CORAZONES A LA DISTANCIA

Por aLieN uRBaNo (aka Natalia @->- Rosa Roja)

Disclaimer --- t.A.T.u es propiedad de Universal. Yulia y Lena existen realmente y yo no tengo nada que ver con ellas. No trato de lastimar su imagen tampoco.

Nota: Los eventos son ficticios.

Clasificación: PG-13 con posibilidad de subir a NC-17

Otra Nota: Este capítulo contiene escenillas medio sugestivas, nada que no puedan leer.

N/A: Si me sale igual de corto que el anterior y alguien me reclama le voy a dar pamba con picahielo ok? ¬¬ Sobre advertencia no hay engaño. Y otra cosa… predecible y rosa, así es como han catalogado mis historias y no falto el optimista que dijera que no es que no son historias rosas sino felices. No por estas críticas he cambiado la linea de esta historia, y si es predecible pues no lo lean.

CAPITULO 5: Jamás.

Las calles de Paris jamás habían parecido más melancólicas y grises. Ni las flores, ni el aroma dulce de miel desvaneciéndose sobre el pan en las tiendas podía sacar a Yulia del ensimismamiento del que era presa. Habían transcurrido ya dos semanas desde el incidente en la habitación de Monique. Yulia no había tenido el valor suficiente para rechazar a su alumna, sobretodo porque en su mente deambulaban las palabras que Simone le había dicho hacía mucho tiempo ya. "Es hora de continuar, enamórate de nuevo Volkova." ¿Podía ser? No, claro que no. No quería iniciar una relación en el anonimato. Una relación con Monique se vería truncada al instante por las leyes, los padres de ella y tantas otras cosas como que su corazón aún le pertenecía a Lena. De repente la casa de Simone ya no le parecía un palacio sino un rincón del mundo donde podía refugiarse y ser vulnerable. Llamó a la puerta y fue Simone en persona que le abrió. La escritora se encontraba disfrutando uno de sus pasatiempos preferidos, la jardinería. Simone gustaba de arreglar su jardín ella misma, Yulia solía decir que se dedicaba a hacer el trabajo del otoño pues las pobres flores siempre terminaban sin un sólo pétalo encima.

- ¿Y Monique? – preguntó Simone buscando a la joven detrás de Yulia y luego bajo la chaqueta de la pelinegra.

- Hoy no iba a venir, tenía reunión familiar, ¿recuerdas?

- ¡Ah, es verdad! ¿Y no podía faltar?

- No, Simone.

- Está bien. – Simone continuó sus labores de "jardinería", luego de un rato las rosas no tenían más pétalos que perder y la escritora habría comenzado a arrancar los pétalos de las lilas de no ser por la mano de Yulia.

- Necesito hablar contigo, Simone.

- Si es sobre Madmoiselle Katina de nuevo…

- No, es sobre Monique…

La rubia y exuberante escritora detuvo todo movimiento de su cuerpo, una hermosa sonrisa le iluminó el rostro y sus ojos se volcaron hacia las estrellas que aún dormían bajo el manto azul claro del cielo. El tiempo se deslizó sigiloso en aquél jardín y Yulia no sabía todavía cómo decirle a Simone lo que había ocurrido en la casa de Monique. Por fin Simone volvió a la vida y dio un par de saltos para alcanzar el cómodo sofá que mantenía en el patio con propósitos de sentarse a escribir bajo el sol cálido de los veranos.

- ¿Qué me quieres contar sobre Monique? – sonrió la bellísima escritora.

- ¿Recuerdas ese día que vinimos a ensayar y yo me fui antes de que acabara la clase?

- Sí, lo recuerdo, y por ese abandono de menores te ganaste una buena regañada, Volkova.

- Sí, - respondió Yulia por inercia – me fui porque no podía ver a Monique.

- Explícate. – la expresión de Simone se había transformado con las últimas palabras de su amiga, su intuición femenina le señalaba la ruta que tomaría la pequeña profesora de piano.

- Monique me besó… - susurró Yulia exhalando un hondo suspiro.

- ¡¿Qué?!

