¡Recordad el
11 de Marzo!
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El Mundo, Viernes, 21 de marzo de 2004
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Una
tragedia en cuatro actos
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Por
LUCIA MENDEZ / CAYETANA ALVAREZ DE TOLEDO / FERNANDO GAREA
En la última escena de El crepúsculo de los dioses, la
obra final de la monumental tetralogía de El anillo de los
Nibelungos, Richard Wagner presenta el «Valhala»
-paraíso- envuelto en llamas. Un mundo desaparece para dejar
lugar a otro. Los antiguos dioses caen en el comienzo de una nueva era.
El grandioso cierre de la ópera puede servir como
metáfora del dramático final de los ocho años de
Gobierno de Aznar. En cuatro días de marzo, el paraíso de
la anunciada victoria del PP se convirtió en un infierno.El
jueves 11 comenzó el primer acto con las bombas en cuatro trenes
de Madrid. El viernes, con 200 muertos y más de 1.400 heridos,
España salió a la calle en las manifestaciones más
grandiosas de la Historia, mientras el Gobierno quedó enredado
en la tela de araña del terrorismo. Una cruel paradoja, ya que
la lucha antiterrorista siempre fue norte y guía del Ejecutivo
del PP.La hipótesis de ETA duró unas horas. Las pistas
apuntaban hacia el terrorismo islámico. El sábado tuvo
lugar el tercer acto.La Guerra de Irak volvió a llamar a la
puerta de las sedes del PP con manifestaciones y gritos de asesinos.
Los enemigos mediáticos de Aznar le pasaron una terrible factura
el día de reflexión.Esa noche, Rajoy pensó que
perdería las elecciones. Sólo faltaba el cuarto acto de
la tragedia que se cerró la noche electoral con una severa
derrota en las urnas. Aznar, sus poderosos ministros y los dirigentes
del PP, a quienes incluso muchos de sus adversarios consideraron dioses
invencibles, cayeron el 14-M.
ACTO I (11-III)
El macroatentado
7.37 horas: primer minuto de la tragedia. Mariano Rajoy se prepara en
su casa para salir a una entrevista de campaña en Onda Cero.Su
mujer, Elvira Rodríguez, le informa: «Ha habido unas
explosiones».Sólo eso. Unas explosiones. En La Moncloa, el
presidente del Gobierno recibe en su casa la llamada del ministro del
Interior.
- Hay muchos muertos y heridos. Muchos, no sabemos cuántos.
Rajoy habla con José María Aznar, anula su entrevista y
suspende los actos de campaña. El presidente del Gobierno
convoca a sus colaboradores y decide reunir el gabinete de crisis a las
11 de la mañana. Las noticias hablan de 30, de 60, de 100
muertos en cuatro trenes de cercanías de Madrid. No se sabe
cuántos.
8.45: Angel Acebes llega a la estación de Atocha. Nadie, ni el
ministro, puede abrirse camino entre el humo, los heridos, los
cadáveres, las ambulancias, los bomberos, la policía. Los
Tedax no le dejan pasar.
- ¡Qué horror, qué horror!
El ministro del Interior se refugia en el Ministerio de Agricultura,
situado enfrente de la estación. Arias Cañete le cede su
despacho a donde acuden también el director general de la
policía, el delegado del Gobierno en Madrid y el jefe superior
de policía.El número de muertos y heridos va creciendo
sin que ninguno de los políticos ni de los responsables
policiales pueda imaginar la cifra final.
Desde la sede del PP, Gabriel Elorriaga, el director de campaña
de Rajoy, habla con el delegado del Gobierno en Madrid.
- Hay 30 muertos y 60 viajeros que no sabemos qué pasa con
ellos, le informa Ansuátegui.
El candidato del PP ordena suspender lo que queda de campaña
electoral y habla con su contrincante, José Luis
Rodríguez Zapatero.
- Creo que sería conveniente reunir a la Diputación
Permanente del Congreso, le dice el candidato socialista.
- Déjame que le dé una pensada, responde Rajoy.
En el caos que siguió a la tragedia, esta convocatoria queda
olvidada. Ni Rajoy ni Zapatero hablan sobre la posibilidad de
comparecer juntos ante los ciudadanos a cuatro días de unas
elecciones.El secretario general del PP llama al ministro del Interior
para decirle que quiere ir a los lugares donde las bombas han reventado
cuatro trenes.
- Es mejor que no vayas, por seguridad, creemos que pueden estallar
más bombas.
11.00 horas: Angel Acebes regresa al Ministerio y organiza la
célula de crisis para la atención inmediata de las
víctimas, en estrecha colaboración con el presidente de
la Audiencia Nacional, Carlos Divar.
- La atención debe ser exquisita, personalizada y, sobre todo,
rápida.
11.05: complejo de La Moncloa. Rodrigo Rato, Javier Arenas, Eduardo
Zaplana, Alfredo Timermans, Javier Zarzalejos y Jorge Dezcallar, el
director del CNI, entran por la puerta del discreto edificio que acoge
el búnker donde se reunirá el gabinete de crisis. Entran
en los ascensores que descienden hasta la secreta sala de reuniones,
donde toman asiento en torno a una mesa redonda.
El ministro del Interior se incorpora cuando la reunión ha
comenzado.Encima de la mesa se amontonan datos, informes, cifras,
declaraciones y documentos de la Guardia Civil, el Centro Nacional de
Inteligencia (CNI) y la policía con una misma conclusión:
ha sido ETA. El presidente ha visto en directo por televisión a
Juan José Ibarretxe diciendo lo mismo.
