Del Plan Cóndor al Plan Colombia
Juicio y castigo, solo eso...

Por Kintto Lucas

Las declaraciones del presidente uruguayo, Jorge Batlle, asegurando que Gavazzo y otros tres mandaderos de la muerte del Plan Cóndor están amparados en la Ley de Caducidad, me recuerda lo caduca que está la justicia de mi país. Es obvio que sino no se puede juzgar a estos cuatro criminales de cuarta, tampoco se podrá juzgar a los generales y civiles que manejaron a los ejecutores del terror, y mucho menos a Kissinger y su pandilla norteamericana. Es en esos momentos que recuerdo un sueño que tenía con frecuencia durante la dictadura de mi país, de Argentina, de Chile, de Paraguay, de Bolivia... Soñaba en el exterminio de todas las fuerzas armadas... Soñaba que reunía en una casa a todos los generales, a todos los oficiales, a todos los militares y civiles que mandaban algo en esos países y les daba muerte. Y la gente prendía fuego todos los uniformes, y se terminaban las dictaduras. Ese sueño era muy violento y aterrador. Yo creaba en mi mente la destrucción, la muerte dictatorial, yo hacía cenizas a los dueños del poder. En resumidas cuentas, hacía lo que creo que Dios hubiera hecho. Castigaba con toda la fuerza que salía de mi sueño. En cierto modo, hacía el destino. Creo que este sueño lo han tenido muchos conosureños, es un sueño preso por la impunidad.

La diferencia entre todos los que hemos soñado así, es que una vez despiertos, algunos lo han dicho y otros no. Yo siempre he asumido mis pensamientos, y hubo una época que, por lo menos en sueños, contestaba el asesinato con asesinato. Mataba con felicidad. Llegaba al crimen como a la paz. La diferencia entre los dictadores del sur y yo, es que mientras yo soñaba, ellos actuaron (siguen actuando). Y al final, se convirtieron en criminales profesionales porque ni siquiera han reconocido sus crímenes.

De sus sueños (nuestras pesadillas), similares al que pone de manifiesto Batlle cuando defiende la caducidad, surgió la visión de que todo fue parte de una guerra. Soñaban en ser Dios, y para eso había que exterminar la ‘’subversión’’. Y en ese exterminio entró todo el mundo. Entró la violación sistemática de la mayoría de las mujeres detenidas. Entró el secuestro de niños/as como botín de guerra. Entró la tortura sofisticada. Entró la desaparición forzada. Entró la represión conjunta de las fuerzas de seguridad y los grupos paramilitares de esos países. Entró la muerte...


Pero lo peor de los dictadores, y de sus mandaderos tipo Gavazzo, es que supieron propagar su sueño más allá del límite establecido, y durante años se dedicaron a tutelar las democracias. Se fueron de los palacios presidenciales, pero siguieron mandando. Siguieron exigiendo. Pusieron a los políticos contra la pared y consiguieron todo. Y hubo leyes de impunidad, y nunca pisaron una cárcel. Y si por casualidad marcharon en cana, fueron a cárceles cinco estrellas.
Tal vez Pinochet sea el mejor producto de lo que fueron (son) las dictaduras. Supo resumir en su figura todo lo peor, y paradojalmente ser lo mejor, pues no solo ganó su guerra personal, sino que consiguió seguir manejando los hilos de Chile. Consiguió transformarse en tutor eterno de la "democracia" chilena. Sin duda Gavazzo y los otros tres son el mejor producto del asesino lumpen utilizado para ejecutar el Plan Cóndor.

Pero a pesar de Pinochet, de Gavazzo y de Batlle, a pesar de que todos los crímenes y violaciones a los derechos humanos siguen impunes, últimamente no he soñado en asesinar a los dictadores. Sin embargo, tras las declaraciones de Batlle vino a mi mente una frase de Benedetti que resume el pensamiento de muchos/as: "si un torturador se suicida no se redime, pero algo es algo". Sin duda, algo es algo, pero la justicia no llega con el suicidio. Solo llegará cuando los tribunales y los gobiernos asuman su papel de juzgar a quienes instalaron el terror: a los que mandaban (¿mandan?), y a los que oficiaban (¿ofician?) como mandaderos a sueldo. Solo la verdad y la justicia podrá liberar los sueños y poner fin a la impunidad. La impunidad de los crímenes de ayer genera la impunidad de los crímenes de hoy. La impunidad de los crímenes cometidos por Banzer cuando era dictador no electo genera la impunidad de los crímenes de hoy cuando es dictador electo, y utiliza gente similar a Gavazzo y los otros tres para que maten campesinos e indígenas en las calles y carreteras de Bolivia.

La impunidad del Plan Cóndor genera la impunidad del Plan Colombia, un Cóndor de estos tiempos, que va a provocar muchos más muertos (ya los está provocando), aunque a la América Latina no andina ni amazónica le cueste comprenderlo. Tal vez cuando lo comprenda sea ya tarde, como tarde fue comprender el Cóndor en aquellos años. En fin, juicio y castigo siempre, solo eso...