Simone se levantó con el rostro deformado en un gesto de desaprobación y de ira. Apretó los puños contra su cuerpo y miró a Yulia furiosa.

- ¡¿Te besó?! ¡¡Volkova no tienes vergüenza!! – gritó la escritora - ¿No quieres decir que la besaste?

- ¡No! ¡Yo jamás le habría hecho eso! - exclamó Yulia al borde de las lágrimas tratando de acercarse a Simone que inmediatamente la detuvo con un ademán enérgico.

- Escúchame bien Yulia, soporté todas tus tonterías sobre Katina y aguanté tus depresiones. Comprendo que te sientas angustiada, nadie te ha visto tan vulnerable estos años como yo, pero no puedo perdonarte que abuses así de una niña que confía en ti. Sabes bien que ella haría lo que le pidieras porque te admira como ya nadie lo hace.

- Simone yo no…

- ¡Callate Yulia! ¡Ya estoy harta de estas cosas! ¡No puedes jugar con los corazones de las personas! ¡Monique es tu alumna por Dios! ¡Sal de mi vista Yulia!

Simone entró en su casa perturbada y con las lágrimas escurriendo como manantiales por sus mejillas. No cabía en su mente lo que había dicho Yulia, e inconscientemente había juzgado a su mejor amiga sin escuchar. Pero simplemente no podía decir la verdad. Monique era mucho menor que Yulia, no había manera que la pianista no se hubiera dado cuenta de que crecían sentimientos especiales en la alumna. Se dejó caer en un sofá y al mismo tiempo su mente cayó en una vaga e imperturbable agonía.

Yulia permaneció en el jardín con la mirada clavada en una rosa que Simone no había tocado. ¿Había perdido también a su mejor amiga? Pero ¿por qué? La pelinegra comenzó a pensar que en su vida había hecho algo en verdad malo. No se explicaba de otra manera su constante mala suerte. Primero había perdido a sus padres cuando les confesó ser lesbiana; después, perdió a Lena por orgullosa y estúpida; ahora perdía también a su única amiga. Derrotada salió de la residencia de Simone y se sentó en la banqueta. Observó lo grises que eran las calles, y lloró desconsoladamente hasta que sintió que los rayos del sol la reconfortaban de alguna manera. Levantó la vista y se dio cuenta que debía ser casi medio día. Se levantó y volvió a casa. De camino, su mente se perdió en el antaño.

**Flashback**

El concierto en Praga había sido todo un éxito. Las localidades se habían agotado a los pocos minutos de abrir las taquillas, razón por la cual se preparó un segundo concierto. Todos los fanáticos gritaban las canciones de t.A.Tu en ruso y en inglés, conocían cada letra e inflexión. Muchos incluso conocían los pasos de baile para cada canción. Lo mejor de la noche había sido ver bailar a varias parejas al son de "Malchik Gay", éxito de su primer disco aunque jamás salió al mercado como sencillo. Para los fans había sido el mejor concierto de la historia del dúo ruso, para las t.A.T.u había sido el inicio del fin. Durante el segundo concierto Yulia invitó a varias parejas a bailar la coreografía de Malchik Gay, entre las cuales resaltaba una pareja de hermosas jóvenes checas. Al poco rato de verlas bailando Yulia tuvo la ocurrencia de darle un valor agregado al concierto al hacerla de swinger e intercambiar pareja con las chicas que le habían llamado la atención. En el momento Lena pensó que sería divertida la reacción de la presa. "Lesbianas y swingers" diría alguna nota, así que accedió. No tardó en arrepentirse cuando vio a Yulia demasiado emocionada con la chica que no dejaba de coquetearle a través de su blusa semitransparente. Desde donde estaba Lena podía ver perfectamente el cuerpo desnudo bajo la ropa de la fanática, no quería ni imaginarse lo que Yulia podía ver desde su lugar arrodillada frente a la checa. Sin perder el estilo ni montar en cólera Lena volvió a intercambiar parejas. Ya se había vuelto una costumbre terminar los conciertos con Malchik Gay y Lena dio gracias de que la tradición continuara porque no estaba de humor para soportar otras 2 canciones con la sonrisa pegada en el rostro. Al terminar el concierto esperaron a felicitar a los chicos de su grupo que habían hecho posible la seguridad, luces y sonido del concierto. Las chicas se separaron y quedaron de verse en el camerino.

