El Servicio UNCION
por Emma Chomiak
A mí me toca poner en palabras lo que para muchos de ustedes. aún es sólo un nombre: Servicio Unción. Y como lo que tengo para decir no es otra cosa que la evolución, el crecimiento y la proyección de algo que está empezando a ser y que todavía le falta mucho camino por recorrer, no voy a disertar sobre cuestiones que ya han sido profundizadas por los expositores que me han precedido. Quiero compartir nuestra humilde experiencia con ustedes.
¿Qué es el Servicio Unción?
Unción no responde a una sigla, sí responde a una definición doctrinal: es uno de los siete sacramentos de la Iglesia Católica. Hago aquí una salvedad: quienes integramos el Servicio Unción compartimos una misma creencia religiosa, lo cual nos identifica con una escala de valores pero no nos limita en el intercambio y la convivencia con otras creencias o ideas, y prueba de esto es la heterogeneidad del auditorio que nos acompaña en estos días.
Decía entonces que Unción es un sacramento, y me interesa dar algunas ideas sobre ello. Los sacramentos son fuerzas que brotan (dice el Catecismo de la Iglesia) del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Y también son signos eficaces de la gracia, que no es otra cosa que la presencia de Dios en la vida del hombre.
En este sacramento en particular —Unción de los enfermos— tiene mucho en común con lo que son las necesidades de la comunidad, porque las situaciones en las que se lo administra son aquellas de enfermedad grave, o cuando se percibe peligro de muerte, todo lo cual va acompañado de angustia, soledad, desesperación, rebelión, repliegue sobre sí mismo, etc.
Además va de la mano con un sentimiento muchas veces mal interpretado: la compasión, que nada tiene que ver con la lástima, sino con el ser capaz de acompañar el dolor, el sufrimiento del otro.
Con todo esto, decirles que el nombre responde casi estrictamente a esto sería redundante. Unción es una fuerza que brota de la compasión de cada uno de sus miembros por la realidad de muchos hombres y mujeres que necesitan signos eficaces de justicia y solidaridad.
Servicio porque implica apertura, diálogo, conocimiento y conciencia de la realidad del otro, como también disponibilidad.
Unción y la Universidad
Cuando hablamos de universidad hablamos de cultura, y en ello van sobreentendidos muchos conceptos: ideas, valores, costumbres, estructuras. Si a la idea de universidad le agregamos la categoría de católica, entonces el horizonte se acota mucho más y podemos afirmar que, según sus estatutos y normas, "ser católica quiere decir que los estudios y enseñanzas se realizan e imparten en ella a la luz de la Fe, es decir del reconocimiento de la eminencia suprema de la Verdad Revelada". Pero no es mi intención profundizar sobre cuestiones que escapan al interés de este seminario. Sí me interesa vincular universidad y sociedad y ensayar combinaciones que a mi juicio aún no han sido probadas ni explotadas lo suficiente.
Que la universidad pueda ser capaz de abrir canales de comunicación, crear espacios de diálogo franco y serio y hacer accesible la capacitación y profundización de estos temas, es para nosotros un deber casi ineludible. La universidad no sólo debe cultivar y desarrollar mentes, sino que fundamentalmente debe formar conciencias.
Saber para obrar
Como alumna de esta casa, muchas veces escuché de boca de un ya desaparecido profesor de sociología que todo aquello que recibiríamos a lo largo de nuestros años de formación debería convertirse con el tiempo en un "saber para obrar".
En esta simple fórmula muchos acuñamos nuestra vocación de servir al bien común, al bien de todos y cada uno de los que por el solo hecho de pertenecer a este género humano son merecedores en justicia de un reconocimiento concreto de su dignidad.
Nadie puede dar lo que no tiene, pero aquí no se trata solamente de un dar material, sino también —y principalmente— espiritual; las ideas, los valores la cultura en su conjunto se transmiten conviviendo y poniendo en común.
Ahora, ¿es posible confrontar sin dividir, debatir sin destruir, decidir sin imponer? Es posible cuando hay mentes preparadas para obrar con coherencia, respetando el orden natural de las cosas y sus consecuencias. Es posible cuando detrás de una idea hay una acción que la sostiene y la reafirma. Es posible cuando más allá de los obstáculos de las estructuras prevalece la certeza de estar obrando conforme al bien común.
Esta certeza es la que nos acompaña desde el año 1995, cuando comenzó a gestarse esta iniciativa. La cual tiene sus raíces en un pequeño grupo de graduados que comenzó a plantearse la necesidad de profundizar algunas cuestiones y de salir como Universidad Católica al encuentro de la comunidad.
