TEMA II

 

VOCACION DE PERSONA HUMANA

 

A.- PREVIOS.

 

En esta perspectiva (el capítulo anterior), el hombre no surge como un error de cálculo o un ser abortivo de la evolución, sino como su sentido más pleno, como el punto donde el proceso global toma conciencia de sí mismo y pasa a autopilotearse.

 

— La manera de vivir mi existencia va a ser en tanto persona humana.

 

Esta vocación universal (llamada a la Trascendencia) esta inserta (tejida) en mi propio ser. Dios está presente al interior de cada persona proponiéndole una vocación original. Dios es el Tú de cada persona. Infinita Trascendencia, más íntima al corazón (persona) que la propia intimidad de esa persona. Entonces se trata de fidelidad a mi propio ser. Se trata de desarrollar las virtualidades que llevo (capacidades).

 

— El hombre es un nudo de relaciones hacia todas direcciones:

 

En la medida en que vaya desarrollando mis relaciones, en esa medida cumplo con mi Vocación Universal.

 

B.- EL PLAN CREACIONAL.

 

a.- Motivo de la Creación.

Al crear, Dios se propuso hacer partícipes a todas las criaturas de su Vida Trinitaria. Vida Trinitaria que es relación interpersonal. Dios es comunidad, es relación interpersonal perfecta.

 

Nos debemos preguntar: ¿qué es para nosotros Dios? Y no ¿quién es Dios? –Dios es amor, es comunidad; la Biblia nos dice qué es Dios y no quien es Dios.

 

El cosmos encuentra su mejor expresión en el hombre. Porque el hombre es un ser personal, una autoconciencia.

 

b.- Jesucristo.

Cristo representa la máxima posibilidad de unión entre Dios y el hombre. Jesús realizó de forma absoluta y cabal, la “capacidad de infinito” que tiene el hombre. Lo hizo de tal manera que se identificó con el infinito (unión hipostática).

 

— La encarnación significa la realización exhaustiva y total de una posibilidad que Dios colocó por la creación dentro de la existencia humana.

 

Se hace perfecta la unión. Relación con la Vida Trinitaria.

 

Col 1, 15: “Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación”. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Jesús. El es el verdadero hombre.

 

Col 1, 18: “El es también la cabeza del Cuerpo de la Iglesia: El es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo”. Cristo es la vocación del hombre.

 

— El hombre que Dios quiso y que radicalmente es su imagen y semejanza, no está tanto en Adán, sino en Jesús, el verdadero Adán: el hombre perfecto. (La definición propia del hombre está en Jesús).

 

Ef 4, 13: “Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo”. Cristo el hombre verdadero; entramos junto con Cristo a Dios.

 

EF 1,4: “Por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo”.

 

Ef 1, 9-12: “Dándonos a conocer el misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de lo tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo”. (Plenitud de los tiempos = Cristo).

 

— Y todos los anteriores a Cristo ¿qué relación tienen con él? –Cristo es el Logos (palabra interna), la idea que el Padre tuvo al crear al hombre, o sea, que El es el arquetipo del hombre.

 

Todos los que vivieron y viven conforme al Logos son Cristianos (San Justino). Todo valor auténticamente humano es cristiano por convergencia.

 

— Cristo: puerta para la Divinidad.

 

La estructura Crística (o la manera de vivir según al Arquetipo humano), es anterior al Jesús histórico de Nazaret. Ella (la estructura crística), existía dentro de la Historia de la humanidad. Siempre que el hombre busca justicia, solidaridad, reconciliación y perdón, ahí se está dando algo del cristianismo, aunque sea de maneras imperfectas.

 

— Cristo es el lugar donde la Historia se hace eternidad.

 

Col 1, 16: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos y las Dominaciones, los Principados, las potestades; todo fue creado por él y para él”. La historia está grávida de Cristo.

 

G.S. 22: “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor; Cristo, el nuevo adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”.

 

c.- Tarea vocacional constante.

 

Ser persona es una vocación a la comunión, a la armonía de las relaciones fundamentales. Esa comunión se llama amor.

 

- la vocación de la persona humana, es el amor.

 

“Podrás vivir sin poder gozar. También morir como los demás; pero no podrás vivir sin amar, nunca podrás, para eso estás”. (Soleado, última estrofa).

