Derecho unipolar sucede a derecho internacional
Alfredo Castillo Bujase
bujase@uio.satnet.net
 
La Historia es la historia de la violencia, se ha dicho. En cada momento ha sido distinta. Intereses, destrucción y protecciones se diferencian.
 
La invasión del eje Estados Unidos-Inglaterra a Irak es un eslabón de la violencia histórica.  No existe mayor acto terrorista que una guerra de invasión y conquista.
 
El derecho internacional surgió de una correlación de fuerzas victoriosas sobre el fascismo. Permitió que la experiencia decantada de las naciones aportara principios de conjunción y proximidad de los pueblos que bajo su ética se formularon como normas jurídicas.
 
El derecho internacional representó el interés de un tipo de equilibrio desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1989. Entonces, se rompió ese equilibrio.
 
La resultante exhibió una fuerza de apariencia global, única, que se asienta en la unilateralidad y segrega una especie de derecho engendrado en laboratorios bélicos, un derecho unipolar que sucede al internacional.
 
Este derecho -voluntad de la unipolaridad- convierte en disfraz al derecho internacional, en tanto necesite maquillarse con él.
 
Las actuales y futuras generaciones observan el ejercicio de este derecho unipolar como nueva forma de dominación global. Recursos, conocimientos, administración y ciencia han de redistribuirse según esa voluntad.
 
Los países subdesarrollados espectan la catástrofe. Carentes de posibilidades de salir del subdesarrollo, sus corruptas élites de poder son garantía para la libre manipulación, sumisión y ejercicio de la unipolaridad y sus normas.
 
Estas modernísimas relaciones van rodeando al planeta y pretenden una dominación planetaria con la superioridad tecnológica.
 
Este fenómeno se manifiesta en la invasión, conquista y usufructo de los recursos de Iraq. El método radica en la violencia máxima, la victoria segura y la información monopolizada. La paz se desprestigia, sus partidarios son señalados como el enemigo. Se publicita el culto a la ingeniera de la muerte, a los supuestos aplausos a la invasión, al genocidio.
 
Adherir a la fuerza mayor es virtud, según la huella del colonizado. Suprime la necesidad de pensar. En lugar de producir, basta comprar saberes hechos. El derecho unipolar facilita información sobre el bien y el mal.

La postura imperial no tiene la lucidez que tuvo Roma frente al derecho y a los bárbaros que inundaron e infestaron el imperio, a los cuales asimiló a su propio desarrollo.
 
La invasión era necesaria para los países del eje. Un presidente debía ser liquidado, “liberar a Iraq” es tarea inmediata. Podría llegar a serlo también para otros Estados. Las batallas de este derecho imperial se transportarán a América Latina. Habrá que liberar Venezuela de Hugo Chávez, Colombia de las drogas. Imaginemos el día cuando se deba liberar a Francia, Rusia y China de su incomprensión del derecho actual y de la técnica jurídica unipolar. Será el momento de la mayor poda de la especie humana.
 
Sin embargo, la opinión mundial agranda la esperanza de una polaridad diferente. El Canciller de Francia lo dijo en el Consejo de Seguridad: aspiramos a contribuir a crear un polo distinto que contrapese esta unipolaridad tan desolada desde su arbitrio y que no puede detenerse ni un instante en los intereses globales.
 
Se está suscitando un nuevo polo de equilibrio. Los pronunciamientos de Francia, Alemania, Rusia, China y la balbuceante vacilación de Japón van integrando un cierto contrapeso que puede establecer nociones de un derecho distinto al unipolar: posiblemente un derecho global.
 
El conflicto en el Golfo reordena el mundo. Divide a la Unión Europea, resquebraja la OTAN, disuelve vínculos ancestrales en el seno de los continentes, abre posibilidades de alianzas distintas. El eje Estados Unidos-Inglaterra y España enfrenta la potencial creación de una alianza opuesta, exuberante en experiencia histórica.
 
Las Naciones Unidas ya no son organismo mundial. Al igual que muchas instituciones multilaterales de la comunidad financiera internacional, también la OEA, OTAN se han convertido en subsidiarias de la unipolaridad y no responden a la diversidad que debían representar. El FMI obedece exclusivamente a un Estado y principaliza sus recientes funciones político-militares. Ahora, la ONU reducida a organismo semi-estatal sirve para legitimar al derecho unipolar que la niega, su papel se ha restringido a acciones humanitarias y licitaciones de reconstrucción. Ya no podrá cumplir su misión originaria: impedir la guerra.
 
Las reacciones de defensa propia -de pueblos e individuos aislados en la impotencia- motivan la acción mas subversiva de un acosado, el suicidio en combate.
 
La destrucción de Iraq, el nombramiento de un procónsul (a lo Karzai) será otra victoria del eje, no de los pueblos.
 
Las Cartas de Intención, a largo plazo, podrían equivaler a la invasión a Iraq. Así, los recursos, la política y la administración pasan directamente al control de intereses ajenos a las naciones atrasadas. La tragedia de Iraq reside en las ambiciones que desata el petróleo de su subsuelo. En otras partes del mundo, ese petróleo se lo ha conquistado con facilidad, como en Ecuador. Allá, esa pertenencia la pagan con sangre. Después será igual que acá, con endeudamiento, miseria y éxodo. Irak destruido y colonizado pasará de las armas a los técnicos del FMI.
 
Sin embargo,  la desproporción de esta invasión de conquista enfrenta el auge de la conciencia mundial.
 
El pueblo norteamericano tiene referentes en su seno e historia que elevan la protesta y lo hermanan con los pueblos de la tierra.
 
Estados Unidos es fruto de causas libertarias, guerras de Independencia, del pensamiento de Washington, Jefferson, de la lucha por los derechos del hombre declarados aún antes de la Revolución Francesa, de la orientación de la ciencia creadora de bienestar, de Franklin y Madison, de otros como Delano Roosevelt, uno de los creadores de la ONU.
 
Es necesario forjar un derecho global desde la diversidad de la especie humana para no volver al silencio o bullicio por sumisión al derecho unipolar.