Cartas al Libertador

 

Boletín de un libre pensador
Año I – Nº 40 Octubre 2001

En los tiempos de guerra

Los comentarios sobre la espectacularidad, la precisión, los efectos y supuestos protagonistas del atentado contra las TWC y el Pentágono ha quedado definitivamente atrás, han sido reemplazos por los análisis especializados de tecnólogos bélicos y expertos en política internacional y sobre geopolítica del mundo globalizado. Unos analistas de carrera y otros analistas a la carrera, compiten en los espacios de los mass media y hasta las conversaciones cotidianas se ven enriquecidas por comentaristas formados en la universidad de la vida o en una vida en las universidades. Se ha oído de todo, desde las interpretaciones proféticas de Nostradamus, hasta la descripción tecnológica de bombas inteligentes, cuya inteligencia está en duda ya que apuntan indiscriminadamente a niños, mujeres, ancianos e instalaciones de la Cruz Roja Internacional.

He leído de todo, he escuchado de todo y he terminado en la saturación dolorosa que me seduce insistentemente a colocarme en la posición incómoda del avestruz, que frente al peligro mete su cabeza en el hoyo, mientras generosamente enseña su trasero.

Pertenezco a una generación que no conoce la paz, siempre estuve en ambiente de guerra. Desde un Viet Nam que me enseñó a escuchar los “sonidos pesados” de un Hendrix, que insertaba en las tonalidades del himno nacional de los EEUU sonidos de aviones de guerra. Aprendí a buscar en el mercado camisetas con el símbolo de la paz, que me insertaba en las estrategias del marketing en el segmento de los “no integrados”... Como que no tuve elección, soy de una generación que inevitablemente creció a la sombra de un Superman o Rambo.

La guerra, factor presente que impuso una elección... La PAZ. Y cuando estaba cambiando de libreto y pensando en el medio ambiente, en la diversidad y la democracia participativa... Cuando aprendía a observar a los del sub-mundo como el diferente y no como el proscrito y el condenable... Cuando el indígena me recordaba la existencia de la dimensión de el otro en toda su extensión y riqueza... Nuevamente acude la sombra de la guerra para arrinconarme en la esquina de la PAZ. La guerra me condena a ser pacifista aunque la única paz que me otorgan es la paz de los cementerios.

De pronto, el hilo de las inquietudes fue abruptamente interrumpido por el sonar de los tambores de guerra, hoy mis preocupaciones diarias se concentran en las barbaridades de una guerra en una geografía que me obliga a revisar mis apuntes escolares y a sumarme al ejército de ilustrados que pronuncian con familiaridad palabras bastante extrañas para mi vida semi-urbana. Mientras tanto la configuración del escenario electoral y político de la región y de mi país.... subyacen entre la distracción de la guerra.

Mientras el ántrax es noticia de primera plana en los medios y la lluvia de bombas (no tan inteligentes) llueve sobre el suelo devastado de Kabul, lo tangible, lo posible golpea mi puerta con insistencia. El Plan Colombia se incluye en el libreto norteamericano de su cruzada civilizatoria y anti terrorista. Y para entender los efectos del Plan Colombia no necesito acudir a los atlas geográfico, nuevamente la guerra me arrincona en la paz.

Mientras los Harrier despegan verticalmente en su vuelo de destrucción y muerte... El Presidente de la República: Gustavo Noboa B. Y su hermano Ricardo, Presidente del CONAM, me dicen: la privatización va...porque va, es un tema que está sobre la Constitución, el Congreso Nacional, el Tribunal Constitucional, porque es una política de Estado. Y yo sé los efectos que significarán, para los ecuatorianos, las privatizaciones... Me lo contaron los colombianos, los argentinos, los peruanos, los chilenos, los mexicanos.

Mientras observo absorto el lanzamiento de un misil desde la plataforma de un gigantesco portaviones, se me confunde en la mesa de trabajo la información de las valoraciones de las empresas eléctricas, que es peor que dinamitar a las empresas para venderlas a precio de propiedad en demolición.

Y escucho la reacción de los patriarcas del país, al unísono, embestir a favor de las privatizaciones: Gustavo Noboa, Ricardo Noboa, León Febres Cordero y Osvaldo Hurtado compartiendo los mezquinos minutos de la televisión para decirnos a los ecuatorianos que entramos al sendero de la modernidad con las privatizaciones y todos los males nacionales naufragarán si vendemos nuestros bienes. Concierto muy semejante se escuchó en el Ecuador poco antes del congelamiento de fondos, el salvataje bancario y la quiebra del circuito financiero.

La intensidad de los mensajes electrónico no ha disminuido, pero no recuerdo el último día en que recibí un comentario sobre las resoluciones de la CONAIE, sobre la resistencia de la globalización o sobre la marcha del proceso de paz en Colombia, los avances o retroceso del Gobierno de Chávez en Venezuela, la existencia de los Zapatistas de Lacandona... Hace tiempo que no escucho un NO a la base militar norteamericana en Manta, o la resistencia ecológica al avance del OCP.

Creo que es tiempo de recuperar la brújula. Ben Laden no es nuestro, aunque nos duela la tragedia del pueblo afgano. Escuché que en un concierto en el Madison de NY se reunieron los pacifistas de ayer en un concierto, que solo se iguala al de Africa AID, donde un policía newyorkino abrió el espectáculo con un grito: Osama besa mi trasero irlandés... Pensé, idiota vas hacer que tu hijo te bese el trasero gringo... Osama Ben Laden es hijo del imperio.

Recuperemos la brújula y retomemos la tarea, estábamos inquietos por un proceso, construcción ciudadana lo denominamos, si mal no recuerdo, donde América Latina encrestaba un nuevo paradigma.

Tenemos aun nuestro escenario propio, la base militar en Manta, el imperio una vez que ajuste cuentas con su ilegítimo vendrá a mostrarnos el poderío de su arsenal inteligente y sembrará muerte entre nosotros. Que también tenemos nuestros ilegítimos, que no esperan para seguir con su misión de caballeros apocalípticos... Que la guerra no nos aleje del terreno de la UNIDAD y nos distraiga de la lucha por la vida.

 

 

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