George W. Bush y
su patriotismo farsante
Dr. Diego C. Delgado Jara.
I.
Los soldados descartables:
Señala el dicho popular que "la vaca
no se acuerda de cuando fué ternera", afirmación que viene muy al caso
cuando se le escucha hablar como un Rambo tonante al presidente George W. Bush
a propósito de la mentirosa necesidad del mundo "civilizado",
"cristiano y occidental", para atacar a Iraq. Algunos despistados
hasta lo califican de valiente. Sin embargo es preciso recordar que este supuesto
"supermacho", o "machazo" muy bien protegido en la Casa
Blanca por miles de elementos de los aparatos de seguridad, cuando tenía edad
para integrarse en el servicio militar de su país, en años de la guerra de
Vietnam, se negó a enrolarse en la army, y, con el apoyo del influyente
"papacito" -alto jerarca de la CIA, entidad a la que luego dirigiría-,
se incorporó subrepticiamente en el cuerpo de bomberos! De este modo no iría a
la guerra pues, según sus leyes, los bomberos son necesarios dentro de EE. UU.
por si acaso "los enemigos de la democracia" bombardeen las ciudades,
resultando útiles para apagar incendios! ¡De este modo se zafó del servicio
militar que tanto ponderaba su padre, uno de los más entusiastas apoyadores de
la participación norteamericana en la guerra de Vietnam! Claro, pero siempre
que vayan allá los hijos de las otras familias de EE. UU., en ningún caso los
de la suya!
¿Para qué arriesgar a un crío de los Bush,
deben haber pensado, cuando en una conflagración fallece todo tipo de personas
involucradas en ella, como cuando en la II Guerra Mundial pereció Joseph
Kennedy y quedó herido su hermano John, quien sería el presidente asesinado en
1963, en Dallas, capital del poder petrolero en EE. UU.? Como gallina clueca
que cuida a su polluelo papá George intervino para precautelar con su poderosa
ala protectora de la CIA a su "bebecito", más aún cuando consideraba
que en ese gigantesco país para algo existen decenas de millones de hispanos y
negros, utilizados siempre como simple y barata carne de cañón, como ciudadanos
siempre acosados por urgencias vitales y soldados descartables!
¿Quién reclama cuando muere un hispano o
un negro enrolado por el hambre, la necesidad y la desocupación en la army? ¿Acaso
no basta una medalla de hojalata, y las lágrimas de cocodrilo en algún discurso
de ocasión, para consolar a sus deudos que pierden un ser querido e irrepetible
para siempre? ¿Acaso en el país de la "defensa de la civilización
occidental y cristiana" no es conocido el viejo dogma de que en el cielo
de los blancos racistas (del Ku Klux Klan, Skull and Bones, Brown Brothers
Harriman y los Bilderberg) no pueden ingresar los negros, los hispanos y los
blancos solidarios? ¿Acaso no es "lógico", desde su perspectiva
racista y pseudoreligiosa, que los soldados descartables también posean almas
descartables y de menor jerarquía? ¿Quién puede exigir o garantizar un cielo
permanente para las pobres almas descartables de los ciudadanos de segunda y
tercera clase "nacidos" para la inmolación al servicio de los
intereses insaciables de las transnacionales del petróleo, la guerra y las
finanzas?
¿De qué patriotismo puede hablar quien se
negó a servir a su patria mientras su familia se solazaba mandando al matadero
de Vietnam a los hijos de familias afroamericanas e hispanas? ¿Acaso no se
conocen y se han denunciado hasta la saciedad los intereses de su abuelo
Prescott Bush en la industria armamentística y en grupos financieros como el
Unión Banking Company (UBC), donde en unidad con su suegro George Herbert
Walker (bisabuelo materno del actual mandatario), se asociaron desde antes de
la II Guerra Mundial con el industrial alemán Fritz Thyssen para financiar las
labores de Hitler desde antes de la citada conflagración? ¿Acaso no es célebre
la no menos denunciada incautación del 10 de octubre de 1942, por parte del
gobierno de Franklin Delano Roosevelt, de las operaciones bancarias del nazismo
a través del UBC, dirigido entonces por Prescott Bush, aplicando la legislación
que prohibía el comercio con los enemigos de EE. UU.; dinero que fué restituido
en parte a los Bush en 1951 merced a las gestiones de poderosas hermandades
secretas a las cuales están vinculados?
