¡Recordad el
11 de Marzo!
|
|
El Correo Digital, Viernes,
12 de marzo de 2004
|
|
Luto
oficial, luto social
|
|
ARTÍCULOS
FEDERICO ABASCAL/
El luto oficial durará tres días, 72 horas de banderas a
media asta y crespones negros en la decoración administrativa
del Estado. Pero el luto social va a prolongarse indefinidamente, al
menos mientras perviva el dolor de mil quinientas familias, amputadas
ayer por el atentado más cruel de la barbarie terrorista. En las
calles de Madrid disminuyó el tránsito de coches nada
más conocerse la noticia de las explosiones, y ocupaba el
asfalto el trajín de las ambulancias, de los coches de Bomberos
y de la Policía y de los furgones con su carga de
féretros, todo ello con un fondo sinfónico de sirenas.
Afectaron trágicamente las siniestras explosiones a las
cercanías del sur de la ciudad, pobladas mayoritariamente por
estudiantes y esa gente trabajadora que se desplaza con una tartera
para el almuerzo a pie de obra. El Pozo del Tío Raimundo, barrio
mítico y pobre, concienciado política y confesionalmente
hace años por dos jesuitas rebeldes -Llanos y Díez
Alegría- fue uno de los que sufrieron en su carne el latigazo
del terrorismo. ¿Qué espantosa matanza! Hasta la
madrileña estación de Atocha alcanzaron las
últimas explosiones, orquestadas como en una partitura macabra.
Los partidos condenaron obviamente el brutal atentado, de
«asesinato masivo» lo calificó el presidente, y si
Zapatero defendía la unidad democrática y los principios
constitucionales como único camino para derrotar al terrorismo,
Llamazares aseguraba que los terroristas no lograrán su objetivo
de «dividirnos».
Manifestaciones convocadas para hoy, breves paros testimoniales en
hospitales y empresas, infinidad de declaraciones de condena,
suspensión ayer de los actos electorales, de representaciones
teatrales y conciertos, angustia, dolor y lágrimas en quienes
buscaban a sus familiares en centros hospitalarios o en la morgue
improvisada al noreste de Madrid. Y la Reina, junto al príncipe
Felipe y su novia doña Letizia, visitando a los heridos en el 12
de Octubre, en el Gregorio Marañón, en la lista de
hospitales abiertos ayer a una tragedia que parecía desbordalos.
Vivió Madrid ayer, como el resto de España, su 11 de
marzo como Estados Unidos viviera su 11 de septiembre, con serenidad y
profunda tristeza, mientras la pesadumbre abría paso a la
solidaridad y los donantes de sangre, reclamados por los medios de
comunicación, colapsaban los improvisados centros de recogida.
Rostros sincera y hondamente apenados, diálogos en voz queda
sobre una tragedia que sobrecogía a través de las
emisoras de radio y las pantallas de televisión, cierto miedo no
disimulado, incredulidad forzada ante un hecho que superaba todas las
previsiones del terror. Y en todas las conversaciones apagadas,
respetuosas como en un duelo colectivo, se adivinaba una inquietud.
Inquietud por si a alguien se le ocurría, en el epicentro de la
inmensa desgracia, hacer una finta de electoralismo. No fue así.
|
|
|