Andrea Hernandez
Dia de Fiesta Popular
Se sento a contemplar la noche desde el balcon, cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, diviso  la silueta de una mujer con las manos estiradas recibiendo en sus palmas diminutos insectos voladores, cuando  estas estaban llenas las  apretaba con fuerza y luego se  comia, con toda calma, la bola compacta de bichos. Cuando se  alejo se movia con tanta gracia y suavidad que ella podria jurar que la vio  volar.
Por la mañana pregunto a cada joven de la casa, todas dormian a la hora señalada, ¿quien podria ser o que?. Durante toda la semana la espero escondida en el balcon, estaba preparada para descubrirla; una linterna, una red y un tarro de conserva con moscas y zancudos medios muertos, atraidos por la miel. Ya la daban por loca, atrapando bichos todos los dias.
Despues de casi un mes, se dio por vencida e intento no pensar en ello. Se fue un sabado en la mañana a pasear al rio, y el perro que la acompañaba se detuvo varias veces a olfatear pequeños montoncitos de insectos muertos, todos reventados, como albondigas, caprichosamente a medio comer. Busco freneticamente entre la maleza hasta bien entrada la tarde, volvio a la casa mareada, insolada y delirante, hablando de mujeres comeinsectos y albondigas. Paso cuatro dias con fiebre, viendo luciernagas gigantescas acercandose a sus ojos cuando el doctor la examinaba, mariposas multicolores en los vestidos de las sirvientas y enjambres de abejas zumbadoras cuando trabajaba el aserradero, y una y mil veces las enflaquecidas manos, atrapando insectos para llevarselos  a la boca.
Por recomendacion medica, paso toda la semana en cama, durante esos dias tuvo tiempo para pensar. La razon la alejaba de esas locas ideas, pero cada vez que cerraba los ojos, las manos huesudas venian a su mente. Decidio con esfuerzo, asumir que todo habia sido producto de su imaginacion, a causa del cansancio o algo de la cena de aquella noche, no intento una explicacion para las albondigas de insectos.
Faltaban pocos dias para que terminaran las vacaciones y definitivamente tenia ansias de volver a la ciudad. Ese ultimo dia Domingo, era algo especial en el pueblo. La misa, que se hacia al aire libre, congregaba a vecinos de todos lados, la  "Santa Penitente", comeria el unico alimento del año. La mitad de una hostia y un sorbo de vino. Era un milagro, veinticinco años de viudez en penitencia, de año en año, fue disminuyendo la ingesta de su pobre racion. Era una gran atraccion y una fuente de ingresos para todos en el pueblo.
Al momento de la eucaristia, mientras todos cantaban, la penitente, en silla de ruedas, era llevada hasta el altar, el sacerdote levantaba la misera hostia para que todos la vieran, y ella sacaba de debajo del chal sus raquiticas manos, para tomarla y llevarsela a la boca, comer solo la mitad y botar al suelo el resto, como una albondiga caprichosamente a medio comer.
Indice
La Animita