Por Renato Alejandro Huerta
Magíster en Filosofía y Psicoterapeuta
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del autor :
Sri
Aurobindo, desde su posición espiritualista, rechazó casi por completo el
concepto nietzscheano del superhombre. Sin embargo, hay que hacer notar que el
concepto que Sri Aurobindo demuestra poseer del superhombre nietzscheano no es
tal vez lo suficientemente amplio. En las críticas del filósofo oriental, por
ejemplo, no encontramos ninguna mención del eterno retorno y del amor fati. Por
otro lado, Rhoda Le Cocq sostenía que
Sri Aurobindo había errado en la comprensión de lo que Nietzsche quería
expresar con su concepto de la voluntad de poder, pues ésta no podía ser
interpretada meramente como una voluntad
de dominio que imponía su señorío sobre
los otros y, en definitiva, sobre el mundo, sino como una voluntad espontánea y gozosa de
vida, cuyo carácter fundamental era la donación de sí, y que, por tanto que no
deseaba el poder."[1]
No sabemos, infortunadamente, si Sri Aurobindo tuvo acceso a los textos
originales de Nietzsche o si leyó sólo traducciones.
Más allá de las consideraciones anteriores, hay que decir que Sri
Aurobindo pensaba que su concepto del superhombre era radicalmente distinto al
de Nietzsche. También, el filósofo indio estaba convencido de que sólo en su
filosofía estaba el evangelio de la verdadera superhumanidad. Y este evangelio
era para Sri Aurobindo un géneroso ideal para el progreso de la raza humana,
una llamada al hombre para desarrollarse conscientemente en un tipo superior de
ser. A. La crítica en El Superhombre
Sri Aurobindo en su breve ensayo El Superhombre describió a Nietzsche
como: "... el místico del culto de
la Voluntad, el problemático, el profundo, el casi luminoso eslavo helénico con
sus extrañas claridades, sus violentas semideas, sus raras intuiciones
centellantes que venían marcadas con el sello de una absoluta verdad y
soberanía de luz. Pero Nietzsche fue un apostol que nunca entendió enteramente
su propio mensaje. Su estilo profético era como el de los oráculos de Delfos,
que convertían la verdad en mentira para satisfacer a sus oyentes y
creyentes."[2]
Sri Aurobindo reconocerá que lo anterior no siempre es verdadero, porque
Nietzsche también habría sido capaz de 'elevarse más allá de sí mismo'.
Según Sri Aurobindo existen dos condiciones de ser hacia las que la
humanidad puede caminar: el titán y el dios. El titán[3],
según el filósofo indio, es una figura muy próxima al superhombre Nietzscheano. El
titán aparece en el universo aurobindiano como un ser vital mentalizado, como
un ser regido por un pensamiento y voluntad gobernados por una identidad falsa
y por la ignorancia. Para Sri Aurobindo el titán será el hijo de la oscuridad y
de la división. Sri Aurobindo piensa que el error que comete
Nietzsche al defender su superhombre-titán podría deberse a su hostil
preocupación con la idea cristiana del Dios crucificado y, también, a su
dependencia de ideas imperfectas sobre los griegos. Para el filósofo indio el
superhombre nietzscheano aparecerá como un ser que feroz y arrogantemente
rechaza la carga de dolor y el sacrificio del servicio que demanda la elevación
de la conciencia humana.
Según Sri Aurobindo el principal defecto del superhombre nietzscheano es
que éste pierde el enlace con la evolución moral de la Naturaleza, con el nivel
ético de la evolución. Para Sri Aurobindo es sólo desde la inevitable línea de
la evolución que un verdadero superhombre puede emerger.
