Aproximación a la cultura Paez del Departamento del Cauca – Colombia por Francesca Cerbini* Nota Histórica No hay muchas informaciones acerca de la etapa anterior a la conquista española en 1537, aunque no cabe duda que, desde entonces, para los pueblos Paez ha sido una continua adaptación y resistencia a realidades nuevas, cambiantes e inestables que han dado lugar a una serie de procesos alternativos de sobre vivencia que muestran la extraordinaria eficacia de adaptación de este pueblo en medio de condiciones desfavorables, como los procesos de dominación perpetrados desde la conquista hasta hoy (GOMEZ, RUIZ 1997). El marco geográfico en que se establecieron los Paeces, debido a la topografía en extremo accidentada del terreno, con su intrínseca inaccesibilidad al español, constituyó un elemento sumamente importante para la estrategia de defensa del territorio y de su gente durante la época de la conquista (GOMEZ, RUIZ 1997). El mismo nombre "Tierradentro (1)" ósea "las montañas de la tierra adentro" como la designaron los españoles, resume en una palabra lo anteriormente dicho (PACHÓN 1987). La hipótesis mejor documentada entorno al origen de los Paeces es la que los considera como no andinos sino procedentes de la selva tropical, llegando al actual "Tierradentro" alrededor del siglo XIV por causas aún desconocidas. La adaptación a las montañas entonces, sería un fenómeno relativamente reciente. Entre las razones que sustentan la hipótesis del origen silvícola se destacan: la similitud de la leyenda Paez de la culebra lameña con el mito de creación de los Tukanos del Vaupés (GOMEZ, RUIZ 1997); la similitud de terminología de parentesco Paez con las etnias amazónicas (GOMEZ, RUIZ 1997). Según J. Rappaport la llegada de los Paeces a "Tierradentro" estuvo favorecida por el cultivo de maíz y su propiedad inherente de poderse almacenar (RAPPAPORT 1982). Se sabe que los Paeces, a la llegada de los españoles, tenían que ser alrededor de 10.000 personas, dedicándose básicamente a la cultivación de yuca, coca y maíz. Habitaban en las partes bajas de "Tierradentro" compartiendo el territorio con los Pijaos, los Guambianos y los Guanacas y entreteniendo entre ellos relaciones de carácter económico y militar destacándose sobretodo la alianza militar con los Pijaos y la hostilidad con los Guambianos por razones desconocidas. Esta hostilidad se concretizó, durante la conquista, con la colaboración entre Guambianos y españoles contra los Paeces (PACHÓN 1987; RAPPAPORT 1990). El proceso de colonización se inicia a partir del siglo XVII cuando se implanta la encomienda y se establecen los misioneros. Según Ciesa de León los indígenas de la región del Cauca fueron los que más se resistieron a la invasión española, consiguiendo contra el invasor varios éxitos militares (Ciesa de León 1962). Efectivamente el debilitamiento militar de los Paeces se constata a partir del 1605 cuando Juan Borja, entonces presidente de la Real Audiencia de Santa Fe, logra el exterminio de los Pijaos considerados los mejores aliados de los Paeces, abriendo el paso al "proceso de pacificación" ejemplificado por el sometimiento económico y religioso (GOMEZ, RUIZ 1997; RAPPAPORT 199O). A pesar de todo la colonización fue un proceso largo: si bien los Paeces reconocieron su derrota militar se produjo una actitud de resistencia cultural y social. Por ejemplo en 1640 los jesuitas, que desempeñaban el cargo de catequización de estos grupos indígenas a través de la misión de "conquista de las almas", se vieron obligados a retirarse ante el persistente deniego de la población indígena a abarcar los valores evangélicos cristianos (GOMEZ, RUIZ 1997). Acerca de esto parece tener cierta trascendencia las palabras del padre Manuel Rodríguez (1684) reunidas por David González en su reseña histórica de los Paez: "[...] Los Paeces son la gente más ruda y bárbara que, pienso se ha conocido en las Indias [...]nunca han podido sus encomenderos conseguir de ellos que en un mismo territorio o fuera se reduzcan