Sobre el Estado
      V. I. LENIN
      SOBRE
      EL
      ESTADO
      (Conferencia pronunciada en
      la Universidad Sverdlov
      del 11 de julio de 1919)




  

   

  SOBRE EL ESTADO[1] 



      Camaradas, el tema de la charla de hoy, de acuerdo con el plan trazado por 
  ustedes que me ha sido comunicado, es el Estado. Ignoro hasta qué punto están 
  ustedes al tanto de este tema. Si no me equivoco, sus cursos acaban de 
  iniciarse, y por primera vez abordarán sistemáticamente este tema. De ser así, 
  puede muy bien ocurrir que en la primera conferencia sobre este tema tan 
  difícil yo no consiga que mi exposición sea suficientemente clara y 
  comprensible para muchos de mis oyentes. En tal caso, les ruego que no se 
  preocupen, porque el problema del Estado es uno de los más complicados y 
  difíciles, tal vez aquel en el que más confusión sembraron los eruditos, 
  escritores y filósofos burgueses. No cabe esperar, por lo tanto, que se pueda 
  llegar a una comprensión profunda del tema con una breve charla, en una sola 
  sesión. Después de la primera charla sobre este tema, deberán tomar nota de 
  los pasajes que no hayan entendido o que no les resulten claros, para volver 
  sobre ellos dos, tres y cuatro veces, a fin de que más tarde se pueda 
  completar y aclarar lo que no hayan entendido, tanto mediante la lectura como 
  mediante diversas charlas y conferencias. Espero que podremos volver a 
  reunirnos y que podremos entonces intercambiar opiniones sobre todos los 
  puntos complementarios y ver qué es lo que ha quedado más oscuro. Espero 
  tambien, que ademas de las charlas y conferen- 
  
  cias dedicarán algún tiempo a leer, por lo menos, algunas de las obras más 
  importantes de Marx y Engels. No cabe duda de que estas obras, las más 
  importantes, han de encontrarse en la lista de libros recomendados y en los 
  manuales que están disponibles en la biblioteca de ustedes para los 
  estudiantes, de la escuela del Soviet y del partido; y aunque, una vez más, 
  algunos de ustedes se sientan al principio, desanimados por la dificultad de 
  la exposición, vuelvo a advertirles que no deben preocuparse por ello; lo que 
  no resulta claro a la primera lectura, será claro a la segunda lectura, o 
  cuando posteriormente enfoquen el problema desde otro ángulo algo diferente. 
  Porque, lo repito una vez más, el problema es tan complejo y ha sido tan 
  embrollado por los eruditos y escritores burgueses, que quien desee estudiarlo 
  seriamente y llegar a dominarlo por cuenta propia, debe abordarlo varias 
  veces, volver sobre él una y otra vez y considerarlo desde varios angulos, 
  para poder llegar a una comprensión clara y definida de él. Porque es un 
  problema tan fundamental, tan básico en toda política y porque, no sólo en 
  tiempos tan turbulentos y revolucionarios como los que vivimos, sino incluso 
  en los más pacíficos, se encontrarán con él todos los días en cualquier 
  periódico, a propósito de cualquier asunto económico o político, será tanto 
  más fácil volver sobre él. Todos los días, por uno u otro motivo, volverán 
  ustedes a la pregunta: ¿que es el Estado, cuál es su naturaleza, cuál es su 
  significación y cuál es la actitud de nuestro partido, el partido que lucha 
  por el derrocamiento del capitalismo, el partido comunista, cuál es su actitud 
  hacia el Estado? Y lo más importante es que, como resultado de las lecturas 
  que realicen, como resultado de las charlas y conferencias que escuchen sobre 
  el Estado, adquirirán la capacidad de enfocar este problema por sí mismos, ya 
  que se enfrentarán con él en los más diversos motivos, en relación con 
  
  las cuestiones más triviales, en los contextos más inesperados, y en 
  discusiones y debates con adversarios. Y sólo cuando aprendan a orientarse por 
  sí mismos en este problema sólo entonces podrán considerarse lo bastante 
  firmes en sus convicciones y capaces para defenderlas con éxito contra 
  cualquiera y en cualquier momento. 
      Luego de estas breves consideraciones, pasaré a tratar el problema en sí: 
  qué es el Estado, cómo surgió y fundamentalmente, cuál debe ser la actitud 
  hacia el Estado del partido de la clase obrera, que lucha por el total 
  derrocamiento del capitalismo, el partido de los comunistas. 
      Ya he dicho que difícilmente se encontrará otro problema en que deliberada 
  e inconcientemente, hayan sembrado tanta confusion los representantes de la 
  ciencia, la filosofía, la jurisprudencia, la economiá política y el periodismo 
  burgueses como en el problema del Estado. Todavía hoy es confundido muy a 
  menudo con problemas religiosos; no sólo por los representantes de doctrinas 
  religiosas (es completamente natural esperarlo de ellos), sino incluso 
  personas que se consideran libres de prejuicios religiosos confunden muy a 
  menudo la cuestión especifica del Estado con problemas religiosos y tratan de 
  elaborar una doctrina -- con frecuencia muy compleja, con un enfoque y una 
  argumentación ideológicos y filosóficos -- que pretende que el Estado es algo 
  divino, algo sobrenatural, cierta fuerza, en virtud de la cual ha vivido la 
  humanidad, que confiere, o puede conferir a los hombres, o que contiene en sí 
  algo que no es propio del hombre, sino que le es dado de fuera: una fuerza de 
  origen divino. Y hay que decir que esta doctrina está tan estrechamente 
  vinculada a los intereses de las clases explotadoras -- de los terratenientes 
  y los capitalistas --, sirve tan bien sus intereses, impregnó tan 
  profundamente todas las costumbres, las concepciones, la 
  
