Sobre el Encontrarse y el Comprender, tal como Heidegger los trabajos en los parágrafos 29, 31, 32 y 34 de Ser y Tiempo, versa este ensayo filosófico.
El Encontrarse y el Comprender son, por lo pronto, dos existenciarios que surgen del análisis del ser-en. Más aún, el ser-en es radicalmente estos dos existenciarios.
Tales existenciarios son, según Heidegger, los modos originales de ser-en-el-mundo.
Busco, pues, un esclarecimiento fundamental de estos dos decisivos elementos en la estructura del Dasein. Desde luego, no he pretendido ser exhaustivo en el seguimiento e interpretación de tales nociones. En verdad, en cada parágrafo, he considerado algunas de las tesis más relevantes del autor y las he ido examinando, buscando sus posibles sentidos y algunas de sus relaciones.
1.EL ENCONTRARSE.
El encontrarse y el comprender son estructuras que poseen igual originalidad. El encontrarse y el comprender son dos existenciarios que se implican con reciprocidad: La comprensión se encuentra siempre en tal o cual estado y el hallarse en tal o cual estado es siempre una comprensión. Es decir, el comprender viene dado siempre como implantado, entramado en una determinada afectividad o temple de ánimo.
Heidegger afirma que el encontrarse no es algo extraño ni misterioso, sino que ónticamente es lo más conocido y más cotidiano. Lo denominamos el temple, el estado de ánimo. Heidegger no quiere significar que el temple sea alguna disposición psicológica; antes bien, es el temple el que hace posible todas las disposiciones psicológicas.
"La serena ecuanimidad, lo mismo que la velada melancolía, del cotidiano 'curarse de', el deslizarse de aquélla a ésta y viceversa, el resbalar hasta el mal humor, no son ontológicamente una nada, por muy inadvertidos que resulten estos fenómenos, como lo más fugaz e indiferente, en apariencia, del 'ser ahí'. EL hecho de que los sentimientos puedan trastrocarse y enturbiarse sólo dice que el 'ser ahí' es en cada caso ya siempre en un estado de ánimo"(Ser y Tiempo, Ed. FCE, México, 1988, pág.151). Es decir, el Dasein siempre se halla en un estado de ánimo, por esencia. Incluso cuando hay ausencia de un sentimiento definido tenemos, según Heidegger, aquí un estado de ánimo. Y es el sentimiento -y sólo él radicalmente- el que nos hace sentir el hecho de que existimos, que somos, que somos ahí, que somos ya arrojados en el existir, en el ser-en-el-mundo, en el ahí, en nuestro ser, descubriendo útiles y abriéndonos a nosotros mismos; pero sin hacernos sentir igualmente ni de dónde hemos venido, ni adónde vamos a ser arrojados. Característico del encontrarse es , por lo pronto, su "no se sabe por qué".
Y puesto que el sentimiento no nos hace sentir ni el de dónde ni el adónde, igualmente que el que somos ya arrojados en el existir, sentimos éste, como un enigma y una carga, ante la que huimos inmediata y regularmente; pero tal huida ante el existir no es sino el modo de sentir este mismo existir cotidianamente. Incluso el dejar de sentirla. La huida o fuga óntica o existencial es ontológica o existenciariamente un abrirse aquello ante lo que se huye.
El término "encontrarse" expresa claramente los dos matices semánticos en que piensa Heidegger: el matiz del sentir o sentirse y el del ya arrojado en el ser, del hecho de que se es.
Heidegger señala: "El estado de ánimo hace patente 'como le va a uno' (Idem) Y a uno le va, radicalmente, como a quien en su ser 'le va'éste. El encontrarse es el término expresivo de este radical irle a uno.
El hecho de que somos ya arrojados en el ser, es un hecho existenciario tan fundamentalmente distinto de todo hecho en el sentido de los entes cuya forma de ser no es la del Dasein, que exige términos que expresen esta diversidad con respecto a cualquier otro hecho y su efectividad: factum y facticidad. Este factum, por lo mismo, de que somos ya arrojados en el ser, exige otro término privativo para este segundo matiz de su significado: el término "estado de yecto".
