Ecuador: Existen condiciones para un gobierno popular

Por: Guido Proaño A. 
guidopro@mixmail.com

Con el triunfo de Lucio Gutiérrez en las elecciones presidenciales del pasado 24 de noviembre, se abre en el Ecuador la posibilidad real del inicio de un período de cambios en beneficio del país y de aquellos sectores de la sociedad ecuatoriana que permanentemente han sido excluidos de la atención de sus necesidades materiales fundamentales. Como no ha ocurrido en el pasado, las clases dominantes nativas y la embajada norteamericana han sufrido una gran derrota y los pueblos del Ecuador han cosechado una trascendente victoria política. Se trata de un acontecimiento inédito en la historia ecuatoriana.

Son varias las lecturas que ofrece este proceso electoral en sus dos fases, una de ellas, encuentra el desarrollo y la calificación de la tendencia democrática, anti oligárquica y de izquierda que se ha venido gestando desde hace algunos años en la conciencia del pueblo ecuatoriano. El anhelo de cambio, que se afirma entre los trabajadores y los pueblos se ha presentado nítido, pues tanto en la primera como en la segunda vuelta electorales, llevaron al triunfo a Lucio Gutiérrez y derrotaron a los candidatos de los diversos grupos dominantes del país. La violenta campaña anticomunista desplegada por la oligarquía que apostó a Álvaro Noboa, de la que fue objeto Gutiérrez debido al apoyo recibido desde la primera vuelta de parte el Movimiento Popular Democrático, no pudo torcer la voluntad del electorado. Como Eduardo Galeano se refirió al proceso electoral en Brasil, aquí también el pueblo tuvo que sobrepasar y derrotar al miedo.

El pueblo ecuatoriano votó esperanzado en un cambio social. Está cansado de tanto gobierno oligárquico que se ha turnado en el poder y que no han hecho más que profundizar la crisis que afecta a todos los ámbitos del convivir nacional. El pueblo votó en contra de los programas de ajuste dispuestos por el Fondo Monetario Internacional y sumisamente ejecutados por los gobernantes de turno; votó para que se castigue a los banqueros corruptos, responsables del atraco de millones de dólares de los ecuatorianos; fue un voto para condenar las privatizaciones, aspectos que, en esencia fueron levantadas como propuestas programáticas y que su cabal ejecución está condicionada a la constitución de un gobierno popular.

Gutiérrez tuvo una cómoda ventaja sobre Álvaro Noboa (algo más de 400 mil votos, porcentualmente equivalentes a 9 puntos), sin embargo se esperaba que la distancia fuera mayor. Particularmente en los últimos días el candidato de la derecha pudo acortar distancias en base a una agresiva campaña de ofrecimientos materiales para el pueblo, el ataque personal en contra de Lucio Gutiérrez y, como señalamos anteriormente, de una sistemática campaña anticomunista. Vale decir que, este último elemento, es decir los aspectos concernientes al ámbito de las tesis anticomunistas frontales, no dio los réditos por ellos esperados. Si eso ocurrió desde el andarivel de la derecha, en cuanto Gutiérrez se refiere, éste cometió algunos errores en la conducción de su campaña en este segundo tramo. Algunos elementos de su discurso y ciertas acciones desplegadas (como los primeros días privilegiar reuniones con organismos financieros internacionales, la cúpula eclesial católica, cámaras de la producción y otros) para "apaciguar los temores" internos y externos, generaron preocupación en su electorado y en algunos casos hasta distanciamiento. En todo caso, esto fue corregido al finalizar la campaña, al privilegiar nuevamente el contacto directo con las masas.

Gutiérrez ha sido -y seguirá siendo- objeto de presiones diversas y provenientes de distinto lado, incluyendo aquellas que han surgido desde el interior de su alianza electoral, de quienes imbuidos de un triunfalismo combinado con posiciones exclusivistas no dejan de ser negativas en el proyecto, y lo serán mucho peor de mantenerse en el futuro.

Lo más difícil está por venir

Los resultados del pasado domingo no implican por sí la victoria del proyecto político por el cual votó el pueblo. Hay muchos factores y fuerzas que actúan en el escenario político, económico y social del país en una y otra dirección, que pueden determinar el derrotero por el que transite el nuevo gobierno. Lucio Gutiérrez ha dicho que él espera "ganar la tercera vuelta" –en alusión su gestión venidera- lo que para el pueblo significa tener un gobierno que beneficie al país y a los sectores más empobrecidos.

