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El principio de la vida es el movimiento. Un movimiento nos trae a la existencia y otro de signo contrario nos arrebata de ella. En medio del camino, otras modalidades de movimientos, unas físicas, otras emocionales y otras mentales, determinan nuestra trayectoria en el mundo dividiendo nuestro " estar aquí " en dos ámbitos sutilmente separados: salud y enfermedad.

Salud y enfermedad son voces simbólicas que no representan otra cosa que la armonía o la inarmonía en el movimiento que somos, en nuestra frecuencia vibratoria, en nuestra relación con el movimiento cósmico. Difícil de determinar es la diferencia real entre salud y enfermedad, puesto que la enfermedad es una cuña separadora, divisora de la salud que no produce otro efecto que la reducción excesiva del movimiento interno o la excitación sin fundamento de la movilidad también interna.

La medicina occidental que ha parcializado el conjunto unísono del hombre compuesto de movimientos armónicos no idénticos, ha caído en la grave incorrección de no detectar en el ser humano más que aspectos fragmentarios, y ha desvirtuado las correlaciones e interacciones que forman su propia categoría de existente.

En la Fisioterapia, ésta fragmentación se hace aún más evidente por intentar que la devolución a la actividad normal de un área del cuerpo se consiga únicamente con la movilización física de la zona, sin contar que un trabajo adecuado sobre el paciente debiera afectar también a su parte emocional y mental. Una maquinaria tripartita e interconectada no puede en modo alguno ser tratado como una parcela independiente de la totalidad, ni puede achacarse, como suele suceder habitualmente, toda la acción negativa del enfermo con la etiqueta de un único diagnóstico que facilite la labor del terapeuta y confunda el origen del mal y el estado particular del paciente.

Los tratados médicos de la antigüedad, no sólo los atribuidos a los patriarcas de la Medicina como Hipócrates o Galeno, sino incluso posteriores, nos descubren que en el contexto de la salud no es únicamente la parte física del hombre la que padece el mal. Ya Maimónedes, en el siglo XII nos descubre que en su experiencia ve claramente lo que en nuestros días se ha convenido en llamar psicosomática.

El trabajo de fisioterapeuta debe dirigirse al tratamiento del fenómeno total del ser humano y elaborar junto a otros especialistas una acción común que abarque todo cuanto le compone fundamentalmente. Es bien conocida la relación existente entre forma y función, y por ende, entre depresión y actitud corporal, de tal manera que encontramos en los pacientes deprimidos una gran tendencia a la flexión, con un punto clave central, a nivel de la octava vértebra dorsal, muy por debajo de los puntos clave de los hombros, que interfiere espectacularmente en la normal actividad del diafragma, lo que impide una buena oxigenación. A sí mismo, las contracturas son sinónimo, en la mayor parte de las personas, de estados de ansiedad o estrés que se somatizan muscularmente, o cuando tratamos pacientes con lesiones cerebrales que si bien su disfunción es producto de una alteración orgánica, hemos comprobado a lo largo de muchos años, que su actitud ante la vida y su proceso vital, influyen considerablemente en esa disfunción manifiesta.

En la actualidad, la Medicina parece hacerse elástica con las opiniones de algunos profesionales célebres, que han sido capaces de vislumbrar conexiones verdaderamente eficaces entre las terapias tradicionales y las modernas. Sin embargo, no pasan de ser formulaciones en revistas al uso o concesiones a Clínicas de máxima afluencia de gente famosa. Llevar nuevos métodos curativos a cualquier Institución Oficial, o ampliar al menos la gama de soluciones para los enfermos anónimos resulta, sino imposible, por demás arriesgado para el innovador que, en buena parte de su actividad, se ve frustrado por la mecanicidad y la esclerosis de los sistemas impuestos.

La nueva Fisioterapia está dando pasos de gigante en cuanto que ha sido capaz de desarrollar nuevas técnicas que tienen en cuenta estos tres aspectos físicos, emocional y mental, necesarios para llegar a la causa de la disfunción o enfermedad, y trata de llevar a los pacientes a la normalidad a través de recordar a los enfermos los patrones normales de movimiento, pero se encuentra con que los pacientes a los que van destinados sus esfuerzos, son muy pasivos y esperan de los fisioterapeutas que lo den todo, cuando, como hemos apuntado al comienzo, el principio de la vida es el movimiento.

HOSPITAL UNIVERSITARIO " 12 DE OCTUBRE " - AREA 11 A. Especializada.

MADRID - ESPAÑA -