Según Sri Aurobindo evolucionar hacia el superhombre significa: "
evolucionar en el sentido del dios o del deva, es crecer en intuición, en luz,
en goce, en amor, en maestría feliz; servir por la ley y para la ley por el
servicio mismo; ser capaz de ser valiente y diligente e incluso violento, pero
sin herir ni abusar, y a la vez, ser suave y gentil e incluso auto-indulgente
sin laxitud, vicio ni debilidad; ser uno mismo una unidad completa, brillante y
feliz por simpatía con la humanidad y todas sus criaturas. Y al final, esto es
evolucionar una gran personalidad impersonal y elevar la simpatía en una
experiencia constante de la unidad del mundo. Porque así son los dioses,
conscientes siempre de su universalidad y, por lo tanto, divinos.. "[4]
Este texto ciertamente ilumina algo más el concepto aurobindiano del
superhombre. Pero más iluminador resultará aun contrastar el texto anterior con
un pasaje de “Asi Habló Zaratustra” que
nos dice: " Ahora es cuando la montaña del futuro humano está de parto.
Dios ha muerto: ahora nosotros queremos- que viva el superhombre... El
superhombre es lo que yo amo, él es para mí lo primero y lo único, - y no el
hombre: no el prójimo, no el más pobre, no el que más sufre, no el mejor."[5]
En este pasaje queda ciertamente muy claro el carácter egotista del superhombre
nietzscheano.
En “El Superhombre”, Sri Aurobindo afirma que su idea de una superhumanidad implica la concepción de un ser divinamente poderoso. "Ser el hombre divino es regirse a sí mismo y al mundo, pero no en un sentido externo. Esta es una ley que depende de la afinidad secreta de la unidad que conoce la ley del otro ser y del ser del mundo y ayuda, o si hay la necesidad, lo compele u obliga a realizar sus grandes posibilidades propias, pero por un mandato divino y esencialmente interno."[6] Según Sri
Aurobindo los dioses no desdeñan vivir entre los hombres, entre el rebaño.
Tampoco huyen de la cruz y de la corona de espinas ya sea en su evolución
interior o en su devenir exterior. Para Sri Aurobindo los dioses saben que el
egoísmo debe ser crucificado. Y, al fin, la humanidad de los dioses será parte
de una pedagogía divina que enseña el camino hacia el superhombre espiritual.
Tal es la visión aurobindiana. En el
universo de Sri Aurobindo el titán no poseería nada de lo anterior. Para el
titán sería imposible comprender la grandeza de la misión del dios. Los
instintos del titán reclaman, en verdad, un dominio tangible, concreto o
visible. El titán estaría seguro de su imperio sólo si tuviera las cosas bajo
sus pies. Aquello que llena al titán con la sensación de gloria y señorío es su
capacidad para forzar, exigir abiertamente. Y ello porque el titán es el hijo
de la división y del potente florecimiento del egotismo. Para el titán, además,
sería necesario sentir la limitación de los otros para sentirse inmensurable. Y
esto porque él no tiene un sentido de la infinidad autoexistente que no
depende, ni puede ser anulada por circunstancias externas. Para el titán el
contraste, la división, la negación de las voluntades de los otros son cosas
fundamentales para su desarrollo y autoafirmación. El titán debe conquistar y
menospreciar lo que no es él para que su propia imagen pueda señalar, estampar
todas las cosas y dominar todo su medioambiente.
El filósofo indio también agregará que en la naturaleza, debido a que
ella comienza en la división y el egoísmo, el titán emerge primero que el dios.
Y con esto queda claro que el titán ocupa un lugar determinado en la economía
del universo. Y tal lugar y la labor del titán o asura son importantes:
"el asura (titán) tiene la porción de la carga más pesada y menos
agradable. Él es el que comienza la tarea y la dirige; él va en su camino
macheteando, dando forma y plantando: el dios sigue, enmendando, concluyendo,
cosechando. Él prepara fieramente, con angustia y en contra de miles de
obstáculos, la fuerza que nosotros usaremos: el otro disfruta de la victoria y
de la delicia."[7]
Se puede decir, pues, que Sri Aurobindo no condena totalmente el
superhombre nietzscheano. Este superhombre sería una etapa necesaria, pero de una evolución ya pretérita.