Heidegger nos aclara: "La expresión estado de yecto busca sugerir la facticidad de la entrega a la responsabilidad. El 'que es y ha de ser' 'abierto' en el 'encontrarse' del 'ser ahí' no es ese 'que es' que se expresa ontológico-categorialmente en la efectividad inherente al ser ante los ojos. Ésta sólo se vuelve accesible en un fijar la vista en ella. El 'que es' abierto en el 'encontrarse' ha de concebirse, en cambio, como una determinación existenciaria de aquel ente que es en el modo del ser-en-el-mundo.(Ibid.,pág.152) El Dasein, según Heidegger, es su "ahí" en la forma consistente en que, manifiestamente o no, se halla en su estado de yecto. El Dasein es siempre ya en el encontrarse instalado ante sí mismo en el sentido de un encontrarse afectivamente, de algún modo.
El encontrarse, asimismo, no abre vivencias. Claramente no es conciencia refleja de éstas, sino algo tan poco reflejo, que cae sobre el Dasein precisamente cuando está más fuera de sí, más entregado a otras cosas, irreflexivamente. Heidegger expresa: "No viene ni de 'fuera' ni de 'dentro', sino que como modo del ser-en el-mundo emerge de este mismo."(Ibid.,pág.154) Pero tampoco es conciencia directa de vivencias exclusivamente, ni siquiera primariamente, sino que, como modo del ser-en el -mundo, abre con igual originalidad la existencia, el ser-ahí-con que es cada uno de los otros y el mundo. Pero respecto a éste en particular, es porque somos capaces en general de sentir y en especial de sentir nuestro ser-en el -mundo, debido a que éste es encontrarse, por lo que nuestro ser en relación a los entes intramundanos es un poder ser afectados por lo inservible, lo resistente, lo resistente, lo amenazador de estos entes. Ahora bien, a un ente capaz tan sólo de conocer, de intuir, jamás podría otro alguno afectarle, por ejemplo, como amenazador y temible. El encontrarse es la condición de que se den entes intramundanos como pudiendo afectarnos. El encontrarse, en general, no es de la índole del conocimiento ni siquiera intuitivo. Dado que lo amenazador y temible en cuanto tal no podría afectar a un ente puramente cognoscente, o no podría ser descubierto por éste, tampoco el hecho de que somos ya arrojados en el ser, el factum del 'estado de yecto', podría abrírsenos si fuésemos entes puramente cognoscentes, sino que lo sentimos volviéndonos a él y desviándonos de él, o en los modos de la versión hacia y la aversión desde, y de este último modo inmediata y regularmente. El encontrarse es así de naturaleza afectiva y activa.
En síntesis, las tres características ontológicas, existenciarias, del encontrarse son: (1) abrirse el Dasein en su estado de yecto e inmediata y regularmente en el modo del desvío o de la aversión; (2)abrirse el mundo de tal modo que se descubren entes intramundanos como entes que pueden afectar al Dasein.
Hacia el final del parágrafo 29, Heidegger señala que siempre han sido estudiados por la filosofía los sentimientos y las pasiones, fenómenos conocidos ónticamente, desde la noche de los tiempos. Heidegger halla significativo el hecho de que Aristóteles no trate de las pasiones en el marco de la psicología, sino de la retórica. La Retórica de Aristóteles no es una simple disciplina, como se cree tradicionalñmente, sino "la primera hermenéutica sistemática de la cotidianidad del ser-con": el orador necesita comprender el modo de ser del "uno" en su vida pública; a ello se dirigía la Retórica. Desde Aristóteles, a través de la Stoa, teología patrística, escolástica y filosofía moderna, lo afectivo apenas ha dado un paso adelante en la exégesis ontológica; se ha considerado como un "fenómeno psíquico" junto a la "representación" y "apetición", mero concomitante de éstas. Mérito de la escuela fenomenológica ha sido el haber dirigido la atención hacia estos fenómenos; de este modo, sobre todo, Scheler, quien , además de recoger los hallazgos anteriores (San Agustín, Pascal) ha estudiado las relaciones entre actos representativos e interesados; sin embargo, no ha llegado a los fundamentos ontológicos-existenciarios.
En el parágrafo 30, Heidegger analiza el temor como un modo del encontrarse. Aquí tal sentimiento se lo considera desde tres puntos de vista: (1)se analiza aquello que se teme; (2)el temer y (3)aquello por lo que se teme. Tal análisis considera otras variantes del temor tales como: timidez, pusilanimidad, medrosidad, zozobra. Pero al final todas éstas manifiestan "en cuanto posibilidades del 'encontrarse', que el 'ser ahí' es en cuanto ser-en -el-mundo, temeroso"(Ibid.,pág.160) Y tal temerosidad del Dasein debe ser comprendida como una posibilidad existenciaria, entre otras, del esencial encontrarse del Dasein en general.