Acebes recuerda que los etarras detenidos en Cuenca habían
declarado que tenían un plan para llenar de explosivos 12
mochilas en Baqueira Beret.
A 30 kilómetros de La Moncloa, en Alcalá de Henares, la
policía se ha llevado una furgoneta blanca sospechosa, aparcada
junto a la estación de la que han partido los trenes de la
muerte.Los mandos ordenan que sea registrada minuciosamente.
Hasta el Ministerio del Interior llegan noticias de que responsables
policiales vinculados al Sindicato Unificado de la Policía
están filtrando a altos responsables del PSOE algunos datos
sobre las investigaciones que son puestos en conocimiento de medios
tradicionalmente hostiles al Gobierno del PP.
El presidente del Gobierno llama a los directores de los
periódicos de Madrid y Barcelona, entre ellos al de EL MUNDO.
- Quiero que sepas que esos bulos e intoxicaciones [se refería a
la rápida referencia de Otegi a la «resistencia
árabe»] son fruto de un movimiento que hemos detectado en
el entorno de ETA y que para mí no hay ninguna duda sobre la
autoría. Lo llevaban intentando desde hace tiempo y lo hemos
evitado tres veces.
- ¿Qué pasa con la manifestación?, pregunta Pedro
J. Ramírez.
- La manifestación la convoca el Gobierno y el lema lo pongo yo.
Ya se les ha comunicado a los partidos. Primero saldrá Acebes y
después lo haré yo.
A la una de la tarde, Angel Acebes habla con el consejero de Interior
del Gobierno vasco, Javier Balza, que no duda en señalar a los
sospechosos habituales:
- Esto es el suicidio de ETA.
«El Gobierno no tiene ninguna duda. Son miserables las
intoxicaciones para desviar el objetivo y los responsables de la
tragedia», dice el ministro después del gabinete de
crisis.
Aznar sale a las 14.30 horas. «El 11 de marzo ocupa ya un lugar
en la historia de la infamia». El presidente habla de
«estos asesinos», pero no cita a ETA por sus siglas.
15.30 horas, aproximadamente: Angel Acebes se toma el primer vaso de
agua del día cuando le llega el resultado de la
inspección de la furgoneta blanca. Siete detonadores, restos de
ropa, pero ni una huella dactilar, en una primera inspección.
Los agentes descubren posteriormente una cinta metida en el casete.
Está en árabe. La traducción es laboriosa hasta
que los expertos llegan a la conclusión de que son unos versos
del Corán. Acebes informa al presidente y ambos deciden que sea
el ministro quien informe del descubrimiento a la opinión
pública.
A esa hora, la dirección del PSOE está perfectamente
informada de los detalles. Algunos ministros que mantienen
relación con dirigentes socialistas llegan a la
conclusión de que tienen más información que ellos
mismos.
Fuentes del Ministerio del Interior informan a los medios que el
explosivo es el que utiliza habitualmente ETA. Posteriormente, este
dato resulta no ser cierto.
La Reina, el Príncipe Felipe y su prometida, Letizia Ortiz, y
las Infantas visitan a los heridos en los hospitales de
Madrid.Allí se enfrentan al dolor e incluso a la ira de los
familiares de las víctimas.
- ¿Por qué las desgracias siempre nos tienen que pasar a
los pobres?, pregunta uno de ellos.
Esa misma tarde, la ministra de Asuntos Exteriores despliega una
actividad frenética. Da órdenes al cuerpo
diplomático para que todas las embajadas españolas en el
mundo atribuyan la autoría del atentado a ETA. Y ordena al
embajador en la ONU, Inocencio Arias, que presione a los miembros del
Consejo de Seguridad para que en el comunicado de condena se mencione
expresamente a la banda terrorista.
En La Moncloa, el presidente del Gobierno telefonea a Zapatero y a los
directores de varios periódicos.
- Quiero corroborarte que todo indica a los de arriba, pero quiero que
sepas que hemos encontrado en Alcalá una furgoneta con
detonadores y una cinta con los versos del Corán. Nada
más que eso.
- Me llamó la atención que no mencionaras a ETA esta
mañana, le comenta Pedro J. Ramírez.
- Yo no suelo mencionar a los grupos terroristas por su nombre.
- Pero estos datos nuevos...
- Tenemos informaciones de que puede haber ciertos grupos
autónomos de ETA dispuestos a emprender estrategias suicidas.
Nosotros seguimos creyendo que ha sido ETA, pero no queremos ocultar
nada.
- No tenéis otra opción que decir la verdad.
- Ni otra opción, ni otra voluntad.
A las 20.26 horas, Angel Acebes informa a los medios:
- He dado orden para que no se descarte ninguna línea de
investigación, ninguna hipótesis, aunque la línea
esencial sigue siendo ETA .
La Moncloa y La Zarzuela preparan durante toda la tarde el mensaje del
Rey. A las 20.30 horas, Don Juan Carlos, de pie, con corbata negra y
visiblemente afectado, dice: «Vuestro Rey sufre con todos
vosotros. Con todas las familias querría fundirme en un abrazo
cargado de consuelo y tristeza». Tampoco el Rey habla de ETA,
sino de «terrorismo».
Los mensajes de los móviles de decenas de altos cargos y
dirigentes del PP se suceden de forma angustiosa.
«¿Será verdad lo de Al Qaeda? Estamos
perdidos».
José Blanco, director de campaña del PSOE, llama a
Gabriel Elorriaga, director de campaña del PP.