a pueblos, a que se resisten sobre todo [...] pocos de los adultos son cristianos por su gran rudeza, a lo que añaden no atender a la enseñanza con reírse a carcajadas haciendo como mofa de cuanto se les dice [...] con fundamento se pueda dudar si eran racionales [...] Su mas conocida inclinación es al ocio y a la embriaguez [...] incapaces de alcanzar un supremo señor y primera causa del todo [...] Resistencia de las gentes a vivir en pueblos, lo cual dificultaba de tenerlos juntos para hacerles predicaciones [...] (González en GOMEZ, RUIZ 1997)". Merece la pena también subrayar el fenómeno llamado de los "caciques nuevos" (siglo XVIII) el cual tiene una profunda raíz en la vocación de autonomía que caracteriza los Paeces. Los resguardos de entonces no fueron creados de acuerdo con las exigencias económicas de la Corona sino fueron reclamados por los indígenas para fortalecer un modelo de autoridad con carácter autóctono regional (GOMEZ, RUIZ 1997; RAPPAPORT 199O). Un ejemplo de continuidad en la lucha por defender el territorio, de carácter político más que militar, es representado por un documento de 1700 en que Manuel de Quilo y Sicos, cacique de los pueblos de Toribío, Tacueyó y San Francisco, declara: "[...] los indios tributarios tenemos derecho y preferencia, porque dependemos y somos legítimos americanos y no somos venidos de lugares extraños [...] Como su majestad es quien gobierna lo que conquistó y tiene derecho absoluto, suplicamos nos prefiera mirándonos primero como a su sumisos tributarios, y en segundo lugar, como justicia, como a dignos acreedores a las tierras que nuestros antepasados nos dejaron y de quien procedemos por nuestros origen y principios [...] (González en GOMEZ, RUIZ 1997)". Por lo que se refiere al proceso de resistencia y persistencia de las costumbres indígenas hay que destacar que a pesar de que los Paeces hayan sido sujetos a la encomienda, este modelo de tributo en sí no ha desnaturalizado completamente lo que ha sido la antigua practica de esta etnia de trabajar–tributar para su comunidad-familia. La figura histórica y a la vez mítica que ha jugado un papel fundamental en desarrollo de la cultura Paez es sin duda la del cacique Juan Tama. Se le considera el modelo Paez de hombre político, benefactor de la comunidad y guía espiritual de los chamanes y defensor de la tradición (PACHÓN 1987). Desde el punto de vista histórico este personaje es conocido por ser el que logró el reconocimiento de los resguardos de Vitoncó (2) y Pitayó, siendo considerado autoridad suprema y con las mismas prerrogativas de los encomenderos (GOMEZ, RUIZ 1997). Juan Tama supo fusionar la propia simbología de su pueblo con las nuevas exigencias determinadas por los conquistadores. Por eso creó el mito de su origen según el cual era hijo de la estrella y nacido en un río (3); reorganizó bajo nuevas concepciones el espacio sagrado Paez; forjó nuevas relaciones políticas, reformulando conceptos tradicionales; logró ser comandante civil y militar, reivindicando los derechos de su pueblo y conociendo los españoles y sus leyes (GOMEZ, RUIZ 1997). En general entonces se puede afirmar que los Paeces lograron subsistir como etnia, a través de un proceso de adaptación en que consiguieron conservar parte de su organización social, modo de producción, cosmovisión y sobre todo mantener su propio territorio, esencia de la identidad étnica del pueblo. La exigencia siempre viva del pueblo Paez de luchar por la tierra y la ampliación de los resguardos, defendiendo a la vez sus costumbres, lengua e historia es una de las razones fundamentales del surgimiento, durante las primeras dos décadas del siglo XX, del movimiento llamado "La Quintianada", encabezado por Manuel Quintín Lame Chantre y José Gonzalo Sánchez. En 1971, recogiendo y actualizando las reivindicaciones de Manuel Quintín Lame, nace el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) como nueva manifestación de resistencia cultural y defensa del territorio Paez. Cosmovisión El universo