- ¡Estuvieron geniales, Yulia!

- ¡Gracias! ¡Gracias! – iba respondiendo Yulia mecánicamente.

Al llegar al camerino encontró a la chica con la que había bailado y no a Lena. Su expresión de sorpresa quedó para siempre plasmada en una fotografía que pronto recorrió Internet. La muchacha la miraba con un deseo que era palpable desde el momento de entrar en la habitación.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó Yulia sin poder salir de su sorpresa.

- Quería felicitarte por tu concierto…- murmuró la chica en un inglés verdaderamente malo al tiempo que se acercaba a Yulia y, literalmente, untaba su cuerpo contra el de la cantante.

- Pues muchas gracias, pero no puedes estar aquí. – respondió Yulia tratando de resistir la tentación que encarnaba esa joven.

- ¿Puedo estar aquí entonces? – susurró la chica la oído de la pelinegra colocando su mano sobre los senos de Yulia.

En aquél instante Lena entró en el camerino encontrándose con la pelinegra y la fanática a punto de darse un beso. La pelirroja no dijo nada, esperó que la chica saliera del camerino y la escoltaran fuera del recinto. Cuando ya no había nadie que las escuchara se acercó a Yulia y le profirió tremenda bofetada.

- ¡¿Qué te pasa?! – gritó Yulia indignada.

- ¡Eres una cínica! – murmuró Lena entre dientes, levantó sus cosas, se puso ropa mas abrigada y salió del camerino sin decir nada más.

**Fin Flashbak**

El tren se detuvo en la estación previa a la que Yulia esperaba. Abruptamente volvió a la realidad cuando el frío del exterior la golpeó y el calor de la gente la volvía a sofocar. Se asió con fuerza al tubo del que iba agarrada para no caer cuando el tren dio marcha de nuevo.

- ¿Señorita?

- ¿Mm…?

- ¿Se encuentra bien? – preguntó un señor pulcramente vestido que la había estado observando desde hacía tiempo.

- Sí, estoy bien. – respondió ella con una sonrisa.

- Tome, límpiese esas lágrimas. Es usted una jovencita muy bonita como para andar con la nariz roja como un reno de Santa Claus.

Yulia tomó el pañuelo y se dio cuenta de que había estado llorando mientras su mente la había enviado al país de los recuerdos. Se limpió las lágrimas con una punta y guardó el pañuelo desechable en un bolsillo de su pantalón.

- Usted es Yulia Volkova ¿verdad? – preguntó el mismo señor luego de un largo rato en el tren.

- Sí. – respondió Yulia casi inaudiblemente como temiendo que alguien mas la reconociera y terminara aplastada por la gente del tren. Súbitamente recordó que ya nadie la conocía, ella ya no era parte de t.A.T.u. y repitió con más fuerza - Sí, soy yo.

- La reconocí. – sonrió el señor mostrándole una caja maltratada de un disco compacto. Se trataba de la caja de su primer disco 200km/h in the wrong lane. – Increíble que la haya conocido aquí.

- Sí supongo que sí. Toda una sorpresa.

- Es una verdadera lástima que el grupo se haya desintegrado, era excelente. Tengo todos sus discos. – sonrió el señor y hubo un largo rato de silencio hasta que sus ojos brillaron a la luz de una pregunta para reiniciar la conversación - ¿Tiene prisa?

- Escuche, no me gustan los hombres…

- No la estoy invitando a salir, Yulia. Sólo… se ve muy triste y se me ocurrió que quizá quiera hablar con alguien.

- No puedo. Voy a casa. Mire… no quiero hablar de t.A.T.u, de lo que hice en el dúo, de lo que no hice, de lo que debí hacer ni de lo que he hecho con mi vida hasta ahora.