¿Se han olvidado todos los ciudadanos del
papel de George Bush padre y del coronel Oliver North en la creación y
comercialización del "crack" o cocaina artificial, en complicidad con
la CIA, con cuyas ganancias financiaban tareas criminales en contra de Irán y
la Nicaragua sandinista, todo ello en base a destruir el cerebro de los consumidores
de los barrios de negros e hispanos de las ciudades más importantes de los EE.
UU.?
¿Acaso no son los desplazados a Kuwait y
otros enclaves cercanos a Irak soldados descartables de origen negro y latino
en su inmensa mayoría, mientras el mariscal de bomberos George W. Bush vocifera
desde su muy bien guardado refugio, con el ánimo de sorprender a un pueblo
creyente, desinformado y generoso, que Dios se ha alineado a su lado, como si
El fuese socio de rapiñas y genocidios? ¿No es un grave insulto y profanación
religiosa tomar en vano su nombre al decir que Dios se ha convertido en socio
de latrocinios y miembro de una poderosa banda de asesinos? ¿Es que alguien
puede suponer que Dios está junto a quien prevee matar mujeres, ancianos y niños
inocentes, y sin culpa alguna de lo que acontece, de todos los confines de
Iraq, como si fuese un vulgar Tony Blair cualquiera, galgo de maleantes? Si
Herodes mató muchos niños con la esperanza tenebrosa de eliminar a Jesús, no es
ni un pálido reflejo de la capacidad homicida de quienes han matado más de un
millón y medio de niños con el embargo a este país y sin contar el eventual envío
de miles de cohetes y misiles que no escogen a las víctimas! ¿A cuántas
personas e infantes podría haber matado Herodes si hubiese dispuesto en sus
manos de los medios tenebrosos que dispone George W. Bush? ¿O es que acaso
existe la reencarnación?
¿Es decente, honesto, sincero,
transparente, un supuesto "patriotismo" que busca la muerte de
incontables hijos de hogares pobres de su propio país en una guerra de atraco y
vulgar pirataje para matando a incontables seres humanos desconocidos de un
lejano país como Iraq, robar y apropiarse de sus reservas petroleras (las
segundas más grandes del planeta) y demás recursos naturales, amenazándolo con
utilizar bombas atómicas por ser sospechoso de poseer armas de destrucción
masiva, como si dichas bombas atómicas no lo fueran y como si EE. UU. no fuese
el único país que ya las utilizó en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945? ¿Acaso
la gente sensata e informada no conoce que los móviles de los Bush nunca han
sido los de la nación norteamericana sino los de las transnacionales de las
finanzas, del petróleo y de los complejos industrial militares con los que
siempre han estado vinculados por generaciones? ¿Qué haría George W. Bush si
sus hijos viviesen en Bagdad y Saddam Hussein le amenazara en la misma forma -y
con los mismos medios- que él lo hace desde Washington? ¿Quién ganaría en el
mundo en un concurso de matones a inocentes?
Salta a la vista el discurso farsante de
Bush, quien aunque resulta simplón llega a entender que si dice la verdad, que
la guerra es para apoderarse del petróleo de un pueblo embargado su economía
desde hace más de una década, no tendría ningún apoyo; en tanto que si miente
con osada desvergüenza, alegando que lucha por la libertad y que Dios está a su
lado, puede sumar a ciudadanos cándidos o empobrecidos al extremo, capaces de
olvidar por conveniencia, aunque sea en forma momentánea, que Dios, según las creencias
de cualquier grupo religioso del mundo, jamás ha sido ni asesino ni ladrón y
que antes bien está siempre dispuesto a castigar a sus cultores.