  ciencia de los señores representantes de la burguesía, que se encontrarán 
  ustedes con vestigios de ella a cada paso, incluso en la concepción del Estado 
  que tienen los mencheviques y eseristas, quienes rechazan indignados la idea 
  de que se hallan bajo el influjo de prejuicios religiosos y están convencidos 
  de que pueden considerar el Estado con serenidad. Este problema ha sido tan 
  embrollado y complicado porque afecta más que cualquier otro (cediendo lugar a 
  este respecto solo a los fundamentos de la ciencia económica) los intereses de 
  las clases dominantes. La teoría del Estado sirve para justificar los 
  privilegios sociales, la existencia de la explotación, la existencia del 
  capitalismo, razón por la cual sería el mayor de los errores esperar 
  imparcialidad en este problema, abordarlo en la creencia de que quienes 
  pretenden ser cientificos puedan brindarles a ustedes una concepción puramente 
  cientifica del asunto. Cuando se hayan familiarizado con el problema del 
  Estado, con la doctrina del Estado y con la teoría del Estado, y lo hayan 
  profundizado suficientemente, descubrirán siempre la lucha entre clases 
  diferentes, una lucha que se refleja o se expresa en un conflicto entre 
  concepciones sobre el Estado, en la apreciación del papel y de la 
  significación del Estado. 
      Para abordar este problema del modo más cientifico, hay que echar, por lo 
  menos, una rápida mirada a la historia del Estado, a su surgimiento y 
  evolución. Lo más seguro, cuando se trata de un problema de ciencia social, y 
  lo más necesario para adquirir realmente el hábito de enfocar este problema en 
  forma correcta, sin perdernos en un cumulo de detalles o en la inmensa 
  variedad de opiniones contradictorias; lo más importante para abordar el 
  problema cientificamente, es no olvidar el nexo histórico fundamental, 
  analizar cada problema desde el punto de vista de cómo surgió en la historia 
  el fenómeno dado y cuáles fueron las principales etapas de su desarrollo 
  
  y, desde el punto de vista de su desarrollo, examinar en qué se ha convertido 
  hoy. 
      Espero que al estudiar este problema del Estado se familia rizarán con la 
  obra de Engels El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Se 
  trata de una de las obras fundamentales del socialismo moderno, cada una de 
  cuyas frases puede aceptarse con plena confianza, en la seguridad de que no ha 
  sido escrita al azar, sino que se basa en una abundante documentación 
  histórica y política. Sin duda, no todas las partes de esta obra están 
  expuestas en forma igualmente accesible y comprensible; algunas de ellas 
  suponen un lector que ya posea ciertos conocimientos de historia y de 
  economía. Pero vuelvo a repetirles que no deben preocuparse si al leer esta 
  obra no la entienden inmediatamente. Esto le sucede a casi todo el mundo. Pero 
  releyéndola más tarde, cuando estén interesados en el problema, lograrán 
  entenderla en su mayor parte, si no en su totalidad. Cito este libro de Engels 
  porque en el se hace un enfoque correcto del problema en el sentido 
  mencionado. Comienza con un esbozo histórico de los orígenes del Estado. 
      Para tratar debidamente este problema, lo mismo que cualquier otro -- por 
  ejemplo el de los orígenes del capitalismo, la explotación del hombre por el 
  hombre, el del socialismo, cómo surgió el socialismo, qué condiciones lo 
  engendraron --, cualquiera de estos problemas sólo puede ser enfocado con 
  seguridad y confianza si se echa una mirada a la historia de su desarrollo en 
  conjunto. En relación con este problema hay que tener presente, ante todo, que 
  no siempre existió el Estado. Hubo un tiempo en que no había Estado. Este 
  aparece en el lugar y momento en que surge la división de la sociedad en 
  clases, cuando aparecen los explotadores y los explotados. 
  
      Antes de que surgiera la primera forma de explotación del hombre por el 
  hombre, la primera forma de la división en clases -- propietarios de esdavos y 
  esclavos --, existiá la familia patriarcal o, como a veces se la llama, la 
  familia del clan (clan: gens; en ese entonces vivían juntas las personas de un 
  mismo linaje u origen). En la vida de muchos pueblos primitivos subsisten 
  huellas muy definidas de aquellos tiempos primitivos, y si se toma cualquier 
  obra sobre la cultura primitiva, se tropezará con descripciones, indicaciones 
  y reminiscencias más o menos precisas del hecho de que hubo una época más o 
  menos similar a un comunismo primitivo, en la que aún no existiá la división 
  de la sociedad en esclavistas y esclavos. En esa época no existiá el Estado, 
  no había ningón aparato especial para el empleo sistemático de la fuerza y el 
  sometimiento del pueblo por la fuerza. Ese aparato es lo que se llama Estado. 
      En la sociedad primitiva, cuando la gente vivía en pequeños grupos 
  familiares y aún se hallaba en las etapas más bajas del desarrollo, en 
  condiciones cercanas al salvajismo -- época separada por varios miles de años 
  de la moderna sociedad humana civilizada --, no se observan aún indicios de la 
  existencia del Estado. Nos encontramos con el predominio de la costumbre, la 
  autoridad, el respeto, el poder de que gozaban los ancianos del clan; nos 
  encontramos con que a veces este poder era reconocido a las mujeres -- la 
  posición de las mujeres, entonces, no se parecía a la de opresión y falta de 
  dere chos de las mujeres de hoy --, pero en ninguna parte encontramos una 
  categoría especial de individuos diferenciados que gobiernen a los otros y 
  que, en aras y con el fin de gobernar, dispongan sistemática y permanentemente 
  de cierto aparato de coerción, de un aparato de violencia, tal como el que 
  representan actualmente, como todos saben, los grupos especiales de hombres 
  armados, las cárceles y demás medios para someter 
  
  por la fuerza la voluntad de otros, todo lo que constituye la esencia del 
  Estado. 
      Si dejamos de lado las llamadas doctrinas religiosas, las sutilezas, los 
  argumentos filosóficos y las diversas opiniones erigidas por los eruditos 
  burgueses, y procuramos llegar a la verdadera esencia del asunto, veremos que 
  el Estado es en realidad un aparato de gobierno, separado de la sociedad 
  humana. Cuando aparece un grupo especial de hombres de esta clase, dedicados 
  exclusivamente a gobernar y que para gobernar necesitan de un aparato especial 
  de coerción para someter la voluntad de otros por la fuerza -- cárceles, 
  grupos especiales de hombres, ejércitos, etc. --, es cuando aparece el Estado. 