2.EL COMPRENDER.
Si el encontrarse expresa la facticidad, el comprender pone de manifiesto la existenciariedad propiamente tal: el que el ser ahí tenga que ser su ser, la apertura de posibilidades y previamente de la posibilidad como tal.
El concepto de comprensión es usado por Heidegger dese las primeras páginas de Ser y Tiempo. A lo largo de toda la introducción, el filósofo alemán habla de "comprensión del ser" si bien en esta ocasión sólo subraya la problematicidad y el interés por el ser, dejando en un lugar necesariamente secundario el tema de la comprensión. En una articulación ya más desarrollada, Heidegger usa, también, la expresión "comprensión" en la construcción "comprender el mundo", "en el marco de la cuestión de la significatividad del mundo producida por la trama de señales y referencias que mediatiza el ser-en-el-mundo" (Peñalver, Patricio. Del Espíritu al Tiempo, Ed. Anthropos, Barcelona, 1989, pág.148.) Ahora bien, ¿acaso no hay en este usar un concepto antes de definirlo un círculo vicioso? No, según Heidegger, pues la circularidad del discurso ontológico-fundamental es necesaria, porque responde a una circularidad ontológica, a un círculo en el Dasein mismo. El tema del círculo será tratado nuevamente en el parágrafo 32 en una discusión de la modalidad que desarrolla la comprensión en interpretación. Tal círculo se puede llamar aquí círculo hermenéutico.
Pero, ¿qué es el comprender? Si queremos captarlo, primeramente, debemos situarlo en el plano mismo de la constitución de la existencia, como una suerte de "otro lado", como lo que complementa la facticidad. La comprensión coincide con el movimiento de lanzarse previamente hacia sus posibilidades, el pro-yectarse. Esto es lo primero.
En verdad, la comprensión en Ser y Tiempo, sólo guarda una relación secundaria con la problemática epistemológica de explicación versus comprensión. El comprender es en Heidegger, ante todo, poder, un proyectarse en posibilidades. Ónticamente se dice a veces "no comprende" de quien no acierta a obrar como debe y se espera, de quien no sabe obrar así, de quien no puede obrar así. Ontológicamente cabe decir que el Dasein acierta a obrar como debe para existir, sabe existir, puede existir. Este radical poder ser, es lo que, con la misma radicalidad, es, el comprender. Y siendo el Dasein el comprender así entendido es más radicalmente que nada, su poder ser, su ser como posible, posibilidad que se despliega en las diversas posibilidades de "curarse de", de procurar por y, en todo caso, de existir por amor de sí. Y siendo, además, el Dasein su posibilidad y sus posibilidades, a cada instante sabe "ahí" donde está, donde es, hasta dónde ha llegado y hacia adónde seguir y puede perderse y recobrarse. Y por esto mismo es capaz de descubrir los entes intramundanos como utilizables o inutilizables, servibles o inservibles sobre el fondo del todo de conformidad, como todo de una posibilidad de lo a la mano, e incluso el conjunto de los entes naturales, sobre el fondo de sus condiciones de posibilidad.
El Dasein es el ente cuyo ser, por una parte, es irle este su ser mismo y que, por otra, puede decir de sí "soy yo" y de su ser "mi ser", de suerte que el ser que le va es aquel del que puede decir "mío". El Dasein es esta relación con su ser y siendo tal relación es, por tanto, el comprender la posibilidad que es. Esta posibilidad es, radicalmente, su mismo ser, como posibilidad de ser el mismo o no. Esta potencia es la condición de posibilidad de los modos de ser de la propiedad y de la impropiedad. Ahora bien, ser lo que podemos ser implica, conlleva, una relación, un movimiento hacia delante, pues ser posibilidad es ser arrojándonos hacia delante, es ser proyectándonos. Y en cualquier momento de nuestro vivir, somos ya nuestras posibilidades, somos ya posibilidad proyectada.
El comprender hace que el Dasein esté siempre más allá de lo que es efectivamente, pero nunca que sea más de lo que es fácticamente, "porque a su facticidad es esencialmente inherente el 'poder ser' " Y Heidegger agrega: "Aunque tampoco es nunca menos por ser un 'ser posible', es decir, aquello que él, por ser un 'poder ser', aún no es, lo es existenciariamente. Y sólo porque el ser del 'ahí' debe su constitución al comprender con su carácter de proyección, sólo porque es lo que llega a ser o no llega a ser, puede decirse, comprendiendo, a sí mismo: ' ¡Llega a ser lo que eres!' (S. T. Pág. 163.) El filósofo alemán está aquí, pues, cerca de la sabiduría de Píndaro.