Paez se concibe como una composición y un encuentro de elementos iguales y contrarios que dan lugar a una serie de signos y significantes que clasificándose y diferenciándose confieren sentido al grupo como etnia y a la vida misma del ser humano (GOMEZ, RUIZ 1997). Acerca del mito de origen Paez, el relato del indígena Marcos Yule, reportado por Gómez y Ruiz, nos proporciona una versión detallada: "En un comienzo solo existía el ks'a´w wala (gran espíritu) que por ser masculino y femenino a la vez tenía la virtud de generar vida. De él nacieron diez espíritus hijos llamados: ekthe (sabio del espacio), t'we yase (nombrador de la tierra), weet'ahn (el que deja la enfermedad en el tiempo), kl'umn (duende), daat'i (espíritu del control social), tay (sol), a'te (luna), eeh'a (viento), s'i' (espíritu de la transformación social). Inicialmente vivían en la misma casa con el gran espíritu, pero luego, por indicación suya, se transformaron en personas y vivieron por separados. Sin embargo vivían en constante conflicto: el sol quemaba el agua inundaba. Entonces les orientó para que se unieran en una sola casa y así lo hicieron. De su reproducción posterior nacieron las cosas que forman el mundo y un ser especial llamado Nasa. Como Nasa en la lengua nativa es todo lo que tiene vida, movimiento, y como en la concepción Paez absolutamente todas las cosas de la naturaleza tienen vida, podemos decir que de esta relación surgió el mundo del medio o este mundo, p’ahte donde habitan los Nasa. De igual manera y de acuerdo con la cosmogonía el universo Nasa esta representado en cuatro casas, la del gran espíritu, la casa de los diez espíritus, la casa de los Nasa y la casa de los yu’k hi’pmeas (los sin culo) que habitan las profundidades de la tierra"... (GOMEZ, RUIZ 1997, Pág. 50). Cada espíritu proporciona normas fundamentales para la vida cotidiana. Gómez y Ruiz nos describen las características de algunos de estos espíritus: el Trueno por ejemplo concede el poder a ciertos individuos para que se conviertan en the’ wala ósea médicos tradicionales. Se puede enojar manifestándose a través de los relámpagos pero también se calma con ofrendas y practicas rituales de refrescamiento. El t’we yase o "nombrador de la tierra" establece el nombre de las personas, el kl’umn o Duende habita los lugares sagrados, salvajes o incultivados tomando un papel muy importante en todas las relaciones económicas entretenidas entre los Paeces, garantizando el respeto de la reciprocidad comunitaria entre los hombres y hacia el medio ambiente. Es fundamental subrayar la intrínseca diferencia de los distintos ámbitos que caracterizan el espacio en que actúan los Paeces (4) Efectivamente estos pueden ser considerados sagrados o salvajes, conservando ambos la característica de ser lugares muy respetados aunque difícilmente accesibles al hombre, el cual los ocupa solo a través de especiales rituales. Se podría decir que las áreas sagradas tienen una connotación positiva siendo el sitio donde se concentra la actividad shamánica, donde viven los antepasados y donde tienen origen los héroes culturales. Los espacios salvajes se caracterizan principalmente como negativos en el sentido que mejor seria dejarlos libres de la intervención humana. Los the’walas, los médicos tradicionales y operadores rituales, son los encargados de la conservación de tales espacios a ser los que los necesitan para sus practicas shamánicas (GOMEZ, RUIZ 1997). Una intervención sin ritual por parte del hombre en estas áreas, ósea sin la intervención del the’wala, quiere decir exponerse al reproche social, a la perdida de fuerza y a la posibilidad de contraer enfermedades. La cosmovisión Paez propugna un modelo de relación armónica entre hombre y naturaleza que ha permitido la preservación de espacios sumamente importantes para el equilibrio ecológico del medio ambiente (y debería ser tomado en consideración a la ora de promover proyectos de desarrollo sostenible en la región). La ruptura del equilibrio, la desarmonía, la