- Creo que os habéis equivocado al convocar la
manifestación de mañana con los datos que hay. Y me
parece que el Gobierno está ocultando muchas cosas.
Mañana se va a montar un follón, os váis a
enfrentar con el «no a la guerra» y no va a haber quien lo
controle.
- Yo ya no puedo hacer nada, le responde Elorriaga a punto de entrar en
casa y la llamada se corta.
A las 21.30 horas, la agencia Reuters difunde que un diario
árabe con sede en Londres ha recibido un correo
electrónico en el que un grupo radical islámico
reivindica la matanza de Madrid.
El candidato del PP, Mariano Rajoy, pasa el día como en un
sueño.Comió lo que pudo en un bar cercano a la sede, sin
apenas hablar.En ningún momento del día ni de la noche
-durmió bien- llega a imaginar lo que le espera. Los muertos son
casi 200 y los heridos más de 1.400. Madrid es un cementerio
sobre el que cae el telón que pone fin al primer acto de la
tragedia.
ACTO II (12-III)
España en la calle
5.15 horas: En un descampado de Vallecas, un solitario Tedax arriesga
su vida para posibilitar la investigación de la matanza de
Madrid. En su poder tiene una bomba encontrada en una mochila que fue a
parar a la comisaría de la localidad junto con los artefactos
hallados en el maltrecho tren de la estación de El Pozo. En
lugar de hacerla explosionar de forma controlada, cuidadosamente aparta
la dinamita de tipo Goma 2 del detonador y se hace con el
teléfono móvil que éste lleva adosado a modo de
temporizador.El teléfono y la tarjeta prepago que está en
su interior son pistas clave para descubrir a los autores de la
masacre, que el equipo de investigación bajo órdenes del
Ministerio del Interior comienza a analizar de inmediato.
La noticia del hallazgo llega pronto a oídos de Acebes. La
reflexión de uno de sus más estrechos colaboradores
sintetiza su reacción:
- Los Tedax están entre los muchos héroes anónimos
de esta tragedia griega.
La tragedia entra el viernes en su segundo acto. El de la batalla
política, en la cual las acusaciones de falta de transparencia y
manipulación vertidas contra el Gobierno de Aznar se suceden
como cañonazos y empiezan a hacer mella en las posibilidades
electorales del Partido Popular. Las palabras de José Blanco
abren la veda a lo que en el transcurso del día se convierte en
un aluvión de recriminaciones, a cual más severa:
«Exijo al Gobierno que antes del domingo diga quién ha
sido el autor del atentado».
Felipe González tampoco deja pasar la ocasión para poner
en tela de juicio la integridad de su viejo enemigo, Aznar:
- No hay que manipular a la opinión en ningún sentido...
Sería terrible que al final no fuera lo que nos han inducido a
creer.
El PNV, por boca de Josu Jon Imaz, se suma a la nutrida caravana de
fustigadores del Gobierno y le exige que no oculte información
sobre los atentados:
- Pido al Gobierno claridad y transparencia sobre la autoría de
esta terrible masacre.
Ibarretxe también aprovecha la oportunidad para poner contras
las cuerdas al Gobierno central:
- Tenemos derecho a que se despejen las dudas razonables que existen,
derecho a conocer la verdad.
El dirigente de EA, Joseba Azkárraga, se «pasa varios
pueblos», incluso en opinión de los más
acérrimos detractores de Aznar:
- El PP chapotea en la sangre de las víctimas.
Mariano Rajoy procura no darse por aludido o dejarse afectar.Salta de
radio en radio emitiendo un mensaje de tranquilidad.Públicamente
reconoce que las dos hipótesis de investigación siguen
abiertas y fuera de antena habla de la campaña electoral, como
si lo ocurrido el jueves hubiese sido una horrible pesadilla de la que
con suerte estaría a punto de despertar.
En el palacio de La Moncloa, en cambio, la tensión es
evidente.El habitual desayuno previo al Consejo de Ministros, que se
celebra a las 9.30, es sustituido por un café breve y amargo, en
el sentido no sólo literario. La reunión también
es breve, aunque se adoptan dos medidas importantes de cara a paliar el
sufrimiento de las víctimas: se destinan 140 millones de euros
del fondo de contingencia para las indemnizaciones a los afectados por
los atentados y se decide conceder la ciudadanía española
a las víctimas extranjeras y a sus familiares directos.
Sobre los asistentes pesa como una losa el hecho de que éste es
el último Consejo de Ministros de Aznar antes de que el Gobierno
entre en funciones. Con casi 200 cadáveres sobre la mesa, el
ambiente es lúgubre. Viejos amigos y colaboradores de Aznar como
Acebes no pueden más que apenarse por el trágico destino
de un presidente cuya vida política ha estado dedicada a
combatir el terrorismo.
- El presidente es hermético, un hombre de pocas palabras, por
lo que es difícil conocer exactamente cuál es su estado
de ánimo.Pero que su último Consejo de Ministros haya
sido el que ha sido es terrible. Realmente terrible.
Pese a todo, Aznar anuncia a sus ministros que saldrá a dar la
cara ante la opinión pública por segunda vez en 24 horas.
11.30 horas: el presidente comparece ante la prensa. Lleva corbata
negra en señal de luto y su semblante es particularmente
serio.Sabe que los periodistas le van a interpelar sobre la posible
vinculación de la matanza de Madrid y su decisión de
llevar a España a la Guerra de Irak. Se lo anticipó a sus
colaboradores.
