Apicultor: !Hombre criador de abejas polinizadoras que mantiene la biodiversedad de especies sobre la tierra!.

Por Pablos Maessen

Que gran responsabilidad tenemos los apicultores cuando adquirimos conciencia de la verdadera magnitud que tienen las palabras del título. ¿Tiene alguna duda?. Vuelva a leerlo una y otra vez. Si no está convencido cierre este boletín. Tómese su tiempo, salga a dar una vuelta y observe el entorno que lo rodea . Es el momento de refexionar sobre qué hacemos aquí, en este mundo. Siempre me pregunté ¿es posible que pase por este mundo sin dejar pena ni gloria?. Algún aporte debo dejar para las generaciones venideras. No creo que mi misión en esta vida sea solamente la de consumir millones de litros de agua y miles de kilogramos de alimentos, para algo debo estar aquí.

Me alegro de que haya regresado tan pronto, tenía miedo de que se haya olvidado de mí, ¿y?, ¿Qué tal?, ¿Cómo le fue?. ¿Vió qué increible la variedad de especies vegetales que estaban cerca suyo y no se había percatado?, ¿ y de los animales?, ¿y los insectos?. Ahora se está acercando a donde lo quería llevar, a la Biodiversidad; en otras palabras, podríamos decir que "Cada organismo que nos rodea, desde los microbios al hombre, de los líquenes a los elefantes, son parte, engranajes, de la máqina de la vida. Y como en un mecanismo de relojería la desaparición de uno de ellos, aún el más insignificante, amenaza la supervivencia del conjunto." (BIODIVERSIDAD la trama de la vida – Por Guadalupe Henestrosa - Revista NUEVA - DIARIO LOS ANDES - 1998).-

Las abejas y las flores

Todo comenzó en tiempos muy remotos, hace unos 300.000.000 de años, cuando en el período Carbonífero los helechos tenían el tamaño de gigantescos árboles. Las gimnospermas primitivas (parientes de las actuales coníferas) comenzaron a secretar jugos azucarados que transportaban los granos de polen desde los microesporangios, a los megaesporangios donde se formaban las semillas. En esos momentos entran en escena ciertos insectos, probablemente coléopteros (escarabajos) que se alimentaban de la savia, empezaron a hacerlo de ese líquido más rico en proteínas. Estos insectos sin querer transportaban sobre sus cuerpos el polen. Se cree que con el correr del tiempo, a partir de algunos helechos con semillas, los conos de las gimnospermas fueron reemplazados por flores, apareciendo en la escena las angiospermas . Este grupo de vegetales se caracteriza por poseer verdaderas flores diseñadas para atraer a los insectos encargados de transportar el polen. Podría decirse que hace 100.000.000 de años surgió un pacto entre la flores y los insectos, donde se intercambió alimento por el transporte del polen. Literalmente hablando "firmaron involuntariamente el primer contrato de polinización".

Tanto insectos como vegetales evolucionaron en forma paralela, coevolucionaron para tornar cada día más eficiente sus relaciones. Cuando un ecosistema se encuentra en equilibrio cada especie y cada flor dispone de un polinizador y cada insecto de la flor que le provee alimentos para sustentarse.

Lo hasta el momento expresado nos da una visión del sistema donde el insecto y la flor interactuan en equilibrio, donde ambos aseguran la continuidad y supervivencia del otro.

Aparición del Hombre primitivo consumidor de miel - Perfeccionamiento del sistema de la colonia de abejas.

No es muy difícil imaginar el comportamiento del hombre primitivo. En aquellos tiempos la humanidad sólo tenía una preocupación: "Sobrevivir". Los testimonios que han llegado hasta estos días nos indican que nuestros antepasados se dedicaban a la caza, pesca y recolección de frutos, los cuales eran la base de su sustento . La miel no fue la excepción de ello. Nos queda como testimonio de más de 9.000 años las pinturas rupestres descubiertas en LA CUEVA DE LA ARAÑA (VALENCIA - ESPAÑA) en el año 1922 por el arqueólogo Hernández Pacheco. Se trata de un conjunto de pinturas que muestran escenas diversas de la vida en aquellos tiempos. Se destaca, entre todas, una donde se ven representados a un hombre y a una mujer que escalan con ayuda de cuerdas hasta el sitio donde se encuentra una colonia de abejas a la cual despojan de su miel.

En aquellos tiempos lejanos el hombre desempeñaba la función de perpetuar su especie ingresando de esta manera al sistema como un agente perturbador que alteraba el equilibrio reinante hasta ese momento. La intervención de los seres humanos alteró a las abejas de tal manera que produjo una selección inconciente de las mismas. En otras palabras, el hombre en su afán de obtener la miel como alimento destruía las colonias de abejas. Sólo sobrevivieron aquellas que tuvieron la capacidad de evadirse, escapar por medio del enjambre o de una marcada actitud defensiva.

Transformación del ser humano en criador de abejas - Sistema primitivo de cría de abejas.

