¡Recordad el 11 de Marzo!

El Correo Digital, Viernes, 12 de marzo de 2004

La jornada más negra

Atentados terroristas 11M

Los profesionales que desarrollan su labor a medio camino entre Madrid y Euskadi sufrieron el dolor de las víctimas y vivieron con incertidumbre la tragedia


I. ÁLVAREZ/BILBAO


Victor Hugo dijo que el trabajo endulza la vida. La de ayer, por desgracia, resultó ser una de las jornadas más negras y amargas de cuantas se conocen en la historia de España y la que aquí comienza se convirtió en la misma labor agria, entristecida y llena de incertidumbre que padecieron todos los profesionales que desarrollan su actividad a medio camino entre Madrid y el País Vasco. «No es un atentado más, es el atentado». Fernando Ruíz Piñeiro, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, a quien la capital de España vio nacer hace 45 años, el mismo que lleva asentado en Bilbao pocos meses y a quien cada fin de semana aguardan en Madrid sus tres hijas y su mujer, se expresaba así por la mañana. Aunque sin prever el vuelco informativo que iba a producirse a última hora de la tarde, la suya era una declaración válida para la masacre, sentida y contundente, afligida, hecha con el convencimiento de que de nuevo ETA había sembrado el horror, sin importar dónde ni cómo. La amargura no había hecho más que comenzar.

Al magistrado Piñeiro la noticia le había despertado por la mañana, con el inocente encender de la pantalla del televisor. «Entonces lo vi. Había mucha confusión. En un principio, dijeron cuatro muertos», manifestaba al calor de su despacho, en el Palacio de Justicia, una estancia amplia e impermeable al dolor, donde se agolpan libros y legajos a decenas. Una estancia agradable. La jornada del juez no había empezado de la misma manera que las demás. «Una llamada a la familia. Y a mis sobrinas, que tengo muchas en Madrid... A las ocho menos cuarto, todo el mundo sabe que el tren y el metro de Madrid van abarrotados. Quien hace esto busca una masacre». Reconoce unos expedientes sobre la mesa y les echa un vistazo, pero «la mente está en otro sitio». La concentración de repulsa al atentado convocada por la magistratura a las puertas del Palacio de Justicia de Bilbao ha finalizado. La respuesta ha sido masiva y aún está por llegar lo peor. El reloj ha cruzado ya la esquina del mediodía. Piñeiro piensa en el dolor que se vive en Madrid a esas horas.

Vuelos con retraso

En el aeropuerto de Loiu, los vuelos que llegan de la capital y los que se dirigen a ella llevan un retraso acumulado a media tarde. Los aviones van cargados de ejecutivos, gentes del mundo de la Economía y las Finanzas, comerciales, profesionales del sector servicios, directivos y empresarios que viajan por la mañana temprano y regresan por la noche, tras una jornada pródiga en reuniones. Vuelan con un maletín por todo equipaje y se les distingue por sus trajes de chaqueta y corbata y su andar apresurado. «Qué le voy a contar. Madrid ha sido hoy una auténtica locura. El trabajo y el tener algo que hacer me han despistado. Se me ha hecho tan duro volver a Bilbao como salir de allí. ¿Qué está ocurriendo? Sólo queremos vivir en paz». Anabel Sánchez es delegada de zona norte de una empresa de telefonía. Puso los pies en «la Bella Easo hace seis años y nada me ha hecho ni me hará jamás salir de aquí».

Hace poco tiempo que Edorta se ha convertido en una escoba barriendo en el mundo de las finanzas, pero conoce bien su trabajo: «Le digo: la Bolsa ha estado terrible hoy». Pero José Antonio, otro directivo, está preocupado. Comenta a regañadientes que «el ambiente en la reunión ha sido tenso. Nadie ha hablado más de lo necesario. Ha sido muy duro. Saben que soy el único vasco y no ha habido comentarios». Continúa enfrascado en un negocio muy esperado que ha estado «a punto de no cerrar por las circunstancias» y desconoce todavía que la hipótesis más verosímil es ahora que el terrorismo islámico haya podido causar la masacre. Va a tomar un café, el quinto del día. «Sin azúcar, por favor».


Sursum corda! 2004