Aznar respalda de forma rotunda al ministro del Interior, insiste en
que dará toda la información sobre los atentados que obra
en su poder y reitera que aunque «ninguna línea de
investigación se ha desechado», la principal
hipótesis sigue siendo que la culpable es ETA.
Los periodistas atacan:
- ¿Y la declaración de Otegi en el sentido de que ETA no
tiene nada que ver con los atentados?
- El Gobierno no concede ni concederá, cualquiera que sea su
sentido, ningún crédito a las declaraciones de
organizaciones ilegales que exculpan o hablan en nombre de
organizaciones terroristas que han causado centenares de
víctimas.
Los periodistas insisten.
- ¿Y el comunicado de Al Qaeda?
- Las fuerzas de seguridad del Estado están hartas de falsas
reivindicaciones.
- Y si finalmente resulta que ha sido Al Qaeda, ¿se
arrepentiría de alguna decisión de política
exterior?
La respuesta del presidente, a quien se le ve progresivamente irritado,
da a los presentes una medida de su estado de ánimo:
- No es el momento.
El resto de la mañana no es menos difícil para Aznar. A
las 12 horas sale al helipuerto de La Moncloa donde, en
compañía de sus colaboradores, guarda un minuto de
silencio por las víctimas de los atentados. De allí se
traslada al Hospital Clínico para visitar a los heridos.
Misión sin duda complicada para quien está siendo acusado
de provocar la matanza con una política exterior equivocada.
Rodrigo Rato también dedica su tarde a visitar los abarrotados
hospitales de la capital. Y también pasa momentos desagradables,
que no quedan registrados por las cámaras. En la Maternidad de O
Donnell se topa con una mujer destrozada tras perder a su hijo de 19
años, un modesto electricista que, al verle, espeta:
- Hijo de puta. ¡Te la tenían que haber puesto a ti!
El vicepresidente aguanta el tipo; coge a la madre firmemente por el
brazo, escucha con atención su trágico relato y la
intenta consolar.
Tras su visita al Clínico y mientras su delfín Rajoy
concede a EL MUNDO una entrevista en la que asegura que su
«convicción moral es que ha sido ETA», Aznar regresa
a comer a La Moncloa, donde permanece hasta que es hora de acudir a la
manifestación.
Sale de Moncloa hacia Cibeles hacia las 18.20 horas, mientras Acebes
comparece para informar del progreso de las pesquisas policiales. La
autoría de ETA sigue siendo, a ojos del ministro, la principal
hipótesis: «No hay en estos momentos ningún motivo
para que [ETA] no sea la principal línea de
investigación».
El ministro recuerda tres planes recientes de la banda, que
reúnen características similares al macroatentado del
día anterior, y revela el hallazgo en la comisaría de
Vallecas de la bomba que no hizo explosión y del teléfono
móvil que los terroristas pretendieron utilizar como
temporizador.
Pero la realidad es obstinada e insiste en desmentir las palabras del
ministro y los informes del CNI. Al poco tiempo de la comparecencia de
Acebes, un individuo que dice hablar en nombre de ETA llama al diario
abertzale Gara y a la Radio Televisión Pública Vasca y
niega que la banda tuviera responsabilidad alguna en la matanza.
El titular de Interior responde al comunicado con escepticismo:
- No nos lo creemos.
19.00 horas: bajo una intensa lluvia, los manifestantes empiezan a
aglomerarse en el entorno de la plaza de Colón. Su número
crece de forma exponencial. Los millares se convierten en centenares de
miles hasta pulverizar el récord marcado en la
manifestación por el asesinato de Miguel Angel Blanco. En Madrid
se congregan dos millones de personas; en el conjunto de España,
más de 11 millones. La marea humana es tal que Acebes teme no
poder llegar a la cabecera de la movilización. Su jefe de
Gabinete le ofrece una solución:
- Ministro, póngase un casco y súbase a esta moto, que yo
le llevo.
- Vale, bien. No veo otra solución.
Pero en eso llegan dos motos de la Policía Nacional que les
conducen con toda prisa a la cabecera de la manifestación en la
plaza de la Lealtad, a la que el presidente Aznar también ha
tardado en llegar por un impresionante atasco que le ha retenido en la
M-30, uno de los recorridos alternativos que utilizar para moverse por
Madrid. Una vez reunidos, el presidente y el ministro del Interior
saludan a la nutrida representación de mandatarios extranjeros,
al Príncipe Felipe y las Infantas, y a los demás
dirigentes políticos nacionales e internacionales. El ambiente
es hostil. Se oyen algunos gritos de «así, así,
así lucha Madrid».
- Ojalá fueran los únicos.
Eso piensan los miembros del Gobierno y dirigentes del PP quienes, como
Rajoy, temían, ya desde el día anterior, convertirse en
objeto de insultos en la manifestación. Sus peores presagios
cobran realidad. Al paso de Aznar, se suceden las imputaciones:
- ¡Asesinos, asesinos!
- ¿Quién ha sido? Quién ha sido?
- ¡Mentiroso, queremos saber la verdad!
Acebes se percata de la gravedad de la situación. Algo similar
les ocurre a Rato y Piqué, que son increpados por grupos de
manifestantes en Barcelona.
- ¡Asesinos, asesinos!
Ante las incriminaciones y tras constatar que el lema de la pancarta ha
sido modificado, Rato se niega a formar parte de la cabecera junto a
Maragall y se sitúa en cuarta fila. Pero los insultos
continúan.
- ¡No a la guerra! ¡PP asesinos! Tú eres el
culpable, Aznar miserable!