      Pero hubo un tiempo en que no existiá el Estado, en que los vínculos 
  generales, la sociedad misma, la disciplina y organización del trabajo se 
  mantenian por la fuerza de la costumbre y la tradición, por la autoridad y el 
  respeto de que gozaban los ancianos del clan o las mujeres -- quienes en 
  aquellos tiempos, no sólo gozaban de una posición social igual a la de los 
  hombres, sino que, no pocas veces, gozaban incluso de una posición social 
  superior --, y en que no había una categoría especial de personas que se 
  especializaban en gobernar. La historia demuestra que el Estado, como aparato 
  especial para la coerción de los hombres, surge solamente donde y cuando 
  aparece la división de la sociedad en clases, o sea, la división en grupos de 
  personas, algunas de las cuales se apropian permanentemente del trabajo ajeno, 
  donde unos explotan a otros. 
      Y esta división de la sociedad en clases, a través de la historia, es lo 
  que debemos tener siempre presente con toda claridad, como un hecho 
  fundamental. El desarrollo de todas las sociedades humanas a lo largo de miles 
  de años, en todos los países sin excepción, nos revela una sujeción general a 
  leyes, 
  
  una regularidad y consecuencia; de modo que tenemos, primero, una sociedad sin 
  clases, la sociedad originaria, patriarcal, primitiva, en la que no existían 
  aristócratas; luego una sociedad basada en la esclavitud, una sociedad 
  esclavista. Toda la Europa moderna y civilizada pasó por esa etapa: la 
  esclavitud reinó soberana hace dos mil años. Por esa etapa pasó también la 
  gran mayoría de los pueblos de otros lugares del mundo. Todavía hoy se 
  conservan rastros de la esclavitud entre los pueblos menos desarrollados; en 
  Africa, por ejemplo, persiste todavía en la actualidad la institucion de la 
  esclavitud. La división en propietarios de esclavos y esclavos fue la primera 
  división de clases importante. El primer grupo no sólo poseía todos los medios 
  de producción -- la tierra y las herramientas, por muy primitivas que fueran 
  en aquellos tiempos --, sino que poseía también los hombres. Este grupo era 
  conocido como el de los propietarios de esclavos, mientras que los que 
  trabajaban y suministraban trabajo a otros eran conocidos como esclavos. 
      Esta forma fue seguida en la historia por otra: el feudalismo. En la gran 
  mayoría de los países, la esclavitud, en el curso de su desarrollo, evolucionó 
  hacia la servidumbre. La división fundamental de la sociedad era: los 
  terratenientes propietarios de siervos, y los campesinos siervos. Cambió la 
  forma de las relaciones entre los hombres. Los poseedores de esclavos con 
  sideraban a los esclavos como su propiedad; la ley confirmaba este concepto y 
  consideraba al esclavo como un objeto que pertenecía íntegramente al 
  propietario de esclavos. Por lo que se refiere al campesino siervo, subsistía 
  la opresión de clase y la dependencia, pero no se consideraba que los 
  campesinos fueran un objeto de propiedad del terrateniente propietario de 
  siervos; éste sólo teniía derecho a apropiarse de su trabajo, a obligarlos a 
  ejecutar ciertos servicios. En la practica, como todos ustedes saben, la 
  servidumbre, sobre todo en Rusia, donde 
  