energía cósmica negativa se designa en el idioma Paez con la palabra pta’nz. De forma sencilla se podría decir que el pta´nz, conceptualmente una de las categorías mas complicadas de la cultura Paez, expresa todo lo que afecta negativamente la relaciones de convivencia entre los hombres y del hombre con su entorno (GOMEZ, RUIZ 1997). Entre otras innumerables razones se genera esta fuerza negativa en la relación entre hombre y naturaleza cuando, por ejemplo, se cultiva en espacios considerados sagrados o se explota de forma desmesurada el medio ambiente o se ocupan áreas sagradas sin los previo rituales que permiten acceder pidiendo permiso y sin ruptura de las relaciones con los seres tutelares de estos lugares. Por lo que se refiere a las relaciones sociales el pta’nz surge en el momento en que no se respeta el saber de los mayores o de los the’walas o cuando las familias o los individuos acumulan bienes actuando en contra del principio de reciprocidad. Otras ocasiones en que se puede presentar el pta’nz/sucio o desarmonía son las en que gente foránea se porta de forma irrespetuosa con el territorio, profanando los espacios sagrados o suplantando la labor de las autoridades locales indígenas (GOMEZ, RUIZ 1997) (5). Los rituales de "refrescamiento" y ofrecimiento previenen situaciones catastróficas generadas por esta fuerza negativa. Los rituales de "limpieza" actúan como práctica terapéutica que devuelve el orden natural de las cosas (GOMEZ, RUIZ 1997). Es importante subrayar que el pta’nz pertenece exclusivamente al ámbito de lo humano y no de lo natural: eso indica que no es la naturaleza sino el hombre quien es responsable de cualquier evento negativo afecte el territorio y la vida social y entonces su "suciedad", por no haber respetado las correctas conductas culturales, es objeto del ritual de limpieza (GOMEZ, RUIZ 1997). Resumiendo se podría decir que en el momento en que se genera un choque entre lo cultural y lo natural se produce una desarmonía cuya acumulación puede conducir el hombre a la catástrofe (6). Lo que hoy se concibe como pueblo Paez es el resultado de múltiples e intensos procesos de asimilación intercultural, marcados por distintas practicas políticas, formas de concebir el mundo, acuerdos y alianzas entre distintas comunidades étnicas. Esta heterogeneidad cultural se refleja concretamente en las variaciones dialectales del idioma Paez, en los rasgos fenotípicos y también en las diferentes versiones del mito de origen. De acuerdo con las crónicas, se puede afirmar que los Paeces en el momento del contacto con los españoles se encontraban socialmente organizados en cacicazgos divididos en repartimientos o tribus, así como se desprende del informe de Juan López de Velasco al Rey de España (1574) sobre la provincia de Neiva y Timaná (GOMEZ, RUIZ 1997). La autoridad civil y militar se centraba en la persona del cacique o cacica (7) que, en momentos de necesidad se unían con otros caciques para enfrentar agresiones externas por parte de otras comunidades indígenas. Esta característica se configuró como un mecanismo eficaz de cooperación intertribal y defensa de la integridad de la comunidad contra el extranjero y después contra la colonización española (BALANDIER 1969; GOMEZ, RUIZ 1997). El antiguo patrón predominante de poblamiento era de dispersión espacial: vivir en pequeños ranchos aislados y dispersos en las escarpadas de la cordillera. Desde la época de la conquista ha sido sumamente complicado romper este patrón de asentamiento resistiéndose los Paez a vivir en poblados. Por supuesto cada uno de los resguardos tiene su pueblo que, en definitiva, es el sitio donde se reúne la comunidad en ocasión de las fiestas o de los mercados semanales, (PACHÓN 1987, GOMEZ, RUIZ 1997). La vivienda típica Paez es un espacio reducido y sencillo, de planta rectangular; consta de paredes de caña entretejidas, techo de dos aguas, suelo de tierra pisada, una sola puerta y una cocina en el espacio central (PACHÓN 1987, ARCILA VÉLEZ 1989). Se