Acaba la manifestación en caos. Rato, Piqué y el resto de
representantes del PP abandonan la concentración de forma
precipitada y se ocultan en un parking para evitar ser agredidos,
después de lo cual se refugian en dependencias oficiales.
Piqué pide a Maragall una reunión para analizar los
incidentes.Pero el presidente de la Generalitat se resiste a poner
fecha.La división es total.
Para Rato la experiencia es también una revelación.
Así se lo confiesa a una estrecha colaboradora:
- Esto es horrible... ¡Cuánto nos odian!
Jaime Mayor Oreja coincide con su valoración. Tras participar en
la manifestación de Vitoria, a la que acude junto al ministro de
Justicia, José María Michavila y representantes del PP y
del PSE, llama a Carlos Iturgaiz y María San Gil:
- Tras la manifestación supe que íbamos a perder las
elecciones.Porque lo que he visto en Vitoria es lo contrario de lo que
vi cuando mataron a Fernando Buesa en la campaña de 2000. Ni un
grito ni un aplauso. Ni siquiera nos saludamos los socialistas y los
del PP. En la calle había mucha tensión y
muchísimos reproches al Gobierno.
En Bilbao, Ibarretxe se manifiesta junto a Atutxa y miembros de su
Gobierno. También llevan una pancarta distinta a la de Aznar: un
crespón negro sobre un fondo blanco. En cuanto a San
Sebastián, los nacionalistas participan separados unos metros
del grueso de la manifestación en señal de rechazo al
lema oficial.
La manifestación de Madrid se disuelve en silencio en la
glorieta de Atocha y sin lectura de comunicado. Aznar se monta en el
coche oficial y se dirige a La Moncloa. Acebes, por su parte, regresa
al Ministerio. Afronta otra noche prácticamente en vilo.
Todavía le queda por recibir la notificación del
durísimo comunicado publicado por IU, en el que pide su
dimisión por manipular la información del atentado para
favorecer al PP.
El día ha sido aciago. Y todavía quedan dos.
ACTO III (13-III)
El desbordamiento
La jornada de reflexión amanece marcada por el dolor y la
espectacular movilización de los españoles en las
manifestaciones del viernes.
A primera hora, Eduardo Zaplana recibe la indicación de
comparecer en La Moncloa ante los periodistas para cifrar en más
de 11 millones el número de manifestantes de la víspera.
En Interior se reúne la comisión de atención a las
víctimas, con presencia de los colaboradores de Acebes y
representantes de los ministerios de Justicia, Economía, Trabajo
y Administraciones Públicas. Se trata, entre otros asuntos, de
decidir cómo tramitar la repatriación de los inmigrantes
fallecidos y qué tratamiento dar a los funcionarios afectados.
En paralelo se trabaja en la investigación, centrada en la
mochila hallada intacta y en escudriñar el origen del
teléfono móvil marca Tryum con el que iba a accionarse el
explosivo. Aznar, en su despacho desde primera hora junto a los
miembros de su gabinete, recibe información puntual, incluidos
los informes orales y escritos del CNI. Las hipótesis de la
autoría siguen girando hacia la pista islámica. Se
incluyen opiniones y datos de servicios secretos de países
aliados.
En Génova todos prevén un día de reflexión
tranquilo, más allá del dolor por la masacre. Ni Rajoy ni
ninguno de sus colaboradores tiene previsto acudir durante todo el
día a la sede, hasta que a media mañana reciben noticia
de que el PSOE ha convocado una comparecencia pública, sin
más precisión.
Los populares se ponen en marcha, alertados por la convocatoria del
PSOE. El director de campaña del PP pide un informe a los
servicios jurídicos.
- Es imposible parar la comparecencia del PSOE, lo único que
podemos hacer es impugnarla a posteriori.
Es Alfredo Pérez Rubalcaba quien comparece con algo parecido a
una respuesta a la previa intervención de Zaplana. Tras muchas
gestiones, el PP logra que el presidente de la Junta Electoral Central
emita una nota recomendando genéricamente que se respete la
jornada de reflexión.
Y es que, si algo se pone de manifiesto en esta atípica jornada
de reflexión, es que las previsiones de la Ley Electoral son
algo parecido a papel mojado. Por ejemplo, se constata que varios
miembros de la Junta Electoral Central están de viaje el
sábado y, por tanto, no pueden responder a los acontecimientos
con celeridad.
14.30 horas: Acebes vuelve a comparecer en Interior para asegurar que
mantienen abiertas todas las hipótesis por igual, la de ETA y la
del terrorismo islámico. Otra vez el ministro hace de
frontón de preguntas cómo las que se refieren al
contenido exacto del casete hallado en la furgoneta o la autenticidad
de la primera reivindicación.
Ya estaba en marcha la operación policial que concluye sobre las
16.00 horas con la detención de cinco presuntos implicados en
Madrid: tres marroquíes y dos ciudadanos indios.
Nada más acabar la rueda de prensa de Acebes, la cadena Ser
informa de que el CNI ha abandonado la pista de ETA y sólo
investiga la del terrorismo islámico.
Aznar come en La Moncloa, Rajoy en su casa, mientras Acebes apenas
tiene tiempo de tomar un tentempié en el Ministerio.
En paralelo, empiezan a circular por toda España correos
electrónicos y mensajes de móviles convocando a una
manifestación en la puerta de la sede central del PP.
