HISTORIA DEL MANGA
 
     Ya  en  el  siglo  XII  se  atribuyen  al  sacerdote  Toba  cuatro rollos monocromos pintados con pincel que representan a animales vestidos con ropas y realizando  actividades  humanas,  denominadas  Chojugiga.  Tenían un carácter claramente  mordaz,  que  sería heredado por unos rollos de siglos posteriores denominados Ukiyo-e.
 
     Estas  manifestaciones  artísticas  de carácter popular aparerecen en una época de opresión al pueblo, el periodo Edo, que abarca desde 1600 hasta 1867. Representaban  fantasías  que  pretendían  evadir  al  pueblo de sus penurias, críticas  contra  el  sistema y que poseían un enorme derroche de imaginación.
Estos  rollos fueron perfeccionandose y ampliando su temática, extendiendo sus dominios a cosas como la moda, el teatro Kabuki...
 
     Entre  estos autores de Ukiyo-e destaco la figura de Hokusai (1760-1849), introductor  del  termino  Manga formado por dos Kanjis:  man, "irresponsable, incontrolable,  caprichoso" y ga, "dibujo, ilustración, garabato".  Su extensa obra dejó una marcada influencia en los ilustradores posteriores y en pintores occidentales,  como  Monet,  Toulouse-Lautrec  y  Van  Gogh,puesto que el arte japonés se encontraba de moda en esos momentos en París.
 
     Pero una personalidad que podemos considerar como un autentico pintor del comic japonés es Rakuten Kitazawa.  En esos momentos, a finales del siglo XIX, Japón  es  testigo de una gran expansión, producto de su surgimiento como país afincado  en la era moderna, no solo extendiendo su fama a otros países, si no también  recibiendo  influencias  del  comic occidental.  Autores como Charles Wirgman  y  George  Biggot  introdujeron  un  estilo occidental en la estetica oriental.   Kitazawa  se especializó en el dibujo satírico y creó las primeras historietas  con  diálogo,  aunque  utilizase  textos  a  pie  de  página y no bocadillos.   Kitazawa  creó  además la primera revista cómica japonesa, Tokio Puck.   En 1905 se imprimirían más de 100.000 ejemplares con los textos de las páginas  en japonés, inglés y chino.  Gracias a Kitazawa, Japón se incorporó a el hervor extranjero de crear un nuevo medio expresión, el comic.
 
     Durante  la prirmera mitad de nuestro siglo, el comic en Japón comienza a afianzarse de una forma similar a la del resto del mundo.  En los años veinte, ya  despuntaban  nombres  de  artistas famosos que realizaban satirismos, y en ocasiones,  sus  personajes  daban lugar a la creación de películas, muñecos y canciones.  (personajes como Nonkina Tousan, creado por Yukata Aso).
 
     Y  por  los  años trinta nace el primer superhéroe japonés, Ogon Bat, que sería producto de imitaciones, y que reapareció tras la segunda guerra mundial y  mas  tarde durante los años sesenta y setenta.  Ogon Bat era una especie de semidiós  que,  con  ayuda  de  sus  poderes y de sus aliados, derrotaba a las fuerzas del mal.  Si es cierto mi dato de que Superman no apareció hasta 1938, tenemos aquí un tema de debate sobre el origen de los superhéroes.
 
     En  los  años  cuarenta  surgen,  con  los preludios de la segunda guerra mundial,  mangas de corte belicista, como Hatanosuke Hinomaru, una historia de samurais  que cumplía con la política militarista oficial:  Sentido del deber, lealtad  y  nacionalismo.   Otra  obra de este estilo fué Nokakuro, creado por Suihou  Tagawa,  la serie mas famosa antes de la guerra.  Comienza en 1931 con un  corte  humorístico,  narrando  las  aventuras  de un perro huérfano que se enrola  en  el  ejército  para  llegar a ser un gran general, pero que era muy torpe  y  patoso.   Con  la  movilización  general  del  país, el personaje es ascendido  a  capitán, y la serie pierde el tono humorístico y se convierte en una  prolongada  narración  de  hazañas  bélicas.  Fue increíblemente popular, vendiéndose más de un millón de tomos recopilatorios en la época, y que aún se sigue  reeditando con éxito.  Reapareció durante varias épocas, acompañado del calor  del  publico  y  de  la  consabida  explotación de las series de comic: muñequitos,  discos...En  total,  Tagawa  ha  dibujado la serie durante más de cincuenta años.
 