 

Ser persona es una tarea; se va cumpliendo a lo largo de los años. Una tarea que requiere toda la vida para realizarse.

 

Puesto que interviene el amor (intercomunicación, íntercomunión), la tarea de ser persona sólo puede darse en al libertad; es una tarea que se desempeña sin coacción y sin fatalidad.

 

— La libertad no es un fin, sino un medio, aunque indispensable para el proceso de la personalización. No mera capacidad para elegir, pues cuando eligiera me quedaría sin libertad.

 

Se es libre mediante una liberación: liberación de los determinismos para poder amar. El hombre que va dominando los determinismos en función del amor, es un hombre que se va liberando. (Determinismo = todo aquello que nos condiciona).

 

Nuestra libertad es relativa, porque el dato original de mi ser, me fue dado. Mi libertad me fue dada para que yo saque de mí un ser humano, pero no otra cosa.

 

La libertad me fue dada para realizar el bien sin coacción; para que me realice como persona humana. (Coacción = presión de cualquier tipo que me hace obrar de tal o cual manera).

 

La libertad significa capacidad de comprometerme en mi propia realización. El mejor de los premios es llegar a ser Hombre.

 

Actualmente existe el peligro de insistir demasiado en la libertad como carencia de coacciones, en lugar de verla como capacidad de asumir ciertos compromisos. Entre más me comprometa y sostenga mis compromisos, más libre soy, pues no actúo por capricho.

 

Ser hombre, es ser libre. La libertad es, bajo el punto de vista psicológico, una conquista; va siendo el fruto de la captación de la verdad por parte de la inteligencia y del actuar conforme a ella por parte de la voluntad.

 

El hombre libre es el que va dando pasos hacia su plenificación (realización existencial) evitando todo lo que lo destruye y haciendo todo lo que lo construye, esto supone encauzamiento de dinamismos, poda de impulsos, etc.

 

La persona, ser relacional, en la medida en que se va relacionando (mediante la comunión, mediante el amor), sin perder su núcleo de identidad, se va plenificando. A eso llamamos proceso de personalización. (Ir desarrollando mi capacidad de comunión -con Dios, con los otros, con el cosmos, conmigo mismo- ).

 

d.- Riesgos de esa tarea vocacional.

 

Toda vocación encierra el riesgo del fracaso. Todos los pasos que doy, se van dando en la comunión (sin coacciones), pero tengo el riesgo de poder fallar. Se puede fallar en ver claro y/o en actuar debidamente.

 

I.- ¿Cómo es posible que el hombre a pesar de su grandeza, cayera?

 

Fue la propia grandeza la que resultó autodestructiva. (La flor puede ser tan grande que ella misma se degüelle). Ciertamente el hombre posee una dignidad innegable; El hombre es un ser muy grande, capaz de conocer, amar y transformar. Se diría que es casi un absoluto.

 

- “Apenas inferior a un dios lo hiciste. Lo hiciste señor de las obras de Tus manos” (salmo 8, 6-7).

 

- “Tú prolongas en sus pequeñas manos tus manos poderosas y estáis de cuerpo entero, los dos, así creando, así velando por las cosas” (himno 29).

 

II.- Pero se olvida el hombre de que no es sino un casi absoluto. El hombre está afectado de limitaciones: está afectado de Gratuidad, de Historicidad y de Finitud.

 

1.- Afectado de Gratuidad. A pesar de su grandeza el hombre es gratuidad en el fondo; (mi existencia no es mía, me fue dada). No posee la razón de su existir; su existencia no depende de él; le ha sido dada; la tiene como algo recibido y por tanto como algo perdible.

 

Es como un cuerpo geométrico cuya línea de gravedad tiene su centro fuera de sí mismo, se apoya en otro, necesita de otro para no desplomarse (bajo el punto de vista existencial).

 

2.- Afectado de Finitud.

 

“Generalmente se piensa del tiempo como si fuera exterior a los seres, como una especie de medio ambiente (estanque) donde se bañan los seres, pero esto es una ilusión: el tiempo de los seres está en ellos a manera de subproducto” (Sertillanges).

 

Yo camino sobre el tiempo, pero el tiempo lo voy haciendo yo, como la araña camina sobre la telaraña que ella misma va produciendo. Al acabarme yo, se acaba mi camino; al morir yo, se acabó mi tiempo, como termina el camino de una araña, que bajando del techo ya no produjo telaraña.