«Intoxicación informativa. Al Qaeda ha reivindicado el
atentado cuatro veces. El Gobierno lo niega. Además ETA ha
desmentido cualquier implicación. Pasa el mensaje»,
señala uno de ellos.Otro precisa que el CNI sabe que se trata de
terrorismo islámico y otro precisa las 18.00 horas como hora de
la concentración en la calle Génova.
A las 17.00 horas, el delegado del Gobierno, Francisco Javier
Ansuátegui, llama al ministro del Interior:
- Oye, que me ha llamado Pío García Escudero para
contarme que se ha enterado de que, vía SMS e Internet, se
está montando una manifa a las puertas de Génova. He dado
orden al jefe superior de policía para que envíe
efectivos.
- Bien, pero que se mantenga la calma. No quiero que ocurra lo que en
las protestas contra la guerra.
Con la misma velocidad que se propaga la convocatoria por toda
España, corre la voz entre los dirigentes del PP y llega
también la alerta al despacho del presidente del Gobierno.
Elorriaga y Ana Mato se trasladan a la sede del PP, donde trabaja parte
del equipo de prensa del partido que prepara el dispositivo para la
jornada electoral.
Poco a poco empiezan a congregarse manifestantes en la calle
Génova. Aumenta poco a poco también el número de
cámaras de televisión y periodistas. Gritos de
«¿Quién ha sido?» o «¡Queremos la
verdad!» y carteles con referencias a la Guerra de Irak.
Dentro de la sede del PP se gastan bromas sobre Fort Apache.
Acebes no tiene tiempo de ir a Génova y respaldar a Rajoy.
Permanece en Castellana 5 para proseguir la investigación. Al
enterarse de las detenciones y sin apenas margen para preparar la
comparecencia, el ministro del Interior convoca una nueva rueda de
prensa. Aznar es informado permanentemente.
La noticia parece confirmar la pista islámica. Cae como una
bomba entre los partidarios del PP y envalentona a quienes sospechan
que el Gobierno no cuenta todo lo que sabe.
Casi a la vez se está produciendo en Madrid una actuación
policial en busca de un vídeo. A las 19.40 horas, Telemadrid ha
informado a la policía de que un hombre con acento árabe
ha llamado para decir que ha depositado un vídeo en una
papelera, entre el tanatorio de la M-30 y la mezquita. La cinta se
localiza y se lleva a las dependencias de la Comisaría General
de Información para analizarla junto al traductor de
árabe.
Acebes no da cuenta pública todavía de ese hallazgo.
Sobre las 20.00 horas, Rajoy entra en la sede del PP por el garaje
situado en el lateral. Reúne a sus colaboradores y llegan a la
conclusión de que debe comparecer para denunciar el cerco a las
sedes del partido.
Consideran que se está cometiendo una ilegalidad con las
manifestaciones y, para denunciarlo, optan por otra iniciativa de
dudosa legalidad: la comparecencia ante la prensa de un candidato en la
jornada de reflexión.
«A lo largo del día, dirigentes de partidos que prefiero
no mencionar han realizado manifestaciones públicas que sin duda
han influido en esta convocatoria».
Ante la Junta Electoral se denuncia que la consejera de Asuntos
Sociales de la Junta de Extremadura ha enviado mensajes de convocatoria
desde el móvil del que dispone por su cargo y se hace acopio de
varios casos de candidatos o cargos del PSOE e Izquierda Unida que
están participando en concentraciones ante las sedes en toda
España.
A Elorriaga le preocupa el hecho de que durante el sábado estaba
previsto que los que deben ejercer de interventores y apoderados del
partido el domingo recojan en las sedes la documentación que
precisan. Por el cerco a algunas es posible que no puedan acceder al
interior.
- Hay que llamar a las sedes para asegurarnos de que todo está
en orden, les dice a Juan Carlos Vera y a José Antonio
Bermúdez.
En La Moncloa, Aznar es informado de los acontecimientos y de su
despacho entran y salen Carlos Aragonés, Javier Lasquetty,
Javier Zarzalejos y Alfredo Timermans. En el televisor se mantiene CNN+
con las imágenes de la manifestación en la calle
Génova.
Rajoy comparece a las 20.00 horas, junto a Rodrigo Rato y Gabriel
Elorriaga, para denunciar la coacción al electorado. Los
periodistas han sido convocados con la indicación de entrar por
el garaje para evitar incidentes y, al acabar, el secretario general
del PP cree oir a alguien que, entre los periodistas, le llama
«cabrón».
En el PP no consiguen hasta la noche que la Junta Electoral Central se
reúna para prohibir las manifestaciones. Hasta pasada la
medianoche no emite una resolución en la que asegura que da
traslado a la Fiscalía General del Estado.
En el equipo de Rajoy se tiene ya la impresión de que la jornada
electoral les va a ir muy mal.
Esa tarde, en la casa particular de un presidente autonómico del
PP suena el teléfono. Lo coge su hijo de 20 años y
sólo escucha:
- «Sois unos asesinos».
Empieza a correr el rumor en las redacciones de que se ha desatado una
cadena de dimisiones en la Comisaría General de
Información por discrepancias con los responsables
políticos de Interior.En el Ministerio y en la Dirección
General se desmiente el rumor y se hace frente a la avalancha de
llamadas interesadas por las supuestas renuncias.
En algunos medios, incluido EL MUNDO, hay una llamada del gabinete de
prensa del PSOE preguntando si se conocía el rumor. Y dentro de
los desmentidos, a media tarde, La Moncloa gestiona uno de Jorge
Dezcallar, responsable del CNI , a través de la agencia Efe, a
la información de la Ser sobre el abandono de la pista de ETA.