  subsistío durante más tiempo y revistío las formas más brutales, no se 
  diferenciaba en nada de la esclavitud. 
      Más tarde, con el desarrollo del comercio, la aparición del mercado 
  mundial y el desarrollo de la circulación monetaria, dentro de la sociedad 
  feudal surgió una nueva clase, la clase capitalista. De la mercancía, el 
  intercambio de mercancías y la aparición del poder del dinero, surgió el poder 
  del capital. Durante el siglo XVIII, o mejor dicho desde fines del siglo XVIII 
  y durante el siglo XIX, estallaron revoluciones en todo el mundo. El 
  feudalismo fue abolido en todos los países de Europa Occidental. Rusia fue el 
  último país donde ocurrió esto. En 1861 se produjo también en Rusia un cambio 
  radical; como consecuencia de ello, una forma de sociedad fue remplazada por 
  otra: el feudalismo fue remplazado por el capitalismo, bajo el cual siguió 
  existiendo la división en clases, así como diversas huellas y supervivencias 
  del régimen de ser vidumbre, pero fundamentalmente la división en clases 
  asumió una forma diferente. 
      Los dueños del capital, los dueños de la tierra y los dueños de las 
  fábricas constituían y siguen constituyendo, en todos los países capitalistas, 
  una insignificante minoria de la población, que gobierna totalmente el trabajo 
  de todo el pueblo, y, por consiguiente, gobierna, oprime y explota a toda la 
  masa de trabajadores, la mayoría de los cuales son proletarios, trabajadores 
  asalariados, que se ganan la vida en el proceso de producción, sólo vendiendo 
  su mano de obra, su fuerza de trabajo. Con el paso al capitalismo, los 
  campesinos, que habían sido divididos y oprimidos bajo el feudalismo, se 
  convirtieron, en parte (la mayoría) en proletarios, y en parte (la minoría) en 
  campesinos ricos, quienes a su vez contrataron trabajadores y constituyeron la 
  burguesia rural. 
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      Este hecho fundamental -- el paso de la sociedad, de las formas primitivas 
  de esclavitud al feudalismo, y por último al capitalismo -- es el que deben 
  ustedes tener siempre presente, ya que sólo recordando este hecho fundamental, 
  encuadrando todas las doctrinas políticas en este marco fundamental, estarán 
  en condiciones de valorar debidamente esas doctrinas y comprender qué se 
  proponen. Pues cada uno de estos grandes periodos de la historia de la 
  humanidad -- el esclavista, el feudal y el capitalista -- abarca decenas y 
  centenares de siglos, y presenta una cantidad tal de formas políticas, una 
  variedad tal de doctrinas políticas, opiniones y revoluciones, que sólo 
  podremos llegar a comprender esta enorme diversidad y esta inmensa variedad -- 
  especialmente en relación con las doctrinas políticas, filosóficas y otras de 
  los eruditos y políticos burgueses --, si sabemos aferrarnos firmemente, como 
  a un hilo orientador fundamental, a esta división de la sociedad en clases, a 
  esos cambios de las formas de la dominación de clases, y si analizamos, desde 
  este punto de vista, todos los problemas sociales -- económicos, políticos, 
  espirituales, religiosos, etc. 
      Si ustedes consideran el Estado desde el punto de vista de esta división 
  fundamental, verán que antes de la división de la sociedad en clases, como ya 
  lo he dicho, no existía ningún Estado. Pero cuando surge y se afianza la 
  división de la sociedad en clases, cuando surge la sociedad de clases, también 
  surge y se afianza el Estado. La historia de la humanidad conoce decenas y 
  cientos de paises que han pasado o están pasando en la actualidad por la 
  esclavitud, el feudalismo y el capitalismo. En cada uno de ellos, pese a los 
  enormes cambios históricos que han tenido lugar, pese a todas las vicisitudes 
  políticas y a todas las revoluciones relacionadas con este desarrollo de la 
  humanidad y con la transición de la esclavitud al capitalismo, pasando por el 
  feudalismo, y hasta llegar a la 
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  actual lucha mundial contra el capitalismo, ustedes percibirán siempre el 
  surgimiento del Estado. Este ha sido siempre determinado aparato al margen de 
  la sociedad y consistente en un grupo de personas dedicadas exclusiva o casi 
  exclusivamente o principalmente a gobernar. Los hombres se dividen en 
  gobernados y en especialistas en gobernar, que se colocan por encima de la 
  sociedad y son llamados gobernantes, representantes del Estado. Este aparato, 
  este grupo de personas que gobiernan a otros, se apodera siempre de ciertos 
  medios de coerción, de violencia física, ya sea que esta violencia sobre los 
  hombres se exprese en la maza primitiva o en tipos más perfeccionados de 
  armas, en la época de la esclavitud, o en las armas de fuego inventadas en la 
  Edad Media o, por último, en las armas modernas, que en el siglo XX son 
  verdaderas maravillas de la técnica y se basan íntegramente en los últimos lo 
  gros de la tecnología moderna. Los métodos de violencia cambiaron, pero 
  dondequiera existió un Estado, existió en cada sociedad, un grupo de personas 
  que gobernaban, mandaban, dominaban, y que, para conservar su poder, disponían 
  de un aparato de coerción física, de un aparato de violencia, con las armas 
  que correspondían al nivel técnico de la época dada. Y sólo examinando estos 
  fenómenos generales, preguntándonos por qué no existió ningún Estado cuando no 
  había clases, cuando no había explotadores y explotados, y por que apareció 
  cuando aparecieron las clases; sólo así encontraremos una respuesta definida a 
  la pregunta de cuál es la esencia y la significación del Estado. 
      El Estado es una máquina para mantener la dominación de una clase sobre 
  otra. Cuando no existían clases en la sociedad, cuando, antes de la época de 
  la esclavitud, los hombres trabajaban en condiciones primitivas de mayor 
  igualdad, en condiciones en que la productividad del trabajo era todavía muy 
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  baja y cuando el hombre primitivo apenas podía conseguir con dificultad los 
  medios indispensables para la existencia más tosca y primitiva, entonces no 
  surgió, ni podía surgir, un grupo especial de hombres separados especialmente 
  para gobernar y dominar al resto de la sociedad. Sólo cuando apareció la 
  primera forma de la división de la sociedad en clases, cuando apareció la 
  esclavitud, cuando una clase determinada de hombres, al concentrarse en las 
  formas más rudimentarias del trabajo agrícola, pudo producir cierto excedente, 
  y cuando este excedente no resultó absolutamente necesario para la más mísera 
  existencia del esclavo y pasó a manos del propietario de esclavos, cuando de 
  este modo quedó asegurada la existencia de la clase de los propietarios de 
  esclavos, entonces, para que ésta pudiera afianzarse era necesario que 
  apareciera un Estado. 
      Y apareció el Estado esclavista, un aparato que dio poder a los 
  propietarios de esclavos y les permitió gobernar a los esclavos. La sociedad y 
  el Estado eran entonces mucho más reducidos que en la actualidad, poseían 
  medios de comunicación incomparablemente más rudimentarios; no existían 
  entonces los modernos medios de comunicación. Las montañas, los ríos y los 
  mares eran obstáculos incomparablemente mayores que hoy, y el Estado se formó 
  dentro de límites geográficos mucho más estrechos. Un aparato estatal 
  técnicamente débil servía a un Estado confinado dentro de límites 
  relativamente estrechos y con una esfera de acción limitada. Pero, de 
  cualquier modo, existía un aparato que obligaba a los esclavos a permanecer en 
  la esclavitud, que mantenía a una parte de la sociedad sojuzgada y oprimida 
  por la otra. Es imposible obligar a la mayor parte de la sociedad a trabajar 
  en forma sistemática para la otra parte de la sociedad sin un aparato 
  permanente de coerción. Mientras no existieron cla- 
  3
  ses, no hubo un aparato de este tipo. Cuando aparecieron las clases, siempre y 
  en todas partes, a medida que la división crecía y se consolidaba, aparecía 
  también una institución especial: el Estado. Las formas de Estado eran en 
  extremo variadas. Ya durante el período de la esclavitud encontramos diversas 
  formas de Estado en los países más adelantados, más cultos y civilizados de la 
  época, por ejemplo en la antigua Grecia y en la antigua Roma, que se basaban 
  integramente en la esclavitud. Ya había surgido en aquel tiempo una diferencia 
  entre monarquía y república, entre aristocracia y democracia. La monarquía es 