¿De qué respeto a las resoluciones de la
ONU exige quien se hace de la vista gorda, con total desfachatez, a las
decisiones que obligan, por reiteradas veces, a devolver, por parte de Israel,
Gaza y Cisjordania? ¿De qué respeto a los derechos humanos habla el gobierno
que se niega a cumplir con el acuerdo de Kyoto, Japón, ya firmado por su
antecesor, que pretende suspender la destrucción y contaminación del planeta,
habitat de miles de millones de seres humanos? ¿No es acaso una farsa hablar de
lucha contra el terrorismo y el crimen al negarse a suscribir su adhesión al
Tribunal Penal Internacional, para evitar responder por crímenes tales como
destruir una república entera como Afganistán dizqué para neutralizar al agente
de la CIA Osama Bin Laden, socio en el negocio petrolero, cuando todo el mundo
sabe que la verdadera razón fué apoderarse de las reservas de gas e
hidrocarburos de esa región? ¿Acaso es desconocido que el gobierno de los
talibanes fué instalado en Kabul con el apoyo de los propios EE. UU., del mismo
modo que Saddam Hussein recibía ese mismo apoyo para que atacara al Irán
dirigido por el Ayatolla Komeini? ¡Dificilmente puede encontrarse tanto cinismo
que en quien tanto miente alegando hipócrita y farsantemente que Dios está a su
lado asociándose para tareas de pillaje y violando sus propios mandamientos de
"No matar" y "No robar"!
II.
¿Para qué sirven los soldados del Imperio?
En la Breve Historia del Neocolonialismo
Norteamericano, escrito por Nguyen Khac Vien, el autor nos recuerda que en las
memorias del general Smedley Butler, comandante en jefe de los marines, éste
relevante hombre de armas a quien le pretendieron sobornar las multinacionales
para con su prestigio respaldar un eventual golpe de Estado y evitar que
Roosvelt declarara la guerra al nazismo, escribió: "He pasado 35 años y
cinco meses en el servicio activo como miembro de la fuerza más eficaz de este
país, el cuerpo de marines, y durante ese tiempo no fuí más que un gánster
a sueldo de los grandes consorcios de Wall Street y de los banqueros. Ayudé
en 1914 a hacer de Méjico, especialmente de Tampico, lugar seguro para los intereses
petroleros. Ayudé a hacer de Haití y Cuba lugares convenientes para que el
National City Bank cobrara sus ganancias. Ayudé, entre 1909 y 1912, a purificar
Nicaragua para la Banking House of Brown Brothers. Llevé la luz a República
Dominicana en 1916, en favor de los intereses azucareros norteamericanos."
En dicho texto quedó impregnado, una vez más,
la desnudada y ordinaria condición de las fuerzas armadas de los EE. UU.:
defender los insaciables intereses económicos de las transnacionales con la vida
y contribuciones de sus ciudadanos. Nada más. A confesión de parte relevo de
prueba: los soldados o "combatientes por la libertad y la democracia"
se convierten en simples gánsteres a sueldo de los grandes consorcios de Wall
Street, de las multinacionales y de sus dueños, los banqueros! ¡Así fué ayer,
así es hoy y así será mañana! ¡Constituyen el guardachoque de las grandes
transnacionales que utilizando sus propios medios de comunicación les convencen
a los uniformados despistados que pelean por la democracia, la libertad y otras
palabras bonitas y nobles que, si
embargo, encubren el osario permanente de centenares de miles y millones
de seres humanos asesinados a causa de sus incursiones injustificadas en contra
de pueblos cuyo mayor delito ha sido luchar por la independencia y soberanía
nacionales, así como por el uso racional y autónomo de sus recursos naturales
en una sociedad menos injusta.
Pero esa confesión reveladora del general
Smedley Butler no es la única referencia que existe en este mismo sentido.
Historiadores serios de los mismos Estados Unidos reconocen que, en 1916, el
general John Persing invadió México para poner frente de las explotaciones petrolíferas
de este hermano país a la Standard Oil de Nueva Jersey (hoy la Exxon) y a la
Shell, empresas multinacionales que se mantendrían allí hasta 1938, año en que
el entonces presidente de México, el general Lázaro Cárdenas, nacionalizó el
petróleo.