Sobre las 20.30 horas comparece en la sede del PSOE Alfredo
Pérez Rubalcaba: «España se merece un Gobierno que
no mienta».
En Génova, La Moncloa e Interior se escucha la frase y todos
tienen la impresión de que el PSOE tiene información
propia, más allá de la que va dando el Gobierno.
Esta impresión se refuerza por el hecho de que ministros que
están en el centro de las decisiones van conociendo detalles por
periodistas y no por sus propios compañeros de gabinete.Por
ejemplo, Zaplana recibió una llamada preguntando por la
reivindicación antes de que se diera a conocer el hallazgo del
vídeo.
Sospecha que se están conociendo datos a través de
filtraciones de la policía y de la Audiencia Nacional. El
portavoz del Gobierno comenta a un colaborador:
- Están jugando con nosotros dando noticias falsas y
verdaderas.Vamos siempre con la lengua fuera.
Aznar le indica a Zaplana que debe comparecer para responder a
Rubalcaba. El ministro acude a las 23.00 horas a la sede de Efe, el
único lugar desde donde puede emitirse señal a todas las
emisoras de televisión. «Lamento tener que comparecer pero
lo hago obligado por las graves imputaciones de un portavoz del PSOE,
que ha acusado al Gobierno de mentir a la opinión
pública.Es falso y el PSOE lo sabe».
A esas horas en La Moncloa se debate si dar a conocer ya la existencia
de la cinta de vídeo con la reivindicación. Hay quien
sostiene que debe comparecer el propio Aznar, pero el problema es que a
esa hora no se sabe todavía si el árabe que se identifica
como Abu Dujan al Afgani realmente existe.
Acebes comparece pasada la medianoche sin tener la certeza de si el
vídeo es bueno y si el personaje que aparece es real. No hay
tiempo para que se consulten las bases de datos internacionales y a los
servicios de otros países. Los colaboradores reparten la nota
con la transcripción del vídeo. «Declaramos nuestra
responsabilidad de lo que ha ocurrido en Madrid, justo dos años
y medio después de los atentados de Nueva York y
Washington».
Todo indica ya que la masacre es obra del terrorismo
islámico.Alguien no identificado ha tenido la idea de cambiar la
programación en TVE para emitir una película ¡sobre
ETA!
Las protestas en la calle no cesan. Pasada la medianoche, unas 5.000
personas se concentran en la Puerta del Sol para exigir
información. De ahí se trasladan a la estación de
Atocha y, pasadas las dos de la madrugada, hacen una sentada ante el
Congreso.Se oye el sonido de los helicópteros policiales que
sobrevuelan sus cabezas.
A la una de la madrugada abandonan la sede del PP los trabajadores de
prensa y los dirigentes que esperaban a que se levantara el cerco.
Rajoy se acuesta con la impresión de que pierden las elecciones.
Durante todo el día nadie ha barajado ni en La Moncloa ni en
Génova la idea de suspender o aplazar las elecciones. Ni se ha
discutido ni, desde luego, se ha hecho consulta jurídica
alguna.Al filo de la medianoche, una periodista de una emisora de radio
llama a un responsable de comunicación de La Moncloa para
preguntar si existe esa posibilidad. El alto cargo responde
extrañado que no tiene ni idea, porque nunca se ha estudiado esa
posibilidad.
Cuando se meten en la cama, ya de madrugada, los miembros del equipo de
Mariano Rajoy todavía no temen ni vislumbran una
catástrofe electoral. El más pesimista es el propio
candidato. «Vamos a perder», se le oye decir en estas horas
dramáticas, mientras cae el telón del tercer acto.
ACTO IV (14-III)
Votación y cierre
En un colegio electoral de Vallecas hace de interventora del PP, como
en todas las elecciones, una colaboradora muy cercana de Aznar, que en
2000 volvió a La Moncloa después del recuento y, con el
detalle del resultado de Vallecas, le dijo al presidente del Gobierno:
«Ganamos por mayoría absoluta».
Este domingo no tiene, precisamente, ese pálpito. A las ocho de
la mañana al llegar al colegio electoral con su
documentación del PP y la pegatina del partido, una interventora
del PSOE, sin saber que es funcionaria de La Moncloa, la increpa con
referencias a la Guerra de Irak. El representante de Izquierda Unida
tiene que acudir en su auxilio.
Un poco más tarde, Mariano Rajoy acude a votar con su
esposa.«Fascista», «hijo de puta» y
«asesino» son algunos de los epítetos que escucha en
su trayecto entre el coche, la urna y, otra vez, su vehículo.
Sobre las 10 de la mañana, Aznar y Ana Botella acuden a
votar.Dentro del colegio electoral un grupo de incondicionales les
jalean.
- ¡No te vayas!
La concejala de Asuntos Sociales no puede contener las
lágrimas.Ana Botella ha visto cómo su marido,
después de ocho años en la Presidencia del Gobierno
obsesionado por el terrorismo, se despide con un atentado con 200
muertos y en una situación que empaña su gestión.
Los responsables de seguridad intentan retrasar la salida de Aznar del
colegio electoral al comprobar que en la puerta le esperan para
increparle. No es posible esperar más y el presidente, muy
serio, se dirige a su coche y hace unas breves declaraciones entre
gritos como «¡manipulador!» y «¡no a la
guerra!».
Aznar vuelve a La Moncloa y durante la mañana recibe
información de Interior y del CNI sobre la marcha de las
investigaciones, centradas sobre todo en el interrogatorio de los
detenidos y la identificación del árabe que aparece en el
vídeo. La posibilidad de que ETA esté detrás del
atentado es ya muy remota.