 

3.- Afectado de Historicidad.

El hombre afectado de Historicidad. Estoy hecho de una sucesión de momentos, pero sólo me encuentro en el momento actual. (¿Dónde está mi pasado?) No soy más que mi hoy, más que mi momento presente

 

Fui a mi casa y busqué mi niñez,... lo encontré todo: juguetes, cama, ropa, rincones preferidos... Todo, excepto el niño que era yo... ése ni se presentó. Estaba irremediablemente ausente. Era una pérdida irreparable, no pude ni siquiera ir a visitar su tumba, pues murió en mí sin ser sepultado.

 

El pasado no existe (.....) . No se le puede añadir nada ni quitar nada. Es la naturaleza del ser en proceso (en sucesión): no poseer jamás sino un solo momento de su ser; no realizarse sino pereciendo; no crecer en unos aspectos, sino disminuyendo en otros; no vivir, sino muriendo. Envejecer es ir perdiendo los testigos de la propia vida.

 

Así pues, el hombre es un ser afectado de contingencia; es decir, de gratuidad, historicidad, finitud... Si pudo ser, pudo no ser.

 

“El inicio de su vida, lo mismo que el término de ella, constituye para el hombre un más allá de su conciencia. Los primeros momentos de su existencia, de igual modo que los últimos momentos de su vida, no están abiertos a la conciencia ni a la libertad. Estas dos fronteras extremas escapan al hombre, mientras que por otra parte limitan su vida y contribuyen de un modo radical a definirla. El hombre no puede mantener relación de hombre ni con el inicio de su vida, ni con su término; no puede adueñarse ni de su inicio ni de su término. Este es uno de los signos más estrepitoso y al mismo tiempo más oculto de lo que es su vida y su contingencia”. (Pohier).

 

C.- EL PLAN ESTROPEADO.

 

a).- El hombre (olvida y sigue olvidando) su indigencia existencial. (indigencia = situación de incapaz, de impotente, de pordiosero, de limosnero, etc.) Cree sólo en su grandeza y niega la comunión con su interlocutor. No respeta los atributos del Otro que dice relación al hombre: niega así su punto de referencia.

 

- Gen 3,5: “Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”.

 

El hombre intenta robar a Dios la capacidad de determinar el bien y el mal. Ese desconocimiento práctico de la soberanía de Dios es lo medular del pecado original y de todos los demás pecados. (P. Ej: un hermano en relación a su superior. El Hermano quiere muchísimo a su Superior, lo admira, etc.; pero cuando el Superior, ordena algo ese Hermano, éste no lo obedece. Con ese sólo hecho rompe la comunión con su Superior, porque no le reconoce su atributo fundamental).

 

Al no girar alrededor de Dios como centro de todo, lo sometemos todo a girar a nuestro alrededor. Esto, nos lleva a una ruptura progresiva con todo lo que nos rodea, entonces se da la falta de armonía, la no-comunión, la falta de amor; a esta no-comunión (a esta ruptura de comunión) es a lo que llamamos pecado.

 

El pecado no es algo que rompa la comunión; la ruptura misma de la comunión es lo que el pecado. Es la situación de no-comunión, de ruptura.

 

b.- Sustitutos.

 

Nacido para vivir en comunión, sin embargo estoy impedido para ello por mi egoísmo. Debo buscar sustitutos para no vivir en frustración permanente (como analgésicos: que quitan el dolor pero no remedian la enfermedad).

 

A Dios lo uso como talismán, intento hacerlo cómplice al querer meterlo en mis planes; no me preocupo de sus planes. (Lo usamos como al genio de la lámpara mágica de Aladino)

 

Para con el Prójimo. A los otros los uso para mis fines, los esclavizo. En vez de ser servidor de ellos, los convierto en servidores míos y de mis intereses. Puedo avasallarlos de múltiples formas: mediante el dinero, el poder, la autoridad, pseudo favores (“interesados”), la crítica, la burla, el saber, la belleza.

 

Conmigo mismo. No comulgo conmigo mismo, me uso y me destruyo. Mis vicios, mis gustos me esclavizan y me convierten en mi propio juguete; me cosifico (me hago cosa).

