de los”Poemas humanos” que Vallejo escribió entre 1932 y 1937, como expresión del conflicto entre su angustia y su esperanza, entre su silencio y su verbo, su sueño y su pesadilla.
Valls, R. (1981): La dialéctica, un debate histórico. Montesinos, Biblioteca de Divulgación Temática/7, España, 157 pps.
von Bertalanffy, L. (1976): Teoría general de los sistemas. Fondo de Cultura Económica, México, 311 pps.
Wolf,
A: (1954): Ethics. En
Encyclopedia Britannica. Vol. 8, 757-761. Etica es el estudio sistémico
de los problemas últimos de la conducta humana (del griego ?os,
carácter o ??os costumbre); también llamada Filosofía
Moral (del latín, mores, costumbres). Lo relativo a ética
y moral se presta a confusión ya que ética, como concepción
de las dignas y buenas costumbres viene de Grecia, y moral, con las mismas
connotaciones, procede de Roma. Hay que tener en cuenta las diferentes
concepciones del mundo en ambas culturas y ello explica, cuando menos en
parte, las similitudes y diferencias entre ambos términos.
MQ/rr/11 2000
Psje.
San Alejandro 144-146 San Isidro, Lima 27, Perú. Telef.
440 8962, Telefax (511) 441 7696. Email: mquerol@terra.com.pe
A la Página
Electrónica de
EDICIONES
DE FILOSOFIA APLICADA
REVISTA
PERUANA DE FILOSOFIA APLICADA # 14