14.15 horas: Acebes vuelve a comparecer para informar de los avances de
la investigación. Son pocos pero importantes. Se sabe que
algún detenido tiene antecedentes policiales y que fue
investigado por el juez Garzón.
El ministro decide esperar a la hora de la comida para viajar a Avila,
donde deposita su voto. A su regreso pasa por el Ministerio y de
allí al Palacio de Exposiciones y Congresos para supervisar el
recuento.
A primera hora de tarde a la sede del PP de Génova empiezan a
llegar noticias de los sondeos realizados a pie de urna. El PP no ha
encargado ninguno propio y los datos que van llegando son muy
negativos.
Sólo les permite mantener la esperanza José Manuel
Toharia, de Demoscopia. Este sociólogo que hace el sondeo para
Tele 5 les informa de que todavía es posible que se cumplan los
pronósticos y ganen las elecciones:
- Hay mucho voto oculto para el PP, porque con lo que ha pasado hay
muchos votantes que no están dispuestos a admitir en
público su voto por miedo.
Este es el clavo ardiendo al que se agarran durante todo el día
los dirigentes del PP.
En la biblioteca de La Moncloa, junto al despacho del presidente del
Gobierno, se ha instalado, como en todas las elecciones, una pantalla
gigante de ordenador para seguir el escrutinio.A eso de las 18 horas,
Aznar empieza a estudiar los datos de participación,
único baremo que les permite tomar la temperatura de la jornada
electoral. Junto a él están sus tres hijos, Alonso,
José María y Ana -en avanzado estado de gestación-
y Ana Botella.Están presentes también algunos miembros de
su gabinete como Aragonés y Lasquetty, que es quien maneja el
ordenador.
En la planta noble de Génova, Rajoy está
acompañado por su esposa, sus tres hermanos y sus
cuñados. Entran y salen del despacho Elorriaga, Mato y
Bermúdez de Castro, el especialista en las simulaciones
informáticas de resultados.
La pierna derecha de Rajoy incrementa casi hasta el infinito el
movimiento nervioso que reserva para los momentos de mayor
tensión. Y no para de fumar puros.
Entran en los ordenadores los datos oficiales de participación
y, sobre todo, su aumento por circunscripciones. En la biblioteca de La
Moncloa y en la sede del PP se fijan en el mismo dato: la
participación, que aumenta, sobre todo, en lugares adversos como
Cataluña.
Aznar exclama:
- Esto no hay Dios que lo levante. Con esta participación no hay
Dios que lo levante.
La misma impresión se tiene en la sede del PP, aunque algunos
intentan mantener la esperanza hasta el último momento. Se han
concentrado en la sede Rato, Arenas, Esperanza Aguirre, Rafael
Hernando, Eugenio Nasarre, Loyola de Palacio...
A las 20.00 horas, los sondeos confirman esos malos augurios.Y eso que
algunas encuestas sobrevaloran al PP al introducir una
ponderación excesiva del voto oculto.
Elorriaga hace una primera comparecencia muy medida y, fuera de
micrófonos, explica a los periodistas que todavía
confían en el voto útil. No se lo cree ni él.
- La alta participación es un éxito de la democracia y
confiamos en que los resultados nos sean favorables.
Pero a las 21.15 horas Rajoy es consciente de que han perdido las
elecciones. El miércoles por la noche recibió la mejor
encuesta de toda la campaña, la única que le aseguraba la
mayoría absoluta y ahora tiene que pensar cómo
sobreponerse a la inesperada adversidad, después de tres
días terribles. En todo caso, tiene claro que no
abandonará, al menos, por el momento, aunque le gustaría
poder dar marcha atrás y no estar en esa situación.
«Hemos perdido», es la única frase que se recuerda
del candidato.
A las 21.26 horas, el jefe de campaña envía a un amigo un
escueto mensaje a través de su móvil:
- Muy mal.
- ¿Tanto como para perder?
- Seguro.
Ana Mato no para de repetir: «No es justo». Y Loyola de
Palacio llora.
También en La Moncloa son conscientes del desastre. Han llegado
más familiares y amigos del matrimonio Aznar.
El presidente habla por teléfono con Rajoy y decide que debe
acudir a la sede del partido. Pide a sus colaboradores que le organicen
la caravana de coches. Poco antes de las 10 de la noche llega a la sede
y habla con Gallardón, Rato y Rajoy.
Sobre las 21.30 horas, un colaborador de Acebes entra en el despacho de
su jefe con cara larga y gesto apesadumbrado. El ministro, con alguna
cana más de las que tenía el miércoles por la
noche, le reprocha:
- No pongas esa cara de funeral, que lo de hoy es reversible en cuatro
años. Lo que ocurrió el jueves, no.
El despacho se va llenando de gente. Según uno de los presentes,
parece «el camarote de los hermanos Marx». Acebes, en un
momento dado, pregunta:
- Pero, ¿qué hacéis aquí hacinados?
- Es que queremos ir acostumbrándonos a estar así,
amontonados y sin despacho.
A las 22.00 horas, Elorriaga telefonea a José Blanco para
felicitarle y para preguntarle en qué orden le parece que vayan
compareciendo ante los medios.
Media hora después, un ojeroso Acebes comparece, con la misma
corbata negra que lleva puesta desde hace cuatro días, junto al
portavoz, Zaplana, para anunciar los resultados electorales.Victoria
del PSOE y batacazo del PP. La caída de los dioses se ha
consumado.
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