Recato y la Lucha por la Pureza por el Excmo. John W. Yanta


Queridos hermanos y hermanas: Al haber llegado el calor a nosotros y ya que estamos en tiempo de verano y de vacaciones, es oportuno hablar acerca del recato en el vestir especialmente en la participación de la Santa Eucaristía, el recibimiento de Nuestro Señor en la Santa Comunión, el privilegio de ser lector de las Lecturas Dominicales de la Biblia, y servir como Ministro Extraordinario de la Santa Comunión.


Este tiempo del año, yo (y estoy seguro que muchos de ustedes también) he escuchado quejas acerca de la falta de respeto para la casa de Dios ,lo sagrado de la presencia de Dios en la liturgia, y la falta de respeto hacia otras personas y la falta de conciencias obre la lucha por la pureza en la cual se encuentra el sexo opuesto cuando asisten a la Misa Dominical.


La falta de recato en el vestido está gobernada por dos citas de la Ley de Dios: 1) El Noveno Mandamiento:“No desearás la mujer de tu prójimo”(Éxodo 20,17); Jesús dijo: “Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio con ella en su corazón.” (Mateo 5,28).


Vivir nuestra Fe diaria como hijos de Dios (bautismo), como discípulos de Jesús, y templos del Espíritu Santo, enfrentamos elecciones o alternativas morales constantemente, muchas veces al día. La conciencia podrá por un lado hacer juicio sensato de acuerdo a la razón y la ley divina, o de lo contrario, un juicio erróneo que desvía de ellos (CCC: Catecismo dela Iglesia Católica #1799).


El vestirse o ponerse la ropa es un acto moral y usarlos es una acción moral. Existen varias formas apropiadas de vestir, por ejemplo, en la privacidad de su hogar, con la pareja solamente o con los hijos en el hogar, en el lugar de trabajo o en la escuela, en una compañía mixta, en el lago o en la alberca, en el supermercado, en la iglesia, etc.


Las cuatro virtudes fundamentales están en juego aquí (Sabiduría 8,57).Una persona inteligente guiada por la sabiduría, la mayor de las riquezas que nos guía a ser prudentes (hacer y decir lo que es correcto), justicia, (respeta la dignidad de otras personas),fortaleza (el valor para ir en contra de los estilos sugestivos y provocativos),y la moderación (asegura el control sobre las tentaciones sensuales como ocasiones de pecado). Usted podrá leer más acerca de estas cuatro virtudes fundamentales que juegan un papel principal en nuestras vidas(CCC 18031809).


El camino a la modestia o recato inicia con la pureza de corazón: “Delcorazón proceden los malos deseos,asesinatos, adulterios, inmoralidadsexual…” (Mateo 15,19). Se debefomentar a los principiantes en la Biblia a que tengan una perspectiva básica de la enseñanza de Jesúscomenzando con las Beatitudes en Mateo 5 en el primer sermón de Jesús:“Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios” (Mateo 5,8). Parte de laesencia de esa enseñanza es una apreciación sana, ortodoxa y de primera mano del plan de Dios sobre la sexualidad – lo sagrado, su plenitud en elmatrimonio, su lugar en la familia, enla Iglesia y en el mundo.


Luego habla el Catecismo, despuésde la purificación del corazón, acercade “la lucha por la pureza.” Nosotros,los bautizados y los perdonadospor el Sacramento de la Penitencia/Reconciliación luchamos contra laconcupiscencia de la carne y deseos desordenados (CCC 2520).


Si, nosotros podemos ayudar aldiablo de muchas formas incluyendo la forma de vestir. En un Actode Contrición nosotros prometemos “evitar toda ocasión de pecado.” San Pablo escribe acerca de “provocar a otro” (Gal. 5,26).


Cuando la comunidad de creyentes se reúne para la Eucaristía (Misa) nada deberá ser motivo de distracción al enfoque de Jesús o que lleve la tentación (una ocasión de pecado) a otro por su manera de vestir. Los Lectores, Ministros Extraordinarios de Eucaristía, y Ministros de Hospitalidad deberán ser ejemplo de recato en el vestido para la parroquia, al igual que lo son los padres en la familia, la iglesia doméstica.


Que compartamos y seamos testimonio de las virtudes de prudencia,moderación, castidad, y recato ennombre de nuestra salvación y la deotros.¡Que Santa María y San José, Santa Ana y San Joaquín, padres y abuelos de su hijo y nieto, Jesús, intercedan por nosotros!