 

Con las cosas. No comulgo con ellas, las acaparo y las destruyo. Invierto los valores de ser y tener. Primero mediante un falso dilema, “ser o tener”, y luego mediante la mediatización del ser: “soy para tener”. Y esto me vuelve esclavo de las cosas. Me van a dar prestigio y no voy a usarlos para el servicio mío y de los demás. idolatro los bienes y me pongo a su servicio (dinero, sabiduría, etc.)

 

Mi egoísmo —que está a la base de toda ruptura de comunión (pecado)—, junto con el de los demás, va produciendo el mundo que tenemos: un mundo de miseria, de injusticia (robos y homicidos). Y, dada nuestra dimensión social, engendramos estructuras de pecado (de no-comunión) al proteger mutuamente nuestros intereses egoístas y formar “alianzas” y “pactos”.

 

Esto deja claro que el no reconocimiento práctico de la soberanía de Dios nos deshumaniza.

 

c.- huída de Dios.

El hombre, en cuanto cabeza, desvió a todo el cosmos, originando así el movimiento de la huída de Dios. El ateísmo práctico de Adán, consistió en pretender realizarse lejos de los planes de Dios. Esa huída de Dios es la opción básica de auto-realizarse lejos de los planes de Dios. (Dios dice: “Yo sé lo que te conviene”. El hombre contesta: “No, soy yo el que sabe”

 

El cosmos entero quedó sujeto a la frustración a causa de la vanidad (falsedad) del hombre (Rm 8, 20). Puesto que no aceptó los planes de Dios, el hombre tuvo que auto-fijarse la finalidad de su existencia humana. (No es que le digamos a Dios: “No te acepto”, sino que damos preferencia a nuestros planes).

 

El hombre creó entonces una ideología justificadora de su proceder. Creó también modelos de “realización”. Creó sus dichos, sus bienaventuranzas: “Dichosos los ricos”, “Dichosos los poderosos”, “Dichosos los jóvenes”, “Dichosos los fuertes”. Creó sus “Ayes”: “¡Ay! de los viejos”, “¡Ay! de los débiles”, “¡Ay! de los enfermos”…

 

Se produce así el “mundanismo”. Lo mundano, el mundo que Cristo condenó: “No te pido por este mundo” (Jn 17, 9); Cristo mismo dijo que “ese mundo” era irremediable, la palabra mundo tiene tres significados: 1º Cosmos, creación; 2º Las personas, la humanidad; 3º Lo mundano. La creación de Dios = 1º y 2º; El 3º es producto de la desviación del hombre: no son personas, sino una mentalidad (Sab 2, 6-11).

 

El mundanismo es la sistematización de la mentalidad proveniente de la huída de Dios, que atiza la falta de comunión.

 

Esta huída de Dios es incesante y obvia, se respira como el aire, es tan autónoma que continúa aunque al hombre se le olvide seguir huyendo. Ya no es el hombre quien determina la manera de huir, la huída misma se la dicta.

 

d).- Terminal de la no-comunicación, de la Huída.

 

todo para mí…

sólo para mí…

todo lo que me dé placer…

 

Va a terminar en el aislamiento. El egoísmo echa a andar un proceso de autodestrucción que me lleva a la muerte por asfixia, esto como consecuencia de haber fincado mi riqueza en mí mismo.

 

La muerte física es el símbolo de la consecuencia última de la no-comunión, o sea del pecado. La muerte física: un sacramento de la eterna. Muerte = incomunicación total, aislamiento.

 

— Como vemos, el egoísmo (el pecado) es profundamente deshumanizador, ofende a Dios porque destruye a su criatura predilecta: el hombre. (Dios se ofende al ver mi destrucción: mi pecado me destruye).

 

Así pues, la esencia del pecado es el rechazo del sentido de la vida, inserto ya en mi propio ser de hombre. (Sentido de la vida = comunión… el amor…)

 

En este contexto (de comuniones rotas, etc.), el infierno (la condenación) no es sino el rechazo de la comunión en su escena final, sostenida, perpetuada; y el cielo (salvación) no es sino la plenificación del amor, de la comunión. Bajo este ángulo de vista, condenación y salvación son consecuencias de una opción fundamental de vivir conforme o no a mi ser de persona. Condenación y salvación son de naturaleza intrínseca; y no de orden extrínseco.

 

CIELO:

INFIERNO:

Realizado

No-realizado

Santo

Condenado

Logro existencial

Fracaso existencial

Plenitud humana

Ser abortivo, feto a perpetuidad.