encuentra habitada generalmente por una sola familia nuclear y solo en algunos casos comparten este espacio con otra familia que suele ser la del hijo recién casado. Aun en este caso las dos unidades se consideran como independientes. Las leyes acerca del matrimonio, muchas de las cuales emanadas por el mismo Juan Tama (8), prohiben una exogamia étnica (no esta permitido casarse con blancos por ejemplo) de manera que cada hombre elige su mujer en el ámbito de su grupo social. Está prohibido también casarse con los primos paralelos y cruzados. La línea de descendencia de los grupos Paeces es de tipo patrilineal siendo también la residencia virilocal. Estudios acerca de la terminología de parentesco Paez llevados a cabo sobretodo por J. Rappaport, establecen una similitud en este sentido entre este pueblo y los sistemas de parentesco dravídicos encontrados en los pueblos de la Amazonia colombiana (PACHÓN 1987). Tal semejanza se percibe en el sistema de parentesco Paez, incluso en su terminología, la influencia de los grupos andinos: por ejemplo la palabra Ka’ka entre los Paeces designa el tío materno y la misma palabra esta documentada por los sistemas de parentesco andinos (9). El sistema de parentesco Paez tiene una importancia primaria a la ora de entretener relaciones de carácter económico en el ámbito de la comunidad, configurándose como un modelo de las reglas de apropiación y distribución de los bienes. Los Paeces desarrollaron un sistema básico de relaciones sociales regido por principios de reciprocidad y solidaridad que se ha constituido como un férreo instrumento de control social contra cualquier tipo de acumulación económica, concentración del poder, revitalizando al mismo tiempo una solidaridad social reivindicadora de la igualdad entre las personas: es indispensable para el pueblo Paez actuar según las normas de reciprocidad típicas de los pueblos andinos (10) (GOMEZ, RUIZ 1997). El concepto de poder resulta íntimamente relacionado con el rechazo de la acumulación de bienes por parte de una persona o de una elite (11). La base ideológica de este asunto se radica en la constatación que la sociedad Paez no esta dividida en clases, castas u otro tipo de estratificación social. Asimismo los Paeces operan una neta distinción entre el concepto de poder y autoridad: mientras el primero se centra en la posibilidad de algunos individuos o instituciones de imponerse sobre la colectividad, sean ellos legítimos o menos, la autoridad es la capacidad de afirmarse como guía de la comunidad basando la legitimidad de este estatus sobre el consenso de la comunidad y sobre las cualidades personales manifestadas en el ámbito de la comunidad misma. Pos eso la máxima autoridad étnica es la asamblea comunal y no el cabildo. La asamblea puede garantizar sobre la justa redistribución de los recursos disponibles (GOMEZ, RUIZ 1997). El poder/autoridad entonces se puede expresar como intrínseco al grupo en su totalidad, contrastando la idea, fundamentalmente de los blancos aunque democráticos, que su lugar sea el cabildo o sus integrantes como individualidad. Por ejemplo en las elecciones no intervienen grupos de poder o de interés, ni ideologías contrapuestas, nisiquiera programas políticos. La función de esta institución adquiere entre los Paeces un carácter simbólico ritual de perpetuación de una practica anual para la continuidad formal de la existencia del cabildo. Por lo que se refiere al idioma nativo esto se distingue entre el Paez propiamente dicho y el dialecto Panikitá. Hoy en día es muy difícil encontrar personas que no hablan el español: según los datos del Censo del Resguardo Indígena el 74% de la población Paez censada habla su lengua y el español y solo un 26%, en general personas mayores, habla exclusivamente el Paez (PACHÓN 1987). Sistema Económico La construcción del concepto de territorialidad Paez responde a un modelo básico que sobrepasa los meros limites físico- espaciales adquiriendo un significado político, mítico, simbólico y en fin