  el poder de una sola persona, la república es la ausencia de autoridades no 
  elegidas; la aristocracia es el poder de una minoría relativamente pequeña, la 
  democracia el poder del pueblo (democracia en griego, significa literalmente 
  poder del pueblo). Todas estas diferencias sur gieron en la época de la 
  esclavitud. A pesar de estas diferencias, el Estado de la epoca esclavista era 
  un Estado esclavista, ya se tratara de una monarquía o de una república, 
  aristocrática o democrática. 
      En todos los cursos de historia de la antigüedad, al escuchar la 
  conferencia sobre este tema, les hablarán de la lucha librada entre los 
  Estados monárquicos y los republicanos. Pero el hecho fundamental es que los 
  esclavos no eran considerados seres humanos; no sólo no se los consideraba 
  ciudadanos, sino que ni siquiera se los consideraba seres humanos. El derecho 
  romano los consideraba como bienes. La ley sobre el homicidio, para no 
  mencionar otras leyes de protección de la persona, no amparaba a los esclavos. 
  Defendia sólo a los propietarios de esclavos, los únicos que eran reconocidos 
  como ciudadanos con plenos derechos. Lo mismo daba que gobernara una monarquía 
  o una república: tanto una como otra eran una república de los propietarios de 
  esclavos o una mo- 
  4
  narquia de los propietarios de esclavos. Estos gozaban de todos los derechos, 
  mientras que los esclavos, ante la ley, eran bienes; y contra el esclavo no 
  sólo podía perpetrarse cualquier tipo de violencia, sino que incluso matar a 
  un esclavo no era considerado delito. Las repúblicas esclavistas diferían en 
  su organización interna: había repúblicas aristocráticas y repúblicas 
  democráticas. En la república aristocrática participaba en las elecciones un 
  reducido número de privilegiados; en la republica democrática participaban 
  todos, pero siempre todos los propietarios de esclavos, todos, menos los 
  esclavos. Debe tenerse en cuenta este hecho fundamental, pues arroja más luz 
  que ningún otro sobre el problema del Estado, y pone claramente de manifiesto 
  la naturaleza del Estado. 
      El Estado es una máquina para que una clase reprima a otra, una máquina 
  para el sometimiento a una clase de otras clases, subordinadas. Esta máquina 
  puede presentar diversas formas. El Estado esclavista podía ser una monarquía, 
  una república aristocrática e incluso una república democrática. En realidad, 
  las formas de gobierno variaban extraordinariamente, pero su esencia era 
  siempre la misma: los esclavos no gozaban de ningún derecho y seguian siendo 
  una clase oprimida; no se los consideraba seres humanos. Nos encontramos con 
  lo mismo en el Estado feudal. 
      El cambio en la forma de explotación trasformó el Estado esclavista en 
  Estado feudal. Esto tuvo una enorme importancia. En la sociedad esclavista, el 
  esclavo no gozaba de ningún derecho y no era considerado un ser humano; en la 
  sociedad feudal, el campesino se hallaba sujeto a la tierra. El principal 
  rasgo de la servidumbre era que a los campesinos (y en aquel tiempo los 
  campesinos constituían la mayoría, pues la población urbana era todavía muy 
  poco desarrollada) se los consideraba sujetos a la tierra: de ahí se deriva 
  este concep- 
  5
  to mismo -- la servidumbre. El campesino podía trabajar cierto número de días 
  para si mismo en la parcela que le asignaba el señor feudal; los demás días el 
  campesino siervo trabajaba para su señor. Subsistía la esencia de la sociedad 
  de clases: la sociedad se basaba en la explotación de clase. Sólo los 
  propietarios de la tierra gozaban de plenos derechos; los campesinos no tenían 
  ningún derecho. En la práctica su situación no difería mucho de la situación 
  de los esclavos en el Estado esclavista. Sin embargo, se había abierto un 
  camino más amplio para su emancipación, para la emancipación de los 
  campesinos, ya que el campesino siervo no era considerado propiedad directa 
  del señor feudal. Podía trabajar una parte de su tiempo en su propia parcela; 
  podía, por así decirlo, ser, hasta cierto punto, dueño de sí mismo; y al 
  ampliarse las posibilidades de desarrollo del intercambio y de las relaciones 
  comerciales, el sistema feudal se fue desintegrando progresivamente y se 
  fueron ampliando progresivamente las posibilidades de emancipación del 
  campesinado. La sociedad feudal fue siempre más compleja que la sociedad 
  esclavista. Había un importante factor de desarrollo del comercio y la 
  industria, cosa que, incluso en esa época, condujo al capitalismo. El 
  feudalismo predominaba en la Edad Media. Y también aquí diferían las formas 
  del Estado; también aquí encontramos la monarquía y la república, aunque esta 
  última se manifestaba mucho más débilmente. Pero siempre se consideraba al 
  señor feudal como el único gobernante. Los campesinos siervos ca recían 
  totalmente de derechos políticos. 
      Ni bajo la esclavitud ni bajo el feudalismo podía una reducida minoría de 
  personas dominar a la enorme mayoría sin recurrir a la coerción. La historia 
  está llena de constantes intentos de las clases oprimidas por librarse de la 
  opresión. La historia de la esclavitud nos habla de guerras de emancipación 
  6
  de los esclavos que duraron décadas enteras. El nombre de "espartaquistas", 
  entre parentesis, que han adoptado ahora los comunistas alemanes -- el único 
  partido aleman que realmente lucha contra el yugo del capitalismo --, lo 
  adoptaron debido a que Espartaco fue el héroe más destacado de una de las más 
  grandes sublevaciones de esclavos que tuvo lugar hace unos dos mil años. 
  Durante varios años el Imperio romano, que parecía omnipotente y que se 
  apoyaba por entero en la esclavitud, sufrió los golpes y sacudidas de un 
  extenso levantamiento de esclavos, armados y agrupados en un vasto ejército, 
  bajo la dirección de Espartaco. Al fin y al cabo fueron derrotados, capturados 
  y torturados por los propietarios de esclavos. Guerras civiles como éstas 
  jalonan toda la historia de la sociedad de clases. Lo que acabo de señalar es 
  un ejemplo de la más importante de estas guerras civiles en la época de la 
  esclavitud. Del mismo modo, toda la época del feudalismo se halla jalonada por 
  constantes sublevaciones de los campesinos. En Alemania, por ejemplo, en la 
  Edad Media, la lucha entre las dos clases -- terratenientes y siervos -- 
  asumió amplias proporciones y se trasformó en una guerra civil de los 
  campesinos contra los terratenientes. Todos ustedes conocen ejemplos similares 
  de constantes levantamientos de los campesinos contra los terratenientes 
  feudales en Rusia. 
      Para mantener su dominación y asegurar su poder, los señores feudales 
  necesitaban de un aparato con el cual pudiesen sojuzgar a una enorme cantidad 
  de personas y someterlas a ciertas leyes y normas; y todas esas leyes, en lo 
  fundamental, se reducían a una sola cosa: el mantenimiento del poder de los 
  señores feudales sobre los campesinos siervos. Tal era el Estado feudal, que 
  en Rusia, por ejemplo, o en los países asiáticos muy atrasados (en los que aún 
  impera el feudalismo) difería en su forma: era una república o una monarquía. 
  Cuan- 
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  do el Estado era una monarquía se reconocía el poder de un individuo; cuando 
  era una república, en uno u otro grado se reconocía la participación de 
  representantes electos de la sociedad terrateniente; esto sucedía en la 
  sociedad feudal. La sociedad feudal representaba una división en clases en la 
  que la inmensa mayoría -- los campesinos siervos -- estaba totalmente sometida 
  a una insignificante minoría, a los terratenientes, dueños de la tierra. 
      El desarrollo del comercio, el desarrollo del intercambio de mercancías, 
  condujeron a la formación de una nueva clase, la de los capitalistas. El 
  capital se conformo como tal al final de la Edad Media, cuando, después del 
  descubrimiento de América, el comercio mundial adquirío un desarrollo enorme, 
  cuando aumentó la cantidad de metales preciosos, cuando la plata y el oro se 
  convirtieron en medios de cambio, cuando la circulación monetaria permitió a 
  ciertos individuos acumular enormes riquezas. La plata y el oro fueron 
  reconocidos como riqueza en todo el mundo. Declinó el poder económico de la 
  clase terrateniente y creció el poder de la nueva clase, los representantes 
  del capital. La sociedad se reorganizó de tal modo, que todos los ciudadanos 
  parecían ser iguales, desapareció la vieja división en propietarios de 