 

D.- DIOS NOS SALE AL ENCUENTRO (Plan de rescate).

 

I.- Con su Palabra hecha Ley.

 

Efectivamente Dios sale al encuentro de humanidad con su Palabra hecha ley. Ley: un imperativo pleonástico de un indicativo más o menos evidente.

 

El pecado, la falta de comunicación, en sí mismo conduce hacia la muerte. “Pues el salario del pecado es la muerte” (Rom 6, 23).

 

Lo único que me saco pecando, es producir mi muerte.

 

1).- Dinamismo de la ley.

El dar la ley es fruto del amor de Dios, porque al darnos Dios la ley, orienta nuestra libertad iluminando nuestra inteligencia.

 

La ley de Dios nos da sabiduría. (Sabiduría = arte de vivir de acuerdo al corazón de Dios).

 

Salmo 118, 97-104

“!Oh, cuánto amo tu ley!

Todo el día es ella mi meditación.

Más sabio me haces que mis enemigos por tu mandamiento, que por siempre es mío.

Tengo más prudencia que todos mis maestros, porque mi meditación son tus dictámenes.

Poseo más cordura que los viejos, porque guardo tus ordenanzas.

Retraigo mis pasos de toda mala senda para guardar tu palabra.

De tus juicios no me aparto, porque me instruyes tú.

¡Cuán dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca!

Por tus ordenanzas cobro inteligencia, por eso odio toda senda de mentira”.

 

¿Puede Dios mandarme que lo ame? (Ej: de la medicina y del niño).

“Me amenazas con grandes castigos si no te amo, como si el no amarte no fuera ya el peor de los castigos” (San Agustín).

 

La ley es protectora del amor (como comunión con Dios y con el Prójimo).

 

“La Caridad es la Ley en su plenitud” (Rm 13, 10). La plenitud de la ley es el amor (lo que lleva dentro la ley, en el fondo, es el amor). Ley = escalera; 2º piso = amor. (Cristo va a hablar contra las “leyes” que contrarían a la gran Ley).

 

- Cfr Is 58, 1-11 (El ayuno que quiere el Señor: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo. Cuando cumplamos esto, el Señor nos escuchará).

 

- Cfr Jer 9, 1-7 (-Porque todos adúlteros, un hatajo de traidores; -van de mal en peor; -¡Que cada cual se guarde de su prójimo!; -Se engañan unos a otros, no dicen la verdad; -Se saluda al prójimo pero por dentro se le pone celada; etc…)

 

- Salmo 15: ¡Yahveh, ¿quién mirará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu monte santo? El que anda sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón, y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo; con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahveh; que jura en su perjuicio y no retracta, no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño del inocente. Quien obra así jamás vacilará”.

 

2).- Aprecio que se hizo de la ley.

 

El resto de Israel (pequeño grupo) que sí aceptó; sí captó la importancia de la ley, como vehículo del amor. Salmo 118: Elogio de la ley. Pero en general no se le hizo mucho caso a la ley.

 

- Is 42, 24: “¿Quién entregó al pillaje a Jacob, y a Israel a los saqueadores? ¿No ha sido Yahveh, contra quien pecamos, rehusamos andar por sus caminos, y no escuchamos sus instrucciones?”

 

- Rm 1, 18-33(Los gentiles ¿cómo se portaron?)”… y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene. Llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, etc…” “Por eso los entregó Dios a pasiones infames, pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza”.

 

- Rm 2, 12-24 (A los Hebreos, judíos): “Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados…” “Tú que te glorías en la ley, transgrediéndola deshonras a Dios”.

 

- Is 53, 6: “Todos nosotros como ovejas errantes, cada uno marchó por su camino” (gentiles, judíos, todos).

 

- 1Pe 2, 25: “Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras almas”.

 

II.- Con su Palabra hecha carne: Cristo.

 

- Mt 21, 37: “Finalmente les envió a su hijo, diciendo; ‘A mi hijo le respetarán’ “(parábola de los viñadores homicidas).

 

Anáfora IV

 

- “A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado…”

- “Y tanto amaste al mundo, Padre Santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo…”

- “Para cumplir tus designios, El mismo se entregó a la muerte, y resucitando, destruyó la muerte, y nos dio nueva vida”.