El comprender es, asimismo, un cierto ver, un ver que no es la simple percepción con los ojos del cuerpo ni la intuición eidética, sino más bien un ver cuyo núcleo significativo sería: " permitir que hagan frente sin encubrimientos, en sí mismos, los entes accesibles en él." (Ibid., pág.165)
Heidegger, en verdad, acepta, aunque matizadamente el supuesto del primado visual, eidético, de la tradición filosófica de Occidente, pues ésta buscó desde sus primeros pasos su orientación originariamente en el ver como forma de entrada al ámbito de los entes y del ser.
El comprender que ve adoptará dos modalidades fundamentales, antes mencionadas, que son: el comprender impropio que es el ver en torno o comprensión del mundo y el comprender propio que se proyecta en el "por mor de qué" de la misma existencia del Dasein y que por ello mismo es una cierta transparencia, un cierto ver, en el que la existencia deja ver a través de ella misma. Desde luego, para la investigación ontológica es este comprender la existencia lo que importa, como rumbo elegido para comprender el ser. Sin embargo, a esta altura de la investigación, cuando ésta se mueve en una etapa preparatoria y teniendo como base fenoménica el Dasein cotidiano, la anterior aclaración no permite progresar constructivamente a la comprensión del ser. Más bien al contrario, pues el balance de esa explicación del comprender como un poder que se encuentra en un estado de ánimo es que el Dasein se ha tornado incluso más enigmático. Y todo este movimiento no es superfluo, pues según Heidegger: "Necesitamos empezar por hacer resaltar todo lo que tiene de enigmático este ser, aunque sólo sea para poder estrellarnos contra la "solución" de modo genuino y plantear en nueva forma la cuestión del 'ser en- el-mundo."(Ibid.,pág.166)
III. EL COMPRENDER Y LA INTERPRETACIÓN
El Dasein es siempre ya en una u otra posibilidad, siempre ya proyectado en un modo impropio, comprendiéndose por el mundo, o en modo propio, según Heidegger, lo expone en parágrafos más avanzados; sin que al ser en una posibilidad, al proyectarse en el otro modo. Heidegger dirá: "En todo comprender el mundo es comprendida la existencia y viceversa"(Ibid.,pág.170)
El comprender, en particular, entiende los útiles como tales: al coger y manejar un taladro, lo tomamos y manejamos como taladro, sin necesidad de que nos lo digamos, ni siquiera lo pensemos así, sino que es la acción misma la que lo hace así; precisamente cuando no sabemos como coger y manejar un útil y permanecemos ante él contemplándolo, no lo comprendemos. Ahora bien, este comprender "como" es una interpretación, anterior a toda interpretación intelectual y verbal, en particular, a toda interpretación científica y más en particular filológica e histórica, de textos, y el fundamento de todas éstas. Es decir, anterior a toda interpretación de un texto y fundamento de ella es el comprenderlo como texto, como útil que es. Esta interpretación anterior a todas las demás y fundamento de todas ellas presupone tres cosas: tomar y manejar un taladro como tal presupone un cierto tener el taladro, un cierto verlo en relación con el taladrar con él dentro del fondo de un todo de útiles, disponer de algunos conceptos con conceptuarlo; vale decir, la interpretación previa a todas las demás y fundamento de todas ellas implica cierto previo tener, cierto previo ver y ciertos preconceptos. Y éstos integran aquello en que se proyecta y con que se comprende, es decir, integran el sentido: comprendemos el taladro en cuanto: preteníendolo, previéndolo en relación con el taladrar con él algo en la pared y preconceptuándolo correspondientemente, o dándole sentido de algo con que taladrar en la pared, nos proyectamos en el tomarlo y usarlo como taladro. Pero dado que el pretener, el prever y los preconceptos son, por una parte, existenciarios y , por otra, integran el sentido, sólo el Dasein puede primitivamente tener sentido o caracer de él, y por esto mismo es la condición de posibilidad de cualquier otro, necesariamente derivado, sentido o sin sentido, como éste lo es a su vez de todo contrasentido. Es decir, únicamente en función del sentido que tenga o no tenga la existencia humana tienen o no tienen sentido todas las demás cosas posibles.