económico (GOMEZ, RUIZ 1997). Los Paez son un pueblo fundamentalmente de agricultores. El trabajo de la tierra y los ciclos agrícolas determinan sus actividades cotidianas. La rudimentaria tecnología utilizada permite una producción básicamente mirada al autoconsumo: la fuente principal de abastecimiento de la familia es su misma parcela de cultivo así como los productos de las tierras cultivadas en común se orientan a satisfacer las necesidades de toda la comunidad como, por ejemplo, las fiestas patronales (GOMEZ, RUIZ 1997). Además del trabajo de la tierra otra fuente importante de productos, sobretodo para el consumo en común, son los bosques (12) donde se extrae la materia prima para la construcción de la vivienda y de las infraestructuras como la casa del cabildo, puentes, arreglos del camino etc. intentando a la vez no agotar estas importantes reservas de recursos de subsistencia. En general la "tumba y quema" o "rocería" es el sistema agrícola mas utilizado por los Paeces. Entonces se le da el nombre de "roza" al trozo de tierra obtenido por medio de este sistema, siendo normalmente su extensión de uno o dos hectáreas (PACHÓN 1987). El modelo andino de explotación de diferentes pisos ecológicos por parte de la misma etnia, los llamados por J. Murra "archipiélagos verticales" (13), ha tenido mucha trascendencia también entre los Paeces. Actualmente muy pocos resguardos tienen la posibilidad de acceder a mas de dos pisos ecológicos aunque en el ámbito familiar ha persistido alguna forma de apropiación de productos procedentes de áreas con climas diferentes. Dependiendo naturalmente del éxito logrado en la cosecha, los Paeces tienen ciertas formas de conservación de los productos, como semillas para la siguiente siembra o para los periodos de escasez o "hambruna". El maíz es el producto central de la economía Paez. Este cultivo tiene una enorme trascendencia en la vida económica y social. El hecho de que el maíz se halla en todos los pisos térmicos (con excepción del páramo) permite encontrar este vegetal a lo largo de todo el año. Los Paez nunca siembran el maíz solo, sino lo asocian con otras plantas como el frijol o también la haba, la yuca, la arracacha y la arveja (PACHÓN 1987). Este sistema permite una producción variada en el espacio reducido de una "roza". Otro producto básico de la dieta Paez es la papa que se cultiva en los pisos térmicos más fríos. Cierta relevancia tiene también la actividad ganadera que se practica, generalmente, limitándose al cuidado de los rebaños evitando que estos se extravíen (PACHÓN 1987) (14). Los mercados, famoso es el de Mosoco, constituyen una realidad económica fundamental para la circulación de todos los tipos de productos que pertenecen al Departamento del Cauca. Aunque la economía de los Paeces sea orientada hacia el autoconsumo, ellos participan de la economía del mercado para la compra por ejemplo de herramientas para trabajar la tierra, semillas u otros productos para la subsistencia, intercambiando sus propios productos típicos de forma siempre económicamente para ellos muy desventajosa (PACHÓN 1987; GOMEZ, RUIZ 1997). Aplicando nuestros parámetros económicos y a la luz de lo anteriormente dicho se podría decir que este pueblo vive en una situación económica de indigencia y que por consiguiente, tomando a préstamo la expresión de Gómez y Ruiz, la economía Paez es mas de "resistencia" que de subsistencia. Como ya se ha subrayado en la parte dedicada a la cosmovisión, los Paeces consideran el territorio como divido en diferentes sectores: los territorios sagrados, los territorios salvajes y finalmente los territorios no sagrados. Estos dos últimos tienen una enorme importancia para la economía Paez. Necesarios a la constitución ontológica y simbólica del universo Paez, los espacios salvajes permiten en concreto la existencia de lugares de reserva o de descanso (15) de la tierra a lado de lugares aptos para el cultivo, que serian justo los espacios llamados no sagrados (GOMEZ, RUIZ 1997). Estas áreas, donde