ESTATUTOS DE LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES

I INTRODUCCIÓN

La lucha secular entre explotados y explotadores ha adquirido una amplitud amenazadora. El Capital, omnipotente, levanta nuevamente su cabeza monstruosa. A pesar de las luchas intestinas que desgarran a la burguesía y al capitalismo cosmopolitas, éstos se encuentran ya en magníficas condiciones de relación que han de permitirles lanzarse con más unidad y fuerza sobre el proletariado y uncirlo al carro triunfante del Capital. El capitalismo se organiza, y de la situación de defensa en que se encontraba, se lanza ahora a la ofensiva en todos los frentes de la clase trabajadora. Esta ofensiva tiene su origen profundo en causas bien concretas: en la confusión de ideas y principios que existe en las filas del movimiento obrero, la falta de claridad y de cohesión sobre las finalidades actuales y futuras de la clase obrera, y la división en sectores innumerables; en una palabra, en cuanto constituye debilidad y desorganización del movimiento obrero. Contra este ataque cerrado e internacional de los explotadores de toda laya, no cabe más que el empleo de un solo procedimiento: la organización inmediata del ejército proletario en un organismo de lucha que recoja en su seno a todos los obreros revolucionarios de todos los países, constituyendo con ellos un bloque granítico contra el cual irán a estrellarse todas las maniobras capitalistas, las que al fin acabarían por ser aplastadas por la fuerza de su peso enorme. Este movimiento de emancipación no puede aceptar las líneas de conducta indicadas por aquellas tendencias del movimiento obrero que aspiran a la armonía entre el capital y el trabajo, deseando una paz internacional con el capitalismo e incorporándose en el Estado burgués. Tampoco puede aceptar las tendencias que propagan los principios de la dictadura del proletariado, contrarios a la finalidad de la mayor libertad posible y del bienestar para todos, pues ésta es la finalidad de todos los obreros conscientes. Contra la ofensiva del Capital y contra los políticos de todos los matices, los trabajadores revolucionarios de todo el mundo deben levantar una verdadera Asociación Internacional de los Trabajadores, en la que cada miembro sepa que la emancipación de la clase obrera no será posible hasta que los obreros mismos en su calidad de productores logren prepararse en sus organizaciones económicas para la toma de posesión de las tierras y de las fábricas y capacitarse, también, para administrarlas en común, de manera que ellos se encuentren en condiciones de poder continuar la producción y asegurar toda la vida social. Con esta perspectiva y esta finalidad delante de sí, el deber de los trabajadores consiste en la participación en toda acción que implique fines de transformación social, siempre con la intención de aproximarse a la realización de nuestros propios fines; haciendo sentir, en dicha participación, el peso de nuestra propia fuerza, esforzándonos para dar a nuestro movimiento, por la propaganda y la organización los medios necesarios que le permitan sustituir a sus adversarios. Lo mismo, en todas partes donde sea posible, hay que realizar nuestro sistema social a título de modelo y ejemplo, y nuestras organizaciones deben ejercer, en el marco de sus posibilidades, la máxima influencia sobre las otras tendencias para incorporarlas en nuestra propia acción, es decir, la lucha común contra todos los adversarios estatales y capitalistas, siempre teniendo en cuenta las circunstancias de lugar y de tiempo, pero conservando fielmente las finalidades del movimiento emancipador de los obreros.

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