IV. EL DASEIN Y EL HABLA
Según Heidegger: "El fundamento ontológico-existenciario del lenguaje es el habla."(Ibid.,pág.179) El habla es la condición de posibilidad del lenguaje, que es una forma de ser del habla. Esta está , por ende, en un estrato del ser del Dasein anterior al estrato en que está o es el lenguaje. El estrato en que es el habla y lo que este mismo es lo abre mejor que nada el silencio. Sólo puede hablar quien puede callar y viceversa. El mudo, que no puede hablar, tampoco puede callar. El hombre habituado a hablar poco, cuando no habla, tampoco calla. Ahora bien, el silencio es evidentemente anterior al lenguaje. Pero, ¿qué hay anterior al lenguaje en sentido estricto? La significatividad, cuyas referencias articulan el "sentido" del comprender: el conformarse con el taladro al taladrar articula el pretener el taladro, el preverlo en relación al taladrar y el preconcebirlo así. Esta articulación, en un todo de significación divisible en significaciones parciales dotadas de sentido, esta articulación significativa del comprender es el habla. Pero la significatividad constituía la mundanidad, la articulación significativa del comprender es un modo de ser-en-el-mundo. El habla, por tanto, tiene una forma de ser mundana.
Según Heidegger en el habla hay algo de lo que se habla, lo que se habla de ello, la comunicación o coparticipación de lo hablado por el Dasein que habla a los otros que son un ser-ahí-con, y el expresarse el Dasein que habla mediante el tono, la modulación, el tempo del lenguaje. El hablar de algo supone un previo, un fundamentamental ser en relación con ello, descubriéndolo o abriéndolo, encontrándose-comprendiendo. La coparticipación es la estructura dinámica misma del ser-con encontrándose-comprendiendo, es coparticipación del descubrir o el abrir aquello de lo que se habla. Heidegger nos aclara que ella "no es nunca nada como un transporte de vivencias, por ejemplo, opiniones y deseos, del interior de un sujeto al interior de otro."(Ibid.,pág. 181)
Finalmente, el Dasein no se expresa porque sea un interior que se exterioriza, sino porque, como ser-en-el-mundo, es ya fuera, ahí, y éste era el abrirse mismo del Dasein, el abrirse su existencia, su mundo y su ser-con los otros, en el encontrarse y el comprender.
Según Heidegger la relación del habla con el comprender y la comprensibilidad se nos clarifica si nos fijamos en el oír. Este es una posibilidad existenciaria inherente al hablar mismo. Heidegger señala: "No es casual que digamos, cuando no hemos oído bien, que no hemos comprendido. El oír es constitutivo del hablar."(Ibid.,pág.153) Inmediatamente se oye la carreta que chirria o la motocicleta, la columna en marcha, el viento Norte, el fuego que chisporrotea, ruidos y sonidos significativos, no conjuntos de simples ruidos y sonidos o puras sensaciones sonoras; que no las oímos ni siquiera cuando oímos palabras que no comprendemos, por ser de lengua desconocida o por otra circunstancia; ni siquiera cuando nos fijamos en la manera de hablar, es decir, en la adecuación o inadecuación de la manera a "lo hablado", lo que sólo podemos hacer sobre la base de un comprender esto. Así como el lenguaje, tiene como condición de posibilidad el habla, así también la percepción auditiva tiene como condición de posibilidad un oír que es constitutivo del habla y que, por ende, es en el mismo estrato que ésta y el silencio: un estar, un ser atento y sumiso a los otros, en los modos positivos o deficientes de seguirles, acompañarles, resistirles, obstinarse en su contra, desviarse de ellos que es sólo el estar, el ser en libertad el Dasein para los otros en cuanto es-con ellos, el escuchar en el sentido más radical del vocablo. El oír sin atender es una privación de este escuchar. El que no puede oír , en cambio, puede muy bien escuchar en este sentido, porque quien ya comprende, pero sólo él, puede atender, pues el comprender no es fruto del andar oyendo, como tampoco lo es del mucho hablar, sino bastante más del silencio, que condiciona el poder oír y el "ser uno con otro" en forma que cabe "ver a través" de él y que "abre" así el radical poder de articular que también él posee. Hay, también, una radical autonomía propia del Dasein en que es atento y sumiso a sí mismo.
Entendido de este modo, como proyección de la posibilidad, en la articulación del habla y de la interpretación, el comprender es anterior a cualquier otro comprender y fundamento de él.