La figura política de Lucio Gutiérrez emergió en el levantamiento popular de enero de 2000 que derrocó al gobierno de Jamil Mahuad y desde allí ha sido objeto de críticas y ataques de parte de los grupos de poder. Su candidatura, demás está decir, en nada agradó a los grupos oligárquicos ni a la embajada norteamericana y, por supuesto, estas fuerzas no se quedarán con los brazos cruzados, como no lo hicieron en el proceso electoral pasado. Las presiones, maniobras, chantajes, provocaciones para virar el rumbo del gobierno prometido por Gutiérrez se presentarán de una u otra forma y de manera insistente, acciones que no descartarán la posibilidad de tumbarlo cuando así consideren que las condiciones lo permiten.

Partidos como la Izquierda Democrática (socialdemócrata) y el Partido Social Cristiano (derecha) se han apresurado a manifestar que mantendrán un apoyo crítico hacia el nuevo gobierno, pero lo cierto es que dicha frase no hace más que esconder la actitud de conspiración que mantendrán, no desde 15 de enero en que Gutiérrez asume el mando presidencial, sino desde este mismo momento.

Pero las presiones y maniobras no solo provendrán desde el andarivel de la burguesía y el imperialismo. No faltarán –y de hecho ya se han manifestado- actitudes aparentemente radicales que quienes, desde una conducta "infantilista de izquierda" (como la asumida por la debilitada Coordinadora de Movimientos Sociales que antes de culminar la segunda vuelta electoral ya le declaró la oposición a Gutiérrez, amenazando retirarle su apoyo), exijan a Lucio procesos inmediatos, acciones sin tomar en cuenta el fenómeno de clase y el desarrollo del movimiento de masas, en una suerte de espera mesiánica de solución de los problemas. No faltarán tampoco quienes confundan el momento como la hora del inicio de transformaciones socialistas.

El pueblo espera que Gutiérrez haga un gobierno popular es un hecho, y efectivamente hay condiciones para que ello pueda producirse. Existe un programa que reivindica la defensa de la soberanía nacional y la atención de las necesidades materiales y los derechos de los trabajadores y los pueblos. Esa primera condición, por sí no determina que el próximo sea ya un gobierno popular. Por supuesto, Lucio no debe alejarse de dichas propuestas porque el pueblo votó por ello. Pero el otro factor que actuará de manera determinante tiene que ver con el rol que cumplan las masas organizadas. Las organizaciones populares no pueden únicamente ser canalizadoras de aspiraciones, de anhelos y exigencias populares; con su esfuerzo deben ser artífices de los cambios necesarios. De su seno deben salir propuestas, planteamientos programáticos, políticas concretas y el compromiso de trabajar para su cristalización. Dicha conducta política, siendo importante y necesaria, no será suficiente. Frente a la conspiración de derecha y de la embajada yanqui que evidentemente estará presente y lo hará con más fuerza a medida que vea que se afectan sus privilegios, el pueblo debe estar dispuesto a defender a su gobierno. Ahora es cuando el pueblo debe hacer una mayor y más intensa acción política, y en todos los escenarios. Si Gutiérrez se apoya en las masas y en sus propuestas, éste será un gobierno fuerte, que enfrente los embates de los enemigos del pueblo y, en realidad, se convertirá en el primer gobierno popular del Ecuador.

Pero un gran enemigo al que debe enfrentarse Lucio Gutiérrez es la aguda crisis en la que se debate el país y la forma cómo encare problemas medulares de la economía nacional serán muy decidores de la naturaleza de la administración gubernamental. Citemos dos aspectos: el actual gobierno de Gustavo Noboa le dejará un déficit fiscal que llega a los 500 millones de dólares, que deberá solucionarlo; y, en el primer trimestre del próximo año deben pagarse otros 500 millones por concepto de obligaciones de la deuda externa. ¿Cómo enfrentará estos problemas? ¿De dónde obtendrá los recursos? ¿Disminuirá el monto que hoy se destina (42% del PGE) para el pago de la deuda externa?

Gutiérrez ha prometido un gobierno para todos los ecuatorianos, para lo cual ha definido que el suyo es un gobierno de "concertación nacional", que se basará en el establecimiento de consensos. No debe olvidarse que los consensos son posibles únicamente entre iguales: entre los trabajadores, entre los indígenas, entre los sectores populares en general. Con los sectores oligárquicos consensos equivale a renunciamientos, a postergación de derechos de los humildes. Si hay sectores de las Cámaras de la Producción u otros que quieren unirse al proyecto político, que lo hagan, están en su derecho, pero debe tenerse presente que este proceso lo gestó el pueblo y es él quien debe dirigirlo a la victoria.

El pueblo, los sectores democráticos y revolucionarios del Ecuador han alcanzado una trascendente victoria política que se inscribe en una corriente que va tomando fuerza en América Latina, que se va expresando de diversa manera, en acciones de lucha, en levantamientos populares y también en pronunciamientos electorales. La izquierda latinoamericana tiene una gran responsabilidad para saber conducir a buen puerto a los pueblos que anhelan urgentes cambios, definitivos.

Quito, 25 noviembre 2002