Resulta notorio que los gobiernos elegidos
y representantes de los intereses de los grupos financieros, complejos
industrial militares y multinacionales de los hidrocarburos de EE. UU.,
necesitan mentir con habilidad para enrolar en su servicio a los incautos.
Requieren engañar a la ciudadanía norteamericana para que ésta acepte el crimen
y el genocidio como lucha por principios. Como lo recordaba el propio ex
comandante en jefe de las tropas aliadas y de EE. UU. en la II Guerra Mundial,
y presidente entre 1956 a 1960, el general Dwigth Eisenhower: "Los hombres
están dispuestos a morir por la libertad, pero no por una torre de petróleo"!
¿Cómo hacerles pelear a los cándidos, insensatos y crédulos por la torre de
petróleo? ¡Ocultándoles la verdad y haciéndoles creer que pelean por la
libertad y por su patria! Las multinacionales saben, además, por larguísima
experiencia en el manejo del crimen, que los seres usados por su insaciable
codicia cuando muertos ya no tienen oportunidad para reclamar nada y a nadie! ¡Preveyendo
y vislumbrando en el tiempo los alcances de la codicia insaciable de las
multinacionales, el dirigente francés Clemenceau ya reconoció, en este sentido,
hace muchos años que "Una gota de petróleo vale una gota de sangre"! ¡Allí
la permuta de sangre de soldados afroamericanos e hispanos, así como de
ciudadanos víctimas de las naciones atacadas, por el petróleo para las empresas
manejadas desde Wall Street!
III
Los intereses del alto mando político militar de los EE. UU.
Como en otros períodos, caso de Richard
Nixon-Henry Kissinger, Gerald Ford-Henry Kissinger, Ronald Reagan, George Bush
padre, las acciones de quienes dirigen a EE. UU. han estado indisolublemente
unidas a sus negocios particulares antes que a dudosos objetivos nacionales. Para
evidenciarlo es conveniente repasar, en el caso presente, el tipo de nexos de
los principales ejecutivos del actual régimen con las multinacionales.
El actual presidente, George W. Bush,
tiene la siguiente "hoja de vida": accionista de las compañías hidrocarburíferas
Arbusto Oil y Bush Exploration; Harken Oil and Gas; como patrimonio familiar
tiene nexos con importantes entidades financieras e inversiones en el complejo
industrial militar, siendo conocido que su abuelo el senador Prescott Bush,
desde principios del siglo XX, era accionista de empresas de armas y cuya
fortuna se multiplicó desde la primera guerra mundial. Esta fortuna e intereses
fueron heredados por George Bush padre, también presidente de los EE. UU. y
quien desató la guerra por Kuwait en 1991 (provincia de Irak hasta 1959, cuando
fué escindida por los ingleses para llevarse sus reservas petroleras
colosales), por estrictos intereses hidrocarburíferos.
De acuerdo a la revista norteamericana
FORTUNE, la guerra contra Irak en 1991 tenía el principal propósito de
asegurarse Kuwait, donde 8 de las 9 más grandes compañías petroleras allì
asentadas eran yanquis, y cuyas reservas totales reconocidas y en explotación
en Kuwait tenían entonces los siguientes porcentajes de dichas transnacionales:
la Texaco, el 92%; la Atlantic Richfield en el 51%; la US USX en el 31%; la
Chevron en el 26%; la Amoco en el 23%; la Philip Petroleum en el 23%; la EXXON
en el 22%; y la Mobil Oil en el 12%. ¡He allí el verdadero trasfondo de la
falsa lucha por la "libertad" y la "democracia", palabras
tras las cuales se esconden la codicia y avidez insaciables de las
multinacionales del petróleo, la guerra y las finanzas! ¡Para defender estos
intereses llevaron con tanta fanfarria patriotera cientos de miles de soldados afroamericanos,
hispanos y algunos blancos pobres a esa región!