  esclavos y esclavos, y todos los individuos fueron considerados iguales ante 
  la ley, independientemente del capital que poseyeran -- propietarios de 
  tierras o pobres hombres sin más propiedad que su fuerza de trabajo, todos 
  eran iguales ante la ley. La ley protege a todos por igual; protege la 
  propiedad de los que la tienen, contra los ataques de las masas que, al no 
  poseer ninguna propiedad, al no poseer más que su fuerza de trabajo, se 
  empobrecen y arruinan poco a poco y se convierten en proletarios. Tal es la 
  sociedad capitalista. 
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      No puedo detenerme a analizarlo en detalle. Ya volverán ustedes a ello 
  cuando estudien el programa del partido: tendrán entonces una descripción de 
  la sociedad capitalista. Esta sociedad fue avanzando contra la servidumbre, 
  contra el viejo régimen feudal, bajo la consigna de la libertad. Pero era la 
  libertad para los propietarios. Y cuando se desintegró el feudalismo, cosa que 
  ocurrío a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX -- en Rusia ocurrió 
  más tarde que en otros países, en 1861 --, el Estado feudal fue desplazado por 
  el Estado capitalista, que proclama como consigna la libertad para todo el 
  pueblo, que afirma que expresa la voluntad de todo el pueblo y niega ser un 
  Estado de clase. Y en este punto se entabló una lucha entre los socialistas, 
  que bregan por la libertad de todo el pueblo, y el Estado capitalista, lucha 
  que condujo hoy a la creación de la República Socialista Soviética y que se 
  está extendiendo al mundo entero. 
      Para comprender la lucha iniciada contra el capital mundial, para entender 
  la esencia del Estado capitalista, debemos recordar que cuando ascendió el 
  Estado capitalista contra el Estado feudal, entró en la lucha bajo la consigna 
  de la libertad. La abolición del feudalismo significó la libertad para los 
  representantes del Estado capitalista y sirvió a sus fines, puesto que la 
  servidumbre se derrumbaba y los campesinos tenían la posibilidad de poseer en 
  plena propiedad la tierra adquirida por ellos mediante un rescate o, en parte 
  por el pago de un tributo; esto no interesaba al Estado; protegía la propiedad 
  sin importarle su origen, pues el Estado se basaba en la propiedad privada. En 
  todos los Estados civilizados modernos los campesinos se convirtieron en 
  propietarios privados. Incluso cuando el terrateniente cedía parte de sus 
  tierras a los campesinos, el Fstado protegía la propiedad privada, resarciendo 
  al terrateniente con una indemnización, permitiéndole 
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  obtener dinero por la tierra. El Estado, por así decirlo, declaraba que 
  ampararía totalmente la propiedad privada y le otorgaba toda clase de apoyo y 
  protección. El Estado reconocía los derechos de propiedad de todo comerciante, 
  fabricante e industrial. Y esta sociedad, basada en la propiedad privada, en 
  el poder del capital, en la sujeción total de los obreros desposeidos y las 
  masas trabajadoras del campesinado proclamaba que su régimen se basaba en la 
  libertad. Al luchar contra el feudalismo, proclamó la libertad de propiedad y 
  se sentía especialmente orgullosa de que el Estado hubiese dejado de ser, 
  supuestamente, un Estado de clase. 
      Con todo, el Estado seguía siendo una máquina que ayudaba a los 
  capitalistas a mantener sometidos a los campesinos pobres y a la clase obrera, 
  aunque en su apariencia exterior fuese libre. Proclamaba el sufragio universal 
  y, por intermedio de sus defensores, predicadores, eruditos y filosófos, que 
  no era un Estado de clase. Incluso ahora, cuando las repúblicas socialistas 
  soviéticas han comenzado a combatir el Estado, nos acusan de ser violadores de 
  la libertad y de erigir un Estado basado en la coerción, en la represión de 
  unos por otros, mientras que ellos representan un Estado de todo el pueblo, un 
  Estado democrático. Y este problema, el problema del Estado, es ahora, cuando 
  ha comenzado la revolución socialista mundial y cuando la revolución triunfa 
  en algunos países, cuando la lucha contra el capital mundial se ha agudizado 
  en extremo, un problema que ha adquirido la mayor importancia y puede decirse 
  que se ha convertido en el problema más candente, en el foco de todos los 
  problemas políticos y de todas las polémicas políticas del presente. 
      Cualquiera sea el partido que tomemos en Rusia o en cualquiera de los 
  países más civilizados, vemos que casi todas las polémicas, discrepancias y 
  opiniones políticas giran ahora en 
  0
  torno de la concepcion del Estado. ¿Es el Estado, en un país capitalista, en 
  una república democrática -- especialmente en repúblicas como Suiza o 
  Norteamérica --, en las repúblicas democráticas más libres, la expresión de la 
  voluntad popular, la resultante de la decisión general del pueblo, la 
  expresión de la voluntad nacional, etc., o el Estado es una máquina que 
  permite a los capitalistas de esos países conservar su poder sobre la clase 
  obrera y el campesinado? Este es el problema fundamental en torno del cual 
  giran todas las polémicas políticas en el mundo entero. ¿Qué se dice sobre el 
  bolchevismo? La prensa burguesa lanza denuestos contra los bolcheviques. No 
  encontrarán un solo periódico que no repita la acusación en boga de que los 
  bolcheviques violan la soberanía del pueblo. Si nuestros mencheviques y 
  eseristas, en su simpleza de espiritu (y quizá no sea simpleza, o quiza sea 
  esa simpleza de la que dice el proverbio que es peor que la ruindad) piensan 
  que han inventado y descubierto la acusación de que los bolcheviques han 
  violado la libertad y la soberanía del pueblo, se equivocan en la forma más 
  ridicula. Hoy, todos los periodicos más ricos de los países más ricos, que 
  gastan decenas de millones en su difusión y diseminan mentiras burguesas y la 
  política imperialista en decenas de millones de ejemplares, todos esos 
  periódicos repiten esos argumentos y acusaciones fundamentales contra el 
  bolchevismo, a saber: que Norteamérica, Inglaterra y Suiza son Estados 
  avanzados, basados en la soberanía del pueblo, mientras que la república 
  bolchevique es un Estado de bandidos en el que no se conoce la libertad y que 
  los bolcheviques son violadores de la idea de la soberanía del pueblo e 
  incluso llegaron al extremo de disolver la Asamblea Constituyente. Estas 
  terribles acusaciones contra los bolcheviques se repiten en todo el mundo. 
  Estas acusaciones nos conducen directamente a la pregunta: ¿que es el Estado? 
  Para compren- 
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  der estas acusaciones, para poder estudiarlas y adoptar hacia ellas una 
  actitud plenamente conciente, y no examinarlas basándose en rumores, sino en 
  una firme opinión propia, debemos tener una clara idea de lo que es el Estado. 
  Tenemos ante nosotros Estados capitalistas de todo tipo y todas las teorías 
  que en su defensa se elaboraron antes de la guerra. Para responder 
  correctamente a la pregunta, debemos examinar con un enfoque crítico todas 
  estas teorías y concepciones. 
      Ya les he aconsejado que recurran al libro de Engels El origen de la 
  familia, la propiedad privada y el Estado. En él se dice que todo Estado en el 
  que existe la propiedad privada de la tierra y los medios de producción, en el 
  que domina el capital, por democrático que sea, es un Estado capitalista, una 
  máquina en manos de los capitalistas para el sojuzgamiento de la clase obrera 
  y los campesinos pobres. Y el sufragio universal, la Asamblea Constituyente o 
  el Parlamento son meramente una forma, una especie de pagaré, que no cambia la 
  esencia del asunto. 
      Las formas de dominación del Estado pueden variar: el capital manifiesta 
  su poder de un modo donde existe una forma y de otro donde existe otra forma, 
  pero el poder está siempre, esencialmente, en manos del capital, ya sea que 
  exista o no el voto restringido u otros derechos, ya sea que se trate de una 
  república democrática o no; en realidad, cuanto más democrática es, más burda 
  y cinica es la dominación del capitalismo. Una de las repúblicas más 
  democráticas del mundo es Estados Unidos de Norteamérica, y sin embargo, en 
  ninguna parte (y quienes hayan estado allí después de 1905 probablemente lo 
  saben) es tan crudo y tan abiertamente corrompido como en Norteamérica el 
  poder del capital, el poder de un puñado de multimillonarios sobre toda la 
  sociedad. El capital, una vez que existe, domina la sociedad entera, y ninguna 