Durante mucho tiempo el hombre se comportó como un agente altamente perturbador en el sistema comprendido entre las abejas y la flora. Es importante aclarar que no sólo el hombre se comportó de esta manera sino también una gran cantidad de agentes que actuaban sobre las colonias de abejas: el clima, animales y enemigos naturales. El aumento de la población humana y la evolución de su conciencia llevaron al hombre a transformarse en el principal destructor de las colonias de abejas. Cabe destacar que esta actitud fue motivada por el interés que tenian en la miel y cera que de ellas se extraía. Poco a poco, el hombre se percató de que podía mantener a las colonias de abejas en lugares cercanos a su vivienda disminuyendo el efecto perturbador del clima y asegurándose la provisión de miel. Esto, junto a los descubrimientos de las abejas acumulaban sus reservas en la parte superior de las colonias y que el humo facilitaba la operación de extracción, hizo que el ser humano se conviertiera en "protector de abejas". Con el correr del tiempo, por medio del uso de la razón, comenzó lentamente a transformarse en el "hombre criador de abejas".

Las primeras viviendas que el hombre criador de abejas preparó para que estos insectos, productores de alimento, vivieran y se resguardaran de las inclemencias del tiempo, fueron simples y rústicas, tanto como la misma vivienda del hombre. A medida que éste avanzaba en sus observaciones y mediciones seleccionaba a las abejas que se adaptaban más a las condiciones de vida que él le proporcionaba, prevaleciendo aquellas que pudieron adaptarse más a lo que el hombre demandaba: mansedumbre, alta producción de miel y cera, etc.

Transformación del ser humano en agricultor - Agente pertubador en la relación abeja - Flora

Desde los comienzos de la humanidad nuestros antepasados dedicaron gran parte de su tiempo a la búsqueda de alimentos y a la forma de producirlos con mayor eficiencia. Así nació la agricultura, noble actividad, base de la subsistencia de la especie humana sobre el planeta.

Hasta el momento todo se mantenía en una forma ideal pero a partir del siglo pasado, cuando las superficies de cultivos se tecnificaron y aumentaron sus dimensiones, se produjeron alteraciones y cambios. Por ejemplo: inmensas superficies destinadas a monocultivos en los distintos ecosistemas de la tierra produjeron desequilibrios apareciendo una gran cantidad de flores que no se encontraban en forma natural y, por consecuencia, tampoco existía una cantidad suficiente de insectos polinizadores.

Resultando indispensable incluir los insectos polinizadores como parte de la tecnología de producción agrícola.

Por otra parte, el Hombre "criador de abejas polinizadoras" fue entrando en escena a mediados del siglo XIX con las primeras experiencias en polinización de cultivos con abejas. En la actualidad los apicultores no adquieren conciencia real de la importancia de la labor de sus abejas limitándose, muchos, a su crianza sólo para la obtención de la miel.

A partir de ésto nace un juego de relaciones entre humanos (Apicultor - Agricultor) muy distante a ser perfecto, como la relación entre flores e insectos. Estas relaciones se mantienen durante todo el año pero se intensifican durante la primavera, donde el agricultor recuerda que dentro de sus insumos, "al final de la lista ", se encuentra el servicio de polinización.

Si, es verdad. El lector se preguntará: ¿Cómo?. ¿ El agricultor no tiene conciencia de la importancia del servicio de polinización en sus cultivos?. A pesar de que en la teoría los agricultores saben de la importancia de los insectos para el incremento de la producción en sus plantaciones en el momento de hacer números poca o nada importancia le dan al tema, argumentan que no hay dinero suficiente para el alquiler de las colmenas o que con los polinizadores naturales presentes en el campo son suficientes. Y si esto fuera poco en muchas oportunidades he podido escuchar a agricultores que culpan a las abejas de la rotura de la piel de los frutos. En la provincia de Mendoza es muy común escuchar a los productores vitícolas reclamar a los apicultores que sus abejas rompen los granos de uva y roban el jugo predisponiendo al fruto a enfermedades de origen fúngico. Lo cierto es que la abeja se encuentra imposibilitada anatómicamente para poder dañar la superficie de los frutos, sus mandíbulas son completamente lisas adaptadas para amasar la cera y los propóleos pero de ninguna manera puede romper la piel de un grano de uva y, mucho menos, de una manzana. Lo que no podemos negar los apicultores es que una vez que se rompe la epidermis de un fruto por acción de la intensa exposición al sol, del exceso de lluvias o por las picaduras de las aves y de las avispas, "que sí poseen mandíbulas aserradas" capacitadas para tal fin, la abeja no puede resistir la tentación de consumir los jugos azucarados que el fruto ofrece.

Durante años se han brindado líneas de crédito para los agricultores que desean mejorar la tecnología de sus cultivos o, también, créditos para los que han sido damnificados por las lluvias, heladas o granizo pero hasta el momento no me he enterado de que se haya solicitado y otorgado algún crédito para ser invertido en servicios de polinización, como se hace con los fertilizantes o semilla. De nada sirve que los científicos y técnicos de nuestro país se quemen las pestañas para demostrar la mayor o menor incidencia de las abejas sobre un cultivo u otro si el problema real está en aceitar las relaciones humanas logrando una adecuada transferencia de la tecnología a nivel de campo. En lo personal, más que aceitar el tema sería concientizar. En otras palabras, educar a unos y a otros para que cada día estas relaciones mejoren en beneficio de todos.

Pero no todo termina aquí. Hasta no hace muchos años los apicultores no eran conscientes de la real importancia de su actividad siendo muy común escuchar en conversaciones de los hombres de la miel: ¿Las abejas son para producir miel o para polinizar?. En la actualidad se ha logrado que el apicultor tome cada día más conocimiento de su rol como dirigente del colmenar llegando a tal punto que encontramos explotaciones apícolas concebidas casi exclusivamente para prestar servicios de polinización en cultivos.

Pablo A. Maessen

pmaessen@arnet.com.ar


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