La marcha de El Soldado

Siempre cercano a los Redondos, grabó "Tren de fugitivos"

Todos lo conocen como El Soldado, un viejo nombre con el que viene recorriendo, desde hace más de 15 años, la ruta de Los Redonditos de Ricota. Quien ahora cumple las funciones de asistente de Skay acaba de grabar su primer disco, "Tren de fugitivos". El toca la guitarra y canta, pero lo acompañan músicos que serían la meta de cualquier rockero que se precie: Semilla Bucciarelli en bajo (y el acordeón en un tema), Walter Sidotti en batería, guitarras del Conejo Jolivet y Skay, saxo de Sergio Dawi, el Indio Solari acompañó con su voz un par de temas y varios invitados más. Un disco con un arte de tapa casi artesanal y una larga historia.

"Llevó dos años el proceso de embarazo y parto -cuenta, un mediodía en un bar de Palermo Viejo-. Yo antes había estado en algunos grupos, donde simplemente tocaba la guitarra, no cantaba. Y tuve un último grupo donde directamente me echaron. Entonces entendí que lo mío era estar solo, o sea que a la vez fue un puntapié para hacer mi historia. Ahí decidí no tener más grupo y dedicarme a esta carrera solista.

-¿Fue entonces cuando empezaste a componer?

-Sí, más que nada por no tener con quien tocar. Nunca me entrené tocando con gente; por más que haya tocado en grupos nunca fui muy consecuente y abandonaba pronto. Tocaba más que nada solo, en mi casa. Así fui haciendo los temas y maquinando todo. Después hice el clásico demo en casa; la melodía y la estructura de los temas son de esa época, las letras, en cambio, vinieron después. Incluso algunas fueron redondeadas faltando quince minutos para terminar el partido.

-¿Y en cuánto a la grabación?

-Fue algo que se dio. Sergio Dawi, el saxofonista de Los Redonditos, se hizo un estudio en la casa, casero. Como yo he trabajado en salas de ensayo, hicimos el famoso trueque: yo lo ayudé a armarlo, a acustizarlo y, como pago, grabé allí. Con la ayuda también de Eduardo Herrera, que es el técnico y coproductor artístico del disco.

-¿Cómo se dio que la base sea prácticamente la misma que la de Los Redonditos?

-De la espontaneidad y de la necesidad. Más que nada de esto último, de no tener a nadie y de la buena predisposición de los chicos de venir y sumarse. Realmente fue una suerte para mí.

-¿Por qué hay tanta guitarra slide?

-Es una coloratura que me gusta mucho. Toda esa melancolía, ese color que le da. Está un poco abandonado ahora, porque los nuevos sonidos de las guitarras son otros. Los tiempos modernos requieren otro tipo de cosas.

-¿No te interesan esos tiempos modernos?

-No, éste es el rock que yo puedo llegar a hacer. Escucho muchísima música, pero esto es lo que yo principalmente siento. Desde chico escucho el rock de los años 60 y 70, desde la música de los negros, el rock de los blancos, blues, soul, jazz. De todos modos, yo creo que el rock es uno, después hay modas o tendencias que vienen y se van, pero lo que perdura son las benditas canciones de siempre. Siempre canciones, todavía se siguen cantando y siguen teniendo vigencia canciones de la década del 50.

-¿Vas a presentar el disco?

-No, voy a tocar. Armé una banda con el Conejo Jolivet en guitarra; Diego, el hijo de Cristina de las Blacanblus, en bajo; Gustavo, también en guitarra, y Rubén, en batería. Vamos a tocar el domingo, en el Centro Cultural Cátulo Castillo.

-¿Te ayudó el hecho de trabajar tantos años con Los Redonditos?

-Sí, ayudó muchísimo, más con ellos que tienen un concepto realmente redondo, focalizado. Yo aprendí muchísimo. Hace como 15 años que estoy con ellos y ya eran algo especial, siempre se apartaron de los cánones del circuito normal.

-¿Cómo los conociste?

-Yo era muy chico, me gustaba la música y empecé a trabajar en la empresa que les hacía el sonido a ellos. Me encantó porque, aunque no habían grabado todavía, yo escuchaba ya antes, por la radio, un demo con un par de temas. En un momento ellos hicieron una especie de reclutamiento y estoy desde aquella época. Ahora soy asistente personal de Skay, en las guitarras, le armo el set, le afino, pero todos nos ocupamos de todos. Yo en todos estos años me ocupé de cada uno personalmente y de todo a la vez. Es una forma de trabajar en equipo.

-¿Hay algo de esa vida en las letras?

-No, son más cosas de ahora. Cosas de la noche y los bares. Es algo bastante particular, todas esas historias que se tejen, el desvelo de la noche, los sueños de cada uno. Los bares son buenos lugares para pescar historias. Adriana Franco