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  república democrática, ningún derecho electoral pueden cambiar la esencia del 
  asunto. 
      La república democrática y el sufragio universal representaron un enorme 
  progreso comparado con el feudalismo: permitieron al proletariado lograr su 
  actual unidad y solidaridad y formar esas filas compactas y disciplinadas que 
  libran una lucha sistemática contra el capital. No existió nada ni siquiera 
  parecido a esto entre los campesinos siervos y ni que hablar ya entre los 
  esclavos. Los esclavos, como sabemos se sublevaron, se amotinaron e iniciaron 
  guerras civiles, pero no podian llegar a crear una mayoría consciente y 
  partidos que dirigieran la lucha; no podían comprender claramente cuáles eran 
  sus objetivos, e incluso en los momentos más revolucionarios de la historia 
  fueron siempre peones en manos de las clases dominantes. La república 
  burguesa, el Parlamento, el sufragio universal, todo ello constituye un 
  inmenso progreso desde el punto de vista del desarrollo mundial de la 
  sociedad. La humanidad avanzó hacia el capitalismo y fue el capitalismo 
  solamente, lo que, gracias a la cultura urbana, permitió a la clase oprimida 
  de los proletarios adquirir conciencia de si misma y crear el movimiento 
  obrero mundial, los millones de obreros organizados en partidos en el mundo 
  entero; los partidos socialistas que dirigen concientemente la lucha de las 
  masas. Sin parlamentarismo, sin un sistema electoral, habría sido imposible 
  este desarrollo de la clase obrera. Es por ello que todas estas cosas 
  adquirieron una importancia tan grande a los ojos de las grandes masas del 
  pueblo. Es por ello que parece tan dificil un cambio radical. No son sólo los 
  hipócritas concientes, los sabios y los curas quienes sostienen y defienden la 
  mentira burguesa de que el Estado es libre y que tiene por misión defender los 
  intereses de todos; lo mismo hacen muchisimas personas atadas sinceramente a 
  los viejos prejui- 
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  cios y que no pueden entender la transición de la sociedad antigua, 
  capitalista, al socialismo. Y no sólo las personas que dependen directamente 
  de la burguesia, no sólo quienes vi ven bajo el yugo del capital o sobornados 
  por el capital (hay gran cantidad de cientificos, artistas, sacerdotes, etc., 
  de todo tipo al servicio del capital), sino incluso personas simplemente 
  influidas por el prejuicio de la libertad burguesa, se han movilizado contra 
  el bolchevismo en el mundo entero, porque cuando fue fundada la República 
  Soviética rechazó estas mentiras burguesas y declaró abiertamente: ustedes 
  dicen que su Estado es libre, cuando en realidad, mientras exista la propiedad 
  privada, el Estado de ustedes, aunque sea una república democrática, no es más 
  que una máquina en manos de los capitalistas para reprimir a los obreros, y 
  mientras más libre es el Estado, con mayor claridad se manifiesta esto. 
  Ejemplos de ello nos los brindan Suiza en Europa, y Estados Unidos en América. 
  En ninguna parte domina el capital en forma tan cínica e implacable y en 
  ninguna parte su dominación es tan ostensible como en estos países, a pesar de 
  tratarse de repúblicas democráticas, por muy bellamente que se las pin te y 
  por mucho que en ellas se hable de democracia del trabajo y de igualdad de 
  todos los ciudadanos. El hecho es que en Suiza y en Norteamérica domina el 
  capital, y cualquier intento de los obreros por lograr la menor mejora 
  efectiva de su situación, provoca inmediatamente la guerra civil. En estos 
  países hay pocos soldados, un ejército regular pequeño -- Suiza cuenta con una 
  milicia y todos los ciudadanos suizos tienen un fusil en su casa, mientras que 
  en Estados Unidos, hasta hace poco, no existía un ejército regular --, de modo 
  que cuando estalla una huelga, la burguesia se arma, contrata soldados y 
  reprime la huelga; en ninguna parte la represión del movimiento obrero es tan 
  cruel y feroz como en Suiza y en Estados Unidos, y 
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  en ninguna parte se manifiesta con tanta fuerza como en estos países la 
  influencia del capital sobre el Parlamento. La fuerza del capital lo es todo, 
  la Bolsa es todo, mientras que el Parla mento y las elecciones no son más que 
  muñecos, marionetas. . . Pero los obreros van abriendo cada vez más los ojos y 
  la idea del poder soviético va extendiéndose cada vez más. Sobre todo después 
  de la sangrienta matanza por la que acabamos de pasar. La clase obrera 
  advierte cada vez más la necesidad de luchar implacablemente contra los 
  capitalistas. 
      Cualquiera sea la forma con que se encubra una república, por democrática 
  que sea, si es una república burguesa, si conserva la propiedad privada de la 
  tierra, de las fábricas, si el capital privado mantiene a toda la socicdad en 
  la esclavitud asalariada, es decir, si la república no lleva a la práctica lo 
  que se proclama en el programa de nuestro partido y en la Constitución 
  soviética, entonces ese Estado es una máquina para que unos repriman a otros. 
  Y debemos poner esta máquina en manos de la clase que habrá de derrocar el 
  poder del capital. Debemos rechazar todos los viejos prejuicios acerca de que 
  el Estado significa la igualdad universal; pues esto es un fraude: mientras 
  exista explotación no podrá existir igualdad. El terrateniente no puede ser 
  igual al obrero, ni el hombre hambriento igual al saciado. La máquina, llamada 
  Estado, y ante la que los hombres se inclinaban con supersticiosa veneración, 
  porque creian en el viejo cuento de que significa el Poder de todo el pueblo, 
  el proletariado la rechaza y afirma: es una mentira burguesa. Nosotros hemos 
  arrancado a los capitalistas esta máquina y nos hemos apoderado de ella. 
  Utilizaremos esa máquina, o garrote, para liquidar toda explotación; y cuando 
  toda posibilidad de explotación haya desaparecido del mundo, cuando ya no haya 
  propietarios de tierras ni propietarios de fábricas, y cuando no exista ya una 