Para Heidegger, finalmente, ser "ahi", ser-en el mundo no es sino encontrarse-comprendiendo o comprender-encontrándose, en la articulación significativa del sentido que es el habla, y el silencio y el oír y escuchar, de que nacen la interpretación y el lenguaje.
CONCLUSIÓN
El encontrarse se revela o se abre, a fin de cuentas, antes de todo conocer. Es decir, lo que el estado de ánimo revela no se descubre como una clase de conocer. Esto significa que ,en rigor, lo que se revela no puede ser analizado o interrogado de la forma usual que tenemos de conocer, pues es antes del conocimiento. Heidegger sostendrá que los temples, además, se revelan mucho más que el conocimiento. Ahora bien, considerar las aberturas del estado de ánimo en términos de descubrimientos cognoscitivos o teoréticos es impropio porque esto se refiere al conocimiento de las cosas ante-los-ojos. Sin embargo, también es impropio desechar las aberturas del estado de ánimo por considerarlas puramente irracionales. Heidegger no tematiza este punto y sólo nos dice que:"como contrapartida del racionalismo, el irracionalismo se limita a hablar bizqueando de aquello para lo que el racionalismo es ciego" (Ibid.,pág.153.) A la altura de los parágrafos analizados es suficiente entender que el temple se revela de una manera no-cognoscitiva.
En Ser y Tiempo, Heidegger ha sostenido la cooriginariedad del encontrarse y el comprender. Pero, pensamos, que siguiendo a Vattimo, que, en último término, el fenómeno del encontrarse se revela incluso más originario, como un fenómeno archioriginario. La efectividad, en verdad, no es un fenómeno que simplemente acompañe a la comprensión; ella misma es una suerte de precomprensión más original. Y esto nos resulta más consistente cuando pensamos, por una parte, que es justamente el encontrarse el que abre el Dasein en su estado de yecto y, por otra, que "el encuentro mismocon las cosas en el plano de la sensibilidad es posible sólo sobre la base del hecho de que el Dasein está siempre originariamente en una situación afectiva." (Gianni Vattimo: Introducción a Heidegger,pág.37.) En consecuencia, toda relación específica con las cosas individuales es posible gracias a la apertura al mundo avalada por el encontrarse: "El estado de ánimo ha "abierto" en cada caso ya el ser-en -el -mundo como un todo y hace por primera vez posible un dirigirse a..." (S.T.,pág.154)
El encontrarse posee, en verdad, una relevancia de primer orden, pues a partir de él el Dasein se nos perfila sin equívocos. Lejos está éste de ser un sujeto puro dado que no es nunca un espectador desinteresado de las cosas y de los significados.
Para Heidegger el mundo no nos sería accesible si no tuviésemos una precomprensión de él, como totalidad de significados; pero tal precomprensión aparece constitutivamente vinculada con un temple determinado. Ahora bien, durante el tiempo en que el análisis permanece en el nivel del comprender, el Dasein puede acaso parecer próximo al sujeto kantiano; pero tan pronto surge la consideración del encontrarse, éste se nos revela como "impuro" y, por ende, radicalmente distinto de la razón kantiana.
El primario comprender del Dasein consiste en que éste está abierto a sí mismo en su más peculiar ser, en su existencia, como un poder ser y, por consiguiente, como proyecto. En razón de esto la forma en que funciona el comprender es el proyectar, es decir, un intento de realizar las propias posibilidades. Unido al comprender aparece el interpretar, pues lo que comprendemos, lo comprendemos "como": como silla, como ventana...: lo interpretamos. Y la interpretación es un desarrollo y explicitación del comprender, es decir, un despliegue de las posibilidades proyectadas en el comprender.
La comprensión es siempre ya articulada, esto es, posee un sentido. La articulación de la comprensión es el habla y ésta forma parte de la estructura de ser-en-el-mundo. De ahí que tenga una forma mundana, es decir, esencialmmente referida al mundo.
El comprender y el habla son, en su forma cotidiana, la habladuría. Vale decir, un hablar de las cosas sin comprenderlas auténticamente, repitiendo mecánicamente lo que "se dice". Emparejada con la habladuría está lo que Heidegger llama "avidez de novedades". Esta es un "ver" no para comprender sino "simplemente para tener sabido", saltando de inmediato a otra cosa sin detenerse. La avideza de novedades es un indisciplinado interés por todo, gusta de la inquietud del cambio, de la disipación en nuevas posibilidades. Y todo ello desemboca en la ambigüedad: no saber discernir lo que se comprende y lo que no se comprende acerca del mundo, los otros y uno mismo.
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