Fe y Alegría MOVIMIENTO DE EDUCACIÓN POPULAR INTEGRAL
por Eloy Mealla
Fe y Alegría comienza donde termina el asfalto
Fe y Alegría es una gran iniciativa educativa y de desarrollo comunitario que nace en los barrios periféricos de Caracas en 1955. Ya por eso años empieza en América Latina un fuerte proceso de urbanización acelerada que provoca el hacinamiento en torno a los suburbios de las grandes ciudades. Por ese entonces, el P. José María Vélaz, un jesuita muy sensible a las necesidades de los más pobres, cree que hay que hacer algo allí "donde termina el asfalto". Con un grupo de jóvenes estudiantes se lanza a una aventura formidable que en la actualidad se ha extendido a trece países de la región.
Se elige como herramienta de trabajo fundar una escuela. Esto parece un hecho trival pero no lo es. Fundar una escuela formal de inspiración cristiana y gratuita en los lugares más pobres era algo atípico y hoy todavía lo es. Sabemos que las escuelas de la Iglesia, si bien abundan en los barrios populares no pueden atender, pese a sus intenciones, a los sectores más marginales.
Las actividades se iniciaron no desde unas confortables instalaciones sino desde una humilde habitación -un ranchito diríamos nosotros- que un albañil cede con generosidad. Este pequeño gran gesto será la clave de un éxito explosivo. La participación activa de la comunidad y partiendo de sus propias posibilidades será desde entonces la metodología que Fe y Alegría seguirá siempre. Hoy hablar de un proceso desde abajo y autopropulsado nos parece la lección elemental de cualquier programa de desarrollo. Hace cincuenta años fue una actitud pionera, saber captar y canalizar la generosidad y la capacidad de compartir de los más pobres.
A lo largo de estos años además de escuelas primarias y secundarias se han fundado centros radiofónicos y de promoción comunitaria, albergues escolares, escuelas agropecuarias, institutos de formación docente, se atienden comunidades aborígenes, hay programas de alfabetización de adultos y otras muchas actividades de desarrollo social y comunitario. En total se ha formado una gran red de servicio que agrupa, entre otras cifras, a más de 1000 centros y a 135 congregaciones religiosas.
Ellas o grupos de laicos son las responsables locales de cada centro de Fe y Alegría. Este también ha sido uno de los ingredientes de la pujanza de Fe y Alegría. En efecto, ha sabido establecer un trabajo de conjunto e interconectado entre diversas instituciones al servicio de los más necesitados. Dicha "alianza estratégica" -según gustan decir las teorías del desarrollo institucional- es un magnífico modelo de operatividad para otras iniciativas sociales que se podrían desplegar a gran escala.
De este modo, por ejemplo, muchas comunidades religiosas y otros grupos presentes en los medios populares han podido contar con el respaldo de una organización mayor que alimenta su reflexión, sistematiza sus experiencias, les evita el aislamiento y las apoya en su gestión con recursos humanos y materiales.
Fe y Alegría en Argentina
Durante muchos años los argentinos se ufanaron de tener uno de los mejores sistemas educativos de toda América Latina. La calidad y sobre todo la extensión del servicio eran incuestionables. Había no obstante una Argentina que no queríamos ver. Especialmente en la última década la situación se agravó, apareciendo nuevos circuitos de pobreza y un deterioro general de la educación que se suma a la crisis de laactividad docente. El resultado que se observa en todo caso es una educación pobre para los pobres. La educación ha dejado de ser un bien accesible a todos y un trampolín de movilidad y entrecruzamiento social. Por el contrario, la buena educación, llamada ahora de excelencia, es un reducto al que se entra en base al poder adquisitivo cada vez más segmentado y concentrado en unos pocos.
Ofrecer hoy una educación de calidad para los más pobres es, por lo tanto, una novedad inesperada y un notable desafío. Esta propuesta se ubica en una diagonal entre un modelo que excluye desentendiéndose del problema y una concepción que pone sólo su atención en la contención social y asistencial. Esta última estrategia no la consideramos necesariamente con desdén porque sabemos que de hecho muchas familias envían sus niños a la escuela para asegurarles la comida diaria.
Ante este panorama se decide fundar Fe y Alegría en Argenttina que inicia sus actividades en el país en 1996 con la creación de un centro educativo en uno de los barrios más pobres de Resistencia (Chaco). Actualmente ya hay otros siete centros en Perico (Jujuy), Barrio Ongay de la ciudad de Corrientes, Goya y Bella Vista ambos en Corrientes, Puerto Piray (Misiones), Taco Pozo (Chaco) y Barrio Solidaridad en la ciudad de Salta. Próximamente hay propuestas muy avanzadas de concretarse en otras localidades de las provincias de Salta, Jujuy, Chaco y Santiago del Estero, sean como escuelaa o como centros de apoyo escolar.
Se ha esperado para una segunda etapa comenzar a trabajar en el Gran Buenos Aires que atraviesa una situación especial. Si bien tiene una gran cobertura de infraestructura escolar a la manera tradicional, también concentra el mayor volumen de crisis social del país. En particular, es grave la situación de los adolescentes, se calcula que son 350.000 los muchachos y las chicas que entre 14 y 18 años no estudian ni trabajan. A lo largo del 2000 se espera iniciar un par de centros dedicados a la formación laboral y a la integración social.
Tal cual se ve, Fe y Alegría como hace ya varias décadas sigue naciendo donde termina el asfalto. Hoy actualizaríamos esa elocuente imagen diciendo que Fe y Alegría renueva su misión allí donde empieza la exclusión, donde faltan los servicios fundamentales que hacen a la dignidad humana y principalmente donde se hace más urgente promover una vida más humana.▪
Lic. Eloy Mealla Fe y Alegría
|