Al comienzo eran muchas las ideas, las aspiraciones, los objetivos a cumplir. Luego el tiempo y la realidad institucional se encargaron de enseñarnos a ser menos ambiciosos, ansiosos y más humildes. De todo lo decantado finalmente logramos clarificar las metas, porque la misión como tal se mantenía intacta; y el Servicio Unción como tal se proponía:
* Brindar un servicio de información
* Promover actividades de capacitación, investigación y profundización de la cuestión social. Estas dos vertientes podemos acotarlas aún más (sobre todo la primera) y decir que la experiencia nos fue mostrando que en lo que podíamos realmente agregar valor y aportar algo original era en la sistematización de la información sobre cooperación nacional e internacional, gubernamental y privada, para proyectos de desarrollo humano.
Luego acotamos todavía más los ámbitos al internacional y privado. Todos ustedes sabrán lo que implica rastrear, solicitar y procesar este tipo de información. Nuestro objetivo es volcar todos lo datos según un cuestionario tipo que hemos elaborado, en una base de datos que permita interrelacionarlos y acceder a una ficha técnica de cada organización dadora de recursos, donde se perciba no sólo el perfil de trabajo de la misma, sino también cuestiones formales de presentación de proyectos y posibilidades de cooperación.
La tarea se comenzó, los contactos ya están establecidos, la información se procesa periódicamente y se está trabajando en un prototipo informático que resulte una herramienta adecuada a los requerimientos técnicos del servicio que se quiere prestar.
La otra vertiente, la de las actividades académicas, la estamos inaugurando todos con este seminario, y creo importante aclarar que es la primera vez que un seminario dedicado a estos temas se realiza en la Universidad, lo cual para nosotros implica —dada la respuesta— un reconocimiento por parte de la comunidad y un gran desafío para el futuro.
Además creemos necesario promover la capacitación accesible a todos y la estrecha vinculación de los diferentes ámbitos del saber.
La idea de Unción no es asumir los proyectos como si fuésemos la organización misma. Creemos que las organizaciones de la comunidad deben siempre madurar cada una según su historia, y aprender a asumir tanto los éxitos como los fracasos o frustraciones que muchas veces ayudan a releer los proyectos y reformularlos para que sean acordes con la realidad.
Además, la autogestión —como capacidad de organizarse, de administrar y porque no de venderse— es siempre saludable para la creación de conciencia solidaria, participativa y ciudadana.
Nuestro objetivo entonces es brindar esta información y asesorar sobre todo aquello que pueda resultarle útil a la organización a la hora de presentar su proyecto. A esto le sumaríamos una tarea de monitorear la evolución de la gestión, porque evaluando se detectan errores, se valoran más y mejor los aciertos y se adquiere una mayor sagacidad a la hora de emprender nuevos desafíos. La evaluación y seguimiento tienen que ver con la eficiencia, con la transparencia y con la profesionalización en la administración de los procesos.
Queremos integrar toda la actividad de la organización en una cadena de procesos que optimicen la utilización de los recursos, que obliguen a los directivos a desarrollar su capacidad creativa a la hora de desplegar las habilidades necesarias para dar respuesta no sólo a lo urgente sino principalmente a lo cotidiano. Lo que agrega valor a un proyecto, a una actividad, a un producto es el hombre, porque agregar valor es saber primero detectar necesidades. Y luego generar propuestas que primero hayan sido confrontadas con quienes tienen la necesidad.
De esta manera se evitan las disfunciones en la cadena de procesos mencionada anteriormente, y se adquiere mayor coherencia en las formas de responder a cuestiones futuras. Porque es importante estar preparados para detectar en qué momento migra el valor, es decir la necesidad, y hacia dónde a fin de redefinir posiciones y consolidar nuevas estrategias.
Un aprendizaje continuo
Como pueden ver, nuestra experiencia se basa y se cimienta en un continuo aprendizaje. Aprendimos a definirnos a nosotros mismos una misión. Aprendimos a reformular muchas veces nuestras metas. Aprendimos a interpretar lo que puede ser valioso como información para quienes no tienen tiempo para leer folletos, descifrar compatibilidades o gastar fortunas en rastreo de información. Las necesidades son muchas y urgentes.
Aprendimos a consolidarnos como grupo de trabajo, buscando potenciar las capacidades de cada uno para adquirir una identidad: la de los signos eficaces. Ahora queremos seguir aprendiendo. Queremos continuar haciéndolo porque las fuerzas brotan, pero a veces el camino es penoso. Desde 1995 somos un equipo de voluntarios profesionales que desearían avanzar más rápido, servir mejor y hacer realidad un deseo: que la universidad sea también protagonista en estos temas. Pero el protagonismo requiere compromiso, esfuerzo y apoyo. En lograrlo ponemos nuestras esperanzas.
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