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  situación en la que unos estan saciados mientras otros padecen hambre, sólo 
  cuando haya desaparecido por completo la posibilidad de esto, relegaremos esta 
  máquina a la basura. Entonces no existir á Estado ni explotación. Tal es el 
  punto de vista de nuestro partido comunista. Espero que volveremos a este tema 
  en futuras conferencias, volveremos a él una y otra vez. 

           Publicado por primera vez el
        18 de enero de 1929, en Pravda,
        núm 15.
        Se publica de acuerdo con la
        versión taquigráfica.          
         












      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      Hasta Mao
      Textos
      de Lenin
      Apuntes sobre
      el texto abajo







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  N O T A S 



    [1] La Universidad Comunista I. M. Sverdlov se fundó sobre la base de unos 
  cursillos de agitadores e instructores, organizados en 1918, adjuntos al 
  Comité Ejecutivo Central de toda Rusia. Más tarde los cursillos fueron 
  reorganizados en Escuela de Trabajos de los Soviets. Después de la resolución, 
  adoptada por el VIII Congreso del PC(b) de Rusia, de organizar una escuela 
  superior adjunta al CC para preparar cuadros del Partido, la Escuela se 
  transformó en Escuela Central de Trabajos de los Soviets y del Partido; en el 
  segundo semestre de 1919 por decision del Buró de Organización del CC del 
  PC(b) de Rusia, Ia Escuela recibió el nombre de Universidad Comunista I. M. 
  Sverdlov. 
      Lenin dio en ella dos conferencias acerca del Estado. El texto de la 
  segunda, pronunciada el 29 de sgosto de 1919, no se ha conservado.    [pág.1] 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin





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