Pero eso no es todo. El vicepresidente
Dick Cheney, ex secretario de Defensa con Ronald Reagan, fué gerente de la
Haliburton, empresa en la cual ganó en cinco años 50 millones de dólares por servicios
petroleros. Por su parte Condoleezza Rice, actual presidenta del Consejo de
Seguridad Nacional de EE. UU. fué miembro del Directorio de la petrolera
Chevron entre 1991 al 2001, habiéndose desempeñado también como gerente de la
Exxon por varios años. Thomas White, Secretario Adjunto de Defensa, fué
vicepresidente de la Enron Corporation. Donald Evans, Secretario de Comercio,
se ha desempeñado como presidente de la petrolera Tom Brown Inc., donde se
conoce que tiene cinco millones de dólares en acciones, además se haber sido
director de la petrolera TMBR Sharp Drilling. Kathleen Cooper, Secretaria de
Asuntos Económicos, siempre ha sido conocida como importante ejecutiva de la
Exxon (Standard Oil de Nueva Jersey, la más grande petrolera del mundo). Por su
parte el frenético e incontrolable apologista de la guerra Donald Rumsfeld
siempre fué identificado, en varias publicaciones, por mantener nexos con
personeros de la Hughes Aircraft Company y la Rockwell International Company,
grandes abastecedoras de armas y de las más importantes empresas del complejo
industrial militar de los EE. UU. que controla el 32% de su economía, la más
poderosa del globo terráqueo.
Conviene, a este propósito, no olvidar que
en el discurso de despedida del poder por parte de Dwigth Eisenhower, en enero
de 1960, éste advirtió con pleno y absoluto conocimiento de lo que decía, que
el mayor riesgo que tendría EE. UU., a futuro, era "el peligro del
complejo industrial militar", e instó en varias oportunidades a que se
cuidaran de él y supervigilaran sus actividades con todo celo. "Sólo una
ciudadanía vigilante y enterada puede obligar a que se concilie como es debido
el enorme aparato industrial y militar de la defensa con nuestros métodos y
fines pacíficos, de manera que la seguridad y la libertad puedan prosperar
juntas... parece que ha llegado ya el momento de que los votantes exijan al
Congreso hacer algo para poner bajo control democrático esa fuerza tan vasta y
penetrante", advirtió en tono apremiante, en claro mensaje de despedida,
como si fuese un consejo vital de un padre moribundo.
Lo que jamás imaginó entonces Eisenhower
es que los más importantes accionistas de este terrible e incontrolado complejo
industrial militar se apoderarían del poder político total mediante un
escandaloso y descarado fraude electoral y serían, a la vez, los mismos dueños
y representantes de las transnacionales de las finanzas y los hidrocarburos, y
que utilizarían todo ese colosal e inimaginable poder acumulado, y capacidad de
engaño sin límites, para depredar con inauditos actos de pirataje a los pueblos
de todos los confines de la tierra y cuya tragedia mayor es haber dispuesto de
incalculables recursos naturales, objeto de su ambición depredadora,
incontrolable, frenética e insaciable! El asalto de Iraq no es más que eso: una
repulsiva rapiña imperial impuesta por los círculos insaciables de la industria
de la guerra, del petróleo y las finanzas!
Y lo que tampoco imaginó jamás Dwigth
Eisenhower, es que alguien con muchísima mayor capacidad de hacer daño que
Adolfo Hitler, un irresponsable conciudadano suyo, a nombre de un pueblo tan
noble como el norteamericano -que ha generado seres tan maravillosos como
Martin Luther King-, sería el encargado de concentrar en su contra el repudio y
condena de un planeta entero al asistir estupefacto e inerme ante su capacidad
cínica de mentir y predisposición para matar! Jamás habría de suponer que, con
el paso de los años, le sucedería, en las más altas funciones de su país, un ser
provisto de incurable descaro para encubrir su objetivo de despojar -utilizando
todos los medios a su alcance- los recursos naturales de otros países, en
nombre de nobles conceptos prostituidos en su boca, tales como
"democracia", "libertad" y "derechos humanos"! ¡Sin
duda que los restos de George Washington, Thomas Jefferson y Abraham Lincoln,
patriotas decorosos, deben revolcar de indignación y vergüenza en sus tumbas!
Quito, febrero del 2003.