     Pero otra serie que ha durado años y años ha sido Fuku-Chan, que eran una serie  de  tiras cómicas de corte cotidiano y popular que se publicaban en los diarios  Daily Asshi y Daily Manichi, con una gran aceptación del público.  La serie comenzó en 1936 y concluyó en 1971.
 
     Hasta  aquí  la  historia del Manga hasta la Segunda Guerra Mundial.  Por supuesto,  se  han  omitido  muchos  nombres  y acontecimientos, puesto que la historia en su totalidad es prácticamente inabarcable.  Tras la citada guerra, se  producirá  tanto  en la sociedad japonesa como en el comic una censura tan remarcable  que  podríamos  decir  que  se  da comienzo a una época totalmente diferente y desligada de las anteriores, un nuevo comienzo.

 

Nacimiento del Manga moderno tras 1945

Con la rendición incondicional en 1945, Japón entraría en una nueva era. El entretenimiento emergió como industria respondiendo a la necesidad psicológica de evasión ante la cruda postguerra. La falta de recursos de la población en general requería de medios baratos de entretenimiento.

De tal modo, la industria tokyota de mangas basados en revistas vio surgir competidores. Producto de las circunstancias, apareció el Kamishibai, una especie de leyendas de ciego, que recorría los pueblos ofreciendo su espectáculo a cambio de la compra de caramelos. El Kamishibai no competía con las revistas, pero si otros dos nuevos medios centrados en Osaka:

Osamu Tezuka, un veinteañero estudiante de medicina apasionado de los dibujos animados de Fleischer y Disney, cambiaría la faz de la historieta japonesa con su primer libro rojo. La nueva isla del tesoro vendió de sopetón entre 400.000 y 800.000 ejemplares. Su éxito fue aplicar al cómic un estilo cinematográfico descomponiendo los movimientos en varias viñetas y combinando este dinamismo con abundantes efectos sonoros.

El éxito de Tezuka lo lleva a las revistas de Tokio, particularmente a la nueva Manga Shonen (1947) que fue la primera revista infantil dedicada en exclusiva al manga, y en la que Tezuka publicó Astroboy. En estas revistas impone su esquema de epopeya en forma de serie de relatos y diversifica su producción en múltiples géneros, de los que destacan sus adaptaciones literarias y el manga para chicas o Shojo manga. A mediados de los 50, Tezuka se mueve a un edificio de la capital llamado Tokiwasi, al que peregrinarían los nuevos autores, entonces aspirantes, hoy estrellas. Un año después Shonen desaparece y los libros rojos agonizan. Entre ambos y por obra de Osamu Tezuka habían puesto los pilares de la industria del manga contemporáneo.

El triunfo de las revistas de manga acabó con el Kamishibai y muchos de sus autores se refugiaron en el sistema de bibliotecas. Las revistas de manga eran todas infantiles, y las bibliotecas encontraron un hueco creando un manga orientado hacia un público más adulto: el gekiga. Dejaron el estilo disneyano por otro más realista y fotográfico abriendo el campo a nuevos géneros violentos, escatológicos o pornográficos como el horror, las historias de samurais, los mangas sobre yakuzas, el erotismo... Entre ellos cabe destacar a Sampei Shirato que en 1964 patrocinaría la única revista underground de la historia del manga, Garo magazine. La competencia en el terreno gráfico del gekiga obligó a las revistas a reducir la presencia del texto, aumentar el número de páginas y tamaño para su mejor visión.

Con el comienzo del boom económico la gente exigía más manga. En respuesta, una de las principales editoras de libros, Kodansha, entró en 1959 en el mercado de revistas. Su título Shonen magazine, cambió la pauta de periodicidad mensual a semanal, multiplicando la producción e imponiendo a los autores el estajanovismo, aunque esta vez con sueldos millonarios. Pronto, otros grupos editores como Shueisha, Shogakukan o Futabasha se unirían. Este sistema de producción sacrificaría el color, la calidad del papel y la sofisticación temática, llevándose también de paso la crítica política. Pero aumentaría vertiginosamente las ventas hasta cifras astronómicas y con ellas los beneficios empresariales, convirtiendo al manga en el medio de comunicación audiovisual más importante del país.