Otro punto importante que subyace en la consideración aurobindiana del
superhombre nietzscheano es el
siguiente: en Nietzsche, Dios (que sólo significa trascendencia) y la
naturaleza se excluyen, en cambio, en la visión aurobindiana, como se ha visto,
hay armonía entre estos dos aspectos de la realidad. Sri Aurobindo
escribe:"...Dios es complejo, no
simple; y la tentación del intelecto
humano es escoger el camino más corto y fácil hacia la naturaleza divina
profesando exclusivamente uno de sus principios. Conocimiento, Amor - cuya
palabra secreta es Deleite-, Poder y Unidad son algunos de los nombres de
Dios"[8].
Para Sri Aurobindo, Dios es, pues, la
armoniosa unidad de poder, conocimiento y amor. El superhombre que es una
manifestación divina combinará en sí mismo armoniosamente poder, conocimiento y
amor. Tal es la superhumanidad aurobindiana. B. La crítica en “La Vida Divina”
En “La Vida Divina” Sri Aurobindo realiza una escueta critica del
superhombre nietzscheano y desde una
perspectiva que le identifica: el evolucionismo.
Una primera alusión indirecta al superhombre nietzscheano se advierte en
el juicio que emite Sri Aurobindo sobre los pensadores modernos. Éstos no
creerían en el destino divino del hombre, en el superhombre divino. El
supehombre del pensador moderno aparece simplemente como una figura de
superdesarrollados grados de mentalidad o vitalidad. El pensador moderno:
"no admite otro emerger, nada ve más allá de estos principios, pues éstos
trazaron para nosotros, hasta ahora, nuestro límite o círculo."[9]
Una mención directa al superhombre de Nietzsche aparece en la conclusión
de La Vida Divina. En tal epílogo, Sri
Aurobindo señala que su concepto de
superhumanidad no debe confundirse con ideas pasadas o presentes de
superhumanidad. Y ello porque la superhumanidad en su acepción ordinaria es
simplemente un desbordamiento del nivel humano normal, "no es un género
sino en un grado del mismo género, mediante una personalidad ampliada, un ego
magnificado y exagerado, un incrementado poder de la mente, una refinada o
densa y masiva exageración de las fuerzas de la ignorancia humana; lleva
consigo también, comúnmente implícita en ella, la idea de una forzada
dominación de la humanidad por parte del superhombre. Eso significaría una
superhumanidad al estilo de Nietzsche. "[10]
Para Sri Aurobindo en su peor grado el superhombre nietzscheano sería la bestia
rubia: un regreso a la violencia bárbara y a la crueldad. De este modo el
superhombre de Nietzsche sería un paso hacia atrás en la evolución, un esfuerzo
de la humanidad para trascenderse en una dirección errada. El filósofo oriental
piensa que la humanidad ha tenido ya mútiples figuras como las del superhombre
nietzscheano y su recurrencia sólo podría dilatar arcaicos escenarios
evolutivos. Para Sri Aurobindo, finalmente, el único y real paso hacia delante
en la evolución de la conciencia lo constituirá la emersión del que es para él
el verdadero superhombre o la verdadera realización de la esencia humana: el
ser supramental. [1]Rhoda Le Cocq, The Radical Thinkers: Heidegger
and Sri Aurobindo, Sri Aurobindo Ashram
Press, Pondicherry 1972, cap.6.p.111. [2] S.A.B.C.L., The Superman, v.16.p.275. Traducción
de Hortensia De La Torre. [3]
Los titanes son denominados “asuras” en la tradición hindú. [4]S.A.B.C.L.,v.16.ps.276-277.
Traducción de Hortensia De La Torre. [5]
Z, "Del hombre superior",p.383. [6]S.A.B.C.L.,v.16.p.277. [7]Ibid.,p.278. [8]Ibid.,p.279.
Traducción de Hortensia De La Torre. [9]V.D.v.1cap.27.p.265. [10]V.D.v.3.cap.14.ps.426-427.