- No hablemos de eso entonces. Déjeme nada más compartir su tiempo un rato. No me diga qué la tiene triste, pero al menos acépteme la invitación que le hago a distraerse de cualquiera que sea esa preocupación.

El señor parecía muy mayor para haber sido fanático de t.A.T.u y al mismo tiempo le recordaba un poco a Vanya, como solía llamar cariñosamente a su productor y representante. No había nada de malo en tomar café con un extraño y tenía razón, necesitaba distraerse.

- Está bien.

* * *

La noche encendió las llamas que dormían en cientos de focos por Paris. Yulia sonreía todo el tiempo mientras el amable señor con el que había ido al café contaba todo tipo de anécdotas. Sin embargo a las 10 decidió que ya había sido mucho tiempo fuera de casa.

- Ha sido una tarde muy divertida, gracias Monsieur… - dijo Yulia mientras salían del pequeño café.

- Dejémoslo así, Mademoiselle Volkova. Fue un placer haber compartido con usted esta tarde. Espero que todo mejore en su vida. ¡Buena suerte! – se despidió el caballero agitando su mano y yendo en dirección opuesta a Yulia.

- ¡Qué hombre tan raro!

De repente Yulia se volvió a encontrar con su mundo. La velada la había pasado hablando de los buenos tiempos de t.A.T.u más bien, del impacto que había tenido en la vida de aquél señor. El grupo le había abierto los ojos ante la realidad del mundo y fue con una canción del segundo disco que se dio cuenta de lo importante que era la revolución de la que estaba siendo parte t.A.T.u. A partir de ahí se volvió incondicional de las chicas, fue a todos los conciertos que pudo, compró todas las versiones de los discos e incluso compró toda la mercancía que veía con el logo o la fotografía del dúo. El calor de los recuerdos aún ardía en las sienes de Yulia cuando recordó que se hallaba nuevamente sin amigos, sin amor y sin una verdadera razón para continuar excepto la inercia. Miró hacia la calle sin saber qué rumbo tomar. Podía ir a casa a de Monique y hablar con ella pero, ¿de qué serviría? La chica no iba a entender de razones. Podía volver a casa de Simone, pero su amiga se veía realmente alterada cuando entró en la casa, además le había gritado que no quería verla. Lo mejor en ese caso era esperar unos días y llamarla, esperar que todo estuviera mejor y pudieran hablar. La otra opción era ir a casa, fundirse con el sofá frente al televisor y esperar que ninguna cucaracha la confundiera con carne fresca. ¿Por qué se encontraba tan sola? ¿Era su castigo por dejar a Lena? Las lágrimas empezarían a rodar por su rostro otra vez. Yulia maldijo el momento en que su vida se había ido al vacío y deseó con todo su corazón despertar en su cama junto a Lena y que todo hubiera sido un mal sueño. Pero no, ningún sueño o pesadilla dura 4 años.

- ¿Yulia?

La chica se giró y encontró el rostro sonriente del monsieur que se había ido hacía unos pocos minutos. Sus ojos se desprendieron de las lágrimas que había tratado de contener y brincó hacia el extraño abrazándose a su cuello. Hundió su rostro en su pecho y lloró un dolor que nadie, excepto ella, comprendía. Él no dijo nada, había vuelto sobre sus pasos porque algo le había dicho que lo hiciera y agradecía a aquella pequeña voz darle la oportunidad de tener entre sus brazos a un ídolo de tantos años.

Quizá se veía débil, quizá no era la luchadora que había sido antes, pero eso no le importaba. Ya no le importaba que la gente la mirara llorar y pensara que era débil, ya no le importaba admitir que necesitaba un abrazo. Todo lo que quería era sentirse protegida, ser vulnerable sin miedo a que en ese momento algo le atacase. Sólo quería sacar todos esos sentimientos que el pasado había acumulado en su cuerpo. En ese momento aquél extraño era perfecto, se sentía tranquila y protegida ahí entre sus brazos, y no le importaba dar rienda suelta a sus lágrimas mientras sus brazos estuvieran ahí.

- Soy Armand. – susurró abrazando con fuerza a Yulia, mientras la pelinegra seguía llorando.

-oOo-

Continuará…