La expansión a Occidente

En 1988, gracias al éxito de la versión cinematográfica de Akira, basada en el manga homónimo del dibujante Katsuhiro Otomo, publicado en 1982 en la revista Young Magazine de la editorial Kōdansha, el manga empieza a difundirse internacionalmente a una escala antes jamas soñada, llegando a finales de la década de los noventa del siglo XX a influir en las publicaciones de los gigantes del cómic estadounidense Marvel Comics y DC Comics, incluso hasta el punto de llegar (sin mucho éxito) a contratar al mangaka ('dibujante de manga') japonés Kia Asamiya para una de sus series bandera, Uncanny X-Men.

Pero el boom que la producción japonesa Akira llevó a Occidente no fue algo que se forjó de la noche a la mañana, ya en los años 1960 Osamu Tezuka había vendido los derechos de emisión de su primera serie Astro Boy a la cadena estadounidense NBC consiguiendo un éxito bastante notable de audiencia infantil, y en los años setenta le sucedieron las series de animación Mazinger Z, Great Mazinger, Grendizer, siendo ésta última un boom mediático en Francia donde se la conocería como Goldorak, todas ellas basadas en los cómics del mangaka y actual magnate de un imperio de distribución editorial Gō Nagai, ya pasando a la época de la década de los 80 donde empiezan a reinar otras series de otra indole, como Macross conocida en Occidente por Robotech, la revisión de Osamu Tezuka de Astroboy pero en esta ocasión refilmada en color y con aires ya más modernos, y la saga épica Gundam, basada en el cómic serie, sólo superada en temporadas y episodios por la serie de animación estadounidense Los Simpson de Matt Groening.

Uno de los autores mas relevantes e importantes en el boom mediático de finales de los ochenta y principios de los noventa ha sido sin duda alguna, el mangaka Akira Toriyama, creador de la mítica serie Dragon Ball y de la serie Dr. Slump, ambas caracterizadas por su humor picante, irreverente y absurdo. Tal fue el éxito de sus dos obras que en algunos países europeos llegó a desbancar de las listas de ventas de historieta al cómic estadounidense y a los cómics nacionales durante bastantes años, siendo más marcado el boom en España donde en pocos años llegó a vender tantos ejemplares que Dragon Ball se considera el tebeo más vendido en la historia de España. La revista Shōnen Jump —en momentos puntuales, especialmente durante algunas semanas que coincidían con episodios decisivos de la serie Dragon Ball— llegó a aumentar su tirada semanal en 6 millones de ejemplares extra.

Al día de hoy el género del manga se ha consolidado en la sociedad occidental debido al éxito cosechado durante las décadas pasadas y se ha llegado incluso a imitar por autores europeos y estadounidenses para tratar de competir con la cuidada estética y los recursos visuales de este género, siendo tal la importancia del mismo que ahora ha dejado de ser algo minoritario en Occidente a ser un fenómeno comercial y cultural que compite directamente con la hegemonía narrativa estadounidense y europea.

Incluso la poderosa Disney ha llegado a apreciar las producciones japonesas como producto comercial de calidad, al tener su distribuidora Buenavista los derechos de distribución en cine de las películas del estudio Ghibli, del cual han salido muchas de las mejores obras que Japón ha dado al mundo de la mano de Hayao Miyazaki.

Su éxito ha sido muy grande, tanto que la película de animación El viaje de Chihiro llegó a ganar en el 2002 el Oscar de la Academia a la mejor película de animación, premio que jamás una película japonesa de animación ganó nunca.

Revistas de manga

Las revistas de manga son publicaciones semanales o mensuales de entre 200 y 900 páginas. En las revistas de manga concurren muchas series distintas con unas 20 páginas de cada serie en cada número de la revista. También contienen varias historietas de cuatro viñetas.
El precio de estas publicaciones es muy bajo, pero en contrapartida el papel empleado es de calidad mediocre y, al ocupar mucho espacio (recuerdan a guías telefónicas), se trata prácticamente de productos de usar y tirar.
Al poco tiempo de empezar a publicarse en la revista, los capítulos se reunirán en tomos de (generalmente) unas 200 páginas (que recopilan 10 u 11 capítulos que han aparecido en la revista) conocidos como tank
ōbon. El papel y las tintas son de mejor calidad, y quien haya sido atraído por una historia concreta de la revista la comprará cuando salga a la venta en forma de tankōbon.

De forma orientativa, las revistas cuestan en torno a 200 o 300 yenes (algo menos de 2 o 3 euros) y los tankōbon cuestan unos 400 yenes (3,50 euros).

Algunas de las revistas de manga más conocidas son: