"30 HORAS DE REVUELTA ESTUDIANTIL"                                          pág.  2
                                                                                            
En fín solo quedamos algunos 300. Mi hermano mayor se dirigió a mí y me pidió que me retire, que no era conveniente mi presencia, que con la de el, nuestro apellido ya estaba representado. Pero me opuse a salir, no claudicaría por nada del mundo.
Los trotes de los caballos se escuchaban cada vez mas cerca, alguien dio la voz de alerta que la policía estaba a menos de 100 metros y que entonemos el Himno Patrio. A todo pulmón cantamos sus estrofas, algunos con los ojos llorosos, otros con el pecho henchido de orgullo. Tan pronto terminamos, se escuchó la voz del comandante, quien nos indicaba que teníamos 5 minutos para declinar, para rendirnos, para abandonar el colegio y dejar salir a los rehenes sanos y salvos.
Efectuaban tiros al aire con el fin de amedrentarnos. Lo consiguieron a medias, pero nuestro brigadier nos daba valor: “Compañeros...", gritaba, "...estamos a puertas de marcar un hito en la historia de nuestro querido colegio, si declinamos será indigno a nuestra causa, solo les pido un poco de valor y coraje, no nos pueden hacer nada, la mayoría son menores de edad, la Constitución nos ampara....” “Tenemos que hacernos respetar... los abusos del Director de estudios y la del Regente llegaron a su límite, solo declinaremos si se nos promete cambiarlos y sancionarlos....”
No llegó a terminar. Una tanqueta rompió la puerta. Los maderos volaron por los aires. Las carpetas eran arrumadas a un lado por la fuerza de la máquina.
Entonces ví un mar color verde que ingresaba. Eran los policías que con vara en mano repartían golpe a diestra y siniestra. Corrimos hacia el segundo piso cerrando la puerta metálica. Desde allí tirábamos algunas carpetas hacia abajo donde estaban los uniformados. Ellos en represión disparaban gases lacrimógenos, mientras la tanqueta se alineaba para derribar otra vez la puerta que separaba a ambos bandos.
Lo consiguieron. Y en un ataque final subieron pistola en mano, disparando al aire para no causar heridos. El brigadier se puso al frente y tiró el fusil en señal de rendición. No hubo un solo disparo de parte nuestra.
Mas tarde con el transcurrir de los años pude comprobar mis dudas, por que no hubo disparos de nuestra gente. La razón era sencilla, las municiones eran de salva, no contenían pólvora. Se la emprendieron contra el brigadier y los mayores. A palazos los bajaron. Los sacaron del local y se los llevaron en los carros portatropas. Al resto nos liberaron. Nos verían seguro muy niños que no merecían un arresto general. Lo que buscaban era a los cabecillas.
El olor a pólvora y a gases era tan fuerte que todos lloraban y tenían los ojos y las vías respiratorias inflamadas. Liberaron a los rehenes y poco a poco el colegio se fue quedando vacío, solo con las huellas de la revuelta.

Mas tarde ya en casa, luego de una reprimenda de nuestro padre, pudimos enterarnos que las autoridades tomaron nota de nuestro pedido. Los profesores aludidos serían investigados. Se castigaría a los líderes con tres meses de inhabilitación, pero no habría mas represalias. El año escolar no se suspendería de ninguna manera.

Pasaron los meses, hasta que llegó el día en que nuestros héroes se reintegrarían a clases. A la hora de entrada, al momento de cantar nuestro himno como todos los días, desde algún lugar de la formación alguien gritaba uno a uno sus nombres y el resto a todo pulmón respondía "PRESENTE!!!...", como un reconocimiento a su valor y coraje.

Esta es en conclusión la narración de los hechos ocurridos en 30 horas de una fugáz revolución, incipiente, pero que dejó profunda huella en nosotros, a tal extremo que cuando egresamos del quinto año, alguien sugirió que nuestra Promoción debería llamarse ERNESTO “CHE” GUEVARA, lo que no prosperó. Se llamaría desde entonces "PROMOCION CENTENARIO 2 DE MAYO 1966".
Ir a Página Inicial                                                                       Ir a Página Literaria