se puede cultivar y donde es oportuno construir la vivienda, se corresponden a las partes templadas donde existe un mayor equilibrio entre el frío y el calor y donde es posible cultivar el maíz y el frijol, la base de la alimentación Paez. En las zonas demasiado cálidas o frías las familias poseen huertas visitadas en las temporadas de siembra y cosechas, previos rituales para evitar desequilibrios en el medio ambiente y en el cuerpo. El espacio cultivado corresponde entonces al lugar que juega un papel fundamental en la vida social y económica Paez. Las reglas contra acumulación de bienes se aplican en el ámbito de la comunidad de forma muy severa. Muchas de las familias que por ejemplo participan en la toma de tierra no tienen derecho de no ser familias que carecen de adjudicación dentro del resguardo. Aun así este derecho se puede conservar en la medida en que se trabaje la tierra de la forma debida y con la misma actitud de reciprocidad y solidaridad grupal. Al contrario las tierras vuelven a ser parte del resguardo comunal (GOMEZ, RUIZ 1997; PACHÓN 1987). Demografía Los Paeces (16), o "Nasa" en su propia lengua, actualmente resultan ser el grupo étnico más numeroso de Colombia. El área de "Tierradentro" es reconocida nacional e internacionalmente como territorio indígena aunque la comunidad indígena, mayoritariamente de etnia Paez, convive con comunidades negras y grupos de mestizos, sobretodo en el área urbana de Belálcazar (GOMEZ, RUIZ 1997). Se calcula entonces que el 80% de la población de este territorio es indígena, asentándose en los 21 resguardos de "Tierradentro" ubicados en los municipios de Paez e Inzá (PACHÓN 1987). Aunque no haya datos ciertos sobre el porcentaje de población indígena el territorio, el estudio de X. Pachón sobre la cultura Paez nos proporciona el censo de población indígenas de estos resguardos elaborado por el DANE en 1972. Parece entonces que el número de personas pertenecientes a la etnia Paez tenía que aumentar a 35.742, aumentando en 1987, según dice la Pachón, a unos 80.000 (Pachón 1987). Merece la pena señalar algunos estudios demográficos llevados a cabo en el municipio de Jambaló que han puesto en luz algunos datos preocupantes. Por ejemplo entre el 1981 y 1982 la tasa de mortalidad de niños de edad inferior a los cinco años fue de 182/1.000 mientras la tasa de crecimiento vegetativo de la población del resguardo fue de 0.2/1.000 (FINDJ ROJAS 1985 en PACHÓN 1987). Esta situación considerada por sí grave y amenazadora por la población indígena, convive además con una agudización de los conflictos sociales, políticos y militares que en la actualidad afectan el territorio Paez. Síntesis El modelo cultural Paez se caracteriza como el producto de la combinación de varias estrategias: conservación de su concepción ancestral de apropiación del medio como mecanismo de reproducción de su identidad; oposición a la vez a la implantación del modelo dominante; necesidad de adaptación de la antigua cosmovisión a los nuevos elementos culturales que se produjeron como resultado del choque con la cultura occidental. Tales nuevas concepciones tienen el sentido de garantizar, a través del universo mítico-simbólico, la supervivencia de la etnia Paez en el tiempo en condiciones de penuria y marginalidad. El modelo Paez de "subsistencia-resistencia" entonces, pese a la muy desfavorable situación política, social y económica propia del área desde la conquista hasta hoy, ha sido suficientemente eficaz como para seguir viviendo en el sitio que eligieron los antepasados Paez para vivir, a través de una interacción constante, cultural y material con el territorio de "Tierradentro". Ser Nasa-Paez fundamentalmente significa ser un buen trabajador de la tierra y la tierra, el leit motive de las luchas de estos indígenas a lo largo de toda su historia, representa mucho mas que una mera fuente de sustentamiento sino es esencia de la vida y